Habíamos vuelto a quedar con el mismo chico para realizar nuestro tercer trío.
Como siempre fuimos a recogerle al Hotel para ir a cenar.
Durante la cena estuve mucho más melosa y femenina, en el sentido tradicional, es decir coqueteando con los dos, con mi marido y con Miguel.
Aquella noche me apetecía dejarme hacer, no hacer yo, no ser, como las veces anteriores, las que más actuara, la más activa.
Solamente tomé la decisión al salir del restaurante de decir que fuéramos directamente al Hotel, que no me apetecía ir a tomar una copa antes como las veces anteriores.
Esta vez me senté al lado de mi marido en el asiento de al lado del conductor, no como la vez anterior que me puse atrás con Miguel para poder darnos el lote mientras mi marido conducía.
Ellos se debieron dar cuenta de mi actitud, pues al entrar en la habitación, Miguel me preguntó si me apetecía que primero, para empezar nos diéramos un baño los tres, a lo que le respondí que no.
Sin decirme nada más Miguel puso música en la radio de la habitación y mi marido y él me rodearon con sus brazos y empezamos a bailar.
Me gustaba bailar con los dos a la vez, sentirme rodeada por sus brazos, dejarme llevar y atender a la música, suave y sensual que salía de los altavoces, situados a los lados de la cama.
Mientras bailábamos, como si se hubieran puesto de acuerdo, empezaron muy lentamente a desnudarme.
Cada parte de mi cuerpo que quedaba desnuda era inmediatamente objeto de sus besos y caricias, lo que me producía una languidez y bienestar especial.
Mi estado de ánimo era sensual, me encantaba dejarme hacer, no hacer yo nada, dejar que me desnudaran, sentir sobre mi piel las manos, bocas y lenguas de dos hombres pendientes de mí, pendientes de ir despertando en mí el deseo que hiciera que mi vagina fuera lubricándose, preparándose para la penetración que, ya notaba, que ellos deseaban realizar, pues al terminar de desnudarme, mientras seguíamos bailando, notaba sus penes erectos, a través de sus ropas, presionar mi coño.
Desnuda completamente se dedicaron, Miguel a mis pechos y boca y mi marido a mi espalda y nalgas.
La boca de Miguel atrapaba mis pezones chupándolos uno detrás del otro y su mano acariciaba mi coño mientras mi marido recorría con su lengua toda mi espalda, bajando por ella hasta llegar a mis nalgas y al agujero de mi culo que lubricó abundantemente con su saliva, volviendo a subir hasta mi nuca, mientras Miguel metía dos de sus dedos en mi coño que ya estaba abundantemente lubricado.
Mientras mi marido seguía recorriendo mi espalda y culo con su lengua, Miguel se separó para desnudarse, cuando volvió, ya desnudo a mi lado, y me abrazó, su pene erecto se deslizó entre mis piernas, rozando mi coño, haciéndome vibrar y fue ahora mi marido el que se separó para desnudarse, momento que aprovechó Miguel para levantarme y penetrarme y así, empalada en él, llevarme a la cama donde nos dejamos caer sin dejásemos salir a su polla introducida en la profundidad de mi vagina, se tumbó encima mío besándome suavemente en la boca y acariciándome los pechos con su mano, suave y dulcemente, mientras mi marido que había acabado de desnudarse se sentaba en un sillón y nos observaba.
Miguel continuó con sus besos y caricias por todo mi cuerpo, su boca pasaba de mi boca a mis pezones, su mano pasaba de mis pezones a mi coño, mientras mi vagina penetrada por su erecta y caliente polla, se empapaba cada vez más.
Mientras la polla de Miguel entraba y salía de mí, haciendo que mi vagina segregara más y más y que mis jugos, escurriéndose de mí, mojaran la sábana, mi marido se situó a nuestro lado y dirigiéndose a Miguel le dijo:
«Levántala las piernas para dejarme ver mejor como tu polla penetra en su coño y como su coño abierto y húmedo recibe tu polla encantado, Miguel», sacando su polla sólo lo suficiente para poder pasar mis piernas por encima de sus hombros, volvió a penetrar en mí, introduciendo su polla hasta el fondo de mi coño mientras mi marido miraba cómo entraba y salía de mí la gorda y caliente polla de Miguel y cómo mi coño se humedecía más y más para facilitar la penetración, haciendo que cada vez que la polla salía lo hiciera más y más mojada de mis jugos, mi marido se acercó a mi cabeza y empezó a acariciarme los pechos, mientras su boca se pegó a la mía y su lengua la penetraba como la polla de Miguel penetraba mi coño.
Mi deseo sexual había hecho, a esas alturas, irrupción plenamente en mí, haciendo que mi pubis se levantara para buscar una todavía mayor penetración de la polla que horadaba mis entrañas, con movimientos lentos y profundos que se hicieron más rápidos al sentir mi pubis buscar una mayor penetración y oír que mis suspiros subían de volumen y mi cuerpo agitarse cada vez más intensamente.
Mientras sentía el orgasmo de Miguel acercarse y su polla vibrar cada vez más y más rápidamente, apresada y apretada por mi vagina, mi orgasmo empezó a acelerarse, haciéndome gritar:
Fóllame fuerte Miguel, no pares, sigue, sigue, fóllame con todas tus fuerzas, penétrame hasta el fondo, fóllame como si fuera tu puta, soy tu puta, tu amante, lo que tú quieras pero fóllame bien fuerte, mientras mi boca seguía apresada por la de mi marido, Miguel y yo explotamos en un orgasmo que empapó su polla y mi coño del semen caliente que salió a borbotones de su interior.
No tuve descanso pues en cuanto la polla de Miguel se deslizó de mi interior al reducir su tamaño, fue mi marido quien, dándome la vuelta boca abajo, me penetró, mientras Miguel me acercó la polla a la boca y mientras sentía la polla de mi marido follarme el coño con desenfreno, sentía la polla de Miguel en mi boca y el regusto salado y caliente de nuestros jugos, los suyos y los míos, que habían empapado su polla en el orgasmo que hacía pocos instantes habíamos compartido.
Al sentir que mi marido se acercaba al orgasmo, solté la polla de Miguel, por un instante, para decirle:
«Cariño, espera un poco, me apetece sentir tu orgasmo y el de Miguel al mismo tiempo, que me llenéis el coño y la boca de vuestro semen en el mismo instante».
Mi marido ralentizó sus idas y venidas en mi coño para complacerme y que su orgasmo coincidiera con el de Miguel.
En ese momento, penetrada en la boca por Miguel y en el coño por mi marido, me vino a la cabeza el deseo de estar penetrada al mismo tiempo en mi culo y mientras me imaginaba esa situación, dicha fantasía me produjo tal morbo y deseo, que aceleró mi orgasmo que se anticipo por unos instantes al de mis dos compañeros y mientras sentía el semen de los dos llenarme el coño y la boca, me prometí a mi misma realizarla en otra ocasión.
La noche terminó con los tres tumbados en la cama y mis manos acariciando, distraídamente, los genitales de los dos hombres que habían disfrutado conmigo y de los cuales había disfrutado yo.