Era la mejor calentando a los hombres
Oí la voz de Linda antes de verla.
Sarah saltó atrás con sorpresa, y supe que se acababa nuestro pequeño juego.
Un juego del que había disfrutado durante casi un año.
Linda y yo nos habíamos casado hace casi seis años, y durante los primeros cinco, todo lo que Linda habló fue de su mejor amiga Sarah, y cuanto la echaba de menos desde sus días juntas en el colegio superior.
Sarah se había ido al extranjero a trabajar poco antes de que yo conociera a Linda, y había vuelto sólo el año pasado.
Uno de las primeras cosas que Sarah hizo fue buscar a su antigua amiga.
Linda me había relatado muchas veces sus hazañas en la universidad, y cómo las dos provocaban a todos los tíos en el campus.
Yo disfrutaba de veras con las historias que Linda me contó sobre cómo ella y Sarah se paraban en topless delante de su ventana del dormitorio y fingían que no veían a los tipos caminando por la acera, sólo un piso bajo su ventana.
Una vez incluso fueron un paso más allá y fuerom a clase sin sostén, y cuando el profesor no miraba, levantaron sus tops y ¡»relampaguearon» a la clase entera! ¡Sarah fue quien introdujo a Linda a la emoción de conducir alrededor desnudas y ver a los camioneros estirando sus cuellos!
Una vez pregunté a Linda si ella y Sarah había intentado alguna vez la «bisex,» pero Linda sólo dijo que aunque ella y Sarah había experimentado un poco, el exhibicionismo era su juego.
Ellas nunca dieron a todos los tíos a los que empalmaron siquiera una oportunidad de tocar, ¡y mucho menos de follar! Tocar y follar estaba reservado sólo para amigos especiales.
Había esperado con verdadero placer conocer a Sarah, y privadamente esperaba que todavía se dedicara al exhibicionismo.
En varias ocasiones había tratado de convencer a Linda para reasumir su viejo juego, por la diversión del sobresalto que podríamos causar exhibiendo sus magníficas tetas en público, pero Linda dijo que la edad la había madurado, y que sus 91 cm. eran ahora sólo para mi disfrute visual.
Justo antes de que Sarah llegase, Linda hizo astillas mis esperanzas.
Linda dijo estar segura de que Sarah había sobrepasado también su etapa salvaje, pero si no lo había hecho, y trataba de provocarme, ¡yo debía decírselo inmediatamente! Linda me aseguró que si Sarah intentaba cualquiera de sus viejas mañas conmigo, que la metería de inmediato en cintura, allí y entonces, ¡y le diría a Sarah que yo estaba estrictamente fuera de límites!
Vino el gran día cuando finalmente conocí a Sarah. Había visto fotos suyas cuando ella y Linda habían sido inseparables, y pensé que era realmente bien parecida, pero nada me podía haber preparado para la estupenda belleza que llamó a nuestra puerta.
¡Durante sus años en el extranjero, el pelo de Sarah había cambiado de su castaño claro a un rubio casi platino! Su piel estaba bronceada con el matiz más profundo de moreno, lo que hacía centellear aún más sus ojos azules con un resplandor malicioso.
Llevaba un vestido veraniego de algodón rosa que no hacía nada para esconder su belleza física, ni ocultaba el hecho de que Sarah todavía no creía en llevar sostén.
Su vestido era tan escotado en V que mantuvo mi atención atraída por el valle de proporciones talla D tan cercanamente expuesto a mi vista.
Pezones duros apretando contra fino tejido, bastante oscuros para ser visibles, y bastante grandes para hacer palpitar una polla.
Sus piernas eran largas y delgadas, casi desafiando las proporciones gigantescas de su torso superior. ¡Una cintura tan pequeña que podría abrazarla fácilmente con mis dos manos, si me atreviera a ello!
Yo estaba decidido a mantener mis ojos lejos de Sarah, ya que nunca había sido infiel a Linda, y porque no quería que nada perjudicara nuestra relación. Pero, ¿quién podía haber dejado de admirar el cuerpo de Sarah?
Nos sentamos y tomamos unas bebidas mientras Sarah y Linda comenzaban a recordar viejos tiempos.
¡No podía hacer nada, excepto robar miradas a Sarah! Finalmente me disculpé y me dirigí a mi taller para intentar apartar de mi mente las oscilantes tetas de Sarah. Estaba ocupado repintando una vieja mecedora en la que había trabajado, y escuchando unas melodías en la radio cuando Linda bajó a buscarme.
Dijo que Sarah y ella querían ir al ‘K-Mart’ local y hacer algunas compras para Sarah, algo de ropa apropiada para nuestro clima más fresco.
Traté de evitarlo, pero Linda insistió en que las acompañara. Incluso probé a decirle la verdad a Linda, que encontraba casi imposible mantener mis ojos lejos del cuerpo de Sarah.
Linda solamente se rió y dijo que agradecía mi sinceridad, y estuvo de acuerdo que Sarah era verdaderamante guapa, «a condición de que sólo mires», me dijo Linda.
Fuimos al ‘K-Mart’, y Sarah y Linda se dedicaron a probarse diferentes atavíos.
Ambas se rieron entre dientes como colegialas, hablando en broma acerca de lo bueno que era tener a un hombre cerca para decirles lo bien que les sentaba cualquier cosa que se probaban en ese momento.
Sarah y Linda decidieron probarse esos nuevos vestidos de tubo.
La clase que deja los hombros desnudos y se pueden estirar abajo hasta las rodillas como te gustase, o más arriba.
Ambas salieron de probadores separados al mismo tiempo, y silbé con admiración.
Ambas mujeres estaban muy atractivas con esta indumentaria, y disfruté del hecho que hacían de modelos para mí.
Las tetas de Linda se mantenían altas y orgullosas por el extremo superior elástico, pero las tetas de Sarah casi desbordaban el vestido.
¡Supongo que los fabricantes nunca anticiparon un par de talla D rellenando sus vestidos!
Las muchachas regresaron a los probadores, pero un segundo después de que la puerta de Linda se cerró, Sarah abrió de nuevo y sin una vacilación de segundos, ¡se bajó el top y expuso sus tetas a mi vista!
¡Joder! Mis ojos deben de haber salido a medio camino fuera de las órbitas mientras mi polla se disparaba en posición de firmes.
Rápidamente, Sarah cerró la puerta antes de que alguien más la pudiera ver. Por el resto del día, vagué alrededor con aturdimiento.
Mi polla estaba en pena, dura y torcida dentro de mis vaqueros. Más tarde esa noche, Linda y yo hicimos apasionados el amor.
Podía haber follado toda la noche, el pensamiento de las deliciosas tetas de Sarah fresco en mi memoria.
Después de que me hube corrido por segunda vez, mi mujer me preguntó francamente si estaba fantaseando sobre el cuerpo de Sarah.
Es difícil mentir cuando tu polla cuenta la verdad, así que le confesé que el cuerpo de Sarah era un claro excitador.
Para mi sorpresa, en lugar de enojarse, Linda sólo se rió y comenzó a acariciar mi polla, que se había puesto dura de nuevo.
«¿Porqué no finges que es Sarah quien te magrea la polla?», dijo. Con esas palabras mi polla se abultó aún más y comenzó a crisparse.
Linda se tendió sobre mi cuerpo y colocó cada una de sus tetas a ambos lados de mi polla y comenzó a hacerme una cubana.
«Imagínate que Sarah te hace una paja entre sus tetas», dijo Linda mientras mi polla se deslizó atrás y adelante entre sus tetas no demasiado grandes.
Mi capullo comenzaba a ahora volverse de púrpura profundo, y supe que explotaría en cualquier segundo.
«¡Ahora imagina que Sarah va a tragarse tu leche caliente!», dijo Linda cuando bajó sus labios a mi dolorida polla.
Cuando ella se tragó mi crispada barra, entré en el juego, y sosteniendo la cabeza de Linda entre mis manos comencé a moverme sobre el colchón, tratando de meter mi polla en la boca caliente de Linda tan profundo como fuera posible.
«¡Sí!» grité, «¡Mama mi polla, Sarah, chúpala profundo y firme y traga mi leche!».
Con eso exploté en un geiser de humeante leche caliente, salpicando el interior de la boca de Linda con mi crema.
¡Qué corrida! ¡Linda y yo nunca habíamos entrado en esta clase de juego anteriormente, pero si estaba en mi mano, esta vez no sería seguramente la última!
En el curso de los próximos pocos meses, Sarah se convirtió en una visitante habitual de nuestra casa.
Nunca dejó de dedicarme una exhibición, pero nunca tuve ni una oportunidad de tocar. ¡Qué zorra calientapollas! Sabía que me daría una tremenda trempada, y siempre lo hacía cuando Linda iba a salir del cuarto por un segundo.
Un alzamiento rápido de una blusa, o una rápida bajada de un top. ¡Siempre un buen resplandor fugaz de firmes melones que hacen la boca agua!
Un día, cuando Linda tenía que descargar la lavadora, ella, lenta y seductoramente, desabrochó cada botón de su blusa y permitió que viera ambas tetas suculentas, con sus pezones siempre duros como cerezas al mismo tiempo.
¡Cuando oímos que Linda subía la escalera, ella rápidamente se abrochó mientras yo estaba casi doblado en dos por el dolor de mi hinchada erección!
Llegó un punto en que estaba bastante satisfecho con el espectáculo gratis que tenía aproximadamente tres veces por semana, y luego mi pequeño juego de fingir con Linda.
Ya que comenzaba a acostumbrarme al espectáculo, Sarah decidió que era momento de subir un poco el listón.
Comenzó a venir a la casa llevando una falda corta o shorts. Entonces se sentaba en la silla y alzaba una pierna, siempre asegurándose que yo me sentaba directamente frente a ella.
Un resplandor fugaz de finas bragas y una pizca de dorado pelo del coño al principio, y entonces se puso más valiente. ¡Llegaba llevando una falda, y después de un período de tiempo se excusaba, iba al cuarto de baño y se quitaba las bragas! ¡Entonces volvía y se abría de piernas de tal modo que yo podía ver su entero jodido coño!
Un bello triángulo de matorral rubio claro, malditamente cerca, tan suave y ligero que parecía vellón.
Y qué juego tan vistoso de nalgas que tenía. Todavía no le había dicho a Linda que Sarah me provocaba, y Sarah y yo nunca hablamos una sola palabra de lo que hacía. ¡Temía que si le decía cuánto lo disfrutaba, ella podría parar de hacerlo!
Era uno de esos días en que Sarah llevaba una falda sin nada debajo cuando Linda nos cogió.
Había empezado en su modo ordinario, con Sarah yendo al cuarto de baño a quitarse las bragas.
Linda anunció poco después que iba a cambiarse, y al minuto que Linda salió el cuarto, Sarah levantó ambas piernas para darme una vista para perder el seso.
Tenía sus rodillas curvadas arriba y fuera, sus pies sólo tocando su culo. Me eché hacia atrás pra acomodar mi inmediata erección cuando Sarah fue más allá.
Con una mano extendió los labios externos de su coño para permitirme ver el néctar empezando a aumentar dentro de sus labios internos.
Con la otra mano tomó su índice y se lo metió profundamente dentro mientras utilizaba su pulgar para frotar su pepita. ¡Joder! ¡Iba a correrse, y sólo por mirarla, pensé que una carga explotaba dentro de mis propios vaqueros! Entonces fue cuando Linda volvió al cuarto.
¡Estaba algo disgustada! Mi polla simplemente se marchitó en nada mientras Sarah se ponía de catorce tonos de rojo.
«¡Zorra!» dijo Linda. «Jodida putona. De modo que todavía te diviertes mirando a los tíos correrse encima.
¡Bueno, es con mi marido con quien haces tus jueguecitos, y no permitiré que sea otra de tus conquistas!» Linda se volvió a mí. «Deberías habérmelo dicho, John, te habría advertido que Sarah no está satisfecha hasta que hace a un tío correrse en los pantalones, eso es lo que la hace excitarse de veras.»
No supe qué hacer o decir, entonces Linda me dijo que me sacara la polla. Estuve a punto de decirle que no, cuando vi la mirada en sus ojos.
Quería decir negocios, así que a desgana saqué mi marchito miembro de mis vaqueros.
Linda me dijo que me quitara toda la ropa y me sentara en la silla, que ella iba a enseñar a Sarah a no jugar conmigo.
No supe qué tenía Linda en mente, pero mi polla comenzó a tensarse de regreso a la vida. «Bien, te pavoneas provocando, putita», le dijo a Sarah.
«Mama su polla hasta que esté buena y dura de nuevo.» Sarah lentamente se arrodilló delante de mí y comenzó cogiendo mi polla con su mano.
«¡Maldita sea! ¡Dije que lo chuparas fuerte, jodida putita!», aulló Linda. El pelo rubio de Sarah cayó en ondas cuando sus deliciosos labios, maduros y rojos, descendieron en mi estaca ahora dura como un mástil.
Cuando ella chupó ruidosamente mi vara palpitante, miré con fascinación como Linda empezaba a desnudarse.
Linda podría decir por mi respiración que estaba terriblemente cerca de correrme, y precisamente entonces empujó a Sarah fuera del camino y se puso a horcajadas en la silla.
El coño de Linda se sentía como fuego líquido cuando resbaló fácilmente de arriba abajo en mi tronco.
Su cara brillaba con sudor y supe que estaba a sólo unos segundos de su propio climax. ¡Nunca antes había visto a Linda tan excitada, ni nunca supe siquiera que se correría tan rápido!
Sentí los músculos del coño de Linda contraerse alrededor de mi capullo, y cuando echó su cabeza etrás en el orgasmo disparé mi propia semilla profundamente dentro de ella.
Pensé que sería el final, pero Linda ahora se volvió a Sarah. «¡Querías tanto su jugo de polla, zorrita! ¡Ahora puedes tenerlo! ¡Cómelo de mi coño!» Tuve por seguro que Sarah se levantaría y se iría cuando Linda le dijo esto, pero en cambio ella obedientemente se tumbó de espaldas en el suelo y dejó que Linda se espatarrase en su cara.
En la parte trasera de mi mente tuve el pensamiento de que quizá esto no era una cosa totalmente desconocida entre ellas, después de todo.
Lo supe con certeza cuando la voz de Linda comenzó a temblar cuando otro orgasmo comenzó a crecer dentro de ella.
Su voz asumió un tono diferente ahora, cuando tomó la cabeza de Sarah entre sus manos y arrulló: «Eso es, nena, lame mi olla de miel, nadie puede lamer mi coño tan bien como tú sabes».
Linda se estremeció cuando la alcanzó otro orgasmo. Entonces me miró y vio que me acariciaba mi polla de nuevo dura. Se alejó de Sarah y me invitó a meter mi polla dentro de la húmeda raja de Sarah.
Lo hice sin vacilación. Me había puesto tan cachondo mirando la acción lésbica, que no estaba lejos de otro orgasmo.
Deslicé mi barra en el firme y caliente agujero de Sarah y comencé a follarla.
Bombeé rápido contra su pepita y pronto Sarah se arqueba para encontrar mis empujones descendentes.
En menos de unos segundos, Sarah y yo explotamos en orgasmo.
Linda indicó que quería que me apartara de Sarah, ¡y al segundo de hacerlo tenía su lengua donde mi polla acababa de estar, chupando el coño de Sarah!
Me moví cuerpo arriba para que Sarah pudiera lamer sus propios jugos de mi polla marchita, y entonces me tumbé atrás para mirar el espectáculo.
Lo hicimos dos veces más esa noche, y cuando Sarah estaba lista para volver a casa, Linda le dijo: «¡Solamente recuerda qué ocurrirá si te cojo provocando a John de nuevo!»
¡Confío en que nos coja realmente pronto!