Nunca me he considerado guapa ni soy muy abierta. Pero el idiota de Juan me hizo creer lo contrario. No le importaba que mi cara fuera redonda y más bien regordeta, con una nariz de punta redondeada, prominente, labios finos, pálida, pelo castaño y recogido en una coleta, ojos marrones y vulgares.
Mi madre es una mujer guapa a sus 40 años, es menuda (1´55m y 45kg más o menos) y tiene el pelo negro y corto. Sus ojos son negros y profundos, la nariz pequeña y los labios carnosos y sensuales.
Llegamos al rastro y nos metimos en todo el jaleo, a mi me daban muchos empujones y a ella eran distintos, más que empujones eran restregones, eran mas despacio y se recreaban al pasar a su lado, algunos chicos la hacían corro y decían piropos y burradas a lo que ella contestaba con una sonrisa bastante picara. Ella estaba despampanante, sus pecho botaban sueltos y sus nalgas tenían un movimiento que volvía loco a cualquiera que estuviera detrás suyo.
Entonces se abalanzó sobre mi boca y empezó a comérmela. Era la primera vez que me besaba con un tío, y fue de lo más excitante; notaba su mentón rozando el mío, le cogí la cabeza y le manoseaba la nuca y las greñas.
Estamos ya demasiado calientes, así que me dice que le meta la polla ya de una vez, y eso hago, ella sigue en cuclillas sobre mi, y le introduzca la polla lentamente por su ya muy húmedo coño, lo que me hace tiritar incluso.
Hacía varios años que no pasaba tanto tiempo en la finca, dado que prefería disfrutar del verano en la playa con los amigos, pero dado que tenía que terminar de una vez la carrera, me propuse aislarme del mundo por unas semanas.
Modestamente tengo con qué hacerlo, unos pechos no muy grandes, pero si bien paraditos, una cola hermosa, y una figura pareja fruto de muchas horas de gimnasio, pelo largo rubio y lacio y carita de nena según me dice la gente que conozco.
La levanté y subiéndola encima de la mesa empecé a penetrarla de manera salvaje, descargando en su húmedo sexo toda mi pasión y fuerza, ella gritaba como una loca lo cual me excitaba aún más.
La habitación se componía de dos camas separadas por un metro y medio mas o menos, yo estaba en la cama de la izquierda, la luz era tenue, Lali se acerco a mí y miro para comprobar si estaba dormida, cosa que yo fingí.
Ella metió sus manos debajo de mi traje de baño, lo desabrochó y sacó hábilmente mi guevo. La llevó a su boca y lo mamó de arriba abajo. Parecía que se trataba de una competencia con límite de tiempo. Estaba alborotada y disfrutaba cada lamida con cara de picardía. Yo estuve a punto de venirme (correrme) en varias ocasiones, pero me apretaba el pene fuertemente y respiraba hondo para bloquear la excitación.