Me llamo Manu y era el típico chulito del cole. Era más bien pequeño y delgado, pero guapo y con una imagen impecable; eso me hacía rodearme de los más fuertes y matones y ser una especie de su líder.
Un curso por encima de mi estaba Ramón, un pringadete, era alto y fuerte, con gafas, un nerd, un pringado. Nuestro colegio era solo de chicos y eso significa que era como la jungla, organizado en esferas, básicamente divido en tres:
La del medio, era la esfera de los invisibles, ni se metían con nadie ni nadie se metía con ellos; una vida más o menos cómoda
La esfera superior era la de los matones, los chulitos. No era fácil entrar en ella y siempre se corría el riesgo de caer de ella, y eso era lo peor. Para mantenerse en ella era muy importante meterse con los pringados, insultarles, humillarles, pegarles, ordenarles. Si no lo hacías podías caer de la esfera. Yo me encontraba en esa esfera
Y queda la esfera inferior, la de los pringados, escoria. Si estabas en esa esfera no te quedaba más remedio que asumir que te iban a insultar, pegar y ordenar hacer cosas. Rebelarte no te llevaría más que a empeorar tu vida así que lo mejor era pasar lo mas desapercibido posible. Ramón pertenecía a esta esfera.
Una vez explicado cómo estaba estructurado el cole, yo estaba en la esfera superior y Ramón en la inferior, pero es cierto que a mi me caía bien, vivíamos bastante cerca y a unos 20 minutos andando del colegio. Ninguno de los compañeros vivía por la zona, así que lo lógico es que fuéramos juntos en el camino. Pero, claro, no nos podían ver juntos. Eso para mi hubiera supuesto la ruina, no era aceptable que uno de la esfera Superior fuera en el camino a casa con un pringado de la inferior.
Teníamos un acuerdo tácito: él salía de inmediato al sonar el timbre mientras yo me quedaba charlando un rato con mis amigos los Superiores; Ramón me esperaba a unas dos manzanas del cole en el camino a nuestro barrio de forma que no había posibilidad de que nos vieran juntos. Allí me esperaba y cuando nos juntábamos hacíamos el resto del camino juntos, como dos amigos.
La situación era muy curiosa porque si me cruzaba con Ramón el en cole, le insultaba, le ponía la zancadilla, le daba una torta, le quitaba el dinero o el bocadillo o le ordenaba llevarme la mochila, los libros o lo que sea; sin embargo durante los trayectos del cole a casa (bueno, desde el punto de encuentro), y de casa al cole (hasta el punto de encuentro) éramos dos amigos que charlaban de igual a igual. Jamás en esos trayectos hablamos de las esferas, de su inferioridad y de mi Superioridad. Su casa quedaba en el camino entre la mía y el cole y aun así, cada mañana cuando yo salía de mi casa, ahí estaba él esperándome pasando por delante de la suya después camino del colegio. De la misma manera por las tardes, pasaba por delante de su casa a la vuelta del colegio, me acompañaba hasta la mía esperando hasta que yo entrara para después regresar a su casa
Todo cambió de forma radical un sábado por la tarde. Como todas las tardes, al salir del colegio, el me estaba esperando en el punto de encuentro a unas manzanas del colegio para evitar que me vieran con el. A mitad de camino se desató una tormenta intensa que descargó un aguacero de forma que en apenas un minuto nos había dejado empapados. Cuando pasamos por delante de su casa el me dijo:
– Entra en mi casa, te das una ducha, te dejo ropa seca, llamas a casa para decir que irás cuando deje de llover.
No puedo decir exactamente qué fue, pero algo no encajaba. Quizá porque el inferior de había atrevido a hablarme a mí, un superior, así, quizá fue por el tono en que lo dijo, pero estaba claro que algo pasaba. El hecho es que estaba empapado, estaba cayendo un aguacero y aun me quedaban diez minutos de camino hasta mi casa con lo que estaba cayendo.
Empezó a bajar la cuesta del garaje y eso también me sorprendió, que bajara el por delante de mí. Abrió la puerta del garaje y entró.
– Ramón: Vamos, entra
Me volvió a sorprender que me hablara así, contundente, directo
– Ramón: Ves esa cesta de ahí? Quítate toda la ropa y métela ahí, no me vas a mojar toda la casa
No me gustó el tono en el que me lo dijo, ni que me diera una orden así, pero bueno, me parecía lógico para no mojar toda la casa. No había ningún coche en el garaje así que supuse que no había nadie más en la casa. Además, supuse que él también se quitaría toda la ropa, él también estaba completamente empapado. Me quedé en calzoncillos estaba metiendo mi ropa en la cesta cuando oí su voz a mi espalda.
– Todo, quítate todo, el gayumbo también y mételo en la cesta, Vamos
Me quite el calzoncillo y lo metí en la cesta. Cuando me di la vuelta, él estaba a los pies de la escalera, empezando a subir por ella, y estaba…. completamente vestido, no se había quitado nada. Le seguí por la escalera con una mezcla de sensaciones. No sabía si estaba asombrado, enfadado, aturdido, sorprendido…
Llegamos a su habitación, abrió la puerta del baño que había dentro y me dijo
– Ahí tienes la ducha, supongo que sabrás como funciona un monomando, no es tan difícil; tienes gel, champú de todo, yo voy a ducharme en el baño de mis padres.
No dijo nada más, salió de la habitación y me dejó allí. Me metí en la ducha y la verdad es que agradecí el agua caliente. Mientras me duchaba no podía dejar de pensar en cómo me había hablado, en cómo me había tratado, ese tono… no lo había hecho nunca y no me lo esperaba.
Cuando termine, cerré el grifo e iba a salir de la ducha cuando me di cuenta de que no me había dejado toalla, mire si había alguna en el baño, aunque fuera de manos, pero no había. Oí ruido en la habitación así que supuse que estaba en la habitación ya
– Yo – Ramón, estás ahí?
– Ramón – Si estoy aquí, qué te pasa?
– Yo – me puedes dejar una toalla?, aquí no hay
– Ramón – entra en la habitación, luego te dejo una
La verdad es que el tono y esa forma de hablar me tenía descolocado, pero por otro lado me gustaba. Yo aún no había desarrollado y mi pito era más bien pequeño y aun no me habían salido pelos, y eso me avergonzaba un poco, pero claro tenía que salir. Salí del baño desnudo mojado y tapándome los genitales con la mano. Ramón estaba tumbado en la cama, con la tele encendida y el mando de la consola en la mano. No me miró, me ignoró; hasta cuando le volví a preguntar si me dejaba ya la toalla, tardó un rato en mirarme
– Ramón: que pasa? Qué te tapas? Te da vergüenza? No será porque tienes el pito pequeño no?
– Yo- pero que dices eres imbécil? De que vas? A que te meto una hostia…
– Ramón- pero tu que vas a meter? Si te tapas es que tienes minipito, y además te has puesto rojo jaja
– Yo- venga tío, ya vale, dame una toalla
– Ramón – No que va, estás muy bien asi, espera un rato y veras como te secas solo
Se levantó de la cama y se acercó a mí; la verdad es que era bastante mas alto y mas fuerte que yo. Me cogió la mano con la que me tapaba los genitales y me la apartó
– Ramón – Jajajaj joder pues si que es enano tu pito , es aún mas enano de lo que me imaginaba. Con eso ya te haces pajas?
– Yo- claro que me hago, que te crees?
Entonces se bajó el pantalón del chandal que tenia puesto y saco su polla. Era una polla muchísimo mas grande que mi pito, y con pelo en el pubis
– Ramón. Esto es una polla, eso que tienes tu es una mierda
Sorprendentemente para mí, la situación, estando completamente desnudo delante de Ramón, el riéndose de mi pito y enseñándome su pollón me había empezado a excitar, de forma que mi pito se había empezado a poner durito
– Ramón – eh minipito, cuando te pajeas piensas en tias o en tios?
– Yo – de que vas? En tías por supuesto
– Ramón – pues yo creo que te pajeas con dos dedos porque con la mano te sobra media mano, además te pajeas pensando en tíos y seguro que más de un vez te metes un dedo en el culo
Fui plenamente consciente de que tenía la cara más roja que un tomate y también de que mi pito se había puesto duro a reventar
– Ramón – lo ves? Te has puesto rojo y se te ha puesto superduro igual que cuando has visto mi polla
Se volvió a bajar el chándal y se agarró la polla con la mano
– Ramón, que? Maricon de mierda, te gusta mi polla?
– Yo – pues claro que no tio, de que vas? Me gustan las tias
– Ramón – estamos solos imbécil, no tienes que disimular no te ve nadie, te gusta mi polla y lo sabes, quieres tocarla?
– Yo – claro que no quiero
Entonces el me cogió la mano y la llevó a su polla. Solo me acerco mi mano a su polla, pero yo sin pensarlo la agarre, la empecé a acariciar
– Ramón – eso es, acariciala, ves como te gusta marion?
– Ramón – agarrala y empieza a subir y bajar, suavemente, si lo haces brusco te reviento la cara
Me vi de repente desnudo ante el, masturbándole y estaba en la gloria
– Ramón: ves como eres un puto maricon?
– Yo – balbuceando- si
– Ramón – Sí que? Imbécil
– Yo – casi llorando- que si
– Ramón – quiero que lo digas imbécil
– Yo – soy un puto maricon
– Ramón – ponte de rodillas y abre la puta boca
Me puse de rodillas, cerré los ojos y abrí la boca
– Ramón – Quieres que te meta la polla en la boca?
– Yo – si
Me dio una tortazo en la cara y me dijo
– Amo Ramón; a partir de ahora para ti soy Amo Ramón y tu eres mi puto esclavo, esta claro?
– Yo- Si Amo Ramón
Me follo la boca con violencia hasta que se corrió dentro de mi boca Le salió mucha leche por lo que no pude con toda y algo se derramo en el suelo
– Ramón – sube los pantalones de tu Amo, y mientras yo descanso lame del suelo todo lo que has derramado
– Yo – Si, Amo Ramón
Continuará…