Capítulo 3

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Las cartas de Mercedes (III)

Querida tía Seni.

No te puedo negar, porque me conoces, que tu ultima carta me ha hecho vibrar como tú sabes que puedo hacerlo. Es un hermoso recuerdo el que tenías guardado, sobre todo que me lo cuentas en forma tan real.

Tengo que admitir que en ese mismo tiempo yo experimentaba en mi mente y sobre todo en mi cuerpo tal cantidad de estímulos que se me hacía difícil ordenarlos y procesarlos, simplemente respondía a ello con mi fogosidad que despertaba como un huracán.

Cuando te despedías de mí y sentía el ruido de tu auto alejándose de la casa me metía desnuda en tu cama, que aún mantenía tu tibieza y te imaginaba conmigo. Sobre todo que esa cama tenía tu perfume de mujer y tu olor de hembra. Esos olores me embriagaban de una manera tan poderosa que ahora me doy cuenta que llegaba a tener orgasmos ( en ese momento no lo sabía) tan sólo con esos estímulos.

Allí estaba , a veces, más de una hora, con mis solitarias fantasías . Un día recuerdo que mi excitación llegó al límite, porque antes de meterme en tu cama, encontré sobre las sábanas unos calzones tuyos, con los cuales al parecer habías dormido. Los llevé a mi rostro y los olía con pasión. Estaban húmedos aún, con tu humedad y entonces me los puse. Fue como sentir tu sexo junto al mío y me acaricié con ellos para que mis líquidos se encontraran con los tuyos y me sentía feliz porque te tenía conmigo.

Yo tenía una idea muy difusa de cómo habría de ser el amor íntimo entre dos mujeres. Solamente sabía que yo te deseaba, que quería tener tu cuerpo de alguna manera y quería darte el mío de una manera similar , pero no sabía cuál era esa manera. Tenía claro que no podría ser como con un hombre , sino diverso.

Así las cosas, tía querida , al igual que tú, me consumía de ardor deseando chupar tus pezones, acariciar tus nalgas hermosas, besarte el cuerpo entero , descubriendo los rincones de tu sexo con mi lengua y deseando que tú hicieras lo mismo conmigo. Así también imaginaba mil formas de excitarte hasta que no pudieras resistir, pero luego ninguna de esas cosas me atrevía a hacerlas, de modo que fue entonces que cifré todas mis esperanzas en nuestro viaje de vacaciones a ese lugar maravilloso que tú habías seleccionado en aquella playa tan hermosa como lejana.

Nunca me dijiste si todo eso lo planificaste en forma detenida o fue producto de la espontaneidad pero como haya sido la verdad es que estuvo perfecto. Tú eres perfecta . Te quiero tía Seni.

Recuerdo que en la piscina me dijiste que iríamos por la tarde en una especie de mini tour cerca de las cataratas con un grupo de turistas. A mí en principio no me agradó la idea porque mi gusto era estar sola contigo, pero tú estabas muy entusiasmada. El lugar era selvático y salvajemente hermoso, cálido y sombrío.

Recuerdo que caminamos subiendo y bajando algunas colinas y de alguna manera nos fuimos alejando del grupo hasta darnos cuenta que nos habíamos perdido. Casi como con miedo, pero riendo por la aventura, nos tomamos de la mano para caminar entre los matorrales espesos y cerrados. Así caminamos unos diez minutos hasta que nos dimos cuenta que estábamos cansadas.

Como pudimos nos tendimos en la hierba que expelía un intenso perfume , yo me tendí a tu lado y te miré. Tenías transpiración en las mejillas y brillo en los ojos y entonces el pensamiento de mis días y noches de fantasía se apoderó de mi mente con violencia inusitada y una corriente liberadora se apoderó de mi cuerpo impulsándome sobre ti. Fue una liberación y un descubrimiento y me sentí llegando por fin al lugar donde siempre había querido estar. Busqué entonces tus labios que se me dieron generosos.

Al parecer, era lo que tú estabas deseando, porque fue la primera vez en que vi tu adorable despertar . Rodamos suavemente sobre la hierba y quedaste sobre mí, buscando mis pechos que se te brindaron firmes y ardientes. Casi con violencia los sacaste de mi sujetador al tiempo que liberabas los tuyos y ellos se buscaron en un juego diabólico en que nuestros pezones hacían maravillas. Ya estábamos en la locura , no nos habría importado que nos hubiesen sorprendido . Yo busqué tu sexo bajo tus calzones y lo encontré ardiente y destilando esos adorables jugos con los que empapé mis dedos para llevarlos a tu boca y besarnos. Tú subiste mi falda y me sacaste los calzones a lo que yo te ayudé , y entonces me mordiste los pechos y luego los englobaste en tus manos y te fuiste deslizando por mi vientre y yo supe lo que harías, porque hacía cien noches que lo estaba deseando y separé mis muslos para ti . Sentí tus mejillas entre ellos y luego tu lengua maravillosa separando mis labios que se te abrieron dóciles y palpitantes.

Sentía tu lengua entre ellos ocasionándome placeres desmedidos y dolores que te brindaba gustosa. Tus dientes aplicaban deliciosas torturas en mis labios mayores mientras tu lengua se habría camino hacia mi interior y entonces comenzamos a dar algunos gritos.

Nadie podría oírnos y si así hubiese sido no nos habría importado porque estábamos en nuestro otro mundo.

Nunca te lo he dicho, Seni querida, pero yo deseaba que esa tarde en medio de ese bosque me hubieras destruido, me hubieras desgarrado, hubieses dejado en mi sexo una huella imborrable y definitiva y por eso me agitaba bajo tus caricias y por eso cuando sentí como mi tubo ardiente mordía tu lengua con contracciones rítmicas de fuerza desmedida y tú te agitabas en el paroxismo, sentí que mi río , mi primer río manaba de mí para que tu boca supiera que te pertenecía para siempre.

Nunca he sabido por qué reíamos tanto mientras nos poníamos los calzones, al menos tú, porque te quedaste con los míos besándolos como si fuese un amuleto.

Tú eres una mujer callada , de silencios , pero de gritos de modo que perdóname si así, silenciosamente te llega mi evocación y quizás en la lejanía , sí me quedo en silencio pueda escuchar tu grito en la noche, como lo escuché esa tarde en el bosque en medio de tu orgasmo y el mío. El primero consciente. El de mi principio el día que me hiciste tuya.

Sigo siéndolo .

Tu Mercedes.

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