Capítulo 1

Capítulos de la serie:
  • Adictos a las pajas

Mateo siempre fue mi mejor amigo desde que tengo memoria, vivía cerca y nuestros padres eran amigos. Los dos descubrimos la masturbación por separado pero no tardamos en compartir enlaces porno o fotos de chicas desnudas. Incluso hablábamos de las minas de nuestro salón y como las cogeríamos ya que éramos dos adolescentes que estaban calientes todo el tiempo. Ambos evidentemente éramos vírgenes, pero hablábamos de porno como los más expertos.

Todo cambio cuando invite a Mateo a mi casa ya que no iban a estar mis padres y podríamos hablar de porno tranquilos. Me acuerdo que ese día la habitación estaba a oscuras, sólo iluminada por la luz de la pantalla de la laptop que mateo había traído. Los dos estábamos sentados en mi cama solo con slip puesto ya que hacia calor y no teníamos problema con estar así entre nosotros (nos conocemos desde muy chicos).

Mateo tenía la suerte de tener una laptop propia, yo solo tenia la compu de la casa y mi laptop del gobierno que no se podía ver porno. Recuerdo que al encender la laptop tenia de fondo de pantalla una chica de anime abriéndose la vagina y el navegador te llevaba directo a pornhub. Me daba mucha envidia jajsjajsja

Cuando ya estuvimos los dos cómodos empecé la charla

S-¿Viste el video que te mande el martes? Esa mina estaba bien rica.

M-Sí, hermano. Esa rubia era una diosa. Me encantó cómo se movía, tan rico esta ese culo pa romperlo en dos.

Sonreí y mire la pantalla donde una pelirroja se estaba metiendo una banana por la vagina.

M-Me gusta cuando se tocan así, es como si estuvieran en otro mundo.

S-Sí, es como si nada más importara. Solo el placer.

Los dos ya estábamos bien duros y se veía una carpa en nuestros slips

Aunque ya nos habíamos visto desnudos varias veces me daba miedo iniciar a masturbarme, para mi suerte Mateo empezó:

M-¿Te masturbas mientras ves estos videos? . Se sonrojó, pero no apartó la mirada de la pantalla.

S-A veces. Es difícil no hacerlo cuando ves cosas tan calientes. ¿Y tú?

M-Sí, me gusta tocarme mientras veo a esas mujeres. Es como si estuviera allí con ellas.

M-¿Quieres que nos masturbemos juntos? Así, como si fuéramos espectadores de nuestro propio espectáculo.

S-¿Aquí? ¿Ahora? – pregunte aunque masturbarme era lo que mas quería en ese momento.

M-Sí, ¿por qué no? Nadie nos ve, y podemos disfrutar de esto juntos.

Nunca había compartido un momento así con nadie, pero la confianza que tenía en Mateo hizo que me soltara, después de todo no solo era mi amigo sino un hermano para mi.

Me quité el slip de una vez dejando ver mi pene adolescente de 12/13 cm con un poco de pelo en su base y en los huevos. Mateo me siguió y dejó salir su verga la cual era de igual tamaño pero tenia huevos mas gordos y sin pelo. Lo empecé a molestar con que yo tenia mas pelo y por eso era mas hombre pero amenazó con quitar la porno y me quede callado.

S-¿Qué video quieres ver?

Mateo buscó en su historial, seleccionando un video que había guardado para una ocasión especial. La pantalla mostró a una pareja joven, ella de cabello oscuro y piel morena, él de músculos definidos y mirada intensa.

La escena comenzó con besos apasionados, sus lenguas explorando cada rincón de las bocas del otro. Y nosotros observábamos al hombre hacer lo que nosotros no podíamos, tocar una mujer.

La chica del video se quitó la remera, revelando unas tetas firmes y redondas.

Mateo empezó a acariciar su pene duro y yo imité su movimiento, sintiendo el calor y la dureza de mi erección.

En la pantalla, el chico del video bajó la cabeza, tomando uno de los pezones de la mina entre sus labios, mientras ella gemía de placer. Nosotros gemíamos en silencio, imaginando ser quien provocaba esos gemidos.

La chica se quitó los pantalones, dejando al descubierto una tanga negra que se perdía entre sus nalgas redondas y firmes. No pude evitar imaginar cómo sería tocar esa piel suave, explorar cada curva con mis manos y mi boca.

Mateo, a mi lado, respiraba con dificultad, su mano moviéndose con más rapidez sobre su pija.

¿Te gusta, hermano? – susurró Mateo.

S-Sí, me encanta. Quiero ver más.

El video avanzó, mostrando a la pareja ahora desnuda, sus cuerpos sudorosos brillando. El chico empezó a coger a la chica con fuerza, sus gemidos llenaban mi habitación.

Nos empezamos a masturbar con más intensidad, con nuestros ojos fijos en la pantalla, siguiendo cada movimiento, cada embestía profunda que el hombre le daba a esa vagina.

Yo imaginaba ser él quien poseía a esa mujer, sintiendo su calor, su humedad. Movía mi mano de arriba a abajo con desesperación apretando mi miembro, imaginando ser yo quien provocaba esos gemidos de placer.

Mateo, estaba perdido en su propia fantasía, su rostro mostraba en una mezcla de placer y concentración.

El hombre en el video empezó a eyacular dentro de la mujer y nosotros, sin darnos cuenta, llegamos al orgasmo al mismo tiempo.

Me dejé caer hacia atrás, mientras que Mateo se quedó sentado, su mano aún aferrada a su verga, ahora relajado y satisfecho.

Ambos nos miramos, sonriendo con complicidad. Habíamos cruzado una línea, habíamos compartido un momento de intimidad que nos unía de una manera única.

S-Eso fue… increíble – aún recuperando el aliento.

M-Sí, lo fue. Nunca había sentido algo así.

S-¿Lo haremos de nuevo? – preguntó, su mirada curiosa.

Mateo rió, su voz llena de emoción.

M-Por supuesto, hermano.