Capítulo 2
- Perversión absoluta en Tailandia
- Perversión absoluta en Tailandia II
Perversión absoluta en Tailandia II
“pipipipi” el sonido de la alarma del móvil nos despertó, hasta ese momento no fui consciente del cansancio acumulado por el cambio de horario y todo lo que habíamos caminado el día anterior, fui la primera en levantarme y me acerque a mi hijo para darle un beso en la mejilla.
-Voy a ducharme – le dije – ¡sigue acostado!
Me metí en el baño, esta vez cerré la puerta para tener un poco de intimidad, el agua caía por encima de mi cuerpo mientras mi mente recreaba lo sucedido la noche anterior, cerré los ojos por un instante pero las sensaciones invadieron mi cuerpo y sentí un gran escalofrío recorriendo mi espalda, mis piernas temblaron y mi coño se humedeció sin poder evitarlo.
Salí del baño tapada con una toalla, mi hijo seguía en la cama de espaldas, le moví los hombros con mis manos, él se giro quejándose y levantándose, pude contemplar como sufría una profunda erección, se levanto, yo estaba sentada y él se puso delante de mí totalmente empalmado.
-¡Disfruté mucho de tu coño estrecho! – me susurró en voz baja mientras se movía la polla y empezaba a descapullarla delante de mí.
Me quede paralizada y aparté la mirada abochornada, él me sujeto por la barbilla y me dio varios golpes con su glande en los labios, me sentía vulnerable, pero el contacto de su polla me hizo sentir una descarga eléctrica que recorrió desde mi estomago hasta mi garganta, él me sujeto la cara con las dos manos.
-¡Eso si que no! – exclamé con los ojos vidriosos.
-¡Lo estás deseando! – me susurró él con una sonrisa deliberada.
Lo que pasó a continuación no supe entenderlo, mi cuerpo obedeció a sus impulsos y en un instante me había metido la polla en la boca él resoplaba mientras yo lo miraba con los ojos horrorizada.
Sus manos sujetaban mi cabeza mientras sus caderas se movían de manera fluida y su polla entraba y salía de mi boca, paró de golpe y me dio golpes con el glande en los labios.
-¡Chúpamela! – dijo con voz autoritaria.
Mi voluntad se quebró y le sujeté el tronco con la palma de la mano y le dí unos lametazos en el glande y después succionarle el capullo y mover mi cabeza de atrás hacía adelante y viceversa, le estaba haciendo una mamada a mi propio hijo.
Notaba cómo su polla se endurecía por momentos, él resoplaba complacido intentaba empujar para meterme toda la polla en la boca pero no era capaz, soltaba pequeñas arcadas y él me sacaba la polla de la boca lo que permitía que cogiese aire hasta que me la volvía a meter.
-¡Mírame mientras me la chupas! – me susurraba.
Me obligaba a levantar la cabeza y a mirarlo a los ojos mientras se la chupaba, cada vez me la metía más profundo y de vez en cuando la sacaba para darme golpes en la cara, otras veces me pasaba todo el tronco por los labios, hacía mucho que no tenía una polla en la boca y mi cuerpo respondía de manera inconsciente y mi coño se humedeció.
-Vamos a continuar de otra manera – dijo quitándome la toalla de un tirón y empujándome encima de la cama.
Solté un grito y me tape con las manos el coño y cerré las piernas, él las abrió despacio, mis piernas y mi cintura obedecieron al instante, me daba pequeños golpes con el glande en el coño y provocaba que suspirase excitada.
Entró despacio haciendo que soltase un jadeo profundo, empezó a metérmela y sacármela con lentitud, yo temblaba y me mordía los labios.
-¡Voy a follarte bien follada! – me dijo aumentando el ritmo de sus penetraciones, mis piernas temblaron y empecé a jadear con fuerza, las manos de mi hijo me sujetaron fuerte por las caderas para follarme a su antojo, lo hacía a un ritmo acelerado, el choque de nuestros cuerpos sonaba rítmicamente, yo respondía con pequeños golpes.
-¡Voy a reventarte el coño! –aulló mi hijo – quiero que te corras como no te has corrido en tu puta vida.
Mis gemidos eran ya grititos continuos, cómo mi hijo me hablaba de forma soez y me usaba como su juguete sexual conseguía que me mojara más y más, mis piernas temblaron, solté un alarido y convulsione cómo si una fuerza interior me zarandease de un lado a otro, me corrí salvajemente, mi hijo saco su polla de mi coño y empezó a masturbarse con fuerza hasta que se corrió encima de mi estomago, el esperma me golpeaba a chorros constantes y llego hasta mis tetas, él resoplaba cada vez con menos fuerza y se separó de mi con las piernas temblando.
-Voy a ducharme otra vez – le dije nerviosa intentando recomponerme y volver a ser la madre de siempre – luego te duchas tú.
Volví a ducharme y dejar que el agua me limpiase el esperma que me había impregnado, salí rápido y él entró a ducharse, abrí todo lo que pude la ventana y encendí un cigarrillo alterada, le di fuertes caladas mirando desde la altura el rio que pasaba por debajo, incluso hice el gesto de morderme las uñas, mi cabeza daba vueltas a una velocidad espeluznante, por primera vez me pregunte si aquel viaje era una locura, pero inexplicablemente la humedad volvió a invadir mi coño, apague el cigarro e hice aspavientos con las manos para dispersar el humo, la habitación disponía de detectores de humo y rociadores de agua, me vestí y empecé a guardar la ropa en la maleta, mi hijo salió del baño secándose con la toalla aún empalmado.
Antes de marchar del hotel tomamos un café y degustamos unas pastas dulces y un buen surtido de frutas. Un transfer nos recogió y nos trasladó al aeropuerto desde donde volaríamos a nuestro siguiente destino Chiang Rai en el interior.
El vuelo transcurrió con normalidad, un trayecto corto, unas dos horas más o menos, tan solo un pequeño bache de turbulencias y por un error informático no pudimos sentarnos juntos y mi hijo se sentó unas filas más adelante y eso me dio la oportunidad de pensar, pero mi coño se humedecía otra vez muy a mi pesar, crucé las piernas inquieta evitando molestar a la persona que estaba a mi lado una mujer tailandesa mayor.
Después de aterrizar y recoger las maletas salimos de la terminal, me fume un cigarro mientras esperábamos pacientemente para subir a unos pequeños autobuses que realizaban el trayecto hasta la ciudad, el calor era más sofocante que el día anterior en la capital
La ciudad era totalmente opuesta a la gran capital, su tamaño, sus edificios eran muy bajos, máximo dos o tres alturas, los hoteles y edificios más altos destacaban sobre los demás. Nuestro hotel un antiguo edificio colonial, tan solo dos plantas, era muy antiguo pero se notaba que lo cuidaban con esmero, su habitación daba a la calle con un pequeño balcón, la habitación no era muy amplía y con una ducha muy antigua con un enorme agujero en medio en qué hacer las necesidades y una pequeña pica para lavarse o afeitarse y cerrada con una simple cortina de plástico, una enorme cama con un ventilador enorme en el techo, bajé a la recepción para ver si nos podían ubicar en otra habitación con camas individuales , una sonriente y atenta recepcionista me dijo que era imposible por estar a plena ocupación y al no haber pedido las camas individuales entendieron que eran un matrimonio y hasta dentro de varios días no podrían solventarlo, tuve que aceptarlo y resignarme.
Tomamos un pequeño refrigerio en el hotel, la comida no era ningún problema en aquel país estaba lleno de puestos de comida callejera y pequeñas tiendas multiservicio Seven Eleven, nuestra primera y única parada fue el Templo Blanco donde su arquitectura única lo hacían una verdadera joya y tal vez uno de los lugares más fotografiados de Tailandia, me quejé de un dolor exagerado de pies y mi hijo me hizo entrar en una de las muchas tiendas locales en las que hacían masajes, me senté en un amplio sillón abatible donde una chica tailandesa me lavo los pies y me hizo un suave y relajante masaje.
Mi hijo hablo con nativos y cuando acabo el masaje nos tomamos una cerveza local en una terraza improvisada con taburetes y algún tablón de madera.
Ya estaba anocheciendo y el calor disminuía considerablemente, comimos en unos puestos callejeros unas hamburguesas locales acompañadas de verduras con mucho condimento lo que hizo que siguiéramos bebiendo abundante cerveza. Y luego fuimos al Chiang Rai Night Bazaar, el mercado nocturno de la ciudad, era más pequeño que los de Bangkok pero muy animado, limpio y ordenado, tenía de todo, pero lo que más me gusto a fueron sus puestos de flores y sus terrazas con música en vivo y nos tomamos otra cerveza en una de ellas.
Nos subimos a un tuk tuk, Víctor se metió la mano en el bolsillo, saco una tarjeta y se la mostró al conductor que hizo un gesto con la cabeza, la diferencia con la capital es que no hablaban tanto, ni tan bien el inglés y a veces se comunicaban por señas, Víctor le dio dinero y empezó a conducir decidido y sorteando gente por las calles de la ciudad, llegamos a una calle iluminada con neones, no tan llamativa y exuberante cómo la capital, pero estaba claro lo que era donde estábamos, entramos en un local donde un logotipo de metal simulaba una bailarina desnuda.
Entramos y nos dirigimos a la barra, nos sentamos en los taburetes y pedimos dos cervezas, la iluminación era muy tenue con neones de color rojo en el techo y de color azul en los bajos, estaba bastante ambientado tanto de gente local cómo de turistas, a diferencia de la ciudad dominaban un inglés perfecto y fluido.
– ¿Dónde me has traído? -pregunté.
– Es un local un poquito especial -contesto mi hijo
Al otro lado de la barra había varías chicas tailandesas, prostitutas y pude intuir que desperdigados por el local había tanto chicos como chicas, todos bien vestid@s y elegantes.
Víctor se levanto, recorrió el local y hablo con chicos y chicas, más tarde volvió con una chica, era muy parecida a la que Víctor había estado el día antes, se llamaba Fon, tenía 21 años, era muy educada y hablaba un inglés perfecto, nos tomamos unas cervezas más y unos shots de un aguardiente local, yo no era una gran bebedora y a estas alturas el alcohol me hacía mella y no me dejaba coordinar.
Fon se puso detrás de mí y empezó a acariciarme las caderas, me giré incrédula pero ella siguió acariciándome con descaro, sus manos se metieron a través de mi pantalón corto, sentí cómo su mano buscaba mi coño, intenté cerrar las piernas, pero mi hijo las mantuvo abiertas poniendo sus manos en mis muslos.
-¡Estate quieta! – me susurró Fon al oído y empujándome un poco hacía adelante.
Consiguió meter la mano por debajo de mis bragas y empezó a acariciarme el coño insolentemente, su otra mano se metió por debajo de mi camiseta y me acaricio las tetas.
-¡Déjame por favor! – le suplique
-¡Tú hijo quiere que te folle! – me susurró al oído.
Sus dedos acariciaron mi raja suavemente y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo desde las uñas de los pies hasta el último pelo de mi cabeza, movió un dedo y lo introdujo con suavidad, suspire profundamente mientras mis piernas temblaban.
-¡Mira a tu hijo! – me susurró ella mientras me giraba la cara -¡Que vea como te acaricio el coño!
Cruce la mirada con mi hijo y vi una mirada perversa y estuve a punto de gritar, dar un manotazo y tirar las cervezas al suelo y salir corriendo.
– ¡Tienes el coño muy mojado! – me murmullo la tailandesa.
Apreté los puños contra la barra y suspire profundamente, mi coño estaba muy mojado y su dedo me estaba poniendo muy cachonda, Fon notó mi excitación y su dedo frotó mi inflamado clítoris intensamente, cerré los ojos y me agarré fuertemente a la barra y me corrí intensamente, mi cuerpo se estremeció y Fon tuvo que sujetarme con fuerza para evitar que cayese y me beso en el cuello.
-¡Vamos al hotel! – dijo Fon – ¡Quiero follarla!
Salimos del local, Fon me arrastraba y yo la seguía sumisa con las piernas aún temblando y empapadas por la corrida, nos subimos los tres en un tuk tuk que arranco y salió disparado dando gas, recorrimos el trayecto, el hotel no quedaba muy alejado, llegamos al hotel, una mujer mayor estaba detrás del mostrador, discutieron un momento en tailandés, Fon se giró y le dijo algo al oído a mi hijo que saco de su bolsillo un billete y lo puso debajo del gran libro en que firmaban los clientes, la mujer hizo un gesto de conformidad y nos dio la llave de la habitación mientras recogía el billete y se lo guardaba, en Tailandia toda discusión se arregla con una cantidad adecuada bajo mano.
Llegamos a la habitación y Fon abrió la puerta, encendió la luz y giro un botón de esos que ya ni existían en España y el ventilador se puso en marcha haciendo que una brisa suave se esparciese por la habitación, mi hijo se sentó en un sillón de bambú mientras se encendía un cigarro.
Fon me quitó las botas y los calcetines, al tiempo que ella también se desnudaba, me giro la cara y empezó a besarme en los labios, yo miraba a mi hijo que observaba la morbosa escena. Fon atrajo mi cara hacía ella y me metió la lengua en la boca, me quede paralizada, era la primera vez que una mujer me besaba y encontré su lengua muy suave y sensual y me deje llevar morreando con ella bajo la atenta mirada de mi hijo.
Fon me giro otra vez la cara y busco otra vez mi boca, yo me entregaba sin ningún pudor delante de mi hijo y ella me besaba el cuello mientras me quitaba la camiseta y me desabrochaba el sujetador.
-¿Te gusta lo que te hago? – me susurró Fon sensualmente.
-¡Me éstas poniendo muy cachonda! – le contesté excitada.
Me lamió los pezones y yo echaba la cabeza hacia atrás placenteramente mientras soltaba pequeños gemidos
-¡Supe que eras una guarra en cuanto te vi! – le dijo Fon.
Me mordió el pezón dos veces y luego le pasaba la lengua, lo masajeaba y lo pellizcaba con los dedos y eso provoco que gimiera y temblara.
-¡Te voy a poner muy cachonda! – murmulló Fon en tanto seguía trabajándome las tetas
Mi hijo observaba la escena, se había sacado la polla y estaba haciéndose una paja, yo cruce la mirada con él y pude observar su perversión. Fon me empujo hacía la cama y me estiro abriéndome las piernas y me acaricio el coño con los dedos, yo lance un suspiro profundo.
-¡La guarra de tu madre tiene el coño mojadito! – dijo Fon girándose y mirando fijamente a mi hijo – ¡Esta deseando que le coma el coño!
Fon enterró su cabeza entre mis piernas me besaba los muslos y me paso la lengua por la raja, solté un grito presa de la excitación y empezó a comerme el coño lentamente, su lengua recorría mi raja, se paraba y me penetraba con la lengua y luego volvía a recorrer mi raja otra vez, yo me sujetaba las piernas con las manos y encogía los pies mientras gemía atronadoramente.
-¡tiene un coño tan sabroso! Le dijo fon a mi hijo que en aquel momento ya se hacía una paja frenética.
Fon me lamió el clítoris con intensidad y lo mordió estirándolo suavemente con los dientes, me pareció que me iba a arrancar el clítoris y estallé en el orgasmo más salvaje que había sufrido en mi vida, mi cuerpo convulsionaba mientras yo lloriqueaba y jadeaba intensamente, la primera comida de coño que le estaba brindando una mujer era salvajemente gustosa.
-¡Cómo me he corrido! – balbuceé extenuada y levándome las manos a la cabeza.
Fon me metió dos dedos en el coño y empezó a meterlos y sacarlos, iba aumentando sus movimientos y los giraba como una tuerca y al sacarlos los abría estirándome el coño.
Mi hijo escuchaba mis gemidos, nunca había sido tan escandalosa e incluso llegué a temer por qué me oyeran los demás huéspedes.
-¡Me voy a volver a correr! –chille con fuerza.
-¡Chilla guarra! – grito Fon – ¡que tu hijo te oiga como te follo!
-¡Me corro! – aullé mientras mis pupilas desaparecían trás mis parpados y me dejaban los ojos en blanco -¡Me corro otra vez!
El dedo de Fon se metió en mi culo y levanté las caderas violentamente y solté un grito descomunal y me volvía a correr otra vez salvajemente y volví a lloriquear mientras decía palabras inconexas.
-¡Cómo le chorrea el coño cuando se corre! – dijo Fon sonriendo.
Me quedé espatarrada en la cama mirando fijamente el ventilador en el techo, fon se vestía y mi hijo la despidió dándole un billete de 50 dólares.
Me levanté y fui a lavarme los fluidos me habían empapado los muslos, me estire en la cama poniendo una toalla donde me había corrido y estaba mojado, me dormí enseguida viendo cómo mi hijo se hacía otra paja.