Cuando terminamos estábamos todos sudados, nos fuimos y nos duchamos, pero que rabia cuando fuimos para las duchas el maestro no pudo ducharse porque tenia cosas que hacer.
La gente se amontonaba en los rincones cubiertos por la bóveda de mármol de las escaleras, fumándose un cigarrillo, sintiendo pasar las horas, y el claxon de los coches que circulaban por la gran avenida de Pablo Picasso.