Capítulo 3
- Follada por el perro de unos amigos I
- Follada por el perro de unos amigos II
- Follada por el perro de unos amigos III – Final
Follada por el perro de unos amigos III – Final
Pasaban los días y se acercaba la fecha en la que vendrían a recoger a Odín.
Cinta apuraba los momentos para estar con el animal; estaba obsesionada; le había gustado muchísimo la experiencia.
Ya se arreglaba para el perro. Jesús salía temprano para el trabajo; ella, cuando se levantaba, bajaba a la cocina tan solo con una batita corta y sin ropa interior. Odín la esperaba sentado y meneando el rabo. Ella se prepara su desayuno: Odín no deja de mirarla. En cuanto ella se sienta, él se acerca, le huele el coño; ella abre las piernas para facilitarle la labor de que le coma el coño.
Cinta, al cuarto lamido, ya no es ella; se pone al filo de la silla abriendo al máximo las piernas para que le pueda meter la lengua en su vagina. Con cada lametón, ella se excita más; ya nota cómo se le moja el coño con sus fluidos, nota su lengua un poco áspera, que es lo que la excita. Cuando pasa por su clítoris, Odín le saca unos espasmos a Cinta y unos gemidos de placer.
Se marchan al salón; Cinta le coge la polla y se la menea hasta sacarle el nudo. Ahí le coloca las patas delanteras encima de la mesa, se mete debajo y comienza a chupársela; se la mete entera hasta llegar al nudo, perdiéndose esos quince centímetros de polla en su garganta.
Odín termina corriéndose en la boca de ella.
Cinta se echa en el suelo y le abre las piernas mostrándole el coño al perro para que este se acerque a chupárselo.
El animal deja de lamerse la polla para lamerle el coño; ella se abre los labios con las manos para que le pueda lamer mejor el clítoris, terminando teniendo un orgasmo.
Cinta sube a ducharse y se dispone a sacar a Odín al parque un rato; se coloca un vertido estampado largo por los tobillos, abotonado por delante hasta la altura de los muslos y el resto abierto, sin ropa interior.
Al llegar al parque, a ese que llevaba todos los días a Odín, esperando encontrar a Daniel por allí. No lo había vuelto a ver desde el día que le quitó el tanga y no se lo devolvió; quería recuperarlo de alguna manera.
Estuvo como tres cuartos de hora y se marchó sin llegar a ver a Daniel; estuvo haciendo los mandados y las cosas de la casa, almorzó y se echó un rato en su dormitorio, llevando un picardía rojo cortito y transparente, quedándose dormida en la cama.
Llegó Jesús de la jornada de trabajo, se fue a darse una ducha y, al salir, Cinta seguía durmiendo. Él, sin vestirse, le baja la sábana y se la encuentra con un picardía y sin ropa interior; se arrodilla, le abre las piernas y comienza a comerle el coño. Ella poco a poco comienza a moverse e intuitivamente va abriendo las piernas.
Jesús le chupa el clítoris y le mete la lengua; ya empieza a echar fluidos, se le va mojando más y más. Cinta termina por despertar y se da cuenta de que era su marido; ella soñaba con Odín. Hola, Jesús, hace mucho que estás comiéndome el coño.
Jesús. Un rato. ¿Por qué?
Cinta. Estaba soñando con Odín.
Jesús. ¿Y te he decepcionado?
Cinta. No, en absoluto, pero será que ya van a venir a recogerlo y me quedaré sin el placer que él me da; he encontrado un placer distinto al que tú me das, es muy diferente y me gusta mucho; no sé si quiero perderlo.
Jesús. Le comía el coño y ya estaba choreando. Le acercó la mano al coño, la puso en su entrada y sin ninguna dificultad le introdujo tres dedos; la follaba con ellos, se incorporó y le comió las tetas, le chupó los pezones. Ella ya estaba muy caliente; Jesús lo notaba en sus jadeos. Ella se movía y le pedía que la penetrara. Él paró en seco para quitarle el picardía rojo que llevaba.
Cinta, no te pares, quiero que me folles ya, como sea; estoy muy excitada con lo que estaba soñando y con lo que tú me estabas haciendo.
Jesús se animó para hacer lo que estaba planeando desde hacía mucho tiempo; para excitarla, le hablaba del perro, de cómo se la follaba y cómo le gustaba a él verla disfrutar. Ella estaba muy excitada, chorreando de sus jugos. Él le puso la mano en su coño y empezó a follarla poco a poco con tres dedos, rotando la mano, para ir abriéndole el coño.
Jesús le decía que se imaginara que era el perro el que la estaba follando. Cinta se retorcía de placer empapada en sus fluidos; él la follaba sin tregua metiéndole un cuarto dedo; ella gritaba.
Imagínate que Odín te está dando bien y que te va a hacer ya el nudo; ella abría más las piernas y levantaba las caderas esperando el momento. Síííííí, síííííí, quiero que me amarre, que eche ya el nudo y se corra.
Jesús la follaba dilatándole el coño; él notaba cómo se dilataba y le dice: “Cinta, creo que ya te va a hacer el nudo”. Ella, síííííííí, ya, por favor, síííííííí, y a esto que él mete el pulgar para dentro de la mano y le introduce el puño en el coño; ella dio un grito de dolor y placer al mismo tiempo: “Síííííííí, qué gusto, cómo me está poniendo, no pares, sigue que me corro, qué placer”, explotando en un gran orgasmo y quedando tendida en la cama con el puño metido en el coño, saliéndole los jugos de sus fluidos.
Al sacarle la mano, se le quedó el coño abierto; yo me acerqué para que me la chupara; se la comió de un golpe. Ya se le cerraba el coño. Cinta, afanada en comerme la polla, a lo que sentimos como alguien saltaba a la cama; era Odín.
Cinta comiéndome la polla y se abre las piernas; el perro no pierde el tiempo y comienza a lamerle el coño. Ella se estremece al sentirlo y sigue con mi polla en su boca; se la saca y me masturba. El perro sigue comiéndole el coño; ya tenía la polla fuera, grande y rojiza. Cinta lo llamó y él acudió; se le acercó a ella a la cara. Cinta le cogió la polla con la otra mano y nos masturbaba a los dos.
Nos echó a los dos en la cama, se puso de rodillas y comenzó a chupárnosla a los dos; se la metía entera sin dejar nada fuera. El perro tenía ya el nudo fuera; ella se puso encima de él y con su mano llevó la polla a su culo y se sentó encima. Yo me puse por delante y Cinta me la comía mientras se follaba al perro por el culo. Yo terminé corriéndome en su boca, tragándoselo todo mientras se follaba al perro.
Para terminar. Cinta se puso a cuatro patas. Odín se subió encima con toda la polla tiesa; ella se la cogió y la dirigió a su ano para que la follara. A la segunda embestida ya se la metió de un golpe, follándole el culo y corriéndose dentro. Cinta tuvo otro orgasmo, cayendo en la cama sin fuerzas.
Al día siguiente venían a recoger a Odín.
“Si os ha gustado el relato, no dejéis de dejar vuestro comentario. Y valorarlo con las estrellas que creáis oportunas. Saber que los lectores valoran el tiempo invertido es una gran motivación para seguir escribiendo. Gracias.”