relatos eróticos señor

12 relatos

Cibersumisión

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Esperaba sentada en la estación de tren, con el libro recién comprado y apenas leído, para poder ser correctamente identificada por su señor, llevaba puesta una falda plisada de tenis, a la altura de las rodillas, un polo azul ajustado, bragas y sostén negros.

Solidaridad

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Cuando me le acerque, aceptó servirse un trozo de torta y un vaso de bebida que le ofrecí. Nos acercamos una mesa instalada en una sala en que se reunían a ver televisión. Cerca había otras mesas y estaban al principio desocupadas pero después mientras conversaba con él fueron siendo ocupadas por otras compañeras que reían tanto con abuelitas o abuelitos que no eran muchos puesto que la mayoría de los de ese hogar eran damas incluidas las que los atendían.

El señor del mar II

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SeaLord le ofreció trabajo y cobijo, le enseñó, pacientemente, un idioma del que no conocía más allá de diez o doce palabras y le mostró un mundo insospechado de perversión y de placer. Aquel era un lugar extraño, gobernado por un ser extraño, donde ocurrían cosas extrañas.

Sin límites III: Paola

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Me fui acercando lentamente. Ella se fue calmando, pero su vista bajó y notó el bulto de mi entrepierna. Pude ver su cambio de actitud, de asombrada a complacida, y decidí continuar adelante.

Las andanzas de Wanda III: El favor

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Me acarició de nuevo entre las piernas con una caricia muy sensible y cuando sonó el teléfono anunciando que Tony ya estaba abajo esperándome, me ayudó a ponerme el top y me despidió en la puerta mandándome saludos para Tony.

Su vida cambió cuando fue comprada por el señor del castillo

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Pero aquella joven acababa de llegar al castillo, y aun seguía enamorada de su amado, sin saber que ya nunca lo vería mas. Había sido vendida al señor del castillo por un puñado de tierras que su padre trabajaría para alimentar al resto de sus hermanos. Era un alto precio, pero al mismo tiempo el único.

Encuentro en la playa nudista

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Después de pasear por la zona observé que había un señor mayor, de unos 50 años aproximadamente, que estaba tumbado desnudo y le pregunté si podía sentarme a su lado, a lo que accedió.