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Una hermosa mujer

Llegamos pronto a la casa, una vez entramos ella me beso, eso me emociono muchísimo, pues me parecía delicioso que una mujer que apenas conocía hacia 10 minutos me estuviera besando, con pasión, con ganas de tener sexo.

Carmen la nueva vecina I

Al escuchar eso, me calenté un poco más, luego le di la vuelta y empecé a tomar sus caderas y ella empezó a moverse también  y gemía mas fuerte cada vez mas, como una puta, empecé con mis manos a abrir un poco sus nalgas mientras ella pasaba uno de sus dedos por su culo.

Qué primita!

Cecilia se levantó tarde esa mañana, después de una noche inquieta. Se bañó y perfumó. Se puso unas pantaletas que se ajustaban al entorno del bulto de su sexo y a las nalgas apretadas, que aun lucían suaves y frescas. Descartó el brasier pues prefería andar con los senos libres cuando estaba en casa.