Capítulo 15

El nuevo Ángel XVI

Ruth desde entonces me hizo una de las mejores propagandas. De su bufete vinieron casi todos y muchas de sus amigas también vinieron en pareja o solas. La vida transcurría lenta y divertida, pues siempre me gustó hablar con la gente y tan variopintas personas te enseñaban mucho de la vida.

Conocí a un paisano de mi edad más o menos y hablando de todo un poco, me comentó que en su juventud se había dedicado a falsificar documentación. Aquí vi una posibilidad de obtener por fin una documentación decente.

Le conté mi vida obviando claro está los temas sexuales. Él me miró perplejo.

¿Cura? ¿Era usted cura?

Sí hijo, sí.

Pero si tengo entendido que es el que más folla de todo Guernica y alrededores jajajajaj

Lo cortés no quita lo valiente, hijo jajajajja

Tomamos unos vinitos y me comentó que en pocos días tendría mi documentación y hasta un par de tarjetas de crédito. Yo estaba alucinado, ese hombre era un auténtico prodigio. A la semana apareció en el umbral de la casa y me dio un abultado sobre.

¿ya está?

Ya está.

¿Qué te debo?

Son cinco mil euros, dentro te he dejado unas instrucciones para saber quién eres y de dónde vienes. He procurado que te sigas llamando Ángel, así todo será más fácil

Joder perfecto, muchas gracias.

Como la vez anterior le acompañé al bar y tomamos unos vinitos para celebrarlo.

Al volver a casa Ruth me llamó y me dijo que me mandaba una amiga suya que ella pensaba aún era virgen y quería que le atendiera correctamente. Yo le comenté que cuántos años tenía la mujer y ella me dijo que cuarenta y cinco, pero que era un poco gordita y poco agraciada y creía que nunca había conocido varón. Le comenté que me metía en unos líos impresionantes, aunque mi opinión cambió cuando me dijo que creía era sumisa, muy sumisa. Vale, de acuerdo le dije, ¿cuánto estará? Me contestó que una semana y qué reservaría con masaje diario, pues estaba muy estresada.

Esa semana tenía casi vacía la casa, lunes, martes y miércoles solamente tenía gente que pernoctaría de paso, así que en esos días tendría que hacerla mi perrita. El lunes después de comer, escuché mientras fumaba mi purito, el ruido de un automóvil que estacionó en la misma puerta. Salí a la puerta y ahí me encontré a una mujer menuda, cerca del uno sesenta y seguro noventa kilogramos por lo menos. Unos enormes pechos, un grandísimo culo y unas piernas como columnas.

Le recibí con una gran sonrisa, le acompañé a su habitación y le dije si quería conocer el resto de la casa, a lo que me contestó que sí. Le enseñé la terraza cubierta que había cerrado recientemente. Le acompañé a la parte de abajo, la cocina, el salón y la joya de la corona, la gran piscina. Marta, que así se llamaba la chica, abrió mucho la boca y me dijo que era impresionante. También le enseñé la sala de masajes. Ella me dijo que cuando empezaríamos con los masajes y le dije que esa tarde cuando ella quisiera, que la hora la ponía ella. Quedamos sobre las ocho, quería disfrutar un rato de la piscina. Le acerqué unas toallas y le dije que la esperaba a las ocho en la sala.

A las ocho en punto, apareció Marta llamando a la puerta. Le dije que pasara y que, si quería se desnudase, o si prefería que se quedase en bikini o ropa interior. Ella me miró y me dijo que subía por un bikini seco. Bajó y se cambió en la cabina. Salió y le dije que se tumbara en la camilla, extendí una toalla para tapar su cuerpo y pregunté

¿Dónde te notas peor?

Pues la verdad que todo el cuerpo, pero la zona del hombro derecho y esa parte de la espalda.

Perfecto, empezaré por ahí.

Fui al estante por un bote de aceite, lo extendí sobre mis manos y lo calenté frotándolas. Empecé por el masaje en el hombro, sus carnes estaban muy blandas, producto del poco ejercicio, aunque en la piscina hizo unos cuantos largos.

¿Nadas a menudo?

No, solo cuando puedo, cuesta mucho la piscina.

Puedes hacerte un bono.

Ya pero aun así sale muy caro, los alquileres están por las nubes y mi sueldo es muy normalito.

Si, la verdad es que está todo imposible.

Me apliqué con el masaje, sobre su hombro, aunque de vez en cuando me acercaba lo que podía a sus pechos. Tras unos minutos sobre su hombro, le dije que se diera la vuelta. Empecé el masaje por la unión del hombro y el brazo, soltando los nudos que había. Me acerqué a su axila y desde ahí, subí rodeando su pecho. Marta se relamía, mientras mis manos ahora viajaban hasta sus hombros. La tenía tapada con la toalla por lo que no podía ver casi nada. Masajeé sus brazos y bajé a sus piernas, le di un buen masaje a sus gemelos. Cuando ya esa parte estaba bien caliente, subí por sus piernas hasta casi tocar su sexo, ella tenía las piernas abiertas y los ojos cerrados. Una clara mancha de humedad hacía más oscuro su bikini entre sus piernas. Seguí un poco más en esa delicada zona, hasta que gimió y entonces le dije que por ese día ya habíamos terminado. Marta me miró como diciendo, ¿ya, ya está? Pero miró el reloj y vio que habíamos estado más de una hora. La dejé sola para que se cambiara.

Marta salió ruborizada y marchó escaleras arriba. Escuché como se llenaba el jacuzzi, las tuberías son difíciles de silenciar.

MARTA

Joder, aun me tiemblan las piernas, ese hombre me a excitado como nunca, a mí me hubiese gustado seguir, pero ha parado. Mañana le pediré dos horas.

Nada más subir a la habitación, llené el jacuzzi y con el agua bien caliente me metí en él. Había un chorro que apuntaba directo a mi clítoris y me senté encima de él. Cerré mis ojos y pensé en la lengua de ese hombre que sin ser nada del otro mundo me había subyugado con su amabilidad y esa voz tan dominante. Lentamente la excitación crecía en mí, mi cuerpo ardía y una corriente subía por mi columna hasta llegar y explotar en mi cabeza. Bajé mis manos y me metí dos dedos, ¡¡joder estaba realmente caliente!! Salí de ese jacuzzi como una pasa y con las piernas temblando, me tumbé en la cama y me quedé dormida.

Cuando me desperté ya era de día, miré el reloj y eran las nueve y media. Bajé corriendo a desayunar y ahí estaba él con su camisa blanca impoluta y esos vaqueros que marcaban su culo, aún tenía un buen culo.

Buenos días, Ángel.

Buenos días, Marta, ¿qué tal has dormido?

Fenomenal, fíjate que horas.

Ayer te esperaba a cenar.

Me quedé dormida encima de la cama. Por cierto, ¿hoy podrían ser dos horas de masaje?

Por supuesto, no hay nadie más que tú, así que puedes elegir la hora.

Vale, pues a las siete está bien.

Perfecto, a las siete te espero.

Salí de ese caserío caliente como una sartén y fui a ver unas cuantas cosas por el lugar, Euskadi siempre te sorprende, tiene algo mágico que te transporta a otras épocas. Ese día estuve todo el día caliente y mojando mis bragas. Después de comer, esto se intensificó, la hora cada vez se acercaba más. Yo mojaba mis bragas y pensaba, que me haría ese hombre, deseaba que me penetrara, sabía que sería dulce y rudo. Podía ver que me volvería loca, bueno, más bien que me enseñaría a volverme loca, pues aún era virgen y jamás había estado ni cerca de un hombre.

Pensaba en esas manos que amasaron mi cuerpo con fuerza y con delicadeza. En esa voz que me hizo mojarme entera con un solo mandamiento. ¡¡Joder ya estaba chorreando otra vez!!

A las seis en punto entre por la puerta del caserío, Ángel estaba limpiando la piscina, ahora llevaba un bañador rojo muy ajustado y una camiseta negra. La camiseta disimulaba su tripa y el bañador marcaba su polla y parecía una buena polla, solo las había visto en las revistas porno y en las películas porno. ¡¡ joder, ya estaba mojada otra vez!! Subí a mi cuarto y pensé que ponerme. Decidí que hoy iría sin sujetador y me pondría la única tanga que tenía. Quería impresionarlo y darle ideas. Así que vestí con una camisa azul oscuro y una falda hasta la rodilla del mismo color, me recogí el pelo y me vi guapa. Bajé y me fui a la cocina a beber un poco de agua. Ángel apareció sudoroso por la humedad de la piscina.

¿Ya estás aquí? Pues podemos empezar si te apetece

Por mi perfecto, eran las seis y media, una buena hora.

ÁNGEL

Aquella tarde Marta estaba diferente, irradiaba un aura especial, se había vestido más provocadora, y aunque sus pechos colgaban por su volumen, sus pezones se marcaban en la tela por debajo de sus redondeadas formas. Pasó a la cabina y se cambió, yo esperé mis cinco minutos y llamé a la puerta. Entre, estaba boca abajo tumbada en la camilla y no se había puesto la toalla, su espalda estaba desnuda y un pequeño tanga cubría su sexo.

¿Muy bien, estas preparada?

Si

Pues empecemos.

Recogí el bote de aceite de la estantería, hoy sería uno que tengo con efecto calor. Lo calenté en mis manos y procedí a masajear el hombro de Marta. Nada más sentir mis manos, Marta gimió.

MARTA

Cuando lo vi en la cocina me excité, me propuso empezar antes y acepté de buen grado, igual me regalaba esa media hora. Entré nerviosa en la cabina para cambiarme y decidí no poner la toalla sobre mi culo, seguro que él lo entendía. Nada más que tocó mi piel con sus manos, me estremecí y se me escapó un gemido. No me importó, mi tanga ya estaba empapada. Presionó con fuerza sobre mi hombro, estirando mis músculos si los encontraba entre esa grasa. Masajeó mi brazo hasta las muñecas y metió su mano por mi costado llegando casi a mis pechos. Mi cuerpo ardía y estaba envuelta en mil sensaciones. Pasó al otro hombro y aquí se entretuvo algo menos, también acarició mi costado, llegando a mi pecho. Bajó a mis piernas, empezó por mi muslo derecho, bajó hasta mi tobillo y volvió a subir muy lentamente hasta casi rozar mi tanga. Volví a gemir, levanté mi cabeza y observé un buen bulto en su pantalón. Ahora mi boca y mi coño se hacían agua. Ángel pasó a la otra pierna e hizo la misma operación, llegando a la tira de mi tanga. La cogió por los lados y me dijo.

Levanta el culo que te la voy a quitar, no se te manche

Se manche dice, estaba calada y tras su orden aún más. Ese levanta el culo, había abierto la espita de mi flujo. Levanté mi culo y la fue sacando por mis piernas hasta dejarla sobre el armario. Yo abrí un poco mis piernas y sentí sus manos de nuevo en mis muslos. Bajaba por ellos y volvía a subir, cada vez más cerca de mi coño, hasta que, por fin, lo acarició y yo me corrí como una perra. Tuvo que notar mi flujo, pues yo lo notaba resbalar entre mis piernas. Pasó a mi culo, lo amasó, lo apretó y por fin me azotó, ese azote me hizo estremecerme, nunca me habían azotado, bueno nunca me habían hecho nada. Volvió a amasar mi culo y me volvió a azotar, más amasé y más azotes, el calor del culo y de mi cuerpo me tenían al borde del orgasmo, pero de repente paró.

– No pare, por favor, siga, siga

– Está bien seguiré, pero serás mía hasta el día que te vayas de aquí.

– Como usted quiera, pero no pare, por favor

El me azotó otras seis veces más y por fin metió dos de sus dedos en mi coño. Coño que se convirtió en una fuente que no paraba de manar mientras yo jadeaba y gritaba.

Nunca había sentido nada igual ni en la mejor de mis pajas. Ese hombre casi sin introducir nada dentro de mí ya me había llevado dos veces al orgasmo.

Date la vuelta – me gritó y acercándose más a mí, me dijo- cómeme la polla.

Esta frase me llevó de nuevo al éxtasis. Nunca había chupado una polla, ni siquiera la había tocado. Acerqué lentamente mi mano a su polla, la rodeé con mis dedos y pude notar su rigor, su calor y sus palpitaciones. Me puse de medio lado y acerqué mi boca a ese tremendo glande que no sabía si me cabría en la boca. Saqué mi lengua y lo lamí, abrí mi boca y lo introduje, lo volví a sacar.

Nunca hice esto, ¿me puedes decir qué hacer?

Saboréala, disfrútala, haz que sea una prolongación de tu cuerpo, disfruta de su calor en tu boca y adórala, con ella, y por supuesto no se te ocurra parar perra.

Perra, me había llamado perra, joder me excitaba como una boba. Me acerqué a su polla, volví a recubrirla con mis labios, a lamerla dentro de mi boca, a succionarla, a bañarla en mi saliva. Cada vez me gustaba más y me calentaba más. Estuve un buen rato lamiendo y saboreando esa polla hasta que él se retiró y me mandó bajar de la camilla.

ÁNGEL

Esa mujer se deshacía en mis manos, aunque sus carnes eran más bien blandas, daba gusto tocarlas. Cuando amasé su culo gimió y cuando lo palmeé se volvió loca. Había notado como se había corrido y quería que volviera a sentirlo. La azoté, la azoté con una fuerza muy medida y veía como mi mano quedaba grabada en ese culo, la notaba temblar. Sus gemidos me decían que estaba a punto. Paré y me pidió más y yo obediente le di más, hasta que una vez que noté sus temblores, metí dos dedos dentro de ella y ella se vació sobre mi mano gimiendo y apretándome la mano con sus piernas.

Mi polla estaba dura como una roca y le mandé darse la vuelta y chuparme la polla. Aun sin experiencia la chupaba muy bien, tenía una boca grande, húmeda y caliente que acogía mi polla como si fuera un coño. Creo que se corrió comiéndome la polla, no lo tengo claro, pero el que casi se corre fui yo. Tuve que levantarla y mandarla poner sobre la camilla. Iba a penetrarla de una, pero me di cuenta de que aún era virgen, tenía que ir con más cuidado.

MARTA

Joder, me bajé de la camilla temblando, ese hombre me volvía loca.

Pon tus pechos en la camilla y abre las piernas.

Al oír esto, volví a mojarme entera, ¡qué hombre, qué voz! Hice lo que me dijo, pensando que sería el primero en hacerme mujer. Mi excitación cada vez era mayor, por lo que clavé mis pechos en el colchón de la camilla y abrí mis piernas.

Lo que vino después fue una muy grata sorpresa. El hombre puso su capullo en mi entrada, pero inexplicablemente, lo separó y recorrió con él, mis labios mayores, impregnándose con mis propios jugos. Me tenía desesperada, caliente y loca por sentir esa polla en mi interior. Finalmente, volvió a mi entrada y entró lento muy lento. Creí morir y me deshice en flujo. Noté esa potente polla abrir mis carnes rozando contra mis paredes y llenándome entera. Algo le hizo parar, paró, salió un poco y volvió a entrar, así estuvo un buen rato, volviéndome loca, matándome de placer hasta que por fin empujó y entró en mi rompiendo esa tela que le impedía avanzar. No sé si os habrá pasado, pero yo en ese momento me corrí como una loca, mientras él detenía sus movimientos esperando me calmase. Apretaba mis piernas con fuerza apretando a la vez esa dura polla que tanto placer me había dado y estaba segura, me daría aún más. Tras parar un indeterminado tiempo, pues no estaba para cuentas. Volvió a moverse con suavidad, entrando y saliendo despacio, haciéndome notar el rigor de su verga y haciéndome sentir quien mandaba, quien tenía el control. Me azotó y aceleró el ritmo, volvió a azotarme y aceleró más. Yo me volvía loca, el calor de mi culo, el calor de mi sexo y ese placer de sentir mi cuerpo conquistado, lleno, me estaban llevando a la locura. Exploté en un grandísimo orgasmo que estoy segura le llevó a él a explotar dentro de mí. Lo que hizo que mis piernas flaquearan y mis rodillas terminarán en el suelo bajo la camilla. Me besó muy tierno, me cogió en sus brazos, me tumbó en la camilla y me tapó con una toalla muy grande. Salió y me dejó relamiendo mi orgasmo y doble desvirgación y aun me quedaba un masaje.

Esa mujer, aún inexperta era un volcán, aguantaba todo y siempre pedía más, estaba hecho polvo y fui a sentarme y descansar en el sofá. Había sido uno de los polvos más intensos de mi vida.

Preparé la cena y esperé que bajase, hoy sí, a cenar, si no la llamaría, necesitaba comer, después de la follada. Marta esta noche sí que bajó, bajó con un camisón totalmente transparente, donde se apreciaban sus grandes pechos y pude ver se había rasurado totalmente su sexo. Se acercó a mí y me dio las gracias.

Muchas gracias has sido todo un caballero y me has tratado justo como yo quería. Me ha encantado todo, el masaje, comerte la polla y esa follada tierna y dura que me has dado, aun me tiemblan las piernas.

Muchas gracias, ahora comamos un poco, nos hace falta.

Cenamos casi en silencio disfrutando del momento. Terminamos y preparé café, Marta dijo que no podría dormir si lo probaba y me acompañó al porche a ver como fumaba mi purito y bebía mi copa. Me miró directo a los ojos, con los ojos totalmente encendidos, se acercó a mí y se puso de rodillas entre mis piernas.

No me pares, no digas nada.

Bajó mi bañador hasta mis rodillas, sujetó mi polla más que morcillona, lamió mi glande y se la metió en la boca. La chupó con ganas, con pasión y lujuria, la saboreó y la veneró. Su cabeza subía y bajaba sobre ella. Cada vez un poquito más entraba en su boca, esa boca húmeda y caliente que me estaba llevando al éxtasis total. La mujer me estaba haciendo una mamada de campeonato y era su segunda mamada. Vi como movía su mano entre sus piernas y como gemía quedamente con mi polla en su boca. Puse mis manos en su nuca, pero me las retiró.

No, hoy y ahora, la quiero disfrutar.

Vaya si la disfrutó y yo con ella, me volvía loco, tenía una boca maravillosa y ella sola aceleró el ritmo de su mano y de su boca. Cuando se corrió, llevó mi polla hasta el fondo de su garganta y ahí ya no pude más y llené su boca con mi esencia.

¡Joder, menuda mamada!

Tras terminar, metió sus dedos en la boca, los chupó delante de mí, me guiñó un ojo y levantándose lentamente se marchó meneando su gran culo.

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