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El amante inesperado

Pense que todo había acabado cuando el afortunado bicho por fin eyaculo, empujando de tal modo que arranco un nuevo y violento orgasmo a mi insaciable mujer, sacando del interior del trasero recién desvirgado de esta un trozo de carne roja aun mayor de lo que recordaba. Pero de nuevo me equivoque lastimosamente.

Utiliza un método para convertir a su mujer en exhibicionista como él

Me adelanté con la primera tanda y cuando subió me quedé con los ojos cuadrados: se había puesto esa playera y de falda agarró un pedazo de tela, que no le alcanzaba a dar vuelta a su cadera, le faltaba como un centímetro, pero la unió con un seguro, de lado se le veía toda la pierna y por abajo se le alcanzaba a ver el inicio de sus nalgas, no traía calzones y se había depilado su sexo.

Venganza I: Cara

Dado que mi mujer casi nunca usa pantalones no tenia grandes impedimentos a la hora de introducir sus largos dedos en su intimidad, e incluso en su trasero, para masturbarla violentamente, mientras la besaba con pasión, hasta arrancarle algún apagado suspiro o gemido de placer, como justificante de sus continuos y traidores ataques.

El hipnotizador II

Desde ese día eran ellos los que solían venir a menudo por nuestra casa, o invitarnos a la suya, para hablar de negocios, o pasar la velada. Allí se turnaban en entretenerme; así, uno de ellos me daba conversación, para que el otro pudiera beneficiarse a mi esposa.

El hipnotizador I

Mientras esperaba que le llegará una nueva remesa, mi esposa, comprensiva con sus clientes mas asiduos, cumpliendo así las órdenes que le daba Luis, les dejaba que permanecieran con ella en el interior del probador mientras se ponía las pocas prendas que le quedaban por vender.

El voyeur

Y, aunque en alguna ocasión he podido observar, haciéndome el tonto distraído, como durante las fiestas más alocadas algún que otro invitado exaltado le daba algún que otro cariñoso apretón intencionado, en aquellas carnosas zonas que se supone que no debía tocar, aprovechándose del estado de euforia que le produce el alcohol a mi mujer aun en pequeñas dosis, la cosa no había pasado de ahí.

El elegido

El mes pasado, al estarse dedeando frente a mí, como preámbulo a poseerla y deslecharme en ella, entre gemidos y la respiración entrecortada, me comentó que al encontrarse sola, se masturbaba deliciosamente, imaginando como era cogida al mismo tiempo por mí y por otra persona.

Las verdaderas intenciones de mi jefe

La agarraba de los pechos con ansia y probaba todo tipo de posturas, aunque decidió que prefería la posición fetal: ella con la espalda apoyada en la tumbona, en cuclillas, mostrándole el conejo a mi jefe, que la podía penetrar hasta el fondo con esa tranca.

Mi esposa II: la historia

Después de la cena hubo baile, María se fue a bailar y yo me quede en la mesa charlando con otros invitados. Eran cerca de las dos de la madrugada cuando me puse a buscar a mi mujer para irnos a casa pues yo estaba cansado.

Infidelidad autorizada

Entonces, luego de analizar todo esto con mi esposa, decidimos que ella seria la elegida y empece a realizar visitas a su apartamento, yo siempre trataba de acercarme a ella y con el mayor descaro del mundo intentaba tocarle sus senos o su trasero, que siempre permanecía cubierto con unos jeans que lo marcaban perfectamente y que cuando la veía de frente, también marcaba claramente la deliciosa concha que ya deseaba tener entre mi boca.

Mi amigo se enamoró de los pechos de mi esposa

En la bañera dejamos que el agua corriera abundantemente sobre nuestros cuerpos, Me puse gel en las manos y empecé a aplicárselo por todo el cuerpo, sobándola a la vez muy suave y cariñosamente, sobre todo en aquel hermoso pecho (que había sido la tentación irresistible para Jaime), en su vientre, sus caderas, sus brazos, su culo, sus piernas y su coño, limpiando hasta la vagina que aún conservaba restos del semen que allí depositó la polla de Jaime.

Mi esposa I: El inicio

Lo que comenzó a levantar mis sospechas, de que algo estaba cambiando en ella, fue un día que estábamos en una cala de Cadaqués, ella se puso a tomar el sol desnuda y como a mí no me gusta tomar el sol me fui de excursión por las rocas del cabo de Creus.

Juego de adultos

En ese preciso instante se me ocurre un juego, era la oportunidad de llevar mi fantasía un poquito mas lejos, pero solo un poquito, entonces le propongo que acepte, que le diga que yo solo soy un amigo, que se deje seducir y con un nudo en él estomago le dije que si las cosas se daban se podían besar, pero solo besarse.

Sin límites IV: Yolanda

Fui hasta la cocina después de ver como subía a la planta alta. Me recosté de la mesa, donde había dejado listo todo para preparar la cena. Mis manos buscaron instintivamente mi entrepierna. Estaba completamente empapada y tenía el clítoris y los labios sumamente hinchados.