Mi esposa gritaba de placer rogándole a Larry que se lo meta, "Métemelo Larry, por favor métemelo" Mientras Larry, con la ayuda de Irma, empujaba su inmensa verga, mi esposa colocó una pierna hacia atrás sobre las piernas de Larry y con su mano ayudaba a empujar su cadera contra ella.
Pronto otro par de manos se unieron a las caricias, mientras las caderas subían y bajaban, al mismo tiempo que Yolanda trataba de endurecer la lengua para penetrar en la cueva de donde manaba sin cesar los jugos que ya corrían por la comisura de sus labios hasta el cuello.
Esto de estar los tres era algo complicado, ya que por más que fuese la novia de mi amigo, no podía evitar mirar a Carla, tratando de hacerlo disimuladamente, siempre para intentar ver ese pedazo milimétrico de piel que la malla no tapa.
Besar sus pezones erectos, pasar la lengua por su vientre, detenerme en su ombligo y después continuar camino abajo, hasta su vagina, separar sus labios y chuparlos con morbo, esperando que comenzasen a salir líquidos de su cueva para recogerlos con la lengua y llevarlos hasta su clítoris, rodeándolo y excitándolo, chupándolo y mordiéndolo suavemente hasta que ella llegase al orgasmo.
Entonces yo le apunté con mi nueva polla a la entrada de su ardiente gruta del amor, y ella me suplicó que no la hiciera sufrir, que se la metiera de una vez, que tenía muchas ganas de sentirlo dentro, para que le frotara todo su interior y la llenara de placer y gozo.
Mi mujer gemía, sí gemía, como espasmaba se estremecía, tratando de meterse algo más de ese guevo y a la vez de no dejarlo salir creo que tuvo un multiorgasmo, que manera de salir flujo de su vagina revuelto con el semen de Mauricio.
Fui testigo de cómo ella se colocó al borde de la cama, tendida boca arriba mientras él la tomaba por las caderas y en una furiosa danza una y otra vez introducía su virilidad erecta sobre su sexo, golpeando pubis con pubis, cada vez con más rapidez.
Fue tanta la excitación de Enrique que no pudo contener la eyaculación y terminó dentro de la boca de Ana, misma que devoró toda la leche que le fue proporcionada.
El muchacho correspondió el beso, lo que calentó a todos, y le pidieron que se quedara un rato, que le hiciera lo que quisiera, que si se la quería comer en ese momento que lo hiciera, él dijo que no podría, que su patrón estaba arriba y que lo echaría a la calle si lo encontraba en esas.
El tipo se corrió y como seguía con su erección, se lo metió entre el chocho, y se pudo de tal manera que los demás pudieran juguetear con el culo de mi mujer, y todos se lo hicieron uno a uno, mientras el seguía esforzándose por delante.
Podría jurar casi que la manera que Mary acariciaba mi pie que sabía que me perteneció y me provocaba, pero adivinó mal mientras Jenny dijo que era definitivamente el pie de Doug en su regazo.
Al rato me dijo que la penetrara y así lo hice primero hacia ciertos gestos de dolor luego sus gemidos fueron más cálidos y excitantes mi, esposa era cogida por uno de los esposos de su prima.
Yo luché hasta el cansancio para no venirme pues quería prolongar ese momento tan delicioso pero no pude más, era demasiado, la leche brotó abundantemente mojando esas dos preciosidades que no olvidaré jamás.
Rápidamente saqué de el culo mi verga que soltaba verdaderos chorros de leche y se la metí en la boca que golosa la recibió pasando la lengua por todo lo largo y tragándose lo que todavía salía de mi tolete.
Se ha masturbado muchas veces, descubro, pero es virgen. No puedo penetrarla y no lo haré. Me masajeo el taladro. Se muere por taladrarla, pero no puedo permitirlo.
La acosté boca arriba y comencé a lamerle la chucha que se encontraba mojadita y me comí su ano a lengüetazos, penetrándola luego por ahí mientras ella se metía sus dedos a la boca y se los chupaba.
Sonia actualmente cuenta con 30 años, es mi esposa desde hace 5 años, tiempo en el que por la intensa vida sexual que llevamos, así como por la madurez que como mujer ha ido adquiriendo, cada día que pasa me gusta más.
Mi pene estaba en toda su longitud entre sus piernas mientras mi esposa, mi hija y mi hermana reían y gritaban por los avances en su juego, mientras nosotros dábamos vueltas de vez en cuando para disimular que estábamos bailando.
Yo no razonaba, movía mi miembro sin ninguna compasión entre su ano, al tiempo que mi dedo anular empezó a acariciar su clítoris, primero circular y despacio y después directo y fuertemente, lo que la hizo dejar de quejarse y empezar a respirar verdaderamente agitada y excitada.
Nuestro matrimonio en los últimos meses había tenido problemas debido a la pasividad sexual de ella, quien se había criado en un hogar donde el placer sexual es más bien algo accesorio, nada importante.