Nuevas aventuras con Mariana II
La nota de Mariana me había dejado intrigado. ¿Una hermana? Seguro que estaba tan divina como ella. Sólo en pensar que podía estar con dos mujeres a la vez me ponía muy caliente. Así que no aguanté mucho para alzar el teléfono y llamarla.
-¿Así que tienes una hermana?
-Sí, tiene 20 años, es menor que yo. Estoy seguro que te gustará. Pero descansa hoy, aliméntate bien, para que tengas fuerza para aguantarnos a las dos.
Mariana no quiso decir más. No hacía falta. Ya, de sólo de pensarlo tenía una buena erección y unas ganas inmensas de masturbarme. Pero prefería guardar mi leche para la fiesta que imaginaba me esperaba mañana.
Y llegó mañana… me abrió la puerta de la casa Mariana con un pijama sumamente sensual…
¿Tu hermanita?- le pregunté
Mariana, sonrió antes de responderme: «por allá dentro»…pero todavía no va a salir…». Dijo mientras se recostaba en el sofá y ponía sus pies sobre mis piernas. Yo agarré sus pies y los empecé a masajear del talón hacia sus divinos dedos, sus uñas delicadamente cortadas, sus suaves y delicados pies. Siempre le miro los pies a una mujer. Le empiezo a chupar cada uno de sus dedos, lentamente, dedicándole a cada uno el tiempo necesario para que ella sienta mis ganas. Ella me mira, disfrutando cada una de mis chupadas. Sus pezones ya se empiezan a endurecer. Con una mano libre le empiezo a acariciar su pierna izquierda la parte interna de su muslo mientras que con mi boca y mi otra mano le sostengo el pie. Le acaricio su pierna de arriba abajo con la yema de los dedos, suavemente de manera circular.
Ella se humedece sus labios con su lengua, tiene la boca semi abierta y su respiración es cada vez más fuerte. Se está excitando.
Mi pene está cada vez más duro y necesita ser liberado del yugo del pantalón. Lo desabrocho, bajo el cierre. Empiezo a besarle el tobillo y me dedico a su divino muslo. Primero le doy pequeños y suaves besos apenas posando mis labios sobre su pierna, luego con la punta de mi lengua la recorro hasta llegar a su blanco bikini. Paso mi lengua bordeando toda su ropa interior, de una pierna hacia la otra. Siento el olor de su excitado sexo y empiezo a lamer su vulva sobre su ya húmeda pantaleta. No aguanto más mi pantalón y me lo termino de quitar quedándome sólo en ropa interior. Continúo lamiéndola y creo que ya ha llegado el momento de quitarle su ropa interior. Pero cuando empiezo a hacerlo ella me detiene poniendo su mano sobre el bikini
-Todavía no… ¿Cuándo entonces? -Todavía no.
Cuando termina de decir eso se levanta y va hacia la cocina. La sigo, necesito tener su cuerpo cerca, su olor, su excitada vulva.
-Estaba terminando de cocinar cuando tocaste la puerta…
Yo me coloco detrás de ella, presiono mi erección sobre sus nalgas.
-Te quiero follar. Quiero seguir chupándote. -Tranquilo, que ahora es que hay tiempo. -Así que tú eres de quién mi hermana me habló-dijo una seductora voz de mujer a mis espaldas.
Volteé y allí estaba. Parecía una niña, nadie hubiera dicho que tenía veinte años. Era una flaca de rostro hermoso pero de pequeños senos, pero con un culo que destacaba. Vestía además de manera infantil llevaba una pijama con osos rosados dibujados. Parecía querer destacar esa infantilidad. Me le quedé viendo y mi pene se endureció aún más. Mariana me preguntó al oído: » ¿te gusta?». «Sí, le respondí». Cógetela entonces, está a tus ordenes”, me dijo. Malena, ven para acá. Ella se acercó y me miró. Puse mis manos sobre sus nalgas y las empecé a sobar. Hice que notara mi excitación. Agarré con mi mano su barbilla, se la alcé y le besé el cuello. Continúe besándola y le mordisqueé sus labios, presioné con los dedos de mis manos sus pómulos, para que abriera su boca. Cuando lo hizo introduje mi lengua en su boca. Llevé una de mis manos a su nuca y presioné contra mí para darle un apasionado beso.
Mariana nos miraba sonriendo. Paré de besar a Malena, le sonreí y luego le dije: «quiero que me la chupes». Ella sin reclamar se agachó, se puso de rodillas y me bajó mi calzoncillo, me lo quitó. Mi erección estaba a tope. Me agarró mi pene con firmeza y luego acarició con sus manos mis testículos. Empezó a lamer y chupar mi pene desde su base ascendiendo lentamente. Llega hasta la punta que lame con gusto para luego introducírsela en la boca completamente y continuar chupando, primero sólo la punta y luego hasta la base de mi miembro. Estoy a cien. Abruptamente Malena se retira de mi pene, se levanta y lo agarra firmemente con una mano. Se para y empieza a caminar obligándome a seguirla. Legamos hasta la inmensa cama donde hace apenas dos noches me había acostado con su hermana mayor. Suelta mi pene y se acuesta boca arriba, flexiona las piernas y se sube un poco su pijama, dejando entrever su ropa interior. Es toda una provocación que me anima a continuar la chupada que no pude terminar con su hermana. Me arrodillo ante ella. Le empiezo a besar sus muslos, se los lamo suavemente.
A medida que me acerco a su braguita de algodón siento su aroma dulce. Juego con mi lengua por debajo y por encima de su ropa interior. Ropa que por la humedad de su sexo se le adhiere a la piel, se le pega a sus labios. Malena tiene todo su sexo cuidadosamente depilado. Me gusta poder mover mi lengua con total libertad, lamer su raja en busca de su escondido clítoris. Lo encuentro, arqueo mi lengua a su alrededor y chupo. Ella se arquea con intensidad y con su mano en mi cabeza me presiona contra su caliente entrepierna. Gime y suda a mares me pide que no pare. Pero, paro, dejo de chupar su cálido sexo, flexiona las piernas de ella contra su pecho a medida que le voy quitando su bikini de algodón. Con su braga en mi mano, le acaricio su sexo y luego la huelo, me encanta su olor. En esa posición su vulva se muestra en todo su esplendor. Mi pene me pide que la penetre ahora mismo Pero prefiero seguir chupándole su mojada raja. Y eso hago continúo chupándola con intensidad, con dedicación, pasando mi lengua por todo lo largo de sus divinos canales, cada vez más jugosos y húmedos. Tengo demasiadas ganas de sentir el calor de su cueva.
Agarro mi pene con una mano y le empiezo a acariciar toda su rajada con la punta de mi glande, de arriba abajo provocándola a ella aún más y haciendo esfuerzos de mi parte por no acabar aún y prolongar nuestro placer. Pero ya no lo puedo evitar e introduzco mi miembro en su cueva lentamente. Lo muevo primero de manera circular y luego inicio un lento vaivén hacia dentro y hacia fuera. Estoy en esa posición y de repente siento una húmeda lengua entre mis nalgas. Volteo un momento la cabeza y veo que es Mariana quién lame. Y cómo lame. Continúo con el vaivén en la cuevita de Malena que me hace gozar con su sabrosa fricción. Mariana ha pasado de lamer a restregar sus dientes por mis nalgas, por mi espalda lamiendo a ratos con su lengua mi columna vertebral. Malena me pide excitada que le dé más duro, que me quiere sentir más, que vaya más rápido. Lo empiezo a hacer por lo que Mariana se hace a un lado.
Con una de mis manos libres masturbo a Mariana mientras Malena me exige el resto de mi atención. Decido cambiar de posición y pongo las piernas de Malena sobre mis hombros, ahora con mis dos manos en su cintura la empujo hacia mí para profundizar cada vez más la penetración. Mariana yace a un lado masturbándose. Malena me dice que quiere ella estar ahora encima mío. Nos volteamos quedando yo de espaldas a la cama. Ella succiona mi pene tras cada embestida, siento que ella me usa para darse placer, como si yo fuera sólo un palio que ella se mete para gozar y como gozo. Yo agarro y amaso sus senos, pellizco sus pezones y también le meto el dedo por el culo. Mientras su hermana sigue follándome, Mariana se arrodilla encima de mi cabeza, dejando su raja al alcance de mi lengua mis labios. Nada más empezar a lamerla ella empieza a eyacular profusamente, no paro sino continúo lamiéndola. Siento que en cualquier momento voy a impregnar con mi leche la exquisita cueva de Malena, pero no hallo cómo decírselo, mi boca se ocupa sólo de Mariana. Malena tiene un orgasmo impresionante mientras yo la empiezo a llenar con todo mi semen.
Malena se queda unos segundos más con mi pene adentro, luego lo saca y se lo lleva a la boca… Mi falo me duele una barbaridad, Malena lo ha exprimido y se ve que no quiere parar mientras tanto Mariana vuelve a acabar en mi boca. Malena ha logrado endurecer mi pene nuevamente. Se lo dice a Mariana quien se monta encima de mí y me empieza a cabalgar. Malena nos mira y empieza a masturbarse. Pocos minutos aguanto con Mariana. Extenuado acabo y ellas se recuestan suavemente junto a mí. Nos miramos y dormitamos un rato. Cuando despierto sólo tengo una idea en mente, quiero darle por el culo a Malena. Sus nalgas son perfectas: duras, grandes para el tamaño de su cuerpo y con unas buenas caderas y una pequeña cintura para poder agarrarse. Mariana se ha levantado de la cama hace unos minutos.
Estamos Malena y yo solamente en la cama de nuevo. Pensar en sodomizar a Malena me ha devuelto una buena erección, que ella enseguida nota agarrando con la mano mi miembro que empieza a masturbar. Pero yo le digo que pare que así no quiero acabar. Me pregunta que cómo, y le digo que quiero que se ponga en cuatro. Ella obedece sin chistar. En esa posición le humedezco su raja para que vuelva a calentar, con mi lengua la vuelvo a acariciar para ir preparando el terreno con cada lamida el empiezo a lamer entre sus nalgas hasta llegar a su agujero negro, al que también acaricio con mis dedos. Introduzco primero uno, luego dos y después tres dedos. Mordisqueo sus nalgas, lo que la excita aún más y me empiezo a poner en posición.
Empiezo a cabalgar en su rajada con suavidad, humedezco mi pene con sus ganas y lo sacó. Ella voltea pidiéndome que se lo meta, preguntándome que qué demonios hago afuera. Le sonrió y presiono con la punta de mi glande sobre la entrada de su ano. Muevo mi pene circularmente sobre su entrada, le introduzco la punta de mi pene, ella empieza a respirar aún más hondo y yo en un tercer intento la penetro a cabalidad. Lentamente, poco a poco apenas hay espacio y no le quiero hacer daño, quiero que goce como yo lo hago con mi pene aprisionado entre sus en su culo.
Le salen lágrimas en los ojos pero me pide que quiere sentir más mi movimiento que quiere ser totalmente atravesada por mí. Me muevo más y sus gemidos aumentan, mi pene parece poder aumentar aún más de tamaño. Me duele el pene por la fricción que me da aún más placer. Empiezo a eyacular aún más en sus entrañas y saco lentamente mi pene para llenar con mi lefa sus nalgas, su espalda. Agotado me echo a un lado y ella se echa encima mío para sacarle a mi pene sus últimos estertores. Mariana entra en el cuarto y ve que su hermana y yo hemos tenido otro round y que todavía queremos más pelea.