Capítulo 7
Iniciación zoofílica VII
A las cinco de la tarde, después de un reconfortante bañé, una comida ligera y un sabroso café, recibí la orden de Sole para preparar mi equipaje y tomar de nuevo el camino de vuelta a casa.
Estaba cansada, había sido un fin de semana muy ajetreado, mi cabeza no paraba de dar vueltas, de pensar en lo que pretendían tanto Luis como Sole con lo que ellos llamaban mi adiestramiento, cual era el plan que tenían, estaba segura de solo una cosa, deseaban convertirme en un perra, si, una perra con todas las letras, pero y esto era lo más chocante, solo en el aspecto sexual, en la sumisión ante un macho canino, no veía yo la intención de convertirme en una perra sumisa tal como había visto en aquella chica en la casa durante el fin de semana.
La última noche había sido terrible, sin poder conciliar el sueño prácticamente ni un minuto, cada media hora me despertaba, me acariciaba, me llevaba a un estado de excitación muy alto y de nuevo ahí me quedaba sin poder hacer nada, sin llegar al orgasmo, cansada, nerviosa y casi asustada, en principio todo había pasado, era un nuevo día, volvía a casa, mañana empieza una nueva semana con la rutina del trabajo, la vida con Juan que cada día se estaba poniendo más difícil por mi culpa, desde luego, por haber entrado en aquel mundo desconocido para mi y desde luego incomprensible para él.
Subimos al coche, arrancó el motor y comenzamos el viaje de vuelta. La primera media hora Sole no dijo nada, estaba callada, yo solo contemplaba la carretera, el paisaje era suficiente conocido como para deleitarse con él. Pero pasada esa media hora empezamos a hablar y mi ama me indicó que en los próximos meses debería retornar a la casa al menos en cinco o seis ocasiones más, había que completar mi adiestramiento, debería ser capaz de entender en todo momento los instintos de los animales, debería leer algunos libros, ver algunos vídeos que ellos me indicarían y sobre todo ver en directo como una perra en celo era montada por uno o varios perros, debería saber cuales eran sus movimientos, sus reacciones, su pasividad, en fin debería en todo momento aprender a comportarme tal cual una auténtica perra, saber entender en todo momento como eran las reacciones del perro, cuáles eran sus instintos, se me pedía aprender a ser un animal cuando estuviera con un animal, no sentir mi yo, no ser racional sino simplemente aprender a ser instinto puro, nada de razonamiento, solo sexo en el más amplio sentido de la palabra, nunca pensar, nunca reflexionar, solo instinto solo sentir como el macho canino me penetra y disfrutar de esa penetración hasta lo más profundo de mi ser, pero nada más.
Para eso se necesitaban al menos cinco sesiones más, eso siendo una buena aprendiza, sino serían las necesarias, no había límite, en todo caso ese límite lo pondría el nivel que fuera alcanzando mi adiestramiento, mis reacciones y mi comportamiento en esos momentos.
Cada vez las dudas eran mayores en mi interior, cada vez entendía menos lo que pretendía, hice varias preguntas al respeto y la única respuesta es que cada cosa a su tiempo, de momento solo me tocaba ser adiestrada, ya se me comunicaría cual era el motivo y cuales mis cometidos a partir de ese momento.
Al llegar al portal de casa, antes de bajarme del coche mmi ama me comunicó la necesidad de vernos durante la semana al menos un vez para darme instrucciones y saber de mi estado, supuse que anímico.
Se tomaban muchas molestias con migo, trataban de tenerme en todo momento controlada, era demasiado, hice un intento de protesta pero fue en vano, de nada sirvieron mis explicaciones y mis quejas sobre la situación que se creaba en mi vida íntima, en la posibilidad de perder la relación con Juan, de nada mis explicaciones sobre mi trabajo, aunque en este punto si fue más receptiva indicándome que en todo momento se trataría de no interferir en mis ocupaciones laborales, eso sí, se me pedía hiciera lo posible para evitar en los próximos meses los desplazamientos largos, d e varios días por motivos laborales, era necesario dentro de las posibilidades no salir más de dos días consecutivos fuera de la ciudad.
Juan estaba en casa, viendo una película alquilada en el videoclub, no había orden por ningún lado, todo estaba manga por hombro, su ropa tirada por todas partes, la cocina con los cacharros sin fregar durante todo el fin de semana, la cama por hacer, no había abierto las ventanas para ventilar la casa, las persianas estaban bajadas, no había cocinado, sólo embutidos y conservas.
Estaba ojeroso, demacrado, se notaba no haber dormido mucho en todo el fin de semana.
Lo peor de todo fue su recibimiento, frío a más no poder, cuando me acerqué para darle un beso, simplemente roció la cara para recibirlo en la mejilla, un escueto «hola» y siguió viendo su película, por cierto muy mala a mi gusto.
Deshice mi maleta, puse la lavadora con ropa suya y mía, abría las ventanas, subía las persianas y dejé que un poco de aire fresco entrara en casa, olía mal, a tabaco, a bebida, a resaca, jo, Juan no bebía pero estaba claro que al menos uno de los días la ingesta de alcohol había sido superior a su aguante.
Me sentía culpable de todo aquello, traté de hablarle, de pedirle perdón, de explicarle algo, darla una disculpa pero de nada servía, no escuchaba, estaba ausente, creo que ni siquiera sabía muy bien de qué trataba la película puesta en el vídeo.
Fregué la cocina, barrí el suelo, ordené nuestro dormitorio, pasé una fregona al suelo para tratar de darle un poco de olor agradable a la casa.
Pasaron más de tres horas, eran ya las doce de la noche y Juan seguía en el sofá sin decir una palabra, empecé a pensar en la necesidad de forzar una conversación entre los dos, era necesario romper aquella situación.
No sabía como hacerlo, en las dos últimas horas aprovechaba la más mínima ocasión para iniciar un diálogo, pero nada, todos los intentos en vano, sin una solo palabra de respuesta, solo miradas y pérdidas, como sin verme aunque me tuviera a dos pasos de sí.
Me acerqué al sofá, me senté en el suelo y le cogí una mano, intentó retirarla pero apreté con fuerza para retenerla, no podía pasar ni un segundo mas, era necesario iniciar una conversación e ir aclarando los puntos oscuros, desde luego muchos en mi comportamiento de las últimas semanas.
Al intentar explicarle lo sucedido durante el fin de semana en la casa de Lugo, cambió de tema y muy serio, con los ojos enrojecidos, no los había visto hasta aquel momento, descubrí en su semblante que había derramado muchas lágrimas durante aquellos dos días de mi ausencia, Juan empieza con una larga reflexión o más bien una sucesión de recuerdos de vivencias de los dos juntos durante los tres últimos años, no sabía muy bien a donde quería llegar o más bien me daba miedo solo de pensarlo, pero al final lo dijo, de nuevo con lágrimas en los ojos: «al menos por una temporada, unos meses o tal vez un año, sería mejor dejar nuestra relación congelada», si, separarnos por un año y que en este tiempo cada uno pensara lo que en realidad quería hacer de su vida, no era plan continuar con una convivencia que día a día nos estaba separando más y más, mejor dejarlo en este punto y tomarse una temporada para reflexionar cada cual por separado, sin dejar de vernos de vez en cuando para tomar un café pero sin tener una vida de pareja, ser libres de nuevo cada uno viviría su vida y si al cabo de un año considerábamos lo posibilidad de un reencuentro y de hacer un nuevo intento lo haríamos pero al menos por el momento y tal como se estaban desarrollando las cosas, mejor separarnos y reflexionar sobre nuestros deseos y nuestros caprichos.
Estaba claro que Juan consideraba lo mío un capricho y no me perdonaba el no saber dar marcha atrás en aquel decisión.
Había llegado a esa conclusión durante el fin de semana y no cabía la más mínima posibilidad de otra solución, ni mis promesas de dejarlo todo desde aquel momento, la posibilidad de irnos de la ciudad, los dos teníamos fácil encontrar trabajo en cualquier lugar, éramos buenos profesionales y no nos sería difícil empezar en otra parte.
Su razonamiento me dejó un poco helada, estaba seguro que el camino que había empezado no podría, dado mi carácter que él conocía muy bien, dejarlo a medio hacer, tenía la necesidad de llegar al final, fuera cual fuera, de nada serviría cambiar de ciudad, de amigos, de trabajo, no, en mi mente siempre estaría esa duda, esa inquietud de saber cuál era el final de la historia que yo misma, y tal vez de una forma no deseada había empezado a vivir, tenía que llegar al final y para eso el plazo de un año, en ese tiempo yo debería ser capaz de tomar el camino por mi deseado, el cual se iría modificando según se desarrollaran los acontecimientos venideros, pero no podía dejarlo así, no me dejaría vivir con mi espíritu aventurero.
No dije nada, solo le tomé de la mano con la intención de irnos a la cama, estaba cansada pero deseaba hacer el amor con él, posiblemente fuera la última vez al menos en un tiempo relativamente largo, me rechazó diciéndome que tendríamos más ocasiones a lo largo de ese año, nos veríamos al menos una vez al mes si yo lo deseaba y podríamos irnos a la cama siempre que lo deseásemos pero esta noche prefería no hacerlo, no estaba con ánimos para eso.
A pesar de mi cansancio no conseguí conciliar el sueño en toda la noche, eran miles de cosas las que se amontonaban en mi mente, miles los recuerdos de nuestra convivencia, recuerdos maravillosos en su mayoría, ¿cómo había podido dejarme llevar de una forma tan ingenua?, o ¿no era tan ingenua?, en realidad si estaba en aquella situación, si no lo había remediado antes ¿no sería tal vez porque era lo deseado por mi?
Las sensaciones vividas en las últimas semanas, al lado de Luis y de Sole desde luego habían sido enriquecedoras y sobre todo tremendamente satisfactorias, y era precisamente ese el punto que más me asustaba, el sentirme bien, a gusto con mi nueva situación, no dormí pero me sentí a gusto, había dejado atrás una relación que en principio era perfecta y me metía de lleno en un camino sin saber a dónde me llevaba, con un final insospechado pero que tras lo vivido hasta ese momento me tenía en vilo permanentemente, y lo más extraño con una excitación en mi mente y en mi cuerpo nunca sentida por mi.
El miércoles recibo una llamada de Luis, quieren verme esa noche a poder ser después de las once en su casa, será solo cuestión de una hora más o menos, pero es importante que acuda y sin ropa interior, con un vestido ligero y sobre él un abrigo, pero hace hincapié en lo más ligero posible del vestido, intento sacarle algo más pero no obtengo respuesta, solo me repite lo anterior, recalca la necesidad de ser puntual, antes de colgar hace una nueva indicación debo acudir sin la más mínima presencia de maquillaje y perfume, y sin ducha previa.
A las once en punto llamó al timbre de la casa de Luis, me contesta Sole y abre la puerta, pasamos al salón y hay otra mujer sentada en uno de los sofás, es mayor, tiene unos 50 años, morena, pelo corto, delgada y muy seria, me mira de arriba a bajo, estoy con el abrigo puesto, me mira y sin una sola palabra de saludo pregunta a los demás si todavía no me han enseñado a que cuando se entra en una sala a donde se me ha convocado debo entrar solo con la ropa que se me ha indicado, que hago con el abrigo puesto todavía, no tenemos toda la noche.
Miró a Luis y Sole y estos con un gesto de sus cabezas me indican me quede solo con el vestido.
Elegí para esa noche un vestido corto, de falda plisada, llega a medio muslo, la espalda abierta y dejando solo tapados mis pechos de los pezones hacia abajo, ajustado en su corpiño y de color verde manzana.
La desconocida me mira de arriba a bajo, llevo zapatos de tacón de aguja, altos y de color negro.
Con un gesto me indica levanté el vestido por delante, ni una mueca, una nueva indicación y levantó el vestido por detrás la mismo tiempo que giro sobre mí misma, doy una vuelta completa hasta quedar nuevamente mirando a la desconocida, con otra indicación bajo los tirantes del vestido dejando mis pechos al descubierto, estoy empezando a sentir una excitación interior, me sexo empieza a estar mojadito, la fría mirada de la desconocida me está haciendo subir la temperatura interna.
Este hecho no pasa desapercibido para Sole por lo mucho que me conoce, pero la otra mujer tampoco es descuidada y lo nota al instante.
Me pide me acerque a ella, abro las piernas al estar delante y mirándome a los ojos mete su mano entre mis piernas, tres de sus dedos entran en mi sexo, los mueve con rapidez, derecha, izquierda, dentro, fuera, empuja con fuerza, siento la presión sobre mi clítoris de sus nudillos, de mi boca sale un ligero suspiro al tiempo que cierro los ojos.
Saca su mano con la misma frialdad con que la metió, mira a Luis y Sole y hace un comentario de lo más «bestia» indicando que la perra es buena, es caliente, obediente en principio, sensible pero no todo lo instintiva que debe ser una perra, será cuestión de enseñanza, de sesiones duras de adiestramiento y sobre todo es preciso agrandar un poco el sexo, no podrá ser cruzada con perros de gran porte, aunque en un primer examen no cree haya problemas para ese ensanchamiento, la cavidad es suficiente, solo es cuestión de unas sesiones específicas para el ensanchamiento de mi cavidad interna.
Una nueva penetración, esta vez con un solo dedo en mi culo y una reflexión parecida aunque con la salvedad de su oposición a este ensanchamiento en exceso ya que trae consecuencias posteriores y no se busca en ningún momento que queden secuelas de por vida, debe ser ensanchado lo justo para permitir una penetración sin dificultad pero respetando las medidas internas de mi cuerpo, ni un milímetro más de lo que mi cuerpo de, nada de lesiones o posteriores complicaciones para desarrollar el resto de mi vida con toda normalidad.
El sexo es diferente, no tiene mayores consecuencias, además es un órgano que recupera con facilidad sus medidas normales, incluso más pequeño, solo es cuestión de un usarlo de forma inadecuada.
Todas estas conclusiones son expuestas por aquella desconocida y de las que saco la conclusión se me está adiestrando para otra gente, no es para uso y disfrute de Luis y Sole.
La desconocida decide una vez hecho el examen presentarse, se llama Pilar, es de Madrid y ha venido exclusivamente para verme, no hay mas explicaciones, solo quiere ver los resultados obtenidos hasta este momento.
Luis sale de la sala, al mismo tiempo Sole me indica me desnude y ponerme a cuatro patas, las piernas abiertas y la cabeza hundida entre mis brazos, siento el jadeo de un perro a mis espaldas, consigo mirar entre mis brazos y veo a uno de los perros de la casa de Lugo, lo han traído para hacerle una demostración a la invitada madrileña de mi estado de adiestramiento.
No está mal, no esperaba tener una sesión esta noche, llevo desde el domingo sin un orgasmo ante la prohibición por parte de mi ama.
Una vez terminada la sesión con el perro, en donde he sido ensartada hasta el fondo, el nudo dentro de mi sexo, enganchada durante un tiempo imposible de calcular, eso si, con tres maravillosos orgasmos en mi cuerpo, Pilar sin dejarme limpiar me dice que la sesión ha terminado y puedo volver a mi casa, está contenta de lo visto y ya nos veremos en otra ocasión, no muy lejana, eso sí, serán otras condiciones y otras pruebas un poco más severas.
Cojo mi abrigo, me lo pongo sobre el vestido, mis piernas están mojadas, el semen del perro me llega hasta los zapatos y salgo de la casa.
En el ascensor me limpio con unos clinex y aún con mi cuerpo tembloroso subo a mi coche y pongo rumbo a casa.
Ya no me hago mas preguntas, de nada sirven, esto va tomando un camino que a la vez lo siento excitante y sobre todo con miedo pero ya me estoy acostumbrando a que ese miedo forme parte de mi vida.
De todos modos me hubiese gustado saber cuál era la opinión de mi conducta por parte de Pilar pero eso llegaría más tarde.
No había que precipitarse, cada cosa a su tiempo.