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La sangre

Ese fin de semana hice lo imposible para que Marisol no venga a casa, me daba cuenta que no podría evitar que Julia se diera cuenta, si ella compartía la comida con nosotros. Hablé con ella y quedamos en vernos el Miércoles como siempre, en su departamento.

Inocencia II

Yo no era capaz de decirle nada de esto a María más que todo, porque creo que en el fondo nos estábamos enamorando el uno del otro, y que lo de su hermana era más que todo una atracción sin importancia pero que me excitaba todo lo que podía y más.