Hoy, un esplendoroso día, marcaba un hito en la vida de una pequeña familia. La mirada de la madre, Esther, se llenaba de admiración mientras los hábiles dedos de las estilistas arreglaban a su hija mayor, Susana que, con su vestido de novia, irradiaba un resplandor especial.
─ Susana, mi amor, estás deslumbrante ─ dijo Esther, con lágrimas de felicidad en sus ojos.
En el mismo cuarto, su hijo menor, Antonio, lucía un elegante smoking. Era el orgulloso padrino de su hermana, y su mirada reflejaba el afecto y el apoyo incondicional que sentía por ella. La vida de Esther había estado marcada por desafíos desde el principio. Su esposo la había abandonado cuando Antonio era un bebé, dejándola a cargo de dos hijos pequeños. Sin embargo, ella había luchado valientemente para criarlos y hoy, ver a su hija casarse, era una recompensa por todos esos sacrificios.
La celebración de la boda fue un día lleno de risas y alegría, rodeados de familiares y amigos. La felicidad llenaba el aire hasta bien entrada la noche. Esther y su hijo regresaron a casa, exhaustos pero llenos de gratos recuerdos.
─ Bueno, hijo, ahora solo me quedas tú ─ dijo Esther, con un tono nostálgico.
Antonio, tratando de aligerar el ambiente, respondió con un toque de humor ─ Vamos, mamá, no seas dramática. Susana se casó, no se fue a la Antártida.
Una sonrisa cariñosa iluminó el rostro de Esther mientras le dio un beso en la mejilla a su hijo.
─ Ve a la cama, cariño. Estoy agotada. Y cuando te quites el smoking, no lo dejes tirado, cuélgalo ─ le recordó.
─ Está bien, mamá ─ respondió Antonio, obediente.
CAPÍTULO 1
Esther y su hija Susana se encontraron en la acogedora cafetería del centro de la ciudad. Había sido un largo año desde que Susana se casó y había regresado de celebrar su primer aniversario de bodas. La madre y la hija se abrazaron con cariño, y en seguida, Susana mostró interés por su hermano.
─ ¿Y Antonio? ¿Por qué no está aquí? ─ preguntó Susana con curiosidad.
Esther suspiró, una sombra de preocupación cruzó su rostro.
─ Antonio ha cambiado mucho desde que te fuiste. Ahora, está prácticamente todo el día encerrado en su habitación ─ confesó.
Susana, intentó tranquilizar a su madre ─ Mamá, Antonio solo tiene 19 años. Apenas está dejando atrás la adolescencia. Es normal que quiera más privacidad y tiempo para sí mismo.
Las dos compartieron un café mientras charlaban, y luego se despidieron. Esther tenía que ocuparse de algunos papeles importantes. Susana le aconsejó que se sacara un certificado digital para hacer los trámites más sencillos.
─ No sé nada de eso, cariño ─ respondió Esther con inseguridad.
Susana decidió acompañar a su madre para solicitar su certificado digital y sugirió que Antonio se lo configurara el ordenador. De vuelta a casa, Esther llamó a su hijo desde la puerta de su cuarto. Antonio, desde adentro, respondió con una voz apagada.
─ ¿Qué pasa, mamá?
Esther abrió la puerta y encontró a su hijo sentado frente al ordenador, con la mirada fija en la pantalla.
─ ¿Podrías ayudarme, Antonio? Tu hermana me llevo a solicitar un certificado digital y necesito configurarlo en tu ordenador.
─ Claro, mamá. Solo dame unos minutos ─ respondió Antonio algo nervioso.
─ Está bien hijo, voy a cambiarme mientras ─ dijo y se dirigió a su habitación.
Esther se quitó la ropa y el sujetador ─ Este sujetador me hace daño ─ dijo para sí misma mientras acariciaba sus pechos doloridos.
Fue hacia el armario y mientras se colocaba un cómodo vestido de estar por casa, escuchó la voz de su hijo llamándola. Ella entró en su habitación con una silla plegable y se sentó junto a él. Antonio comenzó a guiarla a través del proceso para que aprendiera por sí misma, y Esther siguió sus indicaciones torpemente, pues apenas sabía manejar un ordenador.
─ Debería aprender a hacer estas cosas. Hoy en día, todo es digital.
Cuando terminaron, Esther recogió la silla y le recordó a Antonio antes de salir: ─ No te pases todo el día frente a la computadora, ¿de acuerdo?
La preocupación de su madre por su hijo era evidente mientras se dirigía a la cocina para preparar la comida.
Una mañana Esther estaba inmersa en su tarea de limpiar su casa, una rutina que la ayudaba a mantener su vida en orden. Aquel día, se encontraba en la habitación de Antonio mientras este estaba en clase, mientras limpiaba el escritorio, que estaba cubierto de papeles desordenados y polvo acumulado. Decidió encender la computadora, sintiendo la necesidad de aprender a usarla mejor. Empezó abriendo el navegador y haciendo algunas búsquedas. Mientras miraba una web de recetas de cocina se apoyó sobre el teclado sin querer y abrió el historial. Aunque al principio no entendió lo que veía en la pantalla, pronto comenzó a leer los títulos de las páginas que se abrían ante ella. La sorpresa y el asombro se apoderaron de su rostro mientras sus ojos recorrían los textos que aparecían en la pantalla. El corazón de Esther se aceleró al ver las palabras que aparecían en la lista. Titulares sugerentes y provocativos que se referían a mujeres maduras y sus hijos, un mundo que ella jamás había imaginado.
Con las manos temblorosas, hizo clic en algunas de las páginas, sin saber realmente qué esperar. Lo que vio en esas webs la dejó anonadada y escandalizada. Eran sitios para adultos, llenos de imágenes y videos de mujeres de su edad y jóvenes follando, nunca habría imaginado encontrar eso en la computadora de Antonio. Con el corazón latiendo con fuerza y una mezcla de emociones que iban desde la sorpresa hasta la incomodidad, Esther cerró precipitadamente el navegador y apagó la computadora. La limpieza de la habitación ya no era su principal preocupación, pues se había topado con un lado de Antonio que nunca habría esperado descubrir.
Antonio regresó a casa, saludando a su madre con una sonrisa desconociendo lo que ella había descubierto. Ella le devolvió el saludo, pero en su interior, una inquietante imagen no la abandonaba: la idea de Antonio viendo esos videos en su habitación con su polla en la mano, acariciándose hasta correrse. La tentación se apoderó de ella, y cuando se encontró sola nuevamente, no pudo resistirse a encender el ordenador una vez más. En su pantalla, el contenido prohibido reapareció, y esta vez Esther se fijó en las fechas de visita. Había páginas que Antonio había explorado la noche anterior, lo que la intrigó aún más. La curiosidad la dominó, y no pudo evitar hacer clic en algunos de los videos. Su sorpresa y asombro aumentaron a medida que observaba las escenas frente a sus ojos, jóvenes con sus pollas erectas follaban duramente a mujeres maduras, sintiendo una oleada de sensaciones desconocidas que la inundaban. Esther decidió profundizar aún más. En su búsqueda, encontró una carpeta con su propio nombre. Con manos temblorosas, la abrió, y su sorpresa se transformó en escándalo. Dentro de esa carpeta se escondían fotos de ella, imágenes tomadas por Antonio sin su conocimiento. Algunas fotos eran de ella agachada limpiando marcando su trasero, otras de sus piernas sentada en el sofá.
Un suspiro escapó de sus labios mientras una mezcla de emociones la invadía. Confusión, excitación, enojo, violación de la privacidad. No sabía cómo abordar este descubrimiento. Esther apagó el ordenador con firmeza y salió de la habitación, llevando consigo el peso de un secreto que nunca hubiera imaginado que su hijo pudiera ocultar.
En un día que parecía como cualquier otro, Esther decidió poner a prueba a su hijo. Mientras él se acomodaba en el sofá, absorto en el programa de televisión, ella comenzó a limpiar la sala. Cada movimiento era calculado, se agachaba estratégicamente, dejando a la vista de Antonio una perspectiva tentadora de su trasero. Como si fuera un gato acechando su presa, Antonio no tardó en sacar su teléfono móvil, presumiblemente para capturar la visión que se le ofrecía. Luego, como si el cansancio la hubiera abrumado, Esther se dejó caer en un sillón cercano. Abrió sus piernas, revelando parte de sus muslos, y suspiró con teatralidad mientras se inclinaba hacia atrás. Antonio, creyendo que ella no sospechaba nada, no perdió tiempo en capturar la imagen de su madre abierta de piernas. Esther fingió que no veía lo que sucedía, aunque observaba de reojo cómo él tomaba la foto. La excitación del momento la había confundido, y, sintiéndose un tanto sofocada, se retiró a su habitación. Encerrada en su cuarto, Esther instintivamente llevó su mano a su coño, sintiéndose húmeda. La situación la perturbaba, y se preguntaba cómo un joven como su hijo podía experimentar deseos hacia ella.
─ Necesito una ducha fría… ¿Qué te pasa Esther? ─ se preguntaba a sí misma mientras se dirigía al baño.
Desnuda en el baño, se miró en el espejo, observando las curvas de su cuerpo. Era una mujer delgada y menuda, de pequeños pechos y anchas caderas rematando en un redondo trasero, que era de lo que más orgullosa estaba. Después de la ducha fría que había tomado para calmarse, ya más relajada, se dispuso a preparar el almuerzo.
Al día siguiente, Esther no pudo resistir la tentación de ver las fotos que su hijo le había hecho. Se sentó frente a la computadora y buscó la carpeta donde se encontraban sus últimas imágenes. Allí estaban, varias de su culo agachada y de sus piernas cuando dejó ver más de lo habitual en el sillón. En algunas había conseguido incluso a fotografiar sus bragas. Pero la curiosidad de Esther no se detuvo ahí. Abrió el navegador y exploró el historial, donde encontró una colección de videos que parecían tener una conexión directa con las imágenes. A medida que veía los videos, notó una similitud sorprendente con las fotos. No se había dado cuenta, pero mientras se perdía en los vídeos incestuosos, su excitación fue en aumento. Sus piernas se apretaron entre sí, y una de sus manos comenzó a acariciar sus pechos por encima de su vestido, atrapando sus erectos pezones. Cada imagen en la pantalla aumentaba la tensión dentro de ella.
La tentación finalmente fue demasiado fuerte, y Esther metió su mano bajo el vestido. Sus dedos comenzaron a jugar con su coño por encima de sus bragas. Los suspiros entrecortados llenaron la habitación mientras su excitación se elevaba. Se imagino que ella era la mujer del video que estaba a cuatro patas y que el joven dotado que la follaba era su hijo y ya no pudo aguantar más, metió su mano dentro de su ropa interior. Sus dedos se deslizaron por su vello púbico hasta colarse entre los labios de su coño y gracias a lo mojada que estaba fácilmente se metió dos dedos. La pasión en solitario la envolvió, estuvo varios minutos masturbándose hasta que finalmente cuando el joven del vídeo se corría sobre la mujer, en un momento de éxtasis, alcanzó un rico orgasmo que la estremeció. Consciente de la situación y quizás un tanto sorprendida por su propia acción, Esther se recompuso rápidamente. Apagó la computadora y salió de la habitación de Antonio, con sus pensamientos y emociones en un torbellino de sensaciones, sin saber si debía confrontar a su hijo o mantener este secreto oculto en el rincón más profundo de su ser. Este juego de provocación secreta se convirtió en una especie de ritual entre Esther y Antonio, repitiéndose a lo largo de varios días. Esther, aparentemente ajena a las intenciones de su hijo, se entregaba a la actuación de posar para Antonio. Antes de agacharse, se subía un poco el vestido de manera sugerente, regalándole a Antonio una vista más tentadora de su culo y sus piernas. Lo mismo hacía cuando se sentaba, abriendo sus piernas de manera descarada y provocativa.
Cada vez que llevaba a cabo esta coreografía sensual, lo hacía con una mezcla de excitación y nerviosismo. Sabía que Antonio estaba observando, pero disfrutaba de la idea de mantenerlo excitado. Era un juego peligroso, uno que mantenía sus sentidos alerta. Por las mañanas, cuando su hijo estaba en clase, Esther encendía su ordenador y se dirigía directamente a la carpeta de imágenes que él había hecho con su móvil. Luego, exploraba el historial del navegador, encontrando los videos que él había estado buscando. Era como si estuvieran atrapados en un ciclo de deseo y tentación. Y como si fuera parte de un ritual secreto, cada sesión de navegación culminaba en una sesión de placer en solitario. Esther no podía evitar ceder a sus deseos, sus manos explorando su propio cuerpo mientras la pasión se desataba. Los suspiros y gemidos se escapaban de sus labios, y en esos momentos, se sentía liberada. Esther dejaba todo tal como estaba, asegurándose de que Antonio no sospechara nada y salía de la habitación con los jugos de su coño aun recorriendo sus muslos. Ambos estaban atrapados en un juego peligroso de seducción, donde las emociones ardían en lo más profundo de su ser.
CAPÍTULO 2
Esther continuaba entregándose a su peligroso juego de seducción ante Antonio, mostrándose un poco más con cada ocasión. Un día, mientras Antonio estaba absorto viendo la televisión en el sofá, Esther vio su oportunidad. Se deslizó a su habitación y se puso un tanga y el vestido más corto que tenía para estar en casa.
Regresó a la sala y se acercó a Antonio con una sonrisa encantadora. ─ Perdona, Antonio, pero tengo que limpiar el mueble. No tardaré ─ le dijo, su voz resonando con una dulce promesa.
Antonio, sin despegar los ojos del televisor, asintió con desinterés. ─ Tómate todo el tiempo que necesites ─ murmuró, con su mirada buscando el móvil que siempre tenía a mano.
Esther comenzó su tarea de limpieza, empezando por la parte superior del mueble. Cada vez que se alzaba de puntillas para alcanzar los lugares más altos, su vestido se subía, revelando gradualmente el nacimiento de sus nalgas. La sensualidad y la provocación eran su arma secreta, y su corazón latía con emoción mientras notaba la mirada de Antonio en ella. Finalmente, se arrodilló para limpiar los cajones más bajos del mueble. Desde esa posición, le proporcionó a Antonio una vista deliciosa de su tanga. No podía evitar notar que Antonio tenía su móvil en la mano, lo que alimentaba sus sospechas de que esta vez estaba grabando.
─ Uf, qué cansada estoy ─ suspiró Esther, como si el esfuerzo de la limpieza la hubiera agotado por completo. Se sentó en el sillón, asegurándose de que su vestido revelara tanto como ocultaba. Tomó una revista y la utilizó para ocultar su rostro mientras abría lentamente sus piernas, mostrando más de lo que había mostrado antes.
Antonio, incapaz de resistirse más, se incorporó un poco y apagó la televisión. ─ Estoy cansado, voy un rato a mi cuarto ─ dijo con sus ojos ardientes de deseo.
Esther asintió, manteniendo su rostro oculto detrás de la revista. ─ Está bien. Te avisaré cuando la cena esté lista ─ respondió con una sonrisa traviesa. Cuando oyó la puerta de Antonio cerrarse, supo que el juego de seducción estaba llegando a su clímax, y una ola de lujuria la invadió.
En medio de la noche, mientras Esther se dirigía a su dormitorio, pasó por la puerta entreabierta de Antonio. Una inexplicable tentación la atrajo hacia el umbral de su cuarto. Lo que encontró allí la dejó sorprendida e intrigada. Antonio yacía en su cama, con su móvil en una mano y la otra ocupada acariciando su mástil erecto. Esther quiso apartarse, pero una fuerza invisible la mantuvo inmóvil, sus ojos fijos en el excitante espectáculo. Sin poder resistirse al impulso, Esther comenzó a acariciarse a sí misma mientras observaba a Antonio. La pasión y la excitación se apoderaron de ella, y el deseo ardía dentro de la habitación. Cuando ambos estaban a punto de alcanzar el clímax, Antonio agarró un trozo de tela y lo utilizó para limpiarse. Esther reconoció de inmediato la tela: era el tanga que había usado por la tarde.
Apresurada y sintiéndose culpable, Esther se retiró en silencio a su dormitorio, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Poco después, escuchó a Antonio entrar en el baño. Cuando se aseguró de que estaba ocupado, ella salió de su cuarto y se dirigió al baño. Buscó su tanga en el cesto de la ropa sucia y lo encontró. Lo tomó en sus manos y notó que estaba húmedo, lo que la llenó de una extraña excitación. Esther lo guardó en el bolsillo de su bata y regresó a su cuarto. Se despojó de la bata y cogió el tanga con cuidado. Lo llevó a su nariz e inhaló profundamente su fragancia, una mezcla de sus propios deseos y los de su hijo. La excitación la invadió y comenzó a acariciarse hasta correrse pasando su tanga húmedo aun del semen de su hijo por el coño. Finalmente, se recostó en su cama, con el pensamiento de lo peligroso y emocionante que se había vuelto este juego que compartían, sin saber hasta dónde los llevaría.
CAPÍTULO 3
El juego entre Esther y su hijo alcanzó nuevas cotas de atrevimiento. Esther tras mostrarse ante su hijo disimuladamente se encerraba en el cuarto de baño a masturbarse frenéticamente y dejaba deliberadamente su tanga empapado con sus fluidos bien a la vista en el cesto de la ropa sucia, sabiendo que Antonio no podría resistirse a la tentación de recogerlo. Ella esperaba pacientemente y después se asomaba a la puerta para deleitarse con el espectáculo de su hijo masturbándose con su tanga hasta que derramaba todo su semen, observándolo mientras disfrutaba del sugerente regalo que ella le dejaba. Luego, cuando Antonio volvía a dejar la prenda en el cesto, ella iba a recogerla, llevándosela consigo y encerrándose en su cuarto donde volvía masturbarse llegando incluso a lamer su propio tanga en busca de los restos de semen de su hijo. Sin embargo, todo cambió una mañana en que Esther, impulsada por la curiosidad, sentada frente al ordenador de Antonio, se sumergió en la búsqueda de videos que intuía que él había tomado. Se aventuró a buscar archivos ocultos y, para su sorpresa, dio con una carpeta intrigante.
Al abrir la carpeta había una con su propio nombre, se encontró con videos de ella misma, en momentos tan íntimos como limpiando o simplemente sentada, en algunos mientras ella estaba de espaldas la cámara bajaba y se veía a su hijo acariciándose la polla mientras la miraba. La confirmación de sus sospechas no la detuvo, sino que la excitó aún más. Su curiosidad la llevó a explorar otra carpeta titulada «Míos», donde descubrió videos íntimos de su hijo. Había videos donde Antonio se masturbaba hasta correrse donde decía frases como “mama ojalá estuvieras aquí…mira como tengo la polla” o “oh mama toma toda mi leche” mientras expulsaba chorros de semen. Ella absorta en las imágenes y las cosas que decía su hijo, alimentando la chispa de su deseo. Pero lo que realmente la perturbó fue la última carpeta titulada «Cam». Al abrirla, se encontró con videos de ella masturbándose frente al escritorio, grabados desde la cámara del ordenador. La sorpresa inicial fue seguida por una ola de confusión y, sorprendentemente, excitación. Él sabía perfectamente lo que hacía por las mañanas cuando no estaba. Aunque perturbada, Esther mantuvo la compostura y decidió darle a su hijo un espectáculo que nunca olvidaría.
Esther se desnudó completamente y comenzó a ver los videos de su hijo masturbándose. Mordía su labio inferior mientras con una mano se acariciaba y pellizcaba sus duros pezones. Su coño empieza palpitar pidiendo atención, entonces movió la silla un poco más atrás abriendo sus piernas asegurándose que la cámara del ordenador capturara bien lo que estaba por llegar. Empezó a acariciar los labios de su coño con dos dedos, observaba en la pantalla a su hijo acariciando su polla y hacia como le contestaba ─ Si hijo… ojalá estuviera ahí… mmm ─ mientras hundía sus dos dedos dentro de su coño ─ o tu aquí… ─ para luego sacarlos y separarlos abriendo los labios y dejando bien abierto su empapado coño.
Cuando llego la parte del video en la que su hijo iba a correrse acelero los movimientos masturbándose ferozmente provocando un sonoro chapoteo. ─ Así cariño dale toda tu lechita a mama… oh si… que rica tu leche hijo mío.
Mientras chorros de semen aparecían en la pantalla Esther tuvo un orgasmo como nunca había experimentado mientras quejidos se escapaban descontroladamente desde su garganta. De golpe saco sus dedos y de su coño salió un chorro de sus fluidos cayendo sonoramente sobre el suelo. El video termino dejando la pantalla en negro pudiendo ver su reflejo en ella y no se reconoció, allí jadeante aun, reclinada en la silla del ordenador de su hijo agarrada a los reposabrazos para no caerse al suelo mientras su coño aun palpitaba totalmente empapado. Los pensamientos contradictorios la embargaron mientras se vestía, aquello no era normal en una madre. Esto se tenía que acabar se decía a sí misma mientras iba a por la fregona y un trapo para limpiar todo el estropicio que había provocado.
Durante el resto de la mañana se convencía de lo inapropiado e inmoral de su comportamiento, pero cuando llego el medio día y su hijo regreso de clases todas sus defensas se vinieron abajo y su mente volvió a inundarse de imágenes de su hijo masturbándose, haciendo que su coño volviera a palpitar.
─ Hola mama, ya estoy en casa.
─ Hola…hijo… que bien. La comida está casi lista ─ dijo ella con voz temblorosa.
Durante el almuerzo, Esther apenas articuló palabra, manteniendo su mirada fija en el plato. En su interior, un torbellino de contradicciones contrastaba con su aparente serenidad. La reciente revelación de los secretos compartidos y el juego de seducción habían creado una mezcla de excitación y ansiedad que se reflejaba en sus ojos, aunque ella tratara de disimularlo.
Por la tarde, Antonio estaba en el sofá del salón, y Esther sintió la necesidad irresistible de volver a mostrarse ante él. Intentaba controlarse, pero algo dentro de ella la empujaba hacia la lujuria, tanto que esta vez decidió prescindir de su ropa interior.
Con una mirada traviesa hacia Antonio, se acercó a él. ─ Disculpa hijo, voy a tener que pasar por delante algunas vece ─ dijo, sus palabras resonando con una provocación que no pasó desapercibida para Antonio.
─ No te preocupes mama, pasa todo lo que necesites ─ respondió él, con una complicidad creciente en su tono.
Esther comenzó a limpiar, asegurándose de que el joven tuviera una vista completa de sus encantos más íntimos. Esta vez, no había tela que ocultara su coño. Cada gesto estaba calculado para provocar, para excitar a su hijo. Después de un rato, Antonio se disculpó, levantándose y retirándose a su cuarto. Cerró la puerta tras de sí, dejando a Esther con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Bien entrada la noche Esther paso por la puerta entreabierta del dormitorio de su hijo y se paró a observar. Antonio acariciaba su polla lentamente mientras veía su móvil, al levantar su brazo un poco para satisfacción de Esther lo que veía en su móvil era el video de la cámara del ordenador de esta mañana.
─ Oh mama que coño más rico tienes ─ susurraba Antonio para sí mismo.
Esther no pudo resistirse y comenzó a acariciar su coño por encima del camisón mientras no apartaba su mirada de la polla de su hijo, pero eso no fue suficiente y metió su mano por dentro de su ropa interior para introducirse sus dedos. Cerro los ojos unos segundos disfrutando de su excitación hasta que inesperadamente una mano la tomo del brazo y la arrastro hacia adentro de la habitación.
─ ¿Qué haces mama? ─ pregunto Antonio con malicia.
─ Yo…hijo… ─ titubeo Esther.
─ ¿Te gusta ver cómo me masturbo? ─ volvió a preguntar a su madre mientras sacudía su polla ─ Ya lo creo que sí, he visto cómo te has corrido esta mañana.
─ Hijo veras… tiene una explicación…
─ Oh si la explicación está bastante clara ─ dijo Antonio atrayendo a su madre agarrándola del brazo y guiando su mano a su polla.
─ Hijo… esto no puede ser… ─ dijo intentando resistirse, pero sus dedos automáticamente rodearon la erecta polla de Antonio.
─ Tranquila mama… déjate llevar ─ le susurro a la vez que comenzó a besar su cuello y con su mano empezó a guiar el movimiento de la mano de su madre.
Esther no podía apartar la mirada de su mano deslizándose por la erecta polla de su hijo, ni si quiera se dio cuenta de que su hijo ya no movía su brazo si no que era ella misma quien movía su mano.
─ ¿Estas excitada mamá? ─ dijo Antonio mientras su mano se deslizaba debajo Esta excitada mamá del camisón y adentrándose en el tanga de su madre hasta recorrer los labios de su empapado coño ─ mmm vaya que si…. mira que mojada estas… ─ le dijo comenzando a masturbarla a ella también.
─ Mmff ─ gimió al sentir la mano de su hijo, mientras instintivamente abrió sus piernas permitiendo que su hijo introdujera dos dedos.
─ Oh mama sigue así… voy a correrme…
Ella aumento la velocidad de sus movimientos mientras gemía por las caricias de su hijo que empezó a respirar cada vez más rápido hasta que espesos chorros de semen empezaron a caer al suelo y en su propia mano.
─ Ahh… ─ gemía el joven expulsando las ultimas gotas de su néctar.
Esther entonces pareció volver a la realidad y fue consciente de lo que había hecho. Precipitadamente agarro el brazo de su hijo sacando sus dedos de su coño y salió corriendo de allí encerrándose en su cuarto bajo la lasciva mirada de su hijo.
Una vez dentro apoyo su espalda contra la pared ─ ¿Qué he hecho? ─ se dijo a sí misma dirigiendo sus manos a su cara, pero entonces se dio cuenta de que aún tenía manchada su mano con el semen de su hijo y acercándola a su rostro su aroma envolvió sus sentidos.
Se dirigió a su cama y se tumbó en ella volviendo a acercar su mano inhalando esa prohibida fragancia. Inevitablemente su otra mano se dirigió a su entrepierna y comenzó a acariciarse cada vez más intensamente y cuando estaba a punto de correrse empezó a lamer el semen de su hijo. El sabor hizo que se corriera en ese mismo momento metiendo los dedos en su boca intentando ahogar sus gemidos. Se quedo mirando al techo mientras su respiración volvía a la normalidad mientras en su cabeza un remolino de sentimientos contradictorios azotaba sus pensamientos.
CAPÍTULO 4
Al día siguiente de los perversos acontecimientos, mientras Esther limpiaba los platos antes del almuerzo, llegó su hijo.
─ Ya estoy en casa ─ dijo él con una voz que resonaba con una intensidad que Esther no podía ignorar.
─ Genial, estoy terminando de fregar. Luego almorzaremos ─ respondió Esther, algo nerviosa ante la presencia de su hijo.
Este se apoyó en el marco de la puerta de la cocina, observándola con una mirada que hacía que la tensión en el aire fuera palpable. ─ ¿Cómo fue tu día? ─ le preguntó ella, intimidando por su mirada penetrante.
─ Bien… ─ murmuró el, mientras ella sentía el palpitar de su corazón acelerándose mientras Antonio se acercaba por detrás ─ Llevo toda la mañana pensando en ti ─ confesó Antonio, al tiempo que agarraba a Esther por la cintura y se pegaba a su cuerpo, eliminando cualquier espacio entre ellos.
─ Hijo, esto no está bien… ─ susurró Esther, tratando de resistirse a la atracción magnética que existía entre ellos.
─ ¿Seguro? Te escuché ayer en tu habitación cuando saliste corriendo ─ susurró Antonio ─ ¿Qué hiciste con mi semen? No te vi que fueras al baño a limpiarte ─ sus palabras caían como lozas en los oídos de Esther.
Entonces, sin más preámbulos, Antonio comenzó a deslizar sus manos bajo la ropa de ella, acariciando su cuerpo de una manera que hacía temblar las defensas de su madre. La agarró de la cintura, la giró, y sus rostros quedaron a escasos centímetros de distancia. Antonio inició un beso apasionado, y poco a poco, Esther comenzó a corresponderle, dejando que el deseo los envolviera. Con firmeza, él la elevó y la colocó sobre la encimera, sin dejar de explorar sus labios con los suyos. Las manos de Antonio se aventuraron más allá, acariciando la entrepierna de Esther, que se entregaba completamente al juego de su hijo. Totalmente entregada de nuevo, Esther abrió sus piernas, y Antonio, sin perder tiempo, bajó su cabeza entre ellas, aparto la ropa interior dejando a su disposición el coño de su madre. Empezó pasando y explorando con su lengua cada rincón para luego introducir sus dedos a la vez que succionaba el hinchado clítoris.
─ Ahh… ─ gemidos era lo único que podía articular Esther mientras se agarraba como podía a la encimera para no escurrirse debido al placer que su hijo le proporcionaba.
─ Que rico sabes mama… deseaba saborearte desde hace mucho tiempo… ─ le decía a su madre entre lengüetazos.
La respiración de Esther se aceleró y sus gemidos cada vez eran más intensos, su hijo sabía que la tenía al borde del éxtasis así que se esmeró más en su tarea hasta que su madre comenzó a correrse.
─ Ah… hijo… por dios…ah… ─ gritaba ella mientras una corriente eléctrica sacudía su cuerpo y su coño palpitaba fuertemente.
Antonio se incorporó y comenzó a besarla haciendo que ella probara el sabor de sus propios fluidos. El abrió su pantalón y saco su polla erecta y ayudando a su madre a bajarse de la encimera y haciendo que se arrodillara. Esther tenía la polla de su hijo frente a su cara y no pudo resistirse a tocarla y acariciarla. Cuando bajaba totalmente su piel, el glande parecía llamarla. Tenía la tentación de meterlo en su boca, pero no se atrevía hasta que su hijo llevo su mano a su nuca, la guio y sus labios dieron en la cabeza de su polla. Poco a poco fue abriendo su boca hasta que el glande entro y pudo tocarlo con su lengua, su hijo fue guiando el movimiento de su cabeza. Ella apenas hacía nada solo abría lo más que podía su boca cuando su hijo la presionaba para meterle casi toda su polla en su boca.
─ Así mama así… cómetela toda… ─ le decía el haciendo que se sintiera sucia, pero a la vez excitada.
A los pocos minutos a Esther no le hacía falta que su hijo guiara sus movimientos y ella misma mamaba con devoción aquella joven polla, lamia su cabeza y la succionaba haciendo que sus babas corrieran hasta sus huevos.
─ Mmfff… ─ bramo fuertemente su hijo cogiendo con sus dos manos la cabeza de su madre impidiendo que sacara su polla de su boca.
Esther abrió los ojos lo más que pudo cuando sintió las palpitaciones y los primeros chorros de semen golpeando su garganta. Creía que se ahogaba, pero su hijo no la soltaba haciéndola toser. El semen salió por la comisura de sus labios e incluso por su nariz y solo entonces el saco su polla y sacudiéndola soltó los últimos chorros sobre la cara descompuesta de su madre que intentaba recuperar el aire.
─ Uff mamá que bien lo has hecho ─ le decía Antonio mientras con su polla restregaba el semen por su cara. Luego se inclinó sobre ella, le dio un beso en la frente y se marchó, dejándola allí arrodillada, escupiendo semen aun y con el coño empapado.
Después de darse una ducha y preparar el almuerzo Esther se dirigió al cuarto de su hijo ─ Antonio la comida ya está en la mesa ─ le dijo a través de la puerta.
─ Voy mama ─ dijo el.
Comenzaron a cenar en silencio, ella estaba muy avergonzada.
─ ¿Estas bien mamá?
─ Hijo… lo que hemos… hecho, es algo horrible.
─ ¿Por qué? ¿A caso no te gustó cuando te comí el coño? ─ la pregunta tan directa hizo que ella agachara su cabeza de nuevo ─ Yo diría que te gusto cuando te corriste en mi boca.
─ No digas esas cosas ─ dijo algo molesta con su hijo.
─ ¿Es mentira lo que digo?
─ No… ─ dijo Esther volviendo a agachar la cabeza ─ pero eres mi hijo y no está bien que entre nosotros hagamos ese tipo de cosas.
─ Tranquila mama, no se lo contare a nadie ─ dijo el levantándose y recogiendo su plato vacío.
─ Pero hijo…
─ ¿Has terminado?
─ ¿Qué?
─ ¿Que si has terminado de comer? Para llevarme tu plato digo.
─ Eh… no aun no ─ dijo ella desconcertada, parecía que nada de lo que decía de lo inapropiado de sus actos afectaba a su hijo.
─ Está bien ─ dijo el con total normalidad dirigiéndose a la cocina.
Esther cuando oyó la puerta del dormitorio de su hijo cerrarse se dejó caer sobre la silla, se sentía culpable pues había alimentado aquella perversión en vez de haberla cortado de raíz. Que debía hacer con aquello, como podía manejar la situación, se preguntaba desconsolada.
Esa noche cuando se dirigió a su habitación, al pasar por la habitación de su hijo se sintió aliviada al verla cerrada, pero para su desconcierto una parte de ella la instaba a abrirla. Tuvo que respirar hondo y con fuerza de voluntad resistió la tentación y se dirigió a su habitación. Esa noche los recuerdos de los actos obscenos con su hijo no la dejaron dormir hasta bien entrada la madrugada.
En la mañana los rayos de sol por la venta despertaron a Esther. Miro el reloj de la mesilla, las 11 de la mañana, “que tarde es” se dijo a sí misma. Mientras se colocaba la bata por el pasillo sintió silencio absoluto, su hijo haría horas que se tuvo que ir a clases. Desayuno e hizo las tareas de casa, lo que le sirvió para despejar su mente durante unas horas. Casi a la hora del almuerzo escucho la puerta abrirse y a su hijo entrar mientras ella hacia el almuerzo. Su cuerpo se tensó, temía a su hijo y más aún temía que ella no pudiera contenerse.
─ Hola mamá, ya estoy aquí ─ dijo el acercándose a ella.
─ Ya le queda poco a la comida… ─ dijo ella con voz temblorosa.
─ Huele bien, avísame cuando este ─ dijo el con normalidad.
Esther vio marcharse de la cocina a su hijo algo confundida, quizás la charla que tuvieron fue suficiente para detener aquella perversión.
Pasaron algunos días y todo parecía haber vuelto a la normalidad, una mañana entro en el ordenador de su hijo y ya no había rastro de sus fotos y videos. En el historial del navegador ya no había webs porno. Todo aquello le olía raro, parecía como si todo aquello nunca hubiera pasado. Por las noches pasaba por el pasillo y la puerta del dormitorio de su hijo siempre estaba cerrada. A pesar de haber detenido los actos de lujuria con su hijo, Esther se encontraba intranquila y una noche sin llamar a la puerta abrió el dormitorio de su hijo.
─ Antonio… ─ dijo al entrar, pero al ver a su hijo se paró en seco. Él estaba sentado en la silla de su escritorio con su polla totalmente erecta masturbándose.
─ Dime mamá ─ dijo el con total normalidad.
─ Disculpa no sabía que estabas… ─ dijo Esther apartando la mirada de la polla de su hijo.
─ No te preocupes mama, no vas a ver nada que no hayas visto antes ─ dijo Antonio con media sonrisa traviesa mientras se guardaba la polla dentro del pijama.
─ No solo que llevas muchas noches con la puerta cerrada y me había preocupado un poco.
─ Bueno después de la charla que tuvimos hace unos días ─ comenzó a decir Antonio a la vez que se levantaba ─ quedó claro que ciertas cosas entre una madre y un hijo no están bien ─ continuó, aunque Esther estaba más pendiente del bulto que se marcaba en su entrepierna ─ ¿o no es así mamá? ─ le pregunto mientras observaba como su madre se mordía el labio.
El camino hacia ella que permanecía en silencio, con la mirada fija en la polla de su hijo que se balanceaba con cada paso hasta que quedo a su lado y la tomo por la cintura.
─ Si hijo… esta mal… pero… ─ susurro Esther mientras deslizaba su mano debajo del pijama hasta agarrarle la polla.
El comenzó a besarla, rápidamente sus lenguas empezaron a jugar mientras el acariciaba su cuerpo y ella lo pajeaba.
─ Espera mama, sácate esto ─ le dijo Antonio subiendo su camisón.
Ella soltó el miembro de su hijo y levanto sus brazos facilitándole la tarea quedándose solo con el tanga que llevaba. Instintivamente volvió a agarrar la polla de su hijo y siguió acariciándola. Antonio agarro sus pequeños pechos suavemente para luego comenzar a lamer los erectos pezones de su madre.
─ Mmm… ─ suspiró Esther al sentir el calor de la boca de su hijo.
Sorprendiendo a su hijo se agacho, saco su polla del pijama y tal como la tomo con su mano la llevo a su boca. La lujuria parecía haberla transformado, no necesitaba que su hijo la guiara para mamarle la polla y solo la sacaba de su boca para chupar sus testículos.
─ Cariño no puedo más… te necesito dentro de mi ─ y siguiendo con la iniciativa Esther hizo tumbarse a su hijo en la cama con su polla erecta mirando al techo, se quitó rápidamente el tanga y se subió a horcajadas sobre él y con precisión quirúrgica se dejó caer completamente sobre la polla de su hijo ─ Oh por dioosss ─ grito echando su cabeza hacia atrás.
Al joven lo había tomado por sorpresa y estaba boquiabierto viendo como su madre movía sus caderas, totalmente empalada. Tras unos minutos ella se inclinó hacia delante y empezó un movimiento de subibaja ─ Oh cariño que polla más rica tienes… la siento que me llena completamente ─ decía entre gemidos mientras aumentaba la velocidad de sus movimientos haciendo chocar sus cuerpos.
Su coño se había adaptado rápidamente a la polla de su hijo y se la clavaba sin dificultad, pero tras unos minutos sus piernas comenzaron a quemarle y con un movimiento rápido se retiró ─ follame ahora tu hijo ─ le dijo mientras tiro de su brazo para que se incorporara ─ ¿Cómo quieres que me ponga?
─ Ponte en cuatro sobre la cama mama.
Ella obedeció y se puso en cuatro y girando su cabeza miraba a su hijo que acariciaba su polla para ponerla a punto. El joven se colocó detrás y guio su polla hasta el coño de su madre que no opuso resistencia y la penetro hasta que sus nalgas dieron con su bajo vientre.
─ Aaahhh… ─ fue lo único que pudo soltar de su boca Esther al sentirse de nuevo empalada dejándose caer sobre la cama dejando en alto su culo.
El joven comenzó suavemente a follarla, deleitándose con cada penetración.
─ ¿Te gusta mama?
─ Si hijo, me encanta…
─ ¿Así? ¿o más fuerte?
─ Mas fuerte hijo ─ dijo Esther empujando su culo contra su hijo haciendo que su polla se incrustara más aún.
Antonio dispuesto a satisfacerla comenzó a moverse más rápido haciéndola gemir de placer ─ oh hijo mío que rico… sigue… más fuerte… ─ le rogaba.
El sonido de sus cuerpos chocando se mezclaba con sus gemidos y respiraciones entrecortadas.
─ Ayy hijo mío me corro… por dios que gusto…
─ Yo también mama… estoy a punto…
─ Dale hijo córrete, lléname con tu semen… oh por dios me estoy corriendo mi amor…
Antonio dio una violenta embestida dejando su polla en el interior de su madre soltando los primeros chorros de semen ─ mmmfff ─ gimió el joven seguido de otra violenta embestida.
Las piernas de Esther temblaban mientras sentía como su hijo se derramaba en su interior mezclándose con los fluidos de su propio orgasmo.
Él se retiró lentamente sacando su polla dejando a la vista su coño dilatado expulsando parte del semen. Esther se dejó caer sobre la cama y hundió la cara en la sabana, de nuevo el placer dio paso al remordimiento. Su hijo se dio cuenta e intento calmarla.
─ Tranquila mamá no has hecho nada malo, ambos lo deseamos. Será nuestro secreto ─ le dijo con voz tranquilizadora ─ ¿duermes hoy aquí conmigo?
─ Está bien hijo ─ dijo ella algo más relajada de nuevo.
Se recostó aun desnuda en su cama mientras que el Mmfff rodeo con sus brazos. Así entre un mar de dudas y el semen de su hijo corriendo por sus muslos se quedó dormida.
CAPÍTULO 5
Esther se encontraba en casa por la mañana, canturreaba llena de alegría mientras limpiaba la casa. Su alegría se debía a las folladas que se daba con su hijo desde hace semanas después de aquella noche en la habitación de él. Estaba limpiando una estantería pensando en la comida de polla que le haría a su hijo tal como entrara por la puerta después de clase cuando su móvil sonó. Dejo lo que estaba haciendo y se dirigió a su dormitorio donde está su teléfono, era su hija.
─ Dime Susana ─ contesto.
─ ¿Qué tal mamá? ─ pregunto su hija.
─ Bien cariño, aquí en casa limpiando.
─ ¿Te apetece tomar un café esta tarde?
─ Si claro ¿ocurre algo? ─ pregunto Esther al notar algo de nerviosismo en la voz de su hija.
─ No nada, me apetece verte.
─ Vale pues ¿nos vemos sobre las cinco en la cafetería?
─ Si a esa hora está bien, luego te veo mama.
─ Hasta luego cariño ─ y colgó el teléfono.
Pasadas unas horas Antonio entro por la puerta y al entrar Esther lo esperaba desnuda en el sofá.
─ Mm vaya parece que el almuerzo está listo ─ dijo a la vez que soltaba la mochila en el suelo y se abalanzo sobre ella.
Se besaban y se acariciaban mientras ella desabrochaba su pantalón liberando su polla.
─ Siéntate cariño ─ le pidió a su hijo mientras ella se arrodillaba y terminaba de sacar su pantalón.
Sin más preámbulos ella comenzó a lamer sus testículos mientras acariciaba su polla para luego subir pasando la lengua por el tronco y meterla en su boca. Había cogido bastante practica y ahora conseguía meterse casi toda la polla de su hijo hasta la garganta como a él le gustaba. Cuando la polla de su hijo estaba bien dura se montó encima de él y comenzó a cabalgarlo. El chupaba sus pezones mientras ella subía y bajaba, haciendo chocar su culo con sus piernas. Antonio no pudo aguantar mucho las sacudidas de su madre y empezó a correrse en su interior, ella al notar los calientes chorros se dejó caer enterrando la polla palpitante de su hijo en su interior y con movimientos de caderas lo exprimía.
─ Mmm cariño como me llenas ─ dijo Esther extasiada.
─ Mama eres la mejor ─ le dijo el mientras busco su boca.
─ Esta tarde he quedado con tu hermana ¿te vienes? ─ dijo ella levantándose. lentamente haciendo salir la polla de su hijo de su coño.
─ No puedo mama, tengo examen esta semana y tengo que estudiar bastante.
─ Está bien cariño, anda vamos a limpiarnos y a almorzar.
Esther llego a la cafetería y su hija ya estaba allí sentada esperándola.
─ Aquí mamá ─ dijo Susana levantando su mano.
─ Hola hija ─ dijo ella mientras se sentaba y le daba dos besos.
Estuvieron charlando un rato, Esther notaba algo triste a su hija ─ ¿Oye cariño todo va bien? Te noto algo decaída.
Susana permaneció unos segundos en silencio, como dudando si contarle lo que le sucedía ─ Es Fernando mamá, no estamos bien.
─ ¿Y eso? ¿qué ha pasado? ─ pregunto a su hija.
─ Veras… no se si ha sido el casarnos o qué, pero la relación se enfrió mucho …─ dijo Susana levantando la vista a su madre ─ apenas tenemos sexo.
─ Vaya lo siento mucho cariño ─ dijo Esther a la vez que le hacia una caricia reconfortante en el brazo ─ Y ¿Qué vas a hacer?
─ No lo sé mama, he intentado hablarlo con él, pero se cierra y evita el tema. Solo espero que no me esté engañando con otra.
─ Espero que no hija.
─ Oye y ¿tú qué tal? Te he visto llegar y pareces muy contenta.
─ Eh… no se normal… no hay nada nuevo. ─ contesto la madre a la hija algo nerviosa.
Tras alrededor de una hora charlando y poniéndose al día decidieron marcharse.
─ Bueno cariño ya quedaremos otro día, mantenme al día y si necesitas hablar no dudes en llamarme ¿vale cariño?
─ Si mama descuida ─ Y tras darse unos besos y abrazos se despidieron.
Pasaron algunos días y Susana discutió con su marido, para evadirse y despejarse se fue a dar una vuelta. Conducía su coche sin rumbo cuando se le ocurrió ir a casa de su madre y desahogarse un poco con ella. Aparco su coche y entro en la casa ya que aún tenía llave. Una suave música sonaba y recorrido la entrada hasta el salón, al asomarse tuvo que dar un paso atrás y apoyarse contra la pared. Se asomo un poco para confirmar lo que había visto. Pudo reconocer a su hermano sentado en el sillón de espaldas gimiendo levemente y una cabeza de una mujer que subía y bajaba. “Joder, le están chupando la polla a mi hermano” se dijo a sí misma. Se sintió atrapada, no sabía qué hacer. Si salía quizás la escucharan y si se quedaba la podrían descubrir. “Espero que no vuelva mi madre ahora y pille a mi hermano de esa guisa” pensó cuando oyó a su hermano.
─ Oh mama sigue así… que bien lo chupas… voy a correrme.
Susana se quedó congelada en ese momento, “No puede ser…”. Volvió a asomarse y vio a su hermano levantado y la cara de su madre con los ojos cerrados mientras abundantes chorros de semen se estrellaban contra su cara.
─ Ahhh… ─ suspiraba Antonio ─ abre la boca mama ─ le ordeno derramando las ultimas gotas antes de volver a meterla en su boca. Esther volvía a mamar la polla de su hijo con esmero, ambos ignorantes de la espectadora que los observaba.
Susana estaba en estado de shock sin saber que hacer, pero para su alivio oyó decir a su madre que fueran al baño a limpiarse. Cuando escucho el agua correr aprovecho para salir en silencio y corrió hasta el coche. Una vez dentro del coche respiro hondo intentando asimilar la escena que había visto. Llego a su casa aun nerviosa, su marido no había llegado de trabajar e intento relajarse dándose una ducha. Para su sorpresa al desnudarse vio que sus bragas estaban algo mojadas. ¿Sería posible que se hubiera excitado viendo a su madre hacerle una mamada a su hermano? Llevo su mano a su coño y efectivamente lo noto lubricado. Comenzó a acariciarse lentamente mientras su respiración se agitaba, se quitó el sujetador y sus grandes pechos quedaron liberados para pellizcar sus pezones. Sus dedos acariciaban su clítoris para luego metérselos lo más que podía. Las imágenes de su madre y su hermano volaban por su cabeza mientras se masturbaba hasta que tuvo un orgasmo como hacía tiempo que no tenía. Se daba las ultimas caricias con sus dedos empapados cuando la voz de su marido la sacó de su éxtasis.
─ Susana ¿estas en casa? ─ pregunto el marido desde el.
─ Si estoy en el baño, voy a darme una ducha. ─ grito Susana.
Mientras el agua caliente caia sobre su cuerpo, se hacia preguntas sobre lo que habia visto.
CAPITULO 6
Esther llego a casa de hacer la compra y mientras colocaba todo en la cocina su hijo apareció.
─ Que bien que estas aquí mama, te espero en mi cuarto. ─ le dijo Antonio con una sonrisa malévola en su cara.
─ ¿Para qué cariño? ─ pregunto Esther extrañada.
─ Ya lo veras, es una sorpresa. No tardes. ─ contesto el antes de marcharse a su habitación.
A los pocos minutos entro en la habitación con algo de curiosidad. Allí encontró a su hijo desnudo tumbado en la cama acariciando su polla erecta.
─ Pasa mama.
Esther con una sonrisa traviesa hizo lo que le ordeno. Antonio se levantó y se dirigió con la polla apuntando hacia su madre, la cual no dudo en agarrarla con su mano en cuanto la tuvo cerca. Su hijo comenzó a besarla y acariciarla para luego comenzar a desnudarla.
─ ¿Cuál es la sorpresa hijo?
─ Ahora lo veras ─ le dijo con una mirada perversa mientras le quitaba las ultimas prendas antes de dejarla completamente desnuda ─ ven ponte de rodillas en la silla ─ le ordeno guiándola con su mano.
Esther obedeció y cuando se subió a la silla su hijo la giro poniéndola mirando hacia el escritorio.
─ Hoy vamos a hacer algo diferente mama ─ le dijo mientras hacía caricias circulares en su culo ─ mmm que culo tienes mama ─ dándole acto seguido una palmada dejando marcada su mano.
─ Ay hijo ─ dijo Esther girando su cabeza hacia atrás.
Antonio abrió las nalgas de su madre e inmediatamente acerco su cara, empezó a pasar su lengua por el coño de su madre hasta llegar a su ano y comenzó a hacer círculos alrededor.
─ Hijo no hagas eso tan sucio…mmm ─ intento quejarse Esther, pero su hijo no hacía caso y siguió con su tarea.
Entonces Antonio abrió un cajón y saco un pequeño bote.
─ ¿Qué es eso? ─ pregunto Esther algo nerviosa.
─ Es lubricante mama, hoy voy a follarte el culo ─ le contesto mientras desenroscaba el tapón.
─ No hijo, eso no ─ dijo su madre asustada intentando bajarse de la silla.
─ Quieta mama, vamos a probar si te duele paramos ─ dijo el agarrándola para que no se escapara intentando tranquilizarla.
─ No se cariño, eso dolerá… aah está frio… ─ dijo al sentir el lubricante en el ojete de su culo.
Su hijo comenzó a masturbar su coño mientras untaba el lubricante con un dedo haciendo algo de presión ─ Relájate mama… ─ dijo Antonio haciendo presión con su dedo que empezaba a introducirse en el recto de su madre.
Esther intento relajarse mientras sentía como el dedo de su hijo iba entrando poco a poco. Para su asombro al poco tiempo tenía el dedo índice totalmente metido en su culo y otros dos en su coño.
─ Ahora voy a meter otro mama, relájate ─ dijo Antonio mientras sacaba su dedo lentamente.
─ Mmm con cuidado cariño por favor ─ suplico Esther a su hijo.
─ Si mama, veras como te acaba gustando ─ le dijo el a la par que echaba algo más de lubricante.
De nuevo empezó a jugar con su ano esparciendo el lubricante. Primero metió la punta de su dedo corazón y sin mucha dificultad lo metió completamente moviéndolo de un lado a otro buscando dilatar su culo. Lo saco casi por completo y empezó a meter el dedo índice también. Poco a poco a pesar del nerviosismo y temor de Esther su culo fue abriéndose y los dedos de su hijo, que entraban y salían cada vez con más facilidad.
─ Mmm mama como te entran ahora.
─ Pero tu polla es más gorda cariño, no sé si voy a ser capaz ─ decía con el hilo de voz que salía de su garganta.
─ Ya verás como si mama ─ dijo Antonio sacando lentamente los dedos de aquel estrecho agujero ─ chúpamela un poco ─ le ordeno haciendo girar la silla agarrando su polla y ofreciéndosela.
Esther se agacho agarrándose a los posabrazos y con su boca busco la cabeza del miembro de su hijo. Subía y bajaba su cabeza, el grosor de la polla iba en aumento al igual de su preocupación por si entrara en su culo o si le dolerá mucho.
─ Así está bien mama ─ dijo Antonio separando la cabeza de su madre con su mano y haciendo girar la silla de nuevo.
─ Hazlo despacio, por favor te lo pido ─ le rogaba Esther mientras veía a su hijo embadurnarse la polla con lubricante.
─ Si mama tu tranquila, mira hacia delante ─ le ordeno.
Antonio se inclinó un poco hasta la pantalla del ordenador y la encendió. Cuando apareció la imagen de la pantalla, Esther vio su cara y comprendido que la webcam estaba encendida.
─ No cariño no vayas a grabar, eso sí que no ─ dijo algo molesta intentando quitarse de la silla de nuevo.
─ Tranquila mama solo está emitiendo lo que capta, no está grabando ─ le dijo Antonio sujetándola por su cintura para que no se apartara.
Esther con algo de reticencia se volvió a colocar bien ─ Ay hijo que clase de perversiones me haces hacer…
─ Hasta ahora todas te han encantado ¿o no es así? ─ dijo el, mientras comenzaba a pasar su polla por su ojete.
Ella miro a su hijo a través de la pantalla y esbozo una sonrisa traviesa dejándose caer un poco y alzando su culo. El tomo esa sonrisa como consentimiento para que empezara y así lo hizo. Con una de sus manos separaba uno de los cachetes del culo de su madre y con la otra guiaba la cabeza de su polla hacia el ansiado agujero. Debido a lo estrecho de su ano y al abundante lubricante le costaba encontrar el ángulo, pero tras varios intentos la cabeza de su polla pareció entrar.
─ Aaah… ya está entrando hijo… ─ suspiro Esther viendo a su hijo con cara de concentración a través de la webcam.
El joven presiono un poco más y el glande desapareció en el interior del culo de su madre. Alzo la vista a la pantalla para observar el rostro de su madre, ella tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido mientras mordía su labio inferior. Cada vez que la polla de su hijo entraba un poco más los rasgos de dolor se hacían más visibles en su rostro ─ Antonio cariño, ¿cuánto falta para que entre toda? ─ pregunto con la voz rasgada por el dolor.
─ Aun no ha entrado la mitad si quiera ─ respondió el a la vez que volvía a presionar, pero cada vez costaba más que entrara.
─ Ahhh ─ grito de dolor Esther ─ hijo por favor no lo metas más, me duele mucho.
Antonio hizo caso a su petición, pues no quería lastimarla. Su intención era que ella también lo disfrutara ASi que decidió darle un respiro ─ tranquila mama, no seguiré más adentro.Agarro a su madre por la cintura, saco un poco su polla y la volvió a meter suavemente. Estuvo repitiendo este movimiento durante unos minutos y los movimientos fueron siendo más rápidos. La cara de Esther se fue relajando al igual que las paredes de su recto y sin darse cuenta ya le entraba la mitad del mástil de su hijo.
─ Mmm mama te está entrando algo más de la mitad ya.
─ Ay hijo…ufff… por favor córrete ya… ─ consiguió decir ella entre gemidos de dolor mezclados con unas pinceladas de placer.
─ ¿Quieres que te llene el culo con mi leche mama? ─ le pregunto aumentando la velocidad.
─ Uff…aggg… sí cariño córrete dentro…
Las embestidas fueron más intensas hasta que Antonio sintió que se iba a correr. Entonces agarro con fuerza a su madre por la cintura y hundió completamente su polla en su culo.
─ AAAAGGGGHHHH ─ grito Esther al sentir como chocaban en su coño los huevos de su hijo y su culo parecía desgarrarse ante aquella invasión repentina ─ hijo de pu… ─ grito Esther conteniendo sus palabras.
─ Dilo mama, no te contengas ─ le dijo dándole otra embestida para empezar a derramar su semen en sus entrañas ─ Soy un hijo de puta, pero porque mi madre es una putita caliente a la que su hijo acaba de follarle el culo.
Esas palabras resonaron en su cabeza y no hicieron más que aumentar la excitación que la polla palpitante de su hijo provocaba totalmente incrustada en su culo.
─ Oh mama que rico es follar tu culo, mira como esta mi polla totalmente metida ─ y diciendo esto cogió la webcam y enfoco al culo de su madre ─ míralo, todo dentro.
Agarro la base de su polla y Antonio se fue retirando lentamente sin dejar de apuntar con la webcam el culo de su madre. Tras la el glande el dilatado ano de Esther soltó un rio de semen mezclado con resto de heces y sangre. Ella intentando recomponerse miraba sorprendida en la pantalla su culo totalmente dilatado.
─ Wow mama mira cómo te quedo el culo de abierto, has aguantado como una campeona ─ le dijo orgulloso dándole una cachetada en las nalgas ─ ¿te ha gustado mama, aunque sea un poco?
─ Me ha dolido mucho cariño… uf ahora me arde ─ dijo Esther sollozando ─ aunque ha habido momentos que si era placentero ─ confesó.
─ Toma esto mama ─ dijo Antonio guardando el bote de lubricante y sacando otro ofreciéndoselo.
─ ¿Qué es esto? ─ dijo ella tomándolo con sus manos e intentando leer el nombre.
─ Es una crema cicatrizante y con un poco de analgésico, te aliviara.
─ Vaya lo tenías todo bien estudiado.
─ Ya te lo dije mama, en internet esta todo ─ dijo inclinándose hacia su madre y dándole un beso los labios.
Esther se incorporó, temía cerrar las piernas por el dolor y caminando como pudo se fue a limpiarse al cuarto de baño. Ese día fue un punto de inflexión en la relación incestuosa de madre e hijo. Ella se entregaba complacida a los deseos de él, raro era el día que su hijo no se corría con ella.
CAPÍTULO 7
Susana estaba en su casa que se subía por las paredes, el secreto de su madre y su hermano la reconcomía por dentro. De vez en cuando al recordar aquella escena no podía contenerse y acababa masturbándose. No sabía que era, si la falta de sexo en su matrimonio o el morbo de lo prohibido, pero recordar aquel día la excitaba.
Decidió que tenía que hablar con su madre y la llamo por teléfono ─ Oye mama, ¿quedamos esta tarde para tomar un café?
─ Ehh… hija hoy no puedo ─ dijo titubeando tras un silencio.
─ ¿Y eso? ¿Qué tienes que hacer? ─ pregunto Susana.
Y tras otro silencio su madre contesto ─ tengo cita con el medico ─ dijo titubeando de nuevo.
Susana pudo escuchar unos susurros de fondo y noto algo extraño en su voz ─ Está bien mama ¿Quedamos mañana entonces?
─ Claro cariño, mañana sin problema. Hablamos mañana y vemos a qué hora ─ dijo Esther aliviada.
Tras colgar Susana se quedó pensativa, “Seguro que el que susurraba era su hermano”, algo estaban tramando. Se levanto del sofá, cogió las llaves de su coche y se dirigió a casa de su madre. Saco las llaves mientras pensaba que excusa pondría si la veían llegar. Abrió la puerta con cuidado y entro en silencio, de nuevo una música suave sonaba desde el salón. Al acercarse un poco más empezó a escuchar gemidos de mujer y con cuidado se asomó al salón. Pudo ver perfectamente como su madre estaba de rodillas con el pecho apoyado en el sofá y su hermano la follaba intensamente. Los gemidos de madre e hijo se mezclaban con el del choque de sus cuerpos.
─ ¿Te gusta cómo te folla tu hijo mama? ─ oyó preguntar a su hermano.
─ Ahh… si mi amor… me encanta sentir tu polla en mi coño… follame más fuerte hijo…Ahh.
Susana estaba estupefacta, “esto es más fuerte aún que la última vez” se dijo a sí misma apoyando su cabeza en la pared sin atreverse a mirar más.
─ No hijo así no… sabes que así no lo aguanto… ─ oyó rogar a su madre.
─ Te prometo que seré rápido mama ─ contesto Antonio.
Susana volvió a asomarse y vio a su hermano con el bote de lubricante en una mano y esparciéndolo en el ano de su madre con la otra. Luego se lo esparció por su polla y soltando el bote en el sofá apunto su polla al culo de su madre que seguía hincada de rodillas en el suelo. “No puede ser” se dijo Susana al ver como la polla de su hermano desaparecía completamente en el culo de su madre.
─ Aggg….ufff…ufff ─ se quejaba Esther al sentirse empalada por la polla de su hijo.
─ Te ha entrado a la primera eh ─ dijo Antonio orgulloso ─ que rico culo tienes mama ─ y empezó a follarla.
Susana no salía de su asombro, ella nunca había tenido sexo anal y ver en directo como su hermano se lo hacía a su propia madre la había dejado impactada.
─ Agg… agg… uff… ─ seguía gimiendo Esther con cada embestida.
─ Dilo mama dilo… ─ dijo Antonio.
─ Ahh… Soy la puta de mi hijo…Ahh soy la puta de mi hijooo… Aaahhh ─ grito Esther entre jadeos que le cortaban la respiración cada vez la polla de su hijo entraba completamente.
─ ¿Y que más puta? ─ pregunto Antonio fallándola más fuerte.
─ Ahh…y… Ahh. Y me encanta que me folle por el culo y que me lo llene de su lecheeee… Ahh ─ respondió sumisamente Esther.
Eso hizo volverse loco a Antonio, quien aumento las embestidas en el culo de su madre y empezó a correrse dentro. Susana no se había dado cuenta, pero tenía una mano acariciando su coño por encima del pantalón mientras resonaban los gritos y bramidos que venían del salón. Volvió a apartar la mirada y se apoyó contra la pared, rezando para que fueran a la ducha como la última vez.
─ Uff que culo tienes mama ─ oyó decir a su hermano seguido del sonido de una cachetada ─ te espero en la ducha ─ y otra cachetada más.
El salón se quedó en silencio salvo por la respiración agitada de su madre. Luego se escuchó el agua de la ducha correr y a su hermano llamando a su madre. Entonces aprovecho para salir en silencio y montar en su coche. El corazón parecía que se le iba a salir del pecho, se preguntaba desde cuando estaba sucediendo esa perversión.
Al día siguiente Susana fue a tomar café con su madre, decidida a contarle que sabía que estaba pasando.
─ Que tal cariño ¿Cómo estás? ─ pregunto Esther a su hija.
─ Bien mama ¿y tú? ─ contesto muy seria Susana.
─ Eh bien también. ¿Ha pasado algo con tu marido cariño? Te veo mala cara ─ pregunto intrigada al ver el semblante de su hija.
─ No con mi marido precisamente no.
─ ¿Entonces? ─ pregunto Esther extrañada.
─ Contigo, contigo y con mi hermano ─ contesto Susana con la mirada fija en los ojos de su madre.
Esther se congelo por dentro y a parto la mirada ─ ¿A.… a que te refieres hija? ─ pregunto arreglándose el pelo detrás de la oreja con nerviosismo.
─ ¿Si te digo que ayer después de hablar contigo fui hasta tu casa y entre sin que me vierais sabrás a que me refiero? ─ pregunto ─ ¿o la otra vez que entre y le estabas comiendo la polla a mi hermano? ─ pregunto susurrando esto último.
El rostro de Esther palideció ─ Lo siento hija ─ dijo agachando la mirada, quería que la tierra la tragara en ese momento.
─ Joder mama ¿Cómo se os ocurre? Y ¿desde cuándo lleva ocurriendo?
─ No sé cómo hemos acabado así, no sé ni que decir ─ contesto con la mirada gacha aún.
─ Empieza por el principio por ejemplo ─ dijo Susana en tono serio.
La mujer le contó todo a su hija, desde que se puso el certificado digital en el ordenador de su hijo hasta la misma tarde que los encontró follando. Susana la escucho en silencio, escudriñándola con la mirada. El relato de su madre apaciguo su enfado dando paso a cierta excitación.
─ …Y eso es todo, pensaras que somos unos monstruos y te daremos asco ─ dijo Esther mirando a su hija los ojos que seguía en silencio.
─ Quiero participar ─ dijo Susana manteniendo la mirada a su madre.
─ ¿Que? ─ dijo Esther abriendo los ojos como platos.
─ Ya me has oído mama, sabes que llevo mucho tiempo sin sexo en mi matrimonio y cada vez que pienso en ustedes tengo que masturbarme.
─ Eh no se hija déjame que se lo pregunte a tu hermano ¿A ver como se lo digo?
─ No le digas nada, le vamos a dar una sorpresa.
Mientras seguían tomando café Susana le contaba lo que se le había ocurrido para sorprender a su hermano. Luego se despidieron quedando en verse al día siguiente en casa.
CAPÍTULO 8
─ Mama ya estoy en casa ─ dijo en voz alta entrando al salón y soltando la mochila.
En medio del salón estaba su madre desnuda con las manos apoyadas en el respaldar de una silla.
─ ¿Qué haces así con esa silla mama? ─ pregunto Antonio intrigado.
─ Ve es una sorpresa que te tengo preparada.
Él se acercó y ella lo desnudo completamente ─ siéntate en la silla cariño.
Antonio hizo lo que le pidió con una sonrisa. Su madre le agarro las manos por detrás y con un lazo se las ató.
─ Vaya vaya estamos traviesa hoy no ─ pregunto traviesamente Antonio.
─ No te haces una idea hijo ─ dijo Esther mientras que con otro lazo le tapaba los ojos.
Se arrodillo frente a él y le hizo una seña a su hija que esperaba en la cocina para que se acercara. Susana totalmente desnuda se arrodillo junto a su madre y con decisión agarro la polla de su hermano. La acariciaba lentamente mientras la sentía crecer entre sus dedos hasta que no pudo resistirse más y la introdujo en su boca.
─ Mmfff ─ suspiro al sentir el calor de la boca de la que creía que era su madre.
Susana mamaba la polla de Antonio lo mejor que sabía y excitada la metió entre sus tetas.
─ Para, para ─ grito Antonio ─ ¿Quién eres tú? ─ pregunto nervioso.
─ Soy yo hijo ─ dijo Esther conteniéndose la risa con su hija.
─ No tú no tienes las tetas tan grandes ¿Quién más hay ahí? ─ pregunto de nuevo.
Madre e hija se miraron divertidas dando por finalizada la actuación. Esther se levantó y le quito el lazo de los ojos.
─ ¡Sorpresa! ─ grito Susana mientras le zarandeaba la polla con la mano.
─ Pero que… ¿Qué es todo esto? ─ Pregunto Antonio más confuso aún.
─ Ay hijo tu hermana no descubrió el otro día.
─ Si y yo quería disfrutar de esto también ─ dijo Susana pasándole la lengua por la polla bajo la atónita mirada de su hermano.
En un segundo el rostro de sorpresa del joven dio paso un gesto de travesura ─ Pues sigue con lo que estabas haciendo entonces ─ le dijo a su hermana ─ y tu ven acércate ─ dirigiéndose a su madre y besándola ─ esta me la vas a pagar ─ le dijo bromeando.
─ Cuando quieras cariño mío ─ le contesto su madre bromeando también.
Susana seguía enfrascada en su tarea, mamaba la polla de su hermano alternando con sus tetas.
─ Mama desátame las manos, voy a follarme a mi hermana.
─ No lo desates mama, yo soy la que lo voy a follar a el ─ dijo levantándose.
Susana agarro su polla y sentándose sobre el la guio hasta su coño. Se dejo caer hasta que la tuvo todo dentro, lo que después de tanto tiempo sin sexo casi le provoca un orgasmo. Comenzó a cabalgar a su hermano mientras él lo único que podía hacer es tratar de chupar sus tetas. Esther acariciaba los cuerpos de sus hijos y los miraba orgullosa.
─ ¿Hermanito quieres follarme tu ahora?
─ Claro que sí.
─ Con una condición ─ pidió Susana.
─ ¿Cuál?
─ Que me folles por el culito como a mama, pero con cuidado que yo nunca he hecho anal.
─ Entonces desátame y vamos a mi cuarto.
Ya en la habitación le dijo que se pusiera de rodillas en la silla, igual que hizo su madre la primera vez que la follo por el culo.
─ Mama pon la cam.
─ ¿La cam para qué? ─ pregunto Susana extrañada.
─ Para que veas tu cara cuando tenga mi polla completamente metida en tu culo.
─ mmm que sádico ─ dijo ella con cara traviesa.
Antonio saco del cajón el bote de lubricante y se lo dio a su madre ─ toma mama dilátalo con tus dedos como hice contigo, mientras yo le voy a comer el coño.
A Esther eso le tomó por sorpresa, nunca había tocado a una mujer de esa forma, pero la excitación la hizo dar un paso hacia delante y tomar el lubricante. Susana estaban extasiada sintiendo la lengua de su hermano en un agujero y los dedos de su madre en el otro, mientras se observaba en la pantalla. Antonio se levantó y vio que su madre ya le estaba metiendo dos dedos en el culo a su hermana con cierta facilidad.
─ Ya está listo mama, ahora pon a punto esto ─ dijo Antonio agarrando su polla.
Esther se agacho inmediatamente y comenzó a comerle la polla a su hijo hasta que la tuvo bien dura.
─ Ábrele los cachetes tú mama ─ dijo el agarrando su polla dispuesto a desvirgar el estrecho agujero de su hermana.
De la vez que se lo hizo a su madre el joven había aprendido a hacerlo mejor, cada vez que su polla entraba un poco comenzaba a meterla y sacarla y cuando veía que entraba un poco más volvía a empujar bastante hacia adentro bajo los gemidos y aullidos de su hermana.
─ Sigo hermanita o paro aquí ─ dijo el con ironía.
─ Ni se te ocurra… Uff…parar… hasta que no la hayas metido toda… Uff ─ consiguió decir Susana.
Los huevos de Antonio chocaron en el coño de Susana, lo que hizo saber a Susana que la tenía completamente empalada por su culo.
─ Ahhh… por dios… no sé cómo aguantas tú mama… ─ dijo a su madre.
─ Relájate hija, poco a poco lo empezaras a disfrutar ─ dijo Esther acariciando la espalda de su hija.
Antonio vertió un poco más de lubricante y comenzó a meter y sacar su polla del culo de su hermana. Al principio con movimientos cortos, pero al ver que su hermana ya solo gemía de placer comenzó a hacer movimientos más amplios recorriendo con su polla el recto de su hermana. Susana gemía desconsolada con las embestidas de su hermana mientras se observaba en la pantalla y se sorprendía de la cara de vicio que tenía en ese momento. Antonio comenzó a respirar cada vez más fuerte y saco la polla de un tirón del culo de su hermana y las hizo a las dos arrodillarse frente a él y empezó a correrse en sus caras. Susana aun temblaba por la follada que le había dado su hermano cuando comenzó a notar los chorros de semen caliente en su rostro. Madre e hija estaban allí arrodilladas con las caras llenas de semen cuando se miraron y comenzaron a besarse y jugar con sus lenguas. Sus salivas se mezclaban con el semen de Antonio que seguía acariciando su polla mirando a aquellas dos hermosas mujeres.
Luego fueron al baño a limpiarse ─ Bueno ¿y a partir de ahora que sucederá? ─ Pregunto Esther a sus hijos después de secarse la cara con la toalla.
─ De momento vamos a comer algo y más tarde vas a pagarme esta travesura ─ respondió Antonio dándole una cachetada en el culo a su madre y los tres aun desnudos se dirigieron a la cocina entre risas.
Unas semanas después, Susana había pedido el divorcio a su marido y había vuelto a casa. Ahora Antonio tenia a dos mujeres entregadas a él y ellas una polla siempre dispuesta a satisfacerlas.
FIN
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