Hubo una época en la que tuve una tonta obsesión con Milla Jovovich, la actriz de El Huésped Maldito, su personaje era la reina de mis fantasías sexuales y la waifu soñada.

Llegue al punto de comenzar a buscar a su doble entre cosplayers y fans del cine. Acudía a eventos de anime y entraba a apps para conocer a chicas que anduvieran en la onda del cosplay o el gaming y hasta tenía un ranking con aquellas más semejantes a la actriz.

Llegué a tener buena onda con la mayoría de ellas aunque nunca les comenté mis verdaderas intenciones.

A pesar de todo no estaba satisfecho con mi búsqueda y con ninguna llegué a cumplir mi más ardiente fantasía que era de hacerle el amor a la luz de sus hermosos ojos verdes.

Estúpida obsesión. El tiempo fue calmando mi manía hasta que una noche sin quererlo ni buscarlo encontré a mi Milla perfecta. Su rostro anguloso, su cabello castaño, sus ojos verdes, su mirada intensa, magnética, me desarmó de solo verla.

Estaba trabajando, ofreciendo sus servicios en la calle, lo que venía de perlas para mis ansiosas intensiones, hablamos, arreglamos y nos fuimos a un telo ahí cerca. Pero ahí, al preguntarle su nombre de guerra puso la cereza del postre, Milla Jodobitch me dijo con displicencia mientras yo caía de espaldas. Me contó que le gustaba la misma actriz que era objeto de mis deseos, que era una linda chica y alguna vez tuvo el mismo vestido rojo de la película de Resident Evil.

Era el momento de pasar a la acción, me desnudé, quería disfrutar el placer de mi adorada Milla local. Ella se quitó con parsimonia la ropa, quedando con una fina lencería donde se destacaban sus senos más grandes que los de la modelo original, yo no daba más.

Quería apreciar su cuerpo completamente desnudo, sus pezones eran pequeños, se quitó la trusa de encaje dejándome ver un culo firme, torneado, maravilloso y al frente exhibió una verga tan larga como la mía, solo que más delgada. Quedé atónito, era una travesti y no me di cuenta.

Ella me vio vacilar y me preguntó si en serio no me había percatado, a lo que respondí con sinceridad que no, que sólo vi su gran parecido con mi ídola y nada más. Me preguntó entonces que iba a hacer, si íbamos a coger o no me gustaba hacerlo con travas. Hasta ahí nunca había tenido sexo ni con gays ni trans, pero perdido por perdido, además de que seguía siendo mi Milla Jovovich y mi verga durísima, le dije que acá no había vuelta atrás.

Se acercó, hábilmente tomó mi verga mientras me sostenía la mirada, luego se puso de rodillas y me dio la mejor de las mamadas mirándome desde abajo con ojos felinos, así descubrí que usaba lentes de contacto de color verde, los suyos eran oscuros.

Ya no importaba, yo estaba encendido, lamiendo sus pequeñas areolas baje hasta su estómago que se estremeció levemente de placer, me tope con su verga erguida y sin dudarlo me la lleve a la boca intentando replicar su delicioso sexo oral, le gustó porque lanzó un suspiro y me dejó hacer.

Acostada frente a mi la puse piernas al hombro y le enterré mi verga en su ardiente culo, no quería perder detalle de mi Milla, quería guardar en mi la visión de estar cogiendo con la mujer de mis fantasías.

Mi pene se abría paso entre los cantos de su ano que me ponía loco de placer, verla así poseída por mi me lleno de lujuria, y le di con más ímpetu, mi mano automáticamente empezó a masturbarla, me dijo que no la hiciera acabar, no la escuché, el frenesí de mis estocadas iba en aumento, mi mano sacudiendo su verga también, ella repitió que no quería acabar pero en ningún momento apartó mi puño, se acercaba el clímax para ambos y los dos estábamos decididos a gozar.

Y acabamos

Y acabamos entre gemidos, palabrotas y algunas últimas sacudidas. Ella reclamando que no quería acabar y yo diciéndole que sin embargo acabó, y yo también acabé, y fue un polvo maravilloso.

Por supuesto que nos encontramos varias veces, ella rescató su vestido rojo y lo lució para mi en una de nuestras citas. Ella era mi Milla Jodobitch.