Me llamo Julián y deseo contaros la historia de cómo comencé a tener relaciones con mi madre.
Antes que nada voy a describiros a mi familia, que esta compuesta por mi padre, Ángel de 49 años, mi madre Sofía de 44 y yo que tengo 20 años.
Mi padre trabaja en una empresa de electrodomésticos. Hace dos años fue ascendido y ahora tiene que realizar varios viajes comerciales al mes por lo que pasa poco tiempo en casa.
Mi madre es la típica ama de casa, pero en los últimos tiempos le ha dado por ir al gimnasio lo que ha favorecido a su físico. Es morena, con el pelo largo, sobre 1´68 de altura, con unos pechos algo caídos pero grandes y un buen culo. La verdad es que el gimnasio le ha hecho desaparecer los kilos que le sobraban en su culo y en su barriga.
Yo la verdad que nunca había tenido pensamientos sexuales con mi madre pero me daba cuenta que es atractiva.
Pero nunca me imaginaria lo que iba a pasar. Yo volvía una tarde de jugar al fútbol con unos amigos cuando me tope con mi madre que iba a comprar, saliendo de nuestro portal.
¿ Ya te has cansado de jugar?
– Si es que me dolía la pierna.
-¿ Te pasa algo hijo? – preguntó ligeramente alarmada.
– Nada, nada – la tranquilicé yo – Una entrada un poco fuerte.
– Bueno luego te echo una crema
– Vale – le dije mientras subía por la escalera.
Entré en mi casa y ya que me encontraba solo decidí cascarme una paja. Me senté en el sofá y saque mi verga, que no es muy grande, unos 15 centímetros, pero si bastante gorda. Empecé a masturbarme y cuando estaba a punto de correrme oí la puerta. Me subí el pantalón rápidamente, cruce las piernas mientras encendía con el mando la tele.
Entró en el salón mi madre
– Que cabeza la mía me había olvidado el monedero – me dijo y se metió en pasillo.
No tardó mucho en regresar y yo ya estaba algo mas tranquilo pensando que el peligro había pasado.
Entonces me fije que en la mano traía un pote de crema.
– A ver donde te han dado? – me preguntó.
El golpe lo tenía por encima de la rodilla, cerca de la ingle, pero si me daba la friega se percataría de mi erección. Yo con nerviosismo le dije que me diese la friega después pero ella insistió que no. Viendo mi derrota opté por levantarme el pantalón corto hacia arriba, para no tener que quedarme en slips.
– No hay no, ven aquí – dijo señalando una de las sillas del comedor.
Yo tragué saliva y me levanté rápidamente y casi corriendo me senté en la silla. Puse mi mano derecha sobre mi paquete y con la izquierda me remangué el pantalón.
– hijo vaya morado que tienes – dijo me madre.
Untó un poco de crema y comenzó a restregarla. Para eso se había puesto de rodillas con lo que tenía mi verga a pocos centímetros de mi cara. Yo hacia fuerza con mi mano para evitar que mi polla siguiera subiendo, pero la situación debo reconocer que me daba morbo. Me fije en mi madre, consciente de que se habría dado cuenta y me sorprendió ver que no apartaba los ojos de mi entrepierna, pero no parecía enfadado o alarmada sino todo lo contrario. Incluso me pareció ver deseo en sus ojos. Finalmente acabo el masaje y me dijo que se iba a continuar la compra. Nada mas salir saque mi torturada polla y me casqué una gran paja en honor de mi madre.
Mi madre volvió una hora después y se puso a hacer la cena. No me dijo nada pero noté que me observaba con una mirada extraña. Mi padre llegó poco después y cenamos normalmente. Yo me fui a mi cuarto y me conecté un rato a Internet y a eso de las doce me entro sueño y me fui a la cama. Como era aun verano, estaba a punto de acabar ya, solo usaba los pantalones cortos del pijama, sin calzoncillos ni nada debajo. Eso que cuando iba a apagar la luz apareció mi madre con el camisón que solía llevar. Era azulado y se le transparentaban sus bragas blancas y se marcaban sus pezones.
– hay que echarte mas pomada. Si en un par de días no mejora iremos al medico.
Me hizo estirar y empezó a aplicar la pomada en círculos. Sus dedos cada vez recorrían una circunferencia mayor que ya casi llegaba a mi ingle. El hecho es que me comencé a calentar y con disimulo trate de bajar mi mano para tapar mi paquete, pues mi polla comenzaba a crecer.
– Te pasa algo? – preguntó mi madre – Como mueves el brazo
La mire fijamente y encogí el brazo.
Mi madre sonrió con picardía y en su movimiento al extender la pomada rozó mi paquete.
Yo miraba a mi madre perplejo y algo avergonzado.
– No te preocupes cariño – dijo – A los hombres os suelen pasar estas cosas.
– Lo..lo siento mama.
– No pasa nada – dijo ella y sonrió – me halaga que un jovencito como tu se…bueno se motive conmigo jeje.
Yo no se que me paso por la cabeza en ese momento pero le dije:
– Es que tu eres muy guapa mama
Mi madre me fijo fijamente y me dio un gran abrazo, tras lo cual me besó en la mejilla.
– Que majo que eres hijito. Duerme bien.
Dijo esto y se fue apagando la luz. Yo no tarde en masturbarme nuevamente pensando en mi madre.
Durante los tres días siguientes continuó aplicándome la pomada dos veces al día y cada vez rozaba mi verga en mas ocasiones. Después de cada sesión debía ir rápidamente al lavabo para «aliviarme».
Al cuarto día cuando se lo propuse a mi madre me dijo que ya estaba bien y que no haría falta continuar con los masajes. Yo le dije que no y que me dolía. Ella accedió y yo me estire en el sofá, tras quitarme los pantalones y quedarme en calzoncillos. Comenzó a aplicar la pomada y vi como su mirada se fijaba en mi polla que comenzaba a crecer en mis calzoncillos. Mi madre se paro y para mi sorpresa me cogió el slip y me lo bajo haciendo que mi polla saliera como un resorte.
– Creo que es esto lo que te duele.
Me la cogió y empezó a meneármela. Primero lentamente y luego con rapidez provocando mis gemidos. Noté que ella jadeaba de excitación y pude comprobar por su cara que estaba muy excitada. No tardé en correrme soltando grandes chorros de leche en la mano de mi madre.
Mi madre continuó meneando mi verga durante casi un minuto. Entonces se miró la mano, manchada de mi leche, embelesada y de repente su rostro se contrajo en una mueca y salió de la habitación. Yo la seguí aturdido y me la encontré en su cama llorando.
-esto no tenia que haber pasado – sollozó – pero no pude res..resistir el impulso.
– Mama yo… – dije sin saber bien que decir – No has hecho nada malo. No ha sido mas que una forma de expresar tu amor por mi. Y es una forma muy placentera – le dije y sonreí con la broma.
Mi madre me miró. Las lagrimas le caían aun por sus mejillas pero esbozó una sonrisa y me abrazó.
– gracias cariño.
Durante la siguiente semana hicimos como si no hubiera pasado nada, eso si, yo necesitaba recurrir con mas frecuencia a las pajas para calmar la calentura al ver a mi madre. La verdad es que me moría de ganas de sentir los labios de mi madre comiéndose mi polla, de follarmela sin parar. Pero no sabía como mi madre reaccionaria ante la propuesta.
Llegó la semana anterior al comienzo de las clases y mis amigos organizaron una fiesta para despedir el verano. La fiesta era el viernes y mi padre se marchó el miércoles a Munich en uno de sus viajes comerciales y no volvería hasta el domingo por la tarde. A diferencia de otras veces no le acompañó mi madre. La verdad es que era una buena oportunidad para intentar otra cosa con mi madre pero aunque aun me ponía muy cachondo ya casi había agotado las expectativas de conseguir nada.
La fiesta era el sábado por la noche. Me arreglé y me fui a casa de mi amigo Tomas, allí era la fiesta, a las siete de la tarde. Me despedí de mi madre con un beso en la mejilla y partí.
Ayudé a Tomas a acabar con los preparativos y a eso de las diez comenzaron a llegar los invitados y a correr la bebida. A las doce ya estaba bastante bebido y tras bailar con varias de mis amigas muy cachondo. Conseguí enrollarme con una, llamada Gloria, que vivía por mi barrio. Aunque yo intente llegar a algo más ella me dijo que no quería ir tan rápido por lo que la cosa no llegó a mayores. Aunque accedió a llevarme a mi casa en su coche. Por el camino aproveché para meterle mano pero ella sonreía y me la apartaba. Me dejo frente a mi casa y se despidió con un largo beso diciéndome que la llamara el lunes. Yo me despedí de ella y entre en mi portal. Entre el alcohol y Gloria me habían puesto como una moto por lo que subí a mi casa preso de una gran excitación. Me dirigí a mi habitación y me quede como pasmado al pasar por delante de la de mi madre. Estaba durmiendo en su cama destapada. Su camisón azulado se había levantado y mostraba sus bragas blancas. Mi verga comenzó a dolerme dentro del pantalón y atontado por la bebida me desvestí rápidamente.
Me acerqué a mi madre y comencé a acariciarla por todo el cuerpo. Baje mis manos hacia sus bragas y las retiré lentamente. Vi el coñito depilado por los bordes de mi madre y comencé a acariciarlo. Apunté mi polla a la boca de mi madre y la pasé por sus labios. Mi madre se despertó sobresaltada.
– ¡ Pero que haces Julián! ¡ Que soy tu madre!
– ¡ Eso no lo decías el otro día! – grite yo fuera de mi.
Mi madre intentó levantarse pero yo se lo impedí.
– ¡O me comes la polla ahora mismo o le cuento todo a papa!
Mi madre me miró entre furiosa y humillada y empezó a sollozar.
Yo estaba fuera de mi y la cogí del pelo obligando a que se comiera mi polla. Al principio opuso cierta resistencia pero al final desistió. Yo empecé a follarmela por la boca como un loco. No tarde en correrme llenando su boca de leche. Mi madre se atragantó y empezó a toser. Yo le saqué la polla y me subí a la cama. Me coloque entre sus rodillas y le empecé a comer el coño.
– Para por favor – me dijo pero en su tono había algo de excitación.
-¡Cállate!
Continué comiéndole el coño sin atender a sus protestas hasta que estas desaparecieron y fueron sustituidas por gemidos de placer. Mi madre se corrió entre gritos. Ya estaba totalmente desinhibida.
Yo me incorpore y apunté mi verga hacia su coño. Mi madre me miró ansioso a que la penetrara. Se la metí de golpe provocando un gritito de placer. Empecé a bombearla como un loco.
– ¡DIOS SIGUE HIJO, SIGUE LLENANDO A MAMAITA, SIGUE!
Se la saqué y la obligue a ponerse de cuatro patas. Desde esa postura volví a penetrarla por la vagina mientras introducía un dedo por su culito. Me corrí llenando de leche su coño.
– SIIII, CORRETE , LLENA DE LECHE A MAMAITA – exclamó mi madre mientras ella se corría.
Se la saqué y de tan exhausto que estaba me quede dormido en la cama junto a mi madre.
Me desperté casi al mediodía y mi madre no estaba. Me levanté y mientras me ponía el pantalón oí que estaba en la cocina. Sin saber muy bien que decirle ni que hacer, pues estaba muy avergonzado por lo ocurrido, me dirigí a su encuentro.
Estaba cocinando algo e un sartén. Se veía preciosa con su vestido corto y escotado. Solo al verla y recordar lo que había hecho la noche anterior mi polla empezó a crecer.
Mi madre se giró y me saludo con una sonrisa. No parecía enfadada.
– Mama….
– ¿si? – dijo y se acercó. Yo me percaté que no llevaba sujetador y sus pezones se marcaban en el vestido, lo que hizo que mi verga se pusiera dura como una piedra.
– Yo quería decirte que siento mucho lo de ayer – dije de repente intentado encontrar las palabras mientras hablaba a toda prisa para no perder el poco valor que me quedaba – Y que sepas que yo nunca podría decirle nada a papa.
Mi madre se acercó y me plantó un ardiente beso en los labios. Su lengua penetró en mi boca y tras mi sorpresa yo le respondí.
– no te preocupes cariño. Gracias a ti he descubierto el verdadero significado de la palabra placer.
Yo sonreí.
– Vaya mi niño es insaciable – dijo poniéndose de rodillas y bajándome mis pantalones.
Con lentitud se introdujo mi polla en su boca y empezó a lamerla lentamente. Todo esto lo hacia mirándome directamente a los ojos con cara de lujuria y mientras se acariciaba su coñito por encima de las bragas.
No tarde en correrme, pero mi polla sin duda por el morbo, no bajó. Mi madre sonrió y me dijo:
– Que maravillosos sois los jóvenes.
Yo le quité las bragas y empecé a comer su coño provocando sus gemidos.
– SIIIIIIIII, NO PARES, SIGUE – jadeaba.
De un movimiento me puse de pie y se la metí de golpe hasta los huevos provocando un grito de mi madre. Yo la cogí del culo elevándolo y ella me rodeó la espalda con sus piernas. Yo seguí dándole hasta que apoyé su culo sobre la mesa de la cocina. Entonces con mis manos que habían quedado libres, empecé a sobarle los pechos sin dejar de metersela. Mi madre se corrió pero yo seguí dándole sin compasión.
– Para hijo para que me vas a matar de gusto – me imploró.
Yo accedí y ella se puso de cuatro patas dispuesta a chuparmela, pero yo tuve una idea mejor. Me coloqué detrás empecé a penetrar con mis dedos su coño. Mi madre no paraba de gemir y al ver su ano no dude en introducir un dedito. A mi madre pareció gustarle porque gimió mas fuerte. Me agaché y empecé a lamerle el ano sin parar de penetrarla con mis dedos. Después de introducir dos dedos a la vez saque mis deditos y me decidí a meter mi verga. AL notar la punta entrando mi madre erizó la espalda y se quedó inmóvil. Yo continué introduciéndola poco a poco hasta que finalmente mis huevos chocaron contra sus nalgas.
– SIII, DAME, ROMPEME, ROMPEME TODA – gritaba fuera de si, mientras se masturbaba.
Yo al oír esas palabras empecé a bombear como un loco su culito.
– AHHHHHHHHHH, SIIIII – gritaba mi madre.
Yo empecé a acariciar su clítoris con mi mano provocando que se corriera otra vez. Continué un buen rato dando por culo a mi madre hasta que me corrí.
– MMMM SI QUIERO TODA TU LECHE – gritó.
Yo saqué la polla del culo de mi madre. Estaba manchada de flujos, mierda y algo de sangre. Me alarme pero observé el trasero de mi madre y solo percibí un hilillo de sangre.
Mi madre se levantó y me besó en los labios.
– La comida estará en menos de una hora – me dijo como si no hubiera pasado nada.
Yo asentí y me fui a mi habitación. A partir de ahora mi relación con mi madre sería muy divertida.
En el próximo relato os narraré un día habitual en mi «nueva» vida con mi madre.
CONTINUARA