Segunda vez

Si leyeron mi historia anterior recordarán mi primera experiencia sexual con un travesti.

Pues bien, aquella relación dejó muchos recuerdos en mi.

Uno de ellos era el hecho de que la travesti con la que estuve tenía el pene y el culo completamente afeitado y eso me gustó mucho, así que hace un par de días mientras me bañaba me afeité mi verga y el culo.

Me gustó mucho como quedó.

En la tarde pasé por una tienda de ropa íntima femenina y no aguanté la tentación de cómprame algo, así que compré unas pantis.

Regresé a la casa y me las puse, pero la parte delantera era demasiado pequeña y mi pene, no erecto, no cabía en la ropa.

No sé como ustedes las travestis hacen eso.

En fin, no podía apartar esos momentos de mi mente, así que decidí contratar los servicios de una travesti.

Llamé por teléfono a la agencia, la describí como la quería y a los 30 minutos estaba en casa.

Era hermosa. Rubia, cabello por los hombros, un cuerpo espectacular y unos ojos muy lindos.

La hice pasar e inmediatamente nos fuimos a mi recamara. Una vez ahí se acostó en la cama mientras se desvestía.

Yo hice lo mismo. Segundos después estábamos sólo en ropa interior.

Pude ver que tenía un gran bulto entre las piernas, así que decidí quitarle las pantis.

Siempre me habían dicho que los travestis tienen el pene pequeño y debo admitir que me encantan los penes pequeños, pero este era una excepción.

Su vergota era como de 19 cm. nunca antes había visto una verga de ese tamaño y me excité muchísimo, así que de una vez nos pusimos en posición de sesenta y nueve, me la metí en la boca y comencé a chupar y chupar, mientras con mi mano derecha le metía un par de dedos en el culo.

Ella hacía lo mismo conmigo.

Me estaba dando una gran mamada y pude notar que estaba tan o más excitada que yo porque su pene parecía una manguera por la manera que derramaba líquido preseminal en mi boca.

Después de un rato de mamar me separé de ella, me acosté boca arriba y ella se sentó sobre mí metiéndose todo mi pene de una sola tacada. Ella se movía arriba y abajo, por lo que llevaba el control de la situación.

Debo decir que ver el tambaleo de sus enormes tetas me excitaba aún más, no podía parar de tocárselas y pellizcárselas mientras la penetraba y los gemidos, gritos y palabras que decían me volvían loco.

.- «Mmmmmmmmmm. Siiii. Ahhh. Hazlo, hazme gritar. Métemelo todo, no dejes nada afuera papi.» Eran algunas de las cosas que decía.

Mientras la cogía ella misma se masturbaba y a los minutos se corrió con un montón de semen en mi abdomen.

Al ver esto inmediatamente se separó de mi y se puso a lamer todo su propio semen que había caído sobre mi.

Sentir su suave lengua era lo máximo, así que regué un poco de su semen en mi pene para que me lo lamiera también.

Después de comerse todo el semen, tomó su pene y lo frotó suavemente en mi culo para lubricarlo con su líquido y lentamente empezó a metérmelo.

La verdad no podía creer que semejante tolete estaba entrando en mi culito pero era cierto y lo estaba metiendo todo.

Me penetraba riquísimo y yo lo disfrutaba al máximo.

Mientras me cogía me tocaba todo el cuerpo haciendo que me excitara aún más.

Después de un rato de cogerme, se separó de mi y se sentó en la cama, así que yo me paré frente a ella, le metí mi pene en la boca y comencé a hacer el movimiento de mete y saca, como si la estuviera cogiendo por la boca.

Ella se hacía una paja mientras yo seguía metiéndolo y sacándolo de su boca, pero cuando le dije que estaba por venirme, me dijo que quería sentir todo mi semen dentro de su culito, así que la penetré y empecé a moverme más y más rápido hasta que me vine dentro de ella con mucha leche.

Esto hizo que ella también se corriera con muchísimo semen.