Mi hermana no solo se había sentado a observar mientras mi madre y yo hacíamos el sesenta y nueve como las adolescentes más cachondas del planeta, sino que además se había corrido. Mi hermana se había masturbado hasta el clímax viendo a su madre y a su hermano follarse la cara.
Si te gustan los relatos de autosatisfacción, ven a leer, te cuento una divertida sesión matutina con mucho detalle, llena de lujuria y el disfrute de mi propio cuerpo.
Le doy un ultimo beso de despedida y medio de agradecimiento por una noche tan erótica, y salgo corriendo a mi oficina, agarro el portafolios, apago la luz, y bajo directamente a mi coche que estaba en el estacionamiento, de abajo.