Vacaciones en las islas Cíes I
Mi nombre es Carlos tengo 32 años y estoy casado, soy una persona normal y corriente, ni guapo ni feo, complexión normal tirando a fuerte y muy extrovertido, la gente dice de mí que soy muy simpático y bastante ligón, con las mujeres me las apaño muy bien y debo decir que mi pene no es precisamente una maravilla, es normalito del todo pues el pobrecito mide sobre 16 por 3,5 centímetros, no obstante tiene una gran virtud «Está siempre en pie de guerra»
Las mujeres me gustan todas, no importa que sean altas o bajas, rubias o morenas, gordas o flacas (ni demasiado gordas ni tampoco demasiado flacas) feas o guapas y por último jóvenes o mayores (para mi no existen las viejas) en fin que las mujeres me gustan todas y mi pene está siempre dispuesto a satisfacer a la primera que se le ponga a tiro.
Mi mujer, Raquel, tiene 28 años no es que sea una modelo pero está bastante bien, es rubia natural, mide 1,66 y tiene un cuerpo precioso pero tiene un fallo garrafal, por el sexo no muestra interés casi en absoluto, solo se excita muy de vez en cuando, pero eso sí, cuando eso ocurre es una verdadera fiera, como me conoce muy bien trata por todos los medios de satisfacerme pero para mí es insuficiente yo necesito que la mujer sea activa y si ella se corre como una mula yo disfruto enormemente, si ella se limita simplemente a buscar mi satisfacción me deprime y lo paso realmente mal, por lo cual busco fuera lo que no tengo en casa, sospecho que ella lo sabe y tengo la sensación de que y entre líneas lo admite haciéndose la tonta.
La historia que les quiero relatar ocurrió hace dos años en unas vacaciones de verano.
Soy natural de la ciudad de Vigo (preciosa ciudad del sur de Galicia en el norte de España bañada por el Atlántico)
Esta ciudad posee unas Islas paradisíacas llamadas Cíes en las cuales y de una forma controlada está permitido acampar.
Ese verano mi mujer quiso pasar las vacaciones de acampada en las Cíes, como a mí la acampada me encanta pues me gusta mucho caminar y practicar submarinismo acepté de inmediato por lo cual en cuanto se iniciaron las vacaciones preparamos los trastos y los trasladamos al camping de las Islas.
Nos correspondió una parcela en un lugar bastante aislado del resto de las tiendas solo teníamos unos vecinos a unos tres metros de distancia (luego resultaron ser vecinas)
Entre mi mujer y yo montamos la tienda lo cual es un trabajo laborioso debido a que nuestra tienda es tipo chalet y montarla no es demasiado fácil pero en fin en unas tres horas terminamos el trabajo y fuimos a refrescarnos, cuando yo regresé a la tienda mi mujer estaba cambiándose el bikini y en ese momento estaba completamente desnuda, al verla mi pene se puso como un palo, me quité el bañador en un santiamén y cogiéndola de la mano la introduje en una de las habitaciones de la tienda (tiene dos) ella en principio protestó un poco pero siempre que vamos de acampada se excita bastante sobre todo el primer día y la había cogido en el momento justo, ella estaba muy excitada, la deposité sobre la colchoneta y comencé a besarla con pasión, ella devolvía mis besos, su lengua se enroscaba a la mía, mi mano derecha acariciaba sus espléndidas tetas excitando sus pezones al máximo, los tenia duros como garbanzos, fui bajando mi mano hasta su entrepierna acariciando la parte interna de sus muslos (eso la pone a tope) cuando pasé mis dedos por su coñito lo tenía totalmente empapado, hacía muchísimo tiempo que no veía a mi mujer tan excitada, ella es muy reacia a chuparme la polla mi sorpresa fue enorme cuando ella de golpe se giró en la colchoneta y cogiendo mi polla se la tragó de un bocado comenzando a hacerme una mamada formidable, yo situé mi cabeza entre sus hermosos muslos y mi boca y lengua se apoderaron de su empapada vagina, pasados unos minutos ella soltó mi polla y lanzó un grito que debió de escucharse en toda la isla, su corrida fue apoteósica, mi polla estaba como un hierro candente y ella no había conseguido que yo me corriese, me coloqué sobre ella y se la clave de una sola estocada, ella se movía por inercia (estaba como atontada) pero para mí sus tibios movimientos, mis bestiales embestidas más su apoteósica corrida fueron suficientes para entre estertores comenzar a introducir en el fondo de su útero un verdadero manantial de leche, pasado un rato de descanso y al elevar la cabeza me fijé que la puerta de la habitación estaba completamente abierta y la cortina exterior de la tienda sin cerrar, entonces vi una sombra que se alejaba rápidamente, alguien se había pegado un atracón a cuenta nuestra.
Después de un buen rato de descanso nos colocamos los respectivos bañadores y salimos al exterior cogidos de la mano, dos chicas nos saludaron riéndose alegremente…
– ¡Hola! Mi nombre es María y esta es Eva, somos de Santander y vuestras vecinas aquí en el camping.
Yo me las quedé mirando detenidamente, las dos eran preciosas, muy morenas, altas de un metro setenta aproximadamente y tenían un cuerpo formidable, las curvas de ambas eran mareantes.
Eva estaba muy colorada, como avergonzada y excitada al mismo tiempo, entonces me fijé que la ventana de nuestra tienda estaba en dirección a la tienda de ellas y quien se había dado el atracón había sido Eva, estaba seguro sobretodo por la forma en que me miraba.
Mi mujer contestó al alegre saludo y nos presentamos…
– ¡Hola! Muchísimo gusto en conoceros, mi nombre es Raquel y mi marido se llama Carlos, por cierto, tened cuidado con él, cuando coge confianza suele ser peligroso.
Los cuatro nos dirigimos a la playa contándonos nuestras respectivas aficiones, resultó que a María le encantaba caminar mientras que Eva era también submarinista, Eva en cuanto se enteró que yo lo practicaba inmediatamente me pidió la acompañara a lo que yo acepté encantado, de inmediato regresamos a las tiendas a recoger nuestros respectivos equipos y nos dirigimos a una cala un poco apartada y tranquila que yo conocía muy bien, Eva al ver el lugar totalmente solitario con una sonrisa totalmente lasciva en su rostro se quitó la parte superior de su bikini.
Tenía unos pechos impresionantes los cuales desafiaban todas las leyes de la gravedad, se veían duros y firmes apuntando al frente sin caerse ni un ápice y de inmediato en la parte frontal de mi bañador apareció una carpa, Eva señalándola con el dedo y riéndose dijo…
– ¡Vaya! Cualquiera diría que no hace ni una hora que esa cosa estaba disparando salvas.
– De modo que fuiste tú la que nos estuvo espiando ¡He!
– ¡Bueno! Lo que pasó es que pasaba por allí justo cuando escuché el grito de la corrida de tu mujer y me venció la curiosidad, ahora ando más caliente que una mula en celo.
No cabe duda que su sinceridad era manifiesta y lo que ella deseaba yo no estaba dispuesto a negárselo, de inmediato tire el equipo al suelo al igual que el de ella y sin pensarlo dos veces mis manos y boca se apoderaron de aquellas hermosas montañas que ella tenía por tetas, los pezones se le erizaron al máximo eran como dedales, óptimos para ser chupados.
Mientras mi boca pasaba sin transición de uno al otro mis manos no permanecían ociosas, ahora amasaban aquellas adorables montañas o bajaban parsimoniosamente por su plano vientre acariciando dulcemente sus muslos y panochita sobre el bikini, Eva suspiraba y gemía quedamente y en un momento dado ya no aguantando mas se quitó la parte inferior del bikini y a continuación casi me arranca el bañador gritándome al mismo tiempo…
– ¡Métemela por favor! Ya no aguanto más.
Yo también estaba frenético por lo cual situándome entre sus piernas suavemente se la metí hasta que mis pelotas tocaron su culo, ella cruzó entonces sus piernas sobre mi espalda y comenzó a moverse cadenciosamente, la condenada follaba con verdadera maestría, movía sus caderas de una forma divina si yo aumentaba el ritmo de mis penetraciones ella con sus piernas me frenaba haciendo la follada más duradera y placentera, hasta que ambos conseguimos un ritmo sincronizó y muy lento, de pronto ella comenzó a jadear y a aumentar sus movimientos de caderas, para mi fue la señal de que debía hacer lo mismo y mis embestidas también fueron en aumento, ambos comenzamos a temblar, nuestros gemidos debían escucharse a muchos metros a la redonda, de pronto ella lanzó un profundo gemido y comenzó a correrse como una condenada, sus envites eran tan potentes que sin poder evitarlo yo comencé a lanzar un verdadero chorro de semen en el fondo de su útero, el orgasmo casi fue simultáneo, los dos nos seguíamos moviendo suavemente saboreando los estertores del clímax hasta que mi polla comenzó a aflojar y escurrirse del precioso estuche en el cual había estado metida, Eva y yo nos besamos apasionadamente y dijo…
– Tu mujer tenía razón, en cuanto coges confianzas realmente eres peligroso.
Con todo esto el tiempo había pasado rápidamente, por lo cual nos metimos en el agua más para lavarnos un poco que otra cosa regresando de inmediato, cuando llegamos al camping Raquel y María nos estaban esperando, disimuladamente Eva guiñó un ojo a María y esta se me quedó mirando como diciendo ¡Ve preparándote que a continuación me tocará a mí! María se dirigió a mi esposa Raquel…
– ¡Oye Raquel! ¿Me prestarías mañana a Carlos para que me enseñe la Isla? Como a ambos nos gusta caminar y me has dicho que él la conoce muy bien ¡Si él no tiene inconveniente claro!
– Por mi no hay problema, a mí me gusta tumbarme horas y horas al sol en la playa y que nadie me moleste, si él quiere ir… ¿Tu que dices Carlos?
– Por mi encantado ¿A que hora quieres salir?
– Creo que sería una buena hora sobre las 9,30.
Al siguiente día después de desayunar María y yo armados de mochila, cantimplora y bocadillos iniciamos la marcha con intención de recorrer la Isla y regresar por la tarde.
La Isla en su zona Noreste tiene una serie de pequeñas calas con unas playitas preciosas totalmente rodeadas de espesa vegetación, es necesario ser un buen conocedor del terreno para poder acceder a ellas y ese era yo, desde luego mi sana intención era pasar el día en una de ellas puesto que mi compañera lo merecía sobradamente.
María medía 1,72 y sus medidas aproximadamente serían 110 – 65 – 100 muy morena y con un atractivo natural envidiable, sin ser especialmente guapa su aspecto era sumamente atrayente.
Después de haber recorrido unos tres kilómetros aproximadamente nos metimos por un estrecho sendero que conducía a una solitaria playita totalmente rodeada de grandes rocas por los laterales y una tupida vegetación en la parte trasera por lo cual quedaba totalmente aislada de cualquier mirada indiscreta, María de inmediato dejó caer la mochila al suelo y vestida como estaba se sumergió en las azules aguas, en cuanto salió del agua con toda la tranquilidad del mundo se quitó toda la ropa, yo la miraba embobado, el cuerpo que tenía era descomunal y mi pito reaccionó de inmediato, ella mirándome soltó una tremenda carcajada.
– Pero… ¿Qué té pasa, es que nunca viste a una mujer desnuda?
– Ver sí y la cabeza de aquí arriba no se sorprende demasiado, pero la cabeza de aquí abajo como no piensa, en cuanto ve una se pone a mil.
María volvió a soltar su cristalina risa.
– ¿Qué te parece si nos quedamos a pasar el día aquí? Aunque estoy pensando en lo que dijo tu mujer ayer de que puedes ser peligroso si coges confianzas.
– Justamente en eso estaba yo pensando, y con respecto a las confianzas… ¡Pues no me las des!
Los dos nos echamos a reír
– De eso ya hablaremos más tarde (dijo ella)
Yo ya me estaba desnudando a toda pastilla y en cuanto me saqué el bañador mi polla salió disparada como un resorte, María sacó de su mochila dos grandes toallas las cuales extendió sobre la fina arena de la playa, tumbándose ella perezosa e indolentemente sobre una de ellas, me alargó un frasco de protector solar y ronroneando al igual que una gatita me pidió se lo esparciera sobre la espalda, sin pensarlo dos veces me situé sobre su hermoso y respingón culito y mis manos comenzaron a esparcir suavemente el protector sobre sus hombros y omoplatos, ella tenía los brazos cruzados bajo su frente por lo cual los laterales estaban totalmente libres yo aproveché para masajear un poco sus preciosas tetazas, ella según fuese una u otra giraba y elevaba ligeramente su cuerpo para permitir que mi mano acariciase el pezón correspondiente los cuales estaban duros y grandes como dedales.
– Oye, no te quedes solo en las tetas, en mi culito y piernas también necesito protector.
Fui bajando con mis masajes sobre su cintura y nalgas pasando de golpe a sus pies los cuales masajeé uno a uno en profundidad puesto que me di cuenta que a ella esos masajes la ponían a mil, fui subiendo muy despacio a lo largo de sus tremendas piernas hasta llegar a sus preciosos muslos entonces ella separó considerablemente sus piernas, la vista de su raja desde atrás era sublime, la tenía ligeramente abierta y ya se notaba el brillo de sus flujos los cuales empezaban a aflorar al exterior, sin poder separar mis ojos de ese sublime lugar extendí una buena capa de protector por todos sus muslos sobre todo por la parte interna, ni que decir tiene que mis manos llegaron justo hasta el vértice, acariciando de pasada el ya hinchado conejito que empezaba a pedir a gritos que alguien se lo comiese, ella entonces juguetona se giró en la toalla y…
– ¡Quieto cochino! Menos confianzas, por ahí no se toca. Ahora se bueno y dame protector por delante.
Verla así extendida era muy difícil de aguantar, tenía las tetas tan duras que a pesar de lo grandes que eran apenas se inclinaban un poquitín hacia los lados con los tremendos pezones apuntando al cielo, el vientre totalmente plano pero rellenito, las caderas suaves y poderosas al mismo tiempo, las cuales albergaban un muy poblado monte de Venus con pelo rizadito y muy negro, el cual bajaba en suave cascada rodeando la preciosa raja alojada en medio de unos poderosos muslos, en fin, la chica no tenía desperdicio y solo verla era un martirio para mi pobre pene que desde que la vio por vez primera estuvo en erección constante, a ella también se le notaba una gran excitación y cuando comencé a extenderle el protector por sus hermosas tetas comenzó a ronronear dulcemente, los pezones los tenía tan duros y excitados que sin poder contenerme mientras una mano frotaba uno de ellos mi boca se apoderó golosa del otro, ella se dejo hacer tenía los ojos cerrados y sonreía dulcemente, deje el protector a un lado y ya sin inhibición de ningún tipo mientras mis manos seguían acariciando aquellas sabrosas tetas mi boca y lengua comenzaron a trazar un lento recorrido descendente sobre su hermosa anatomía, en cuanto llegué a su conejito ella flexionó sus rodillas y elevó el culito para favorecer el contacto entonces introduje mi mano izquierda bajo su culo para poder presionarlo bien contra mi boca, con la derecha acaricié suavemente los labios y entrada de su vagina que estaba ardiendo y totalmente empapada, el perfume que desprendía era fuerte y sublime al mismo tiempo, el clítoris lo tenía en plena erección y debía medir unos dos centímetros, mi boca golosamente se apoderó de él mientras dos de mis dedos penetraban en su conducto vaginal, sus músculos se contraía espasmódicamente sobre ellos, María suspiraba y gemía cada vez más fuerte, sus caderas giraban y envestían suave y rítmicamente sobre mis dedos y boca y de pronto noté como una gran cantidad de flujos salían de su precioso coñito mientras ella suspiraba y gritaba de puro placer, estaba disfrutando de una serie de orgasmos encadenados que la estaban conduciendo al sétimo cielo, seguí acariciándola durante un ratito y luego de un par de minutos consideré que me tocaba a mí, ella reaccionando de golpe lo consideró también, dio un salto y se colocó a cuatro.
– Métemela hasta el fondo querido y procura aguantar, necesito que me la metas por los dos agujeros y alternativamente.
Me situé tras de ella, tenía la conchita tan empapada que en cuanto puse la cabeza de mi polla en la entrada al apretar un poquito esta se deslizó hasta el fondo, la sensación era maravillosa, era como tener la polla envuelta en terciopelo, pensando en lo que me había dicho, mientras con mi mano izquierda la sujetaba de la cadera con la derecha recogí una buena cantidad de sus propios flujos y se los fui esparciendo por la entrada de su culito, introduciendo a continuación primero un dedo y luego dos moviéndolos rítmicamente, cuando consideré que estaba suficientemente dilatado saqué mi polla de su coño y de sopetón se la introduje en el ano, ella lanzó un grito más de sorpresa que de dolor y eso que ella me lo había pedido…
– ¡Hijo puta! Pudiste metérmela más despacio ¡Cabrón! Pero sigue, sigue y alterna, eso me mata de gusto.
Yo comencé a hacerlo así pero eso a mí me estaba matando, el placer que estaba sintiendo era sublime, nunca en mi vida había hecho una cosa semejante y estaba ya a punto de correrme, quise resistirme y pensar en otra cosa pero fue imposible, lancé un profundo estertor y de mi polla salió un huracán de semen que fue a estrellarse en lo más profundo del culito de María, también en ese momento María lanzó un grito y después de moverse frenéticamente cayó desmadejada, increíblemente nuestro orgasmo fue simultáneo y maravilloso.
Después de descansar durante un buen rato, ambos de común acuerdo nos lanzamos al mar retozando como chiquillos profundamente satisfechos, después de un buen baño gratificante y reparador salimos para dar cuenta de los bocadillos que habíamos llevado, al terminar de comer me dejé caer hacia atrás y casi al momento me quedé dormido, no sé el tiempo que estaría dormido cuando note una deliciosa sensación en mi polla así como un cosquilleo sobre mi cara, al abrir los ojos solo vi una gran mancha negra con una grieta rosada en medio que planeaba sobre ella, enseguida me di cuenta de lo que era, María se había puesto a horcajadas sobre mi y mientras se puso a chupar mi polla me ofrecía su apetitosa y saladita vagina, sin pensarlo dos veces mi lengua comenzó a recorrerla en todos los sentidos, María chupaba deliciosamente, su lengua giraba sobre el prepucio mientras sus manos acariciaban delicadamente mis cojones, con una mano los recogía mientras la otra se deslizaba arriba y abajo sobre mi mástil, yo conseguí introducir dos dedos en el túnel vaginal de ella mientras mis labios y lengua acariciaban delicadamente la flor de su clítoris, mientras ella seguía con sus manos acariciando mis cojones su boca de terciopelo comenzó a recorrer toda la longitud de mi polla, comenzaron a darme ramalazos de enorme placer y notaba que estaba a punto de correrme, por los movimientos espasmódicos de las caderas de ella sabía que ella estaba a punto también y de pronto así ocurrió, cada uno de nosotros lo único que pudo hacer fue tragarse los jugos que en abundancia fluían en las respectivas bocas, nos levantamos risueños y satisfechos, nos besamos con verdadero deleite intercambiando nuestros propios jugos y María al igual que su amiga Eva…
– Sabes, tu mujer Raquel tiene razón eres peligroso cuando se te dan confianzas.
Los dos nos reímos con ganas, nos dimos un último baño y regresamos al camping, allí nos esperaba (sobre todo para mí) una desagradable sorpresa, había muerto un familiar de Eva y ambas al siguiente día tenían que regresar a Santander.
A mí me quedaban todavía la totalidad de las vacaciones por lo cual durante ese tiempo mi polla tendría que buscar nuevos horizontes, pero eso será otra historia.