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Secuestrada II

De la palma de la mano que acariciaba la vulva se separó el dedo corazón que se dedicó a castigar el clítoris. Pronto la niña estaba lista para otro orgasmo pero de pronto todo se paró. Las manos que la hacían tan feliz abandonaron su cuerpo y aquel orgasmo que estaba a punto de disfrutar se desvaneció y esto no le gustó.