Soy tu analista desde hace dos años. Siempre me pareciste una mujer hermosa, que a pesar de tu edad (38años) y haber tenido dos hijos, tu figura se mantiene en muy buena forma ya que como me comentaste, siempre fuiste muy deportista. Además me parecés una paciente interesante por tu inteligencia, por tu manera de asociar, sacar conclusiones y metabolizar mis interpretaciones. Viniste en aquel año porque sentías que tu deseo sexual con tu marido había disminuido muchísimo, a tal punto de evitar tener relaciones con él. Eso te afectaba mucho y te confundía ya que no podías distinguir si se debía porque habías dejado de quererlo, o porque la rutina del matrimonio los había enfriado y distanciado a ambos. Pero como te sentías bien con tu cuerpo, tus hermosos pechos y un culo respingón que era tu orgullo, sabías que eras apetecible a cualquier hombre que tuvieras cerca, y eso, entonces, te confundía más.

Ya habíamos pasado la etapa donde me relataste aspectos de tu infancia y adolescencia, y precisamente fue en la adolescencia donde tu despertar sexual había sido tormentoso, promiscuo, exagerado…Me contaste  en muchas sesiones, con lujo de detalles, tus aventuras con montones de  compañeros de los últimos años. Cómo iniciaste a varios sexualmente, como te convertiste en una experta chupa penes y una masajista infernal que los masturbabas de tal manera que los hacía gritar de placer.

Poco a poco yo me iba dando cuenta que tus reiterados y casi únicos relatos eran sobre experiencia sexuales vividas, pero que además en tu manera de contarlos, tan detallista, ten meticulosa y explícita, había una clara intención de calentarme, seducirme, ponerme al palo, como se suele decir…Y joder que lo conseguías!! Ponías una voz dulce, atrapante, y lentamente me explicabas como tus labios, tus manos, tu lengua se desplazaban por esos miembros de tus compañeros del secundario y la universidad que los describías minuciosamente, que yo, que no soy de mármol, me llegaba a calentar hasta tener que relajarme en el sillón para acomodar mi propio pene y que no me molestase tremenda calentura. Y cuando terminaba la sesión te acompañaba hasta la puerta, notaba una insipiente sonrisa al mirar sin reparos la erección que me habías producido con esas cachondas y lujuriosas palabras que tan bien solías usar en tus descripciones.

No es infrecuente que una paciente a lo largo del proceso terapéutico quiere seducir a su analista. Más si se crea entre ellos una buena reacción de confianza, cariño/amor, que puede, en algunos casos, sexualizarse, es decir, que pasen cosas con el terapeuta del tipo “relación amorosa/romántica”. Eso lo sé muy bien en mi profesión, porque muchas veces lo viví. El problema es cuando a uno como terapeuta le empieza a gustar mucho una paciente. Y este es el caso que estoy narrando. A medida que pasaba el tiempo esta mujer me gustaba cada día más

Yo estaba convencido  que se había dado cuenta, y en cada sesión no solo relataba esas anécdotas con tanta sensualidad y erotismo, sino en la manera en que venía vestida, en su forma de saludarme con un beso, de apoyar su brazo en el mío, de recostarse en el diván dejando ver sus hermosas piernas (hacía tiempo que nunca venía ya con pantalones), todo eso era un gran ritual de pavorosa seducción. Y yo me ponía a mil. Fuera de sesión la pensaba. Me preguntaba cómo podía ser que siendo tan sensual, tan seductora, el marido no la buscara, no le cuestionara esa tan pobre vida sexual que tenían entre ellos.

Desde hacía varias sesiones me venía contando lo que ella llamaba sus “travesuras sexuales”: ir al trabajo sin ropa interior, llevar escotes tan pronunciados que todos sus compañeros de trabajo se la pasaban comiéndosela con los ojos; meterse en un subte atiborrado de gente y dejarse apoyar, y ahí me describía como si me lo estuviera pidiendo a mí, como le gustaba y gozaba cuando sentía los penes duros sobre su culo, cómo se mojaba y a veces sentía correr sus jugos por la ante pierna; como coqueteaba con su cuñado a tal punto que éste un día se le abalanzó y ella dejó hacer pero luego lo frenó en seco y lo amenazó con contarle al hermano. Otras veces se paseaba desnuda por su dormitorio dejando la ventana abierta porque sabía que un muchacho del departamento del frente la espiaba. En fin, verdaderos mecanismos histéricos, pero que nunca se consumaban en un acto sexual.

Todo eso lo hacía, según ella, para salir de ese aburrimiento sexual en que había estado sumida en los últimos tiempos. Pero en las últimas sesiones me empezó a contar sueños que tenía conmigo. Me di cuenta rápidamente que era muchos de ellos, inventos que ella armaba para calentarme cada vez más. Eran unas sesiones donde los dos estábamos a temperaturas de alto voltaje: ella, porque gozaba sus relatos de tal manera que al mover y frotar sus piernas notaba que muy sutilmente se masturbaba, y yo porque era tal mi calentura que mi pene gritaba agritos salir de su cautiverio.

Y ocurrió lo que se preanunciaba desde hacía tiempo

Ese día llegás a mi consultorio con una pollera larga. Presiento que no tenés ropa interior porque ya me dijiste en otra sesión que esa es una fantasía reiterada tuya. Se nota que no llevas brasier porque tus pechos se mueven en una danza muy excitante. Tu pelo rubio cae suelto sobre tu espalda. Sabés, porque me lo preguntaste una vez, que a mí me gusta mucho que lo lleves de esa manera. También te pusiste esa falda que otras veces te dije que te quedaba muy bien

Deduzco que hoy viniste en plan de animarte no sé a qué cosa!

Te recostás en el diván y me contás un sueño que tuviste conmigo, tu analista. Sé que lo hacés a propósito para excitarme, y lo lográs. Vas describiendo con todo detalle como estábamos juntos caminando por una playa solitaria. Decís que yo te tomaba por la cintura y que de tanto en tanto acariciaba tu culo cuya redondez y tersura son espectaculares. Describís que de pronto estamos cerca de un barco encallado que promete un lugar apartado e íntimo. Decís que ahí nos detenemos y comenzamos a matarnos a besos e intensas caricias. Que te voy despojando de las piezas de tu malla y comienzo a lamer por entero tu cuerpo y al llegar a tu vulva te derramás en un intenso orgasmo.

A esa altura de tu relato mi calentura vuela a mil  Voy entrando en una erección creciente mientras te escucho hasta que se pone duro como una estaca. Vos como distraída movés la falda que tiene un gran tajo al costado y puedo comprobar que no tenés nada debajo. Confirmo que tu actitud de hoy es a todo o nada. Se me para con todo. Me abro el cierre para dejarla en libertad. Siento que algo percibís aunque estés recostada en el diván dándome la espalda Ahora percibo que estás como  nerviosa y caliente. Cada vez más jugás con tu falda para que yo pueda darme cuenta que me estás provocando con todo…. Que yo deba actuar. Te sale esa veta de “putita” que sabés manejar con mucho estilo y elegancia

Mientras seguís hablando muy concentrada y excitada, yo me inclino hacia adelante y comienzo a acariciar tu pierna desnuda hasta llegar casi al pubis…Siento tu temblor y me detengo. Pero no me decís nada. Confirmo entonces que hoy será el día elegido. También yo estoy muy nerviosos y excitado. Eso te crispa aún más. Continuás  hablando ya casi sin darte cuenta lo que decís. Entonces, lentamente me levanto,  retiro tu pollera y empiezo a besar tu pierna, paso a paso, sin prisa, deteniéndome en cada porción de tu piel como saboreando el más rico de los sabores. Subo desde tus tobillos en una lentitud tan grande que te hace temblar todo tu cuerpo. Llego  a tu pelvis y me acerco a tu vulva haciendo que el calor de mi respiración te haga mortificar más la espera de lo que se aproxima…Ahora mi lengua comienza a lamer tu vulva y ya siento tu respiración agitada y los primeros gemidos. Golosamente lamo, sorbo tus jugos que ya son catarata y acaricio tus pechos. Vos te retorcés de placer y te sacas las pocas prendas que te quedan hasta quedar desnuda sobre el diván. Tu imagen acostada boca arriba es perfecta: Descubro, acaricio, beso, muerdo una a una todas tus curvas y recovecos. A esta altura tus exclamaciones y gritos son estridentes

Ahhhh….sí…cogeme….quiero sentir tu pene dentro…cuanto tiempo soñé con esto…dame más…más

Me detengo en tu clítoris que lo como muy lentamente. Ahora gemís como una loca, entras como en un temblor que sacude todo tu cuerpo, Y volvés a gritarme:

Por favor… penetrame mi terapeuta! mi  Gurú!!! No soporto más…quiero sentir tu pene!!

Yo tampoco soporta más y quiero correrme dentro de ella. Me incorporo, te levanto las piernas que coloco sobre mis hombros y te penetro con una profundidad que me hace temblar….

Después de una hora de lamidas, mordidas, gritos y sexo brutal caemos exhaustos ambos sobre el diván

Antes de terminar la sesión y mientras ella se viste, le comunico que a partir de hoy tiene el alta del análisis. Y que ahora vendrán sesiones de sexo tántrico.

-Nos vemos el próximo jueves

-Hasta el jueves Doctor y gracias por el placer.

Si  te gusto el relato y tenés fantasías parecidas escribime a guruayudador@gmail.com y me contás tus “ratones”. Guru te va a “analizar”. Te va ayudar a destapar tu ”hembra fatal”