¡Hola a todos! Si leyeron el relato anterior, sabrán que empezó mi gusto por la ropa de mujer gracias a las prendas de mi tía. Para quienes no me conocen, vuelvo a presentarme: soy Miguel, peruano de 34 años y me considero bisexual.

Luego de esa experiencia de probarme algunas prendas femeninas de mi tía, sentía que quería más. Sobre todo porque me mudé con mi padre y, por obvias razones, no había prendas femeninas en casa. Así que me interesé mucho por leer experiencias de travestis en internet, cómo se vestían, dónde compraban ropa, cómo se maquillaban, etc.

Una de esas experiencias, precisamente, trataba sobre lugares en los que, con ayuda de una travesti, te feminizaban. Pero esa experiencia fue un país distinto al mío. Bueno, no pierdo nada probando, pensé, así que abrí el buscador y coloqué: «feminización Perú».

Grande fue mi sorpresa cuando aparecieron varios anuncios de trans y/o travestis ofreciendo el servicio. Lo mejor de todo es que esos servicios incluían un gigante ropero con pelucas, tacones medias, vestidos y mucho más. Además, te maquillaban para dejarte realmente linda.

Luego de ver varios anuncios, apareció una chica trans llamada Alondra que vivía relativamente cerca a mi casa, así que la contacté preguntando por el servicio, el cual incluía un ropero lleno de ropa de nena, así como una sesión de maquillaje que ella misma lo hacía. «Es perfecto», pensé. Pero, luego, me dijo:

«Después de vestirte nos cogemos como dos lesbianas»

Mis ojos se abrieron y tuve una erección inmediata. Era más que perfecto, una experiencia que de todas maneras quería probar. Así que quedamos el precio, el día y la hora en que iría a visitarla, ya que el «servicio» lo hacía en su departamento. No le di muchas vueltas al asunto y quedamos para el día siguiente por la tarde.

La espera se hizo muy larga, así que mi emoción me hizo llegar minutos antes a su departamento. «Eres más que puntual», me dijo con una voz femenina y cálida a través del intercomunicador, para luego invitarme a pasar. Subí las escaleras, toqué su puerta y realmente era un monumento. Me recibió con unos tacones muy altos, medias negras y un vestido que le llegaba a los muslos que dejaba ver un par de tetas increíbles. «Pasa mi amor, no tengas miedo», me dijo, y, al entrar, me dio un cálido beso en los labios.

Me invitó a su habitación y empezó a sacar varias prendas, entre medias, vestidos, tacones, pelucas. «Escoge lo que más te guste», me dijo mientras se bajaba el vestido y acercaba una de mis tetas a mi boca. Mi lado masculino salió a flote y empecé a chuparle una teta mientras acariciaba la otra con mi mano. «Tranquilo, mi amor, vamos a ponerte putita. Desvístete». Seguí sus indicaciones, quedé desnudo con una visible erección. Ella eligió la peluca y ropa por mí: una peluca rizada castaña, un vestido negro, medias de malla rojas y unos tacones negros abiertos hermosos.

Antes me dijo: «¿te pinto las uñas de los pies?». Mi lado femenino volvió y sin dudar le dije que sí, moría por ver mis pies con las uñas pintadas. Cogió un esmalte rojo y empezó a pintar mis uñas mientras de rato en rato masajeaba mis pies con sus suaves manos. Cuando terminó, sopló sobre mis pies para secar el esmalte y le dio un tierno beso a mis pies. ¡Se veían hermosos! Tenía ganas de devorar mis propios pies.

Luego, me puso un hilo dental negro, para luego colocarme las medias de malla y el vestido. Para que parezca que tengo tetas, me puso un brasier con push up y realmente parecía que tenía tetas. Finalmente, me colocó la peluca. Yo quería explotar, pero faltaba algo más: maquillarme. Así que empezó delineándome las cejas, me puso polvo en la cara y me pintó los labios de color rojo intenso. No sé qué hizo, pero mis labios se veían incluso más carnosos. Al terminar de maquillarme, me colocó unos aretes de clip y me dijo: «estás lista, mi amor».

Me vi al espejo y estaba hermosa. Alondra me dijo que empiece a caminar por su departamento, me daba tips para caminar con los tacones, a moverme sexy y, finalmente, me pidió mi teléfono. «Te voy a tomar unas fotitos». Así que me indicaba cómo posar, dónde posar, qué gestos hacer y mucho más.

«Ahora sí, estamos listas»

Me dijo mientras me empezaba a tocar y luego besar. Se sacó el vestido, se tiró en la cama y me hizo un gesto para subirme encima. Nos besábamos, yo bajé a sus tetas y mientras lo hacía se bajó las bragas y me dijo que se la chupe. Y así fue.

Empecé a chupársela, no era muy grande, así que fue bastante sencillo. Estaba bastante a gusto cuando me dijo que parara un momento y se levantó. Fue hacia su armario y empezó a buscar algunas cosas, yo estaba algo confundido. Cuando se volteó, tenía en las manos lubricante, condones y unos juguetes sexuales (un consolador pequeño y unas bolas anales). «Vamos a jugar», me dijo con una sonrisa.

Me indicó que me ponga boca arriba, puso uno almohada en mi coxis y me dijo que levantara las piernas mientras ponía un condón y llenaba de lubricante las bolas anales. Una vez lista, empezó a meterme una bola, luego dos, tres y yo ya gemía. Me decía cosas como: «así te gusta, putita». Yo solo respondía gimiendo pidiendo que siga.

Acto seguido empezó a pajearme y me vine como un volcán. Me limpió y, lejos de apurarme, me dijo que se había quedado con ganas, que ahora me tocaba a mí complacerla. Para recuperarme un poco, le quité los tacones, las medias y empecé a comerle los pies. ¡Los tenía hermosos! Con una impecable pedicure francesa.

Mientras lo hacía, retiraba los tacones que llevaba puestos y me eché, dándole a ella también mis pies. Me quitó las medias y también empezó a chupármelos, toda la planta, dedito por dedito. Era lo justo, le tocaba a ella sentir placer. Así que me reincorporé y empecé a chuparle la verga, huevos y también su culito.

Al hacer eso, prácticamente me imploró que me ponga un condón y la follara. Y así fue, la empecé a clavar piernas al hombro mientras chupaba sus hermosos pies. Mientras se la metía, ella empezó a masturbarse, y eso me prendió más así que aumenté la intensidad.

Cuándo estaba por venirme me gritó que me venga en sus tetas, la saqué rápidamente, me quité el condón y derramé mi leche en sus tetas. Exactamente al mismo tiempo ella se vino, botando restos de su leche sobre mi culo y untándomela en mi agujero.

Una delicia, realmente. El trato fue por una hora, pero terminé estando más de dos horas con ella, considerando que tuvo una paciencia increíble al desmaquillarme y quitarme el esmalte de uñas de los pies.

Nos despedimos con la promesa de que volvería, pero nunca más volví por razones ajenas. La he visto por internet hasta hace poco, así que espero regresar pronto para una nueva experiencia con ella.

Pd. Aún tengo las fotos que me tomó, por si quieren verlas, je.

¡Gracias por leerme! Si quieren contactarse conmigo (o ver las fotitos) pueden escribirme a miguelfeet@gmail.com

¡Hasta un próximo relato!