Hola, mi nombre es Gabriela e hice esta cuenta porque me urge contar algo que pasó apenas hace unas semanas atrás. Pero antes les cuento un poco de mi porque creo que es algo necesario para la historia que les quiero contar.
Como les dije mi nombre es Gabriela, tengo 27 años, soy madre de 3 hijos y por el momento estoy soltera. Tengo cabello negro muy largo, ojos cafes y soy blanca de piel. No soy delgada, soy de cuerpo grande. Pechos y caderas muy grandes. No me considero gorda, mas bien lo que suelen llamar gordibuena.
Aparte soy muy alta, casi 6 pies de altura. Y entre lo que es mi gran estatura y mi cuerpo grande creo que eso provoca que algunos hombres se sientan si no con miedo, si muy intimidados por mi persona. Cuando salgo a algun antro me sacan a bailar pero ya que me ven de pie se arrepienten y me vuelven a llevar a sentar. Es algo gracioso cada vez que me sucede, ya estoy acostumbrada a eso.
Ya en forma más personal les cuento que a pesar de mi apariencia y lo que puedan pensar de mí, soy más bien muy dócil. Con las mujeres si soy muy perra y no me dejo de ninguna, pero con los hombres me gusta más ser sumisa.
Por ahora aquí dejo lo que es mi descripción personal para ahora sí continuar mi relato.
Tengo una gran debilidad por los hombres mayores, pues como mencionaba lo de mi alta estatura, por lo regular son más los maduros quienes se atreven a invitarme a salir sin miedo. Pero esta vez había un chavo de 20 años que me gustaba mucho, trabajabamos en la misma fabrica y ahí hicimos amistad. Después de un par de semanas de flirteo mutuo fuí yo quien lo invité a salir.
Ese dia me puse un pantalon negro que me queda muy ajustado. Y lo combiné con una blusa color rojo descubierta de los hombros. Y con mi cabello negro suelto la verdad me gustó mucho como me veía en el espejo.
Manuel, como se llama este chavo, me llevó a un antro. Cada vez que entrábamos a la pista de baile sentía las miradas de los hombres y algunas mujeres también. No se si era por nuestra diferencia de estatura o por como iba vestida. De cualquier manera me gustaba sentirme el foco de atención de todos. Tomamos bastante cerveza, la verdad yo ya me sentía mareada y le pedí a Manuel si ya podíamos irnos. Entramos a su automóvil y no hubo necesidad de muchas palabras, ahí mismo empezamos a fajar. Yo la verdad me sentía muy ebria pero por lo mismo muy muy caliente y no me importo estar en su auto en riesgo de ser vistos por la gente que pasaba por el estacionamiento.
Tuvimos que parar un poco al ver pasar una patrulla de policía. La verdad me sentía muy caliente y ebria pero logré recomponer mi ropa y Manuel hizo lo mismo. Sin perder tiempo nos dirigimos al hotel más cercano.
Apenas entramos a la habitación y dejé a Manuel que se aprovechara de mi cuerpo. Al mismo tiempo que me manoseaba las tetas y el culo, yo sola me quitaba mi ropa y él hacía lo mismo estando ambos de pie. Al quitarme mi blusa sus manos se posaron en mis enormes tetas, jalando mi brassier con fuerza para quitarlo e incluso haciéndome un poco de daño con los tirones. Yo le ayudé bajando mi pantalón junto con mi tanga que ya la sentía muy húmeda.
Ya desnudos nos acostamos en la cama y Manuel me volteo boca abajo sobre sus piernas, para luego empezar a darme fuertes nalgadas en mi desprotegido culo. La verdad me tomó por sorpresa recibir ese castigo pero como la sumisa que soy me excitó aún más.
Dame más fuerte, papito. ¡Más! ¡Más! -Le gritaba a Manuel para animarlo.
¿Te gusta? ¿Te gusta mi amor? -me preguntaba mi hombre.
No me digas amor, dime puta. Ahora no soy tu amor, soy tu puta papito! -le respondí para excitarlo más, si acaso era posible.
Después de que mi trasero estaba rojo en carne viva, la verdad si me dolió mucho y entre lo que era mi dolor y un poco de fingir, empecé a llorar como niña haciendo pucheros y derramando lágrimas. Tengo facciones todavía un poco infantiles en mi rostro, o mejor dicho juveniles. Aunado a mi cuerpo de gran tamaño por experiencia sé que esa combinación de mujer-niña vuelve locos a la mayoría de los hombres con quienes he estado. Supongo que saber que están dominando a una gigantona como yo es un plus para su ego. Y eso mismo estaba pasando con Manuel. Veía como disfrutaba verme llorar después de darme de nalgadas.
Manuel comenzó a tocar mi depilada panochita y, por supuesto, lo tomé como una buena niña, dejándole saber que lo estaba disfrutando con sexys gemidos. Comenzó a jugar con mi clítoris y yo me estaba poniendo muy excitada. Movió su mano sobre mi agujero y pudo sentir lo mojada que ya me tenía, así que deslizó su dedo medio dentro de mí. Elogió lo mojada que me puse para él y me dijo que nunca había tenido un coño tan bonito y mojado, todo para su disfrute.
Luego puso 2 y me estaba follando con los dedos tan fuerte mientras jugaba con mi clítoris que pensé que estaba en el cielo, pero como soy una puta borracha y desagradable, no dije nada cuando pasó a 3 dedos y luego a 4.
Mientras le rogaba que me follara fuerte, siguió metiendo y sacando sus 4 dedos dentro y fuera de mí hasta que le chorrié toda la mano. Me hizo lamer todos los jugos de sus dedos y usó mi saliva como lubricante y comenzó a empujar toda su mano dentro de mi agujero mojado.
A pesar de tener mucha experiencia sexual, nunca antes había experimentado algo como esto y mientras me retorcía en su mano. Entonces comencé a sentir como lentamente su mano ganaba terreno poco a poco. La verdad si era doloroso cada que empujaba su mano tratando de meterla aún más dentro de mi, pero ese mismo dolor me excitaba mas y yo misma le urgía a meter toda su mano completa. No sabía si eso iba a ser posible pero ninguno de los dos dábamos un paso atrás.
De repente sentí entrar de golpe su puño en mi panocha abriendome, haciéndome aullar como perra por el dolor.
Yo gemía mucho y le rogaba que tuviera cuidado. Me sentía caliente y muy ebria, pero incluso así fue imposible no sentir dolor.
Manuel me miraba retorcer mi cuerpo y veía como mi rostro se transformaba en una mueca de dolor. Con su mano libre tomó su teléfono celular y empezó a tomar fotografías o video. La verdad eso no me gustó pero me sentía tan ultrajada con su mano entera dentro de mi que no tuve fuerzas para impedírselo.
Sentí cerrar su puño en mi interior y aumentar la velocidad de forma más brutal entrando y saliendo de mi adolorida vagina. Comencé a llorar y constantemente gemía su nombre diciendole que lo hiciera más despacio. Manuel hizo caso y empezó a hacerlo más despacio, pero sin dejar de grabar mi rostro y su mano completa entrando y saliendo de mi.
Dejó su celular a un lado y enseguida comenzó a empujar 2 dedos dentro de mi trasero. Me sentí como una putita tan sucia ya que nunca en mi vida me habían estirado tanto los agujeros.
Papito, para, para por favor! ¡Creo que estoy sangrando! -le pedí a Manuel asustada al sentir como un chorro de líquido salía de mi interior escurriendo por mis piernas.
No amor, no estás sangrando. Solamente te orinaste, nada más -me respondió el chico.
Ya para por favor, la verdad me duele mucho. Me estás abriendo de más -le dije sin poder evitar el llanto.
Después de que sacó su mano, me dijo que era mi trabajo limpiarla. La verdad yo ya no quería hacerlo. Fue tanto el dolor que hasta la borrachera se me cortó.
Me abrió las piernss con violencia y trató de meterme su verga pero me negué y empezamos a discutir muy fuerte. Le pedí que me llevara a la casa y aunque aceptó, en todo el camino no nos dirigimos la palabra salvo nada más para darle instrucciones de como llegar a mi casa. Me bajé y apenas podía caminar. Tuve que tomar medicamentos para el dolor. Por fortuna mis hijos los había dejado encargados con una chica que suele cuidarlos cuando salgo por las noches.
Desde ese día no volvimos a dirigirnos la palabra Manuel y yo. Pero fue tanto su enojo por no dejarlo cogerme que un par de días después les mostró las fotos y videos a mis compañeros de trabajo. Yo no las vi pero por rumores supe que se mostraba mi rostro y su mano dentro de mí muy claramente.
No soy de qué me importa mucho lo que la gente diga de mi, pero supe que las viejas chismosas del trabajo se referían de mí a mis espaldas como “la que le metieron la mano completa” y la verdad los siguientes días fueron tan molestos e incómodos para mí que decidí renunciar apenas una semana después de haber recibido mi primer experiencia de fisting.
Y hasta aquí llega mi primer relato. Obviamente no soy escritora y aparte al escribirlo desde mi teléfono celular se me complica mucho hacerlo de forma correcta. Espero y puedan disculpar los muchos errores que seguramente tiene mi relato. Espero que la próxima vez que les cuente otra experiencia pueda hacerlo mejor.