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Mi pequeño guardián

Mi pequeño guardián

Me llamo Mariana, soy delgada y algo morena, de estatura baja, pechos pequeños, pelo largo y ondulado. Para el momento en que paso todo esto yo tenía unos 18 años. Mi familia, conformada únicamente por mí y mis padres siempre fue fanática de los perros y cada que podíamos adoptábamos uno.

En ese tiempo nuestro perro era un pitbull de color marrón claro, de un año de edad aproximadamente al cual llamamos Toby, era bastante grande y con buena musculatura como buen perro guardián.

Yo hasta antes de esto comenzaba a tener atracción sexual por los perros, ya que desde mis 15 años me excitaba verlos con el pene erecto, en esos momentos yo siempre les acariciaba la panza para así poder ver con más detalle ese delicioso manjar, a veces luego de eso me iba a mi habitación para tocarme imaginando que masturbaba y chupaba esos gloriosos pollones rojos y brillantes.

Un día estaba sola en casa. Yo no tenía nada que hacer y como traía las hormonas por los aires y además soy algo adicta a la masturbación, aproveché para darme algo de placer a mí misma. Fui al baño, me quité los pantalones y me senté en el suelo sobre una alfombra con las piernas abiertas, procedí a frotarme la vulva, luego de un rato me metí los dedos, empecé a hacerlo cada vez más rápido y los jugos vaginales comenzaban a emerger.

De repente escucho ruidos detrás de la puerta del baño, era Toby que estaba caminando por ahí, así que se me ocurrió algo.
Abro la puerta aun desnuda y con la vagina mojada por la masturbación y lo llamo al baño. Cuando entra vuelvo a sentarme en el suelo como antes y le enseño mi vulva mientras me froto un poco, es ahí cuando Toby se acerca, la huele un poco y comienza a lamérmela.

Siento como su lengua tibia y húmeda se frota suavemente contra mi vagina y me hace llegar al mejor orgasmo que he tenido en la vida.

Luego de un descanso de unos minutos veo como el pene de Toby está erecto, era bastante grande y al contemplarlo no podía esperar a que ese enorme miembro esté dentro de mí, así que me di la vuelta me coloqué en posición para que el perro pudiera montarme, poniéndome de rodillas y con los brazos apoyados en la pared del baño, moviendo mi culito de un lado a otro en frente de él, con mi vagina a la vista palpitando desesperada por las suaves caricias de su pene dentro de ella.

Finalmente, Toby se lanza rápidamente encima de mí metiéndome todo su miembro de un solo golpe y envistiendo duramente, yo no pude soportar y comencé a gemir y gritar como loca, el perro estaba muy excitado, comenzaba a embestir cada vez más fuerte y me lastimaba la piel con sus uñas, lo que solo hacía que me excitara más y gimiera más fuerte.

Al final, luego de unos tres o cuatro minutos sentí como el perro dejaba su tibio semen dentro de mí mientras jadeaba y dejaba caer su saliva sobre mi espalda. Luego se bajó sacando su pene y todo su semen se derramó a chorros en el piso mientras mi vagina medio abierta palpitaba y yo quedaba tendida en el piso jadeando por el placer que acababa de experimentar.

Cuando por fin tuve fuerza para levantarme, me limpié y me vestí, para luego darle unas buenas chuletas a Toby como premio.

Desde este día comencé a hacer lo mismo cada vez que me quedaba sola con el perro.

Por las noches lo dejaba entrar a mi habitación para masturbarlo mientras me tocaba y empecé a usar falda más seguido con tal de dejarlo lamer mi conchita de vez en cuando sin tener que desnudarme.

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