Inicio

Ugo:

Se acomoda mejor sobre mis piernas. Sus manos frías en mi cuello, su voz cada vez más bajita:

—Hoy, en la escuela, volví a sentir esas miradas…

Víctor me mira con ganas cuando cree que no me doy cuenta, pero sé que lo hace. No intenta nada más. Sabe que fue de una sola vez.

Pero esas miradas… me prenden.

Y luego, el transporte, el metro a reventar. Los hombres, roces, empujones. Nunca falta el morboso que se arrima.

No debería gustarme… pero me gusta.

Me recuerda a las reuniones. Donde no hay pretexto para rozarme, donde estás tú para mirarme… y para cuidarme.

Ugo:

Le paso la mano por el muslo, despacio. Noto cómo se estremece.

—¿Y qué piensas cuando pasa? —le pregunto, más cerca de su oído—. ¿Qué recuerdas de esas reuniones?

Massiel:

Suspira. Su voz es apenas un hilo.

—Todo. Todo me gusta. Pero siempre es igual: intercambios. Nunca puedo estar con ellas porque estoy con ellos.

Hace una pausa. Se ríe bajito, se tapa la boca.

—Tengo tantas ganas de verte con otra mujer…

Ugo:

Me río, le levantó la cara con dos dedos.

—¿Eso es lo que quieres?

Massiel:

—No sé… es solo una fantasía. —Baja la mirada—. Pero no es lo único que pienso. Hay algo más… Me daba pena decírtelo. Después de lo de Víctor…

No sabía si te iba a molestar.

Ugo:

—Dímelo, amor.

Massiel:

Suspira.

—¿Recuerdas a Raúl?

El señor, el single de las últimas reuniones.

Ugo:

Claro que lo recuerdo. Siempre discreto, educado. Buen tipo.

—Sí. ¿Qué pasa con él?

Massiel:

Se muerde el labio. Se aprieta más contra mí. Siento su respiración caliente.

—Pues… pienso en él.

Me lo imagino encima de mí… con nosotros. Me da pena, porque no sé si te molestaría. Él es single…

Ugo:

Le beso el cuello, despacito, sintiendo cómo respira.

—Para nada. Lo de Víctor fue otra cosa. Pero esto… es distinto.

Tú sabes que siempre he sido morboso. Un trío con otro hombre… es algo que siempre he querido.

Ella se ríe suave. Se cubre la cara.

—No te burles —me dice.

—No me burlo. Lo quiero —le digo—. Pero lo hacemos bien. Lo hablamos, lo planeamos. Sin secretos.

Narrador

Y así fue. Se quedaron ahí un rato más, ella sentada, él escuchando cada idea, cada fantasía.

Platicaron de todo: qué querían, qué no. Massiel pidió algo que nunca se había atrevido a decir: una doble penetración, como en los videos que miraba sola.

Ugo pidió grabarlo. Solo para ellos. Para verlo después, cuando la cama de casa se quedara demasiado tranquila.

Esa noche, cuando Massiel se durmió, Ugo entró al chat del grupo. Un chat pequeño: algunas parejas, un par de singles, todos conocidos.

Gente como ellos: comunes de día, sucios cuando cae la noche.

Ahí se organizan las reuniones, las fiestas, las reglas. Nadie se mete con nadie sin permiso. Todo claro, todo limpio, todo sucio donde importa.

Ugo escribió directo a Raúl.

“¿Te interesa un trío con nosotros?”

Raúl respondió rápido: “Sí. Me encantaría. Dime cuándo.”

A la mañana siguiente, mientras recogían la ropa y la casa olía a café, lo hablaron de nuevo: sin secretos.

Se había organizado una fiesta una noche de Halloween. Fiesta de disfraces. Nada elegante. Una casa cualquiera. Música fuerte, luces bajas, chicas disfrazadas.

Ellas prometieron un disfraz atrevido, descarado.

Todos del grupo sabían, todos esperaban. Porque así funciona: unos miran, otros participan, otros solo fantasean.

Massiel volvió a reírse, roja, cuando Ugo le dijo: “Esta vez lo grabamos todo, para que cuando vuelvas a contarme… me lo cuentes mirándome a los ojos