relatos eróticos vista

Parte de una serie de confesiones desde que nos iniciamos en las relaciones con las criadas.

Ninguno de sus poros merecía menos, y por ello los atendía a todos por igual. Su dureza y su calor eran casi visibles. Conforma mis manos y boca se movían, hacían una sinfonía celeste, era como alzar la vista y ver las constelaciones.

Viendo que yo aún no tengo mi orgasmo, se levanta y se hecha hacia atrás de manera de quedar de rodilla frente a mí y con mi verga a la altura de su rostro, la toma y se la traga completamente, para después empezar un sube y baja sobre mi instrumento que en pocos segundos logra el ansiado clímax, en medio de un borbotón de semen que la pilla sorprendida y le cae en el rostro y entre los senos.

De pronto nos llegó el orgasmo casi al unísono y nos apretamos, nos hundimos uno en el otro, como queriendo fundir nuestros cuerpos, mientras nos regalábamos nuestros jugos en un intercambio de placer que agotó nuestras fuerzas. y acabamos entre besos, mordiscos y promesas de amor y deseo.