Una aclaración antes de empezar: en las líneas que siguen hay momentos que son narrados por Chiara y otros que son narrados por Julio César, trataremos de indicarlo, sin embargo, si se nos pasa alguno, por favor determinen ustedes quien es el que escribe. Recuerden que, por lo vivido, por lo disfrutado, por lo compartido, nosotros somos cómplices.
No cabe duda de que la posibilidad de ir a su casa, sabiendo que allí estaríamos solos me atraía bastante, y no por el hecho de que sospechase lo que ocurriría, sino porque así podríamos charlar cómodamente, ver aquellas fotos, resguardarnos de la lluvia y del calor pegajoso de aquel día. No niego que me atraía la idea de estar él y yo a solas, porque además teníamos "pendiente" una especie de juego relacionado con un beso que habíamos quedado en retomar en ese encuentro.
Pasó un mes, la chiquilla era desquiciante, se vestía muy atrevida para salir, minifaldas, pantalones entallados, escotes que dejaban ver gran parte de su grande, sabroso busto, unos pezones que se le dibujaban bajo la blusa apretada y que se le notaban paraditos, prestos para una gran mamada. Ella era muy alegre, risueña. En casa se ponía tops, pantaloncitos cortos, minifaldas, siempre mostrando las bien formadas piernas o gran parte de esas tetas sensacionales que de inmediato me ponían tieso el pene.
Un joven enseña a su mujer a realizar otros juegos eróticos, en los que el sexo anal y los tríos, juegan un papel importante, y muy satisfactorio.
Una pareja se ha puesto de acuerdo para introducir a una tercera persona en su juego amatorio.
Una mujer sola en una cafeteria, inicia un extraño juego en la distancia desde su mesa, provocando a los nueve hombres que la observan, solo uno la dominará y logrará su proposito.
Un grupo de parejas se reúne a cenar. Con las copas de la sobremesa llegan los juegos eróticos y una de las chicas se queda desnuda ante ellos y se va a una habitación a masturbarse...