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Mi perrito Timmy

Mi perrito Timmy

Mi nombre es Ignacio, tengo 26 años y vivo en buenos aires, Argentina.

Quiero contarles que me considero una persona “normal” o sea, estatura de unos 176 cm, medianamente atractivo, ojos marrones verdosos, cabello castaño y llevo una vida normal también.

Mis comienzos zoo sucedieron cuando yo tenía unos 17 años y mis hormonas ya se estaban haciendo presentes yo solía salir a caminar de noche por el campo donde por las calles de tierra que rodeaban los lotes no pasaba nadie, era muy solitario a altas horas de la noche; en esa época gozaba de una casa de fin de semana a unos 80 Km. de la capital, donde yo vivo.

Era normal estar siempre rodeado de perros, ya que por una razón u otra estos siempre terminaban quedando con nosotros, además sabían que en casa siempre iban a tener algo para comer.

Recuerdo un perrito, que lo tuvimos desde que nació, ya que su madre estaba prácticamente siempre con nosotros, una noche, hacía mucho calor y como era costumbre salí a dar una vuelta, sin pensar jamás que eso cambiaría muchas cosas en mi.

Comencé a adentrarme en las oscuras calles de tierra del loteo, solo la luz de la luna permitía distinguir el camino, siempre con Timmy a mi lado.

Ya se me habían cruzado un par de ideas medio raras con perros, pero nunca habían pasado de eso.

Llegó un momento en el que me senté al costado del camino a disfrutar del silencio y la paz que se encuentra en una zona de quintas una noche a las 2 de la madrugada, me dedique a sentir una suave brisa de verano que corría y escuchar el ruido de las ranas y los grillos en eso, Timmy, se me acerca y comienza a hurgar entre mis piernas.

Yo estaba con un traje de baño y una remera, sentí su hocico caliente, cosa que hizo que algo en mi se estremeciera y comenzará a tomar cierto tamaño, al principio, lo aleje con la mano, entre los nervios y la excitación fue lo primero que atine a hacer.

Al ratito Timmy volvió a hacer lo mismo, pero esta vez me propuse dejarlo hacer, comenzó nuevamente a hurgar entre mis piernas y decidí hacer a un lado el traje de baño y dejar al aire y a merced de Timmy todo mi sexo.

Para mi sorpresa y mi cada vez más aumentada excitación el comenzó a lamer una y otra vez mi pene, con su lengua musculosa y firme, estaba llegando a excitarme muchísimo, no se porque, como si hubiera sido instintivamente, me puse de rodillas, cosa que no detuvo a Timmy en su espléndido trabajo y comencé a masturbarlo lentamente, notando que casi al instante empezó a asomar una puntita rosada y su miembro comenzaba a tomar un tamaño también.

Continué mi trabajo y logre hacerlo acabar, a lo que Timmy me respondió con un trabajo por su parte espectacular, a mi me temblaban las piernas, entre la excitación, y la situación misma, tan “extraña”, además, sea o no animal, el era del mismo sexo que yo!, eso tampoco me cerraba mucho pero en el placer que me estaba causando trate de no reparar mucho en ello, por lo que decidido me dije, “vamos a ir un poco más allá”, me baje los pantalones, lo ayude a que se suba sobre mí, volví a masturbarlo y el solito se encargó del resto.

No podía creer, estaba siendo penetrado, no solo por otro macho, sino que encima era un perro!, aunque de talla pequeña, por lo que la cosa no fue tan grave.

Comenzó a bombear, estaba como poseído, golpeaba a más no poder, mientras tanto yo estaba con una mano sosteniéndome para no caerme al piso y con la otra masturbándome lo que terminó en una acabada espectacular.

Timmy termino de hacer lo suyo, se bajo y una vez más volvió a lamer mi sexo dejándolo todo limpio para luego recostarse y limpiar el suyo.

Recuerdo que esa noche me volví a dormir un poco preocupado, había tenido sexo con “algo” de mi mismo sexo!.

Al día siguiente las cosas ya no eran como antes yo había tenido relaciones con mi perro (bah!, uno de mis perros).

La noche siguiente, salí nuevamente, como todas las noches, a disfrutar de la tranquilidad que proporciona el campo, lejos del mundanal ruido y obviamente, a repetir la hazaña de la noche.

Timmy hacía lo suyo y yo veía las estrellas. en ese momento siento más de una lengua sobre mi miembro, era negrita que estaba haciendo lo mismo que Timmy, fue tanta la sensación que me hicieron sentir que por poco acabo!, pero no, decidí hacer otra cosa y en el preciso instante de acabar.

Los aleje a los dos y me puse a observar la parte trasera de negrita, ella era una hembra, esta era mi oportunidad de experimentar con una perra, además, la suerte estaba de mi lado ya que justo negrita estaba en celo, por lo que su vagina estaba mas grande que de costumbre.

Lo deje a Timmy reanudar su excelente labor y comencé a investigar las concha de la perrita lo que causo que ella se quedara quieta por un momento y luego comenzar a ir como hacia atrás, como si quisiera que algo de mi.

Evidentemente yo tenía algo que ella ansiaba . . . .

Nuevamente con mi pene súper erecto aleje a Timmy con una mano y me puse justo detrás de negrita, pero solo seguí tocándola, la acaricie muy lentamente por todo su sexo.

Comencé por meterle un dedo a lo cual reaccionó nuevamente yéndose para atrás como queriendo introducirse todo entero.

Debo reconocer que se sentía muy caliente todo ahí dentro, más caliente que una humana (al menos fue esa la sensación que tuve), continué metiendo dos dedos a lo que respondió haciendo el mismo movimiento, yo estaba que explotaba, estaba más que excitado.

No entendía cómo esta situación me había llevado tan al límite, sentía su sexo cada vez más caliente, y yo que no aguantaba más.

Decidí sacar mis dedos de ahí y apoyar la punta de mi pene, ella una vez más retrocedió ayudándome a introducir, con un poquito de dificultad, mis 19 cm.

Llegué al éxtasis total, sentía que hervía dentro de negrita ella estaba muy caliente y yo más que ella, una vez adentro sentí como si me absorbiera el pene, algo que no pasa con una mujer.

Entendí que también por eso quedan abotonados, parecía que me lo estaba introduciendo mas y mas, como algo sin fin, comencé a bombear, lo mas que pude, ella solo acompañaba mis movimientos.

Parecía que sabía todo lo que debía hacer, luego de unos cuantos golpes me vine todo dentro de mi negrita, fue un orgasmo muy intenso y placentero.

Parecía que su sexo no quería separarse del mío, solo cuando comencé a perder la erección pude liberarme de ella, inmediatamente entre ella y mi fiel compañero Timmy me limpiaron absolutamente todo y luego ella comenzó a lavarse su sexo.

Estaba exhausto, jamás había tenido sensaciones tan fuertes y tan seguidas, recuerdo que volví muy tranquilo casa esa noche, lastima que el celo de las perras dura solo dos semanas, pero fueron dos semanas de largas caminatas nocturnas.

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