Terminaron los exámenes de junio y con ellos el último curso del instituto, yo acababa de cumplir 18 años, y al curso siguiente empezaría en la universidad.
Aquel verano, para no perder costumbre, mi familia y yo nos marchamos de vacaciones a la playa, a mí no me hacía ninguna gracia, ya que acababa de enrollarme con un chico de mi clase, y había empezado a sentir ese cosquilleo extraño en el estómago que se siente cuando alguien te atrae tanto, sexualmente hablando.
Todo empezó un día de primavera, antes de que el calor fuera asfixiante, mis amigas y yo salimos de la ciudad, para pasar un tranquilo día de campo, llevábamos lo necesario para disfrutar de una buena comida y una placentera siesta.
Lo que no sabíamos es lo que no íbamos a encontrar al llegar al sitio elegido, desde la distancia oímos voces y risas, y cuando nos fuimos acercando más y los árboles no tapaban nuestra visión, comprobamos que un grupo de chicos de nuestra clase, ocupaban nuestro sitio de siempre, la primera reacción que tuvimos fue la de buscar otro lugar, lejos de allí, ya que lo que buscábamos era tranquilidad, pero después de unos minutos, decidimos abordar a los chicos, y unirnos a ellos o echarlos de aquel lugar hábilmente.
No se podía decir, que aquella cuadrilla de chicos fueran guapos, pero parecían divertidos, y tras un par de bromas y unas cuantas risas, nos quedamos todos juntos.
Llamaba la atención sobre el resto, Javi, que practicaba varios deportes con un cuerpo más atlético que el del resto de sus amigos, y su cara me parecía divertida, pelo oscuro, de ojos azules, aunque no necesariamente bonitos, tez pálida, boca demasiado carnosa.
Estuvo mirándome durante toda la comida, notaba el azul de sus ojos sobre mí pronunciado escote, y en la parte superior de mis muslos, ya que había elegido para la ocasión, pensando en el resultado de los rayos del sol sobre mi blanca piel, un ajustado top, que únicamente me cubría el pecho, y unos viejos vaqueros, que no me llegaban más abajo de las ingles.
Yo, como chica tímida que soy, trataba de evitar cruzar mi mirada con la suya, y disimulaba si por descuido, me pillaba mirándolo.
Tras la comida alguien propuso ir a jugar al balón, yo preferí quedarme tumbada sobre una manta, cara al sol, descansando de la ardiente e incansable mirada de Javi.
Se marcharon todos y me quedé sola, tras un rato escuché unos pasos que se acercaban, y el corazón me dio un vuelco, alcé la cabeza, y como no, lo que yo había imaginado, Javi me miraba con expresión divertida, -te vas a quemar- me advirtió, le contesté con una sonrisa, ya que las palabras se habían esfumado de mis labios, ¿me haces un sitio ahí contigo?, preguntó, con un pícaro brillo en los ojos, asentí con la cabeza, y un instante después notaba su cuerpo junto al mío, y el temblor de mis piernas al compás de los fuertes latidos de mi corazón, cerré los ojos por un instante, y al volverlos a abrir lo vi tan cerca de mi que no pude contener un escalofrío que notó.
-shhh, tranquila, no voy a hacerte nada que no quieras – dijo suavemente, casi rozando mis labios con los suyos, noté como mi sexo empezaba a humedecerse, y el tambor de mi pecho aumentando en cada fracción de segundo, rodeó mi cuello con sus manos y su mirada se clavó en mi pecho, comenzó a besarme lentamente, mientras con una mano iba retirando el top que oprimía mis pezones duros como piedras, el sol calentaba mis enormes y blancos pechos, a la vez que Javi jugaba con ellos, metiéndoselos en la boca, acariciándolos, besándolos, los gemidos salientes de mi garganta comenzaron a llenar el silencio de la tarde, ni siquiera me pregunté qué haría o donde estarían el resto de nosotros, los imaginaba escondidos, espiándonos, y eso aumentaba el morbo que se escapaba de mi interior, sólo me dejé llevar por sus caricias, sus besos, sus manos recorriendo todo mi cuerpo, su sexo duro entre mis labios, entre las caricias de mi lengua, en la punta de mi clítoris, entrando una y otra vez hasta el fondo de mi coño hinchado, húmedo, reluciendo al sol, estallando de placer entre sus dedos, tras su lengua juguetona, que recorría sin parar sus labios y su interior, una y otra vez, hasta que mi cuerpo no aguantó más y se arqueó en un gesto de placer infinito, mientras su polla dura se retorcía una vez más a punto de estallar entre mis tetas, desmesuradamente grandes, poco después la noté otra vez entrando hacia mi interior, su cuerpo musculoso rozando el mío, su cara encogida por el placer naciente del sexo, siguió así hasta que noté su semen corriendo entre mis piernas, saliendo a borbotones de mi interior, había mantenido hasta ese momento bastantes relaciones con diferentes chicos, pero hasta el momento no había visto nada igual; cuando despertamos del ensimismamiento en el que nos habíamos sumido tras todo lo acontecido, nos vestimos y se tumbó a mi lado como si nada hubiese ocurrido, poco después llegaron el resto de nuestros amigos, que al parecer no se habían enterado de nada, la tarde cayó, y volvimos a casa; no supe más de Javi hasta el lunes antes de la hora del recreo, cuando estaba arreglándome el pelo ante el espejo del lavabo, lo vi tras de mí, mirándome con sus ojos traviesos, me cogió de la cintura y me encerró con él en uno de los servicios, pasó todo tan deprisa que casi no tuve tiempo de ponerme nerviosa, de tener miedo a que nos pillaran.
sin perder el tiempo me desabrochó el sujetador, metió sus manos entres mis pechos, clavó su polla dura en mi coño húmedo que no terminaba de creerse tanta suerte, y en unos instantes alcancé el clímax, y sin dejar que continuara barrenándome con su miembro descomunal me lo introduje en la boca, chupando, aspirando, acariciándolo con la lengua henchida de placer, notando cada pliegue, cada latido de goce, hasta que se corrió sin que pudiera hacer nada por evitarlo, aspiré el semen de su miembro hasta que no quedó ni una gota, y todo me lo tragué, no dejé que nada se escapara.
La historia habría seguido de no ser por mi familia, que me hizo viajar hasta la playa.