Javier, más conocido en el salón como «El Rolo» era un tipo súper antipático. Todo el mundo estaba ya harto de todas sus humillaciones, sarcasmos, comentarios ofensivos y chistes de mal gusto que él nos hacía a todos.

Entre todos estábamos planeando (incluso sus amigos, que ya estaban hasta la coronilla de su petulancia) el modo de cobrarle con creces todas las que nos había hecho.

Como ya se acercaba el día de una convivencia que teníamos planeada junto con los de primer semestre, ya se nos dio la ocasión de hacerle una de nunca olvidar… Todos hacíamos propuestas bien crueles para hacerlo sufrir, pero solo una nos gustó: y era la de uno de mis compañeros quien propuso que lo emborracháramos hasta el extremo y ahí, que fuera el pelele (o mejor, la puta) de todos…Obviamente todos estuvimos de acuerdo.

A la semana siguiente, nos fuimos al paseo. En realidad era pasar el fin de semana en el Country Club…Al llegar al club, todos (incluyendo al Rolo, quien nunca pelaba la ocasión para humillarnos, especialmente a mí, que ya me había hecho quedar varias veces en ridículo delante de toda la U), nos pusimos a jugar voleyplaya. Y estuvimos divirtiéndonos todo el día hasta que llegó la noche, y nos pusimos todos, hombres y mujeres, a bailar y a beber.

Ya teníamos planeado cómo “iba a ser todo». El Rolo estaba sentado debajo de un árbol y le mandamos a una de mis compañeras… Ella le ofreció trago, pero él lo rechazó y de qué manera tan pedante…Entonces ella le dijo que no se pusiera así y que si quería le traía una 7Up.

El aceptó (y eso que el hijueputa se hizo el rogado…). Claro que la 7Up tenía una pequeña cantidad de aguardiente mezclado con un fuerte somnífero. Él se la tomó y luego pidió otra, y otra, y otra… Y así, hasta que en total se tomó 16 refrescos. A cada uno le fuimos aumentando la concentración, estaba tieso como un garrote, se lo embutí al Rolo por la boca y el muy mariconcete se lo tragó sin decir ni mu… el muy cabrón que se creía todo un duro con las hembras, resultó ser todo un marica experto en mamadas…Nunca me lo habían mamado tan sabroso como esa vez. Así lo tuve durante unos cinco minutos, hasta que no me aguanté más y me le corrí en la boca.

Todos mis compañeros se echaron a reír al ver las contorsiones que yo hacía al venirme y de cómo el Rolo se tragaba todo mi semen como una puta barata… Entonces todos mis compañeros (éramos 10, incluido yo), hicieron lo mismo y en cuestión de media hora, Javier (el Rolo) ya se había tragado todas nuestras corridas…

Martín, otro de nuestros compañeros, el cual tenía el aspecto de todo un señor de 32 años, propuso que desnudáramos a Javier. Lo desnudamos teniendo cuidado con su ropa, la intención era que él no se diera cuenta después. Luego lo acomodamos en 4 patas y quedó como un perro, o mejor, como una perra. Martín propuso que por qué no le dábamos carne por el culo a Javier, ya que nos dio la mamada del siglo a todos… Dijimos que listo. Entonces Martín le acomodó el culo y se lo dejó todo parado…El orto de Javier se contraía como si dijese «clávame, clávame».

Entonces Martín le escupió el culo, se bajó los pantalones y sin pensarlo dos veces, le clavó la barra en el culo a Javier. El Rolo se limitó a emitir un ligero quejido. Así estuvieron los dos en ese mete y saca por un espacio de 10 minutos y mientras, todos los demás nos frotábamos los huevos con la mano. Luego nos dimos cuenta que el Rolo tenía una parola bien hijueputa y cuando Martín se corrió en sus entrañas, Javier se corrió al mismo tiempo…

– Miren, el guarrita lo disfruta – grité

Una vez que Martín terminó, todos dijeron que había llegado mi turno. Yo de la borrachera y las ganas de tirar no vacilé un instante en follarme al muy pendejo que, ahora, nos servía de ramera a todos. Pero yo no quería que mis 17 centímetros de nabo se untara de sus porquerías, así que pedí un caucho y me lo dieron «al toque»… Le escupí el culo y se lo fui metiendo despacito, despacito…Sentí un «delicioso dolor» que me llegaba hasta las verijas. Pero luego comencé a sentir placer al clavarme un culo tan rico y apretado…

Se lo fui metiendo y sacando con rabia, hasta que su orto sangró un poco…Al principio me dio mello, pero luego comprendí que era lo que se merecía…Y así fue hasta que ya no pude más y me corrí. Fue el orgasmo más brutal que he tenido en mi vida (esta vez también se corrió, pero no después). Después algunos de mis compañeros se lo culearon hasta dejarle el culeco a Javier bien dilatado y sus intestinos, llenos de semen…Los otros se rajaron y decidieron hacerse una buena paja y correrse.

Al día siguiente, amanecimos como si nada. Decididos, eso sí a pasarla rico el último día de nuestro fin de semana en el Country club…Los muchachos y yo nos inventamos un cuento chimbo para «tapar lo de anoche» y se lo contamos a las «viejas», quienes nos creyeron toda la historia…El Rolo? El pirobo aún no sabe ni se imagina ni se acuerda lo que le pasó, pero sobra decir que desde ese entonces, ya dejó de ser el mismo cabrón antipático de antes…