Capítulo 2
- Por siempre sometido I: Mis inicios como sumiso
- Por siempre sometido II: Una humillación
- Por siempre sometido III: La humillación
Luego de aquel fin de semana en que fui convertido en el putito al servicio de Javier, los días empezaron a correr demasiado a prisa para mí. Rápidamente fui aprendiendo a comportarme como un verdadero esclavo…No me resultó demasiado difícil.
Tampoco me resulto muy difícil ir descubriendo, bajo su guía, las mejores formas de divertirlo y complacerlo. Aprendí pronto que los juegos que Él más disfrutaba eran aquellos en los que mantenía el control y podía dar rienda suelta a su carácter dominante.
Poco a poco fuimos dejando de lado las competencias. Los videojuegos ya no tenían mucho interés para ninguno de los dos. Ambos disfrutábamos mucho más aquellas actividades en las que yo era su juguete, un objeto a su entera disposición… aquellos juegos en los que mi sumisión y mi condición de inferioridad ante Él quedaban plenamente demostrados…
Su voluntad era soberana. Él mandaba y yo simplemente obedecía. Desde aquella vez en que me recriminó por haber lamido sus pies mientras Él dormía, no me atreví nunca más a hacer nada que no me ordenara y ni tan siquiera osaba pedirle que me usara o que me dejara lamerle sus pies…asumí mi papel de esclavo…entendí muy pronto que yo no era más que un objeto de su propiedad con el que Él hacía lo que se le daba la gana…
Como era costumbre, todas las tardes después del colegio íbamos a su casa, hacíamos los deberes escolares y luego «empezaba la diversión». Lo primero era que me hacía descalzarlo y besarle y lamerle los pies…me hacía lamerle los pies por largo rato mientras Él leía algo o veía alguna película en la tele….
Aquello se había convertido en una ceremonia diaria. En los momentos en los que me hacía poner mi rostro sobre su regazo para consentirme, me decía: «Me gusta que lo hagas…me fascina verte lamiéndome los pies….eso me demuestra lo buen putito que eres…»
Día a día se hacía más dominante y más exigente….pero cada vez que me usaba con dureza o me atemorizaba con la frialdad de su mirada, acababa regalándome esos instantes de infinita paz en los que terminaba prometiéndome que yo sería para siempre su putito…y dos lágrimas de felicidad se me desprendían de los ojos mientras Él mantenía mi rostro entre sus manos…
Lo divertía mucho hacer que lo paseara sobre mi espalda por sus habitaciones…además lo excitaba al máximo…
A veces, después de ponerme a que le lamiera sus pies, ordenaba que lo ayudara a desnudarse; luego mandaba que me quitara mi camisa y la remera y me pusiera a cuatro patas…tomaba una vieja corbata y me la metía en la boca usándola como rienda, se acaballaba sobre mi lomo y me hacía pasearlo por sus habitaciones mientas me daba de correazos en el trasero y me instigaba con palabras para que galopara como un caballo, llevándolo de su recámara al estudio y de allí al pequeño gimnasio o al cuarto de baño…
Me excitaba demasiado sentirlo cabalgándome…el contacto de su piel desnuda sobre mi espalda….el leve cosquilleo que me provocaba su incipiente vello testicular….las gotitas de su líquido preseminal que caían sobre mi piel…la forma como me dominaba con la rienda y los azotes que me propinaba en el trasero… sentirme un animal a su servicio….todo eso me ponía absolutamente cachondo…
Luego que me veía completamente agotado y sudoroso, cuando ya su excitación alcanzaba los límites, hacía que me dirigiera hacia el sofá…allí me desmontaba, me ordenaba tenderme boca – arriba sobre el mueble y volvía a montarme….
Se sentaba sobre mi pecho…yo sabía lo que venía enseguida, así que entreabría mis labios y me los humedecía con la lengua, preparándome para ser usado por Él…Se inclinaba un poco y me metía su arrogante verga…me dejaba mamársela por unos instantes…luego empezaba a follarme sin compasión…
Me follaba por la boca sin piedad…metiéndome su poderosa verga hasta la garganta…haciéndome agonizar mientras Él gozaba…yo daba arcadas por la inclemencia de sus embestidas…Él aprovechaba para penetrar aún más profundo en mi garganta…
Y su placer era lo único importante en esos instantes…yo me esforzaba por lamerle la verga para complacerlo mejor…a pesar de que con cada arremetida sentía que me destrozaba la garganta…
Terminaba con su poderosa verga completamente rígida sembrada en lo más profundo de mi garganta…eyaculando a chorros…con su cuerpo estremecido de placer….mientras yo, casi ahogado, con los ojos en blanco, intentaba tragarme toda su carga de semen y me esforzaba por chupársela y lamérsela para que su gozo fuese aún más completo….
En ocasiones algún gesto mío lo hacía reír. Entonces yo adoptaba el papel de bufón, esforzándome al máximo para parecerle gracioso….el reía mientras yo hacía el ridículo solo para divertirlo…Y lo divertía…hasta que Él se hartaba y me hacía lamerle los pies mientras leía algo o se perdía por largo tiempo en el mundo del chat o de la tele…
Yo disfrutaba todo aquello. Cada instante a su lado era para mí como un minuto en el paraíso…no le veía límite a mi adoración por Él…
En ocasiones, casi siempre después de reírse de mis bufonadas me sometía a una especie de prueba…»Ven acá mi putito….vamos a ver qué tanto has aprendido a darme placer….voy a tomarte tu lección de putito…»
Yo disfrutaba al máximo esos momentos. No me follaba la boca como hacía con regularidad, sino que me dejaba a mí llevar el ritmo de su placer…entonces aprovechaba esa oportunidad que Él me regalaba…
Había ido descubriendo la mejor manera de mamársela para darle el máximo placer….sabía donde debía lamer su verga para excitarlo más….cuándo acelerar el ritmo y la profundidad de la mamada para provocarle el más copioso orgasmo…Había descubierto que lamerle y chuparle suavemente sus huevos lo hacía estremecerse de excitación y que luego de aquello me regalaba una abundante carga de leche…
En esas ocasiones se corría sobre mi lengua…dejándome saborear su semen…. inundando mi boca con su placer mientras rugía como un león…escupiendo dentro de mí los abundantes chorros de su virilidad.
«Vas aprendiendo, mi putito…pero aún te falta…tendrás que esforzarte más para complacerme de verdad…» Yo agradecía sus palabras mientras me afanaba en lamerle suavemente la verga y tragarme los últimos restos de su eyaculación….
A su edad, su virilidad andaba siempre alborotada…a los 14 años es muy difícil que se le bajara la calentura….aún más cuando disponía de un esclavo como yo….siempre ansioso por complacerlo, siempre deseoso de ser usado por Él…Por eso, se había convertido en costumbre que dos o a veces tres noches cada semana me quedara a dormir en su casa….papá no representaba ningún problema…yo dormía en casa de su Patrón y eso lo hacía sentirse orgulloso…
Javier decidió que si yo pasaba la noche en su casa no sería solo para dormir….mi joven Amo quería tenerme a mano para usarme cuando le placiera…le resultaba incómodo y riesgozo ir hasta el cuarto de servicio donde yo solía pernoctar….
Pero tampoco permitía que durmiera en su recámara….un esclavo no duerme en la misma habitación que su Amo…un esclavo sólo está junto a su Amo para servirlo y complacerlo, para ser usado por Él y no para descansar…
Pero Él tenía medios de sobra para solucionar ese y cualquier otro problema…. Contiguo a la habitación que estaba habilitada como gimnasio, había un ‹‹pequeño›› cuarto como de 5×4 m – el que yo compartía con mi hermano Julián tenía a lo sumo 3×2 m –, que siempre había estado vacío….lo único que ocupaba el espacio era una columna que iba del piso al techo y en cuya parte superior estaba empotrado un par de sólidas argollas…ya luego sabría mi Dueño el uso que podía darle a esas sólidas argollas….
Hizo que los sirvientes llevaran hasta allí una pequeña cama provista de lo necesario para que yo pasara mis noches cuando me quedaba en su casa….así no me tenía en su recámara, pero cuando deseaba usarme podía llegar rápido y sin riesgo a donde yo estaba…
Muchas veces aquellas noches, venía a cualquier hora a donde yo estaba y me usaba….Me cogía por la boca mientras yo permanecía acostado con mi cabeza a media cama, mis piernas colgando por la baranda y completamente sometido, esforzándome apenas por lamerle y chuparle suavemente su arrogante verga mientras Él me penetraba sin piedad hasta terminar eyaculando a chorros en mi garganta…
Pero a pesar de todo ello, yo no sentía que Él se comportara en forma violenta conmigo….si bien me trataba con rudeza, yo entendía que esa era su forma de usarme…era de esa forma como Él disfrutaba de su putito…y su putito estaba dispuesto a cualquier sacrificio por complacerlo…
Pero llegó lo inevitable para todo esclavo…pequé contra mi Señor…pequé contra mi Amo por desobediencia y esa culpa sería la causa del primer castigo…
En el colegio las cosas transcurrían con normalidad. Durante nuestra estancia allí, ni Javier ni yo dejábamos que trasluciera nuestra verdadera relación. Como era natural, yo lo trataba con extremo respeto; entre tanto, Él se comportaba conmigo en forma cortés y amable…allí, yo seguía siendo «su amigo» ante los demás, aunque en el fondo de mi corazón Él era mi Amo en todo momento y yo era su putito….su esclavo….su juguete….
Sin embargo, mis problemas con Fabio iban en aumento. A sus continuos insultos y humillaciones, les había agregado el ingrediente de la agresión física sin ningún motivo. Era cuestión de estar cerca de él para que me diera fuertes palmadas en la espalda o en la cabeza…me pellizcaba el trasero y no dejaba pasar la oportunidad de pateármelo.
Además se había dado a la tarea de convertirme en el objeto de burlas de todos los «Superiores» del curso, de tal manera que aquellos otros cinco chiquillos – en total eran siete los «Superiores» del curso, junto con Javier y Fabio –, todos entre los 13 y los 14 años, habían perdido cualquier rastro de respeto hacia mi dignidad y me agredían, a veces con mayor crueldad que la que solía usar Fabio.
A Javier, mi situación parecía no importarle ni un poco. Él era el único entre los «Superiores» que no me agredía en el colegio, pero tampoco hacía nada para que sus amigos tuvieran al menos un poco de consideración hacia mi. Antes por el contrario, me había prohibido expresamente que los agrediera y aún que me defendiera de sus ataques.
Una tarde, después de haber montado sobre mi lomo hasta dejarme al borde del desmayo y de haberme follado la garganta sin compasión, me atreví a pedirle que me ayudara. «Aguanta…» me dijo sonriendo…»Eso te ayudará a ser un mejor esclavo y yo me sentiré más satisfecho de seguir usándote».
No me di por vencido…»Es que a veces me dan ganas de romperle la madre al pesado del Fabio…lo odio cada día más…» Mi Amo fijó su mirada en mí, una mirada de furia que nunca antes le había visto…temblé y me arrepentí de mis palabras. «No te atrevas, inferior…»
Dijo esto último con un claro tono de desprecio…me hizo sentir todo el peso de mi condición de esclavo….pero entonces no sólo me sentí su esclavo sino que empecé a creerme un ser despreciable e indigno….con una sola expresión, mi Dueño me hizo sentir todo lo que no había logrado hacerme sentir Fabio con sus constantes insultos y agresiones.
Incliné mi rostro…me sentí profundamente avergonzado y temeroso. «Te prohibo que vayas a levantar un dedo contra mis amigos….si lo haces, tendré que hacerte algo que realmente te duela….» Me estremecí. De nuevo la amenaza de un castigo me aterraba y me excitaba al mismo tiempo.
Me ordenó pernoctar en su casa ese día. Por la noche me hizo lamerle sus pies durante casi dos horas mientras Él hablaba con alguien en el chat…Ese día no me consintió como solía hacerlo y casi una hora después de haberme mandado a mi cuarto, lo sentí entrar e inmediatamente me dispuse para que me usara. Me folló la boca con extrema dureza y luego de eyacular se fue a su recámara sin decirme ni una sola palabra.
Al día siguiente todo fue normal. En el colegio continúo mi suplicio, pero en la tarde, luego de usarme mi adorado Señor, me regaló nuevamente unos cuantos mimos y no volvió a pronunciar palabra sobre el incidente del día anterior.
Debió pasar algo más de una semana desde aquel incidente cuando mi Amo recibió una invitación de su primo Norman. El joven primo de mi Amo – tenía entonces tan solo 13 años; uno menos que Javier –, sería homenajeado por una organización defensora de los derechos humanos, por haber hecho importantes donaciones para la creación de una casa – hogar para niños huérfanos hijos de inmigrantes africanos y latinos.
Javier sonreía con malicia comentando cómo ahora Norman iba a tener una fuente inagotable de putitos, y no tendría que ir a llevarse los suyos, como había hecho con Jóse.
A mí cada vez me picaba más la curiosidad por conocer a Norman, pero no iba a ser en ésta ocasión. Javier ni mencionó la posibilidad de llevarme con Él. Tal vez, pensaba yo, no quería exponerse a perderme. Pero de mi parte podía estar seguro; yo hubiera preferido morirme antes que dejar de ser su juguete y su putito…
La estancia de mi Amo en Alemania junto a su primo, iba a durar más de una semana. Yo iba a morirme del aburrimiento, de la soledad y de las ansias de ser usado por mi adorado Dueño, pero ni siquiera me atreví a insinuarle que me llevara con Él.
Si lo hubiese querido, mi Señor me habría llevado sin tener obstáculos. Si no lo hacía era por que no lo estimaba conveniente y yo no iba a incomodarlo pidiéndole que hiciese algo que Él no quería hacer. Para entonces yo tenía muy claro que mis deseos no importaban para nada, que mi voluntad debía ser anulada y resignada ante la voluntad de mi Dueño y que mis necesidades de esclavo sólo eran satisfechas cuando esas necesidades eran compatibles con los deseos y el placer de Él.
Mi Amo se fue y yo me sentí aún más incómodo en el colegio. No es que el hostigamiento de mis «Superiores» arreciara; era que la ausencia de Javier me hacía aún más susceptible a las humillaciones y a los malos tratos a que me sometían aquellos chiquillos arrogantes.
Yo soportaba con estoicismo las burlas, los golpes y las humillaciones; recordando siempre la prohibición de mi Señor. Hasta llegué al extremo de resignar el poco orgullo y dignidad que me quedaban para suplicarles a algunos de esos mocosos que me dejaran en paz. El resultado siempre era el mismo: más humillaciones, más burlas y más golpes.
El martes, casi a la hora de salida, sucedió algo que disparó mi indignación al máximo e hizo que me olvidara de la obediencia debida a mi Amo.
Uno de aquellos pequeños malvados se me acercó a la hora del recreo y me dijo que él y sus amigos estaban dispuestos a dejarme en paz; que me reuniera con ellos en el baño de los «Superiores» hacia el final de la clase de deportes y que entonces me lo explicarían todo. Me miró con una sonrisa de complicidad, me dio una leve palmada en la cabeza y se despidió diciéndome: «No vayas a fallarnos, inferior…»
Aunque el propósito del colegio, pregonado por todos los medios posibles, era que no existiesen diferencias en el tratamiento de los hijos de los dueños y los hijos de los empleados de la Compañía, lo cierto era que existían algunos detalles que evidenciaban que las cosas no eran tan parejas como quería hacérselas parecer.
Uno de esos detalles era el hecho que cada grupo – perfectamente diferenciado – tenía sus propios cuartos de baño. Los «Superiores», que debían mear como cualquier otro chico, disponían de un cuarto de baño para ellos solos, cerrado siempre con llave y permanentemente aseado por dos sirvientas. A cada cual le estaba prohibido el ingreso al cuarto de baño que no le correspondía.
Un día sentí curiosidad por ese hecho y me aventuré a preguntarle a Javier por qué se daba esa situación. Él me contó que las mamás de los «Superiores» se habían opuesto a que sus niños compartieran el baño de los otros chicos, argumentando que se preocupaban en extremo por la salud de sus hijos…no entendí del todo el argumento, pero no me importaba mucho esa diferencia…a instancias de la asociación de padres, habían construido el cuarto de baño de los «Superiores» y habían establecido las reglas de uso.
Para evitar que cualquiera de los «inferiores» se viera tentado a meterse donde no debía, se decidió que el baño de los «Superiores» permaneciera siempre cerrado y a cada uno de los niños se le entregó una llave para permitirle el acceso…pero bueno, creo que ya me estoy desviando de la historia….así que mejor prosigo…
Confiado en que iba a lograr zafarme del hostigamiento de los chicos, apenas pude esperar a que concluyera la clase de deportes para escabullirme hasta el baño de los «Superiores». Llegué medio temeroso, medio prevenido, pero también un tanto alegre por la posibilidad de liberarme del suplicio que me significaban sus burlas, sus humillaciones y sus golpes.
Toqué suavemente e inmediatamente se abrió la puerta. El chico que me había puesto la cita me tomó por el brazo y me haló con fuerza haciéndome entrar. En ese mismo instante alguien me asestó una bofetada violenta que me hizo perder el equilibrio y caer por el suelo. Sin tiempo para reaccionar, sentí como uno de los chicos descargaba su pie sobre mi nuca, aplastándome el rostro contra el piso e inmovilizándome, mientras otro chico tomaba mis brazos y me ataba firmemente las muñecas sobre la espalda.
Los muy cabrones me habían tendido una trampa y yo caí en ella como el mayor de los idiotas. Me invadió una rabia incontenible contra aquellos malvados, pero sobre todo contra mí mismo por haber sido tan estúpido de creer que aquellos monstruos serían capaces de tener un gesto de amabilidad para con un «inferior» como yo.
Pero al sentirme inmovilizado y atado, caí en cuenta que estaba a merced de aquellos malvados….entonces empecé a aterrarme, sin poder imaginar lo que iban a hacerme…no tardaría en saberlo…
El chico que me había atado las muñecas me agarró por los calzones y trató de levantarme mientras el otro chico presionaba firmemente mi nuca con su pie. El resultado fue que quedé con mi trasero en pompa y expuesto, mientras mi rostro era aplastado inmisericordemente contra el suelo.
El sentimiento de impotencia era tal que ni siquiera intenté defenderme. Además no me hubiese valido de nada…en las condiciones en que estaba, aquellos malvados me tenían a su entera disposición y resistirme tal vez hubiese enervado aún más su furia….lo mejor era sometérmeles…
Las risas y los comentarios de burla no se hicieron esperar…cada cual me comparaba con un animal a cual más rastrero…me llamaban cucaracha, perro, lagarto y cosas por el estilo mientras cada comentario era seguido por una nueva explosión de carcajadas…
Luego de algunos minutos en esa situación, todos callaron y uno de los chicos empezó a hablar. Sin poder verlo lo reconocí al punto, era el pesado del Fabio: «Has roto las reglas estúpido inferior…. ¿acaso no sabes que los puercos como tú tienen prohibida la entrada aquí?….»
Intenté defenderme de la acusación. Iba a decirles que era injusto que me acusaran de violar las reglas, pues uno de ellos me había invitado a venir allí, pero no pude decir nada….apenas intenté hablar, el chico que presionaba mi nuca aumentó la fuerza de su pie acabando de aplastarme el rostro, mientras que otro de ellos me pateó el trasero y me gritó: «¡Cállate puerco, que uno de tus Superiores está hablando!». Gemí adolorido y se escuchó una nueva explosión de risa.
Al punto todos volvieron a callar y Fabio continuó: «Ya que has roto las reglas, tendremos que castigarte…pero también nos vas a prestar un pequeño servicio….¿lo oyes inferior?….te vamos a honrar dejando que nos sirvas para algo….» Todos volvieron a reír pero Fabio los calmó al punto y continuó, ya sin dirigirse a mí: «Empezaremos por lo desagradable….vamos chicos – los instó – no sean perezosos…a castigar al puerco inferior…»
De inmediato hubo una nueva explosión de carcajadas y cada chico fue desfilando ante mi expuesto trasero y pateándomelo sin contemplaciones. A cada golpe, a cual más violento, yo emitía gemidos de dolor, como los que emiten los perros cuando son castigados por su Amo.
Los chicos no cesaban de reírse a carcajadas, de hacer comentarios de burla y de patearme el trasero. Pero entonces el chico que me aplastaba la nuca protestó diciendo que a él también le correspondía castigarme….
Como no podían liberarme por temor a que me les escapara o gritara pidiendo auxilio, otro de los chicos que ya me había pateado el trasero me pateo por la barriga haciéndome perder el sentido….en ese momento, otro de los chicos tomó el lugar del que me aplastaba el rostro para que éste pudiera ir a tomar parte del festín de patadas que llovía sobre mi dolorido culo….
Cuando ya creía que aquellos salvajes iban a matarme a golpes, oí que Fabio le preguntaba a otro de los chicos si le había advertido a Roberto….Alejandro, el chico con el cual hablaba Fabio, respondió: «Debe estar ahí afuera esperando nuestras órdenes».
Fabio le pidió al otro chico que hiciese pasar a Roberto y le dijo a los demás: «Ya está bueno de castigar a este puerco inferior, ahora vamos a honrarlo dejándolo que nos sirva….»
Al punto entró Roberto junto con Alejandro. Este tal Roberto era un chico enorme, como de 16 años pero con unos rasgos de idiotez muy marcados. Hijo de un estibador y por lo tanto uno de los inferiores mas bajos.
Desde su llegada al colegio, este chico había sido el bufón de los «Superiores», que no solo se divertían a su costa, sino que además lo usaban como mandadero y como ejecutor de las lecciones que le propinaban a algunos de los otros «inferiores».
Tal vez por su idiotez, Roberto parecía sentirse complacido de ser utilizado por los «Superiores». Siempre se mostraba dispuesto a divertirlos y a cumplir sus órdenes. Es posible que eso lo hiciera sentir importante, pues nunca supe que aquel idiota tuviera vena de sumiso; antes por el contrario, creo que se divertía cuando lo hacían adoptar su papel de abusador.
Pero bueno, continúo con la historia. Apenas entró Roberto oí un cuchicheo, sin que pudiera adivinar qué estaban planeando los chicos. El que me aplastaba el rostro contra el suelo retiró su pie de mi nuca e inmediatamente Roberto me agarró por los pelos y haló haciéndome poner de rodillas; puso una de sus rodillas sobre mi espalda y presionó, manteniéndome agarrado por los pelos, y haciéndome echar la cabeza hacia atrás….mi mueca de dolor causó una explosión de risa entre mis verdugos…
Apenas pude observar el panorama, me pareció poco menos que aterrador….los seis «Superiores» habían hecho un semicírculo a mi alrededor y cada uno de ellos empezaba a bajar el cierre de su pantalón y a liberar su verga semierecta….
Fabio se me acercó, blandiendo su enorme y amenazante verga ante mis ojos…me abofeteó sin misericordia y gritó: «¡Abre tu hocico….puerco inferior….» Creí que iba a follarme la boca y en vez de obedecerle apreté mis dientes con tanta fuerza que pude habérmelos roto….
Al notar mi resistencia, Fabio volvió a golpearme y le ordenó a Roberto: «¡Haz que el puerco abra el hocico!» El idiota, sosteniéndome por los pelos con su mano izquierda y con su rodilla firmemente asentada entre mis omoplatos, me agarró por debajo de la mandíbula inferior con su manaza derecha y presionó con extrema fuerza sobre la unión de mis mandíbulas….automáticamente abrí mi boca con un rictus de dolor…
Los «Superiores» tuvieron una nueva explosión de risa que ésta vez duró hasta el final de mi suplicio…Fabio se me acercó un poco más y apuntó su verga casi completamente erecta entre mis labios…
Creí que iba a follarme como solía hacerlo Javier…me sentí sucio, rebajado… profundamente humillado e impotente… Javier era mi Dueño y yo su putito….yo adoraba a Javier y me sentía feliz de que Él me follara como quisiera…pero Fabio… Fabio, a pesar de ser tan guapo como era y de tener una verga enorme y hermosa con la que ahora empezaba a rozar mis labios, no dejaba de ser mi peor enemigo….a cada instante lo odiaba más…quería matarlo…y en cambio…iba a verme forzado a darle mi boca para que la usara para su placer…iba a verme sometido a mamársela…tal vez iba a eyacular dentro de mí y yo me vería obligado al mayor acto de sumisión de un chico frente a otro chico: bebérsele su semen…Quería morirme…
Pero en cambio de acabar de meterme su verga, el muy cabrón la apuntó dentro de mi boca….directo a mi garganta y empezó a mear…su grueso y potente chorro golpeó más allá de mis amígdalas… Creí que iba a ahogarme e instintivamente empecé a tragar casi con desesperación…no fue suficiente…
Me atraganté y con un doloroso e involuntario espasmo tosí una y otra vez, haciendo que parte de los meados de Fabio se salieran por mi nariz y corrieran por mi labio superior hasta volver a caer entre mi boca…el muy cabrón se dio cuenta y no dejó pasar la oportunidad de humillarme aún más: «¡Miren…este puerco inferior se siente verdaderamente honrado…está reciclando mis meados….le gusta que los Superiores usemos su hocico de orinal….!» Todos redoblaron sus carcajadas y algunos de los chicos se acercaron para ver por sus propios ojos cómo era que «el puerco inferior» estaba reciclando los meados del «Superior» Fabio…
Al fin Fabio terminó de mearme…en vez de sacudir su verga me la repasó por todo el rostro secándosela con mis mejillas. De mis ojos empezaron a caer lágrimas de indignación, de rabia y de tristeza…otro chico se acercó e imitó en todo a Fabio…y luego otro y otro y otro…
Los seis Superiores usaron mi boca como orinal…algunos con cierta torpeza terminaron salpicando a Roberto y méandome la cara y el pecho entre carcajadas y expresiones de burla….»Mira como llora el puerco inferior….está muy alegre de servirnos de meadero que hasta llora de la felicidad…»
Dirigiéndose a Roberto, Fabio ordenó: «Manténlo aquí mientras nosotros nos vamos…no te vayas a dejar pillar a la salida por que te hacemos lo mismo…» Todos rieron, incluso el propio Roberto…pero el muy idiota se atrevió a preguntar: «¿Yo también puedo mearlo….?» No acabó de decirlo cuando Alejandro le respondió: «¿Acaso estás loco, idiota?…este meadero es solo para Superiores…tu vete a mear con los otros inferiores». Todos volvieron a reír, incluso el propio Roberto….en el fondo de mí le agradecí a Alejandro….no quería seguir siendo torturado y ahogándome con meados, aún menos con los del puerco inferior del Roberto…
Los Superiores fueron saliendo de uno en uno…Roberto me obligó a tenderme en el suelo panza arriba y se sentó sobre mi barriga mientras esperaba para darles tiempo a los chicos de desaparecer del colegio…
Mi vejiga estaba llena casi a reventar. El estado de abandono que me sobrevino a toda aquella humillación y tortura, junto con el enorme peso del idiota sobre mi barriga, hicieron que me vaciara casi sin darme cuenta….como si fuera poco que los seis Superiores me hubiesen meado, terminé méandome a mí mismo….
Debieron pasar como unos diez minutos durante los cuales lloré sin contenerme, tratando de sollozar muy quedo para no ir a despertar los bajos instintos del idiota que aún me tenía a su merced…al cabo de ese tiempo, Roberto se levantó, me dio una patada por las caderas haciéndome rodar por el charco de meados del suelo, se me acercó, desató mis muñecas, me agarró por los pelos haciendo que me levantara y me sacó a empellones del baño de los Superiores….
En el estado en que estaba caminé hasta mi casa como un sonámbulo….nada me importó que las personas se me quedaran viendo…en ese instante yo estaba solo con mi humillación y mi profundo odio….lo único que contaba era el irreprimible deseo de matar a Fabio…ya ni siquiera me acordaba de mi Amo y de su prohibición….
«Voy a matarlo….voy a matarlo…voy a matarlo…voy a matarlo…» Esas eran las únicas palabras que reconocía en esos momentos, esa era la única idea de la que tuve conciencia hasta que sucedió lo que sucedió…
Me proveí de un corto pero muy macizo y pesado garrote y al día siguiente – miércoles – todo fue llegar al colegio, ver a Fabio, sacar el garrote y abalanzármele….
Solo tuve tiempo de darle un golpe porque el muy pesado cayó como un fardo al suelo e inmediatamente cuatro chicos cayeron sobre mí y me sujetaron….al ver que Fabio no se movía ni por asomo, todos los chicos se olvidaron de mí, lo levantaron como pudieron y corrieron con él a la enfermería…
Yo me quedé sentado a la entrada del colegio….ya nada importaba…había cobrado venganza…eso era todo…debieron pasar apenas unos poquísimos minutos antes de que el profesor encargado de la disciplina viniera a buscarme….yo estaba en un estado catatónico…no tenía conciencia del tiempo…
Me suspendieron del colegio por el resto de la semana….ni siquiera tomé en cuenta la levedad del castigo por haber «¿matado?» a un Superior…vagué por la ciudad el resto del día, sin pensar en nada….ya sin odio, sin miedo, sin conciencia, sin voluntad…
Llegué a casa a una hora en la que todos pensaron que venía del colegio….ni siquiera me importó si sabían o no lo sucedido…ya yo no era yo…era un autómata….Entonces Julián se me acercó y me dijo: «Oye idiota, te acaba de llamar Javier…que llega mañana y que te espera en su casa después de clases para que lo pongas al día con los deberes del colegio…»
Palidecí. Aquello fue un verdadero mazazo para mí. Mi rostro debió desencajarse y el mocoso del Julián debió pensar que era por su insulto y se apartó; tal vez evitando que yo le diera un golpe por llamarme idiota…
La verdad era que ni siquiera había oído el insulto de Julián…lo único que había oído era el nombre de mi AMO….»JAVIER»….Eso me devolvió a la realidad con una angustia indescriptible…
«JAVIER…» Había desobedecido a Javier….Javier me echaría de su lado…ya no sería más el putito, ni el esclavo ni el juguete de Javier….iba a morirme…
Sin embargo, a pesar de mi desobediencia, mi Amo no me apartaría de su lado….en cambio, me sometería a un humillante y doloroso castigo…