Parte 1

La relación con mi ex no fue buena, más bien todo lo contrario. Estuvimos juntos a los dieciocho años y ahora teníamos veinte. En resumen, ella me abandonó.

¿Quieren saber lo peor de todo? Nunca habíamos tenido sexo.

El aburrimiento me llevó a stalkear sus redes sociales, algo que ya era costumbre en mí. Lo que llamó mínimamente mi atención fue una publicación en la que mencionaba el aburrimiento que conlleva estar sola en casa, tras el viaje que emprendieron sus padres. A mí realmente no me importaba, pasó más de un año desde nuestra última charla y ese dato me era irrelevante.

La noche del viernes ya había avanzado un poco y yo recién salía de casa de uno de mis amigos, emprendiendo viaje hacia la mía. Reconocía algunas cosas de esa zona, yo sabía que mi ex no vivía muy lejos de ahí, aunque nunca conocí su casa.

Parte 2

Es indescriptible el pánico que sentí al verla caminando en la otra vereda… Indudablemente era ella. El miedo de que me reconozca y pasar por una situación incómoda me hizo frenar en seco, pero inmediatamente me llené de dudas. Había algo extraño en su forma de caminar, algo errante, y eran audibles las pequeñas risas que soltaba sin ningún tipo de razón. Finalmente, cuando la vi casi chocar contra la puerta de su casa y dejarla medio-abierta luego de entrar me despejó de dudas; claramente estaba borracha.

La adrenalina recorrió mi cuerpo al recordar la ausencia de sus padres, frente a mí se había presentado una oportunidad idónea que ningún hombre desaprovecharía. Si lo que imaginaba era real, iba a tener el dominio completo del cuerpo de mi ex por toda una noche.

No tardé en revisar el panorama de la calle y, al no ver testigos, inmediatamente entré a su casa. Me puse la capucha de mi abrigo, temía que se percate de mi presencia y me reconozca, aunque rápidamente me di cuenta de que eso no iba a poder pasar…

Tras meterme en una de esas habitaciones, la pude encontrar. Se emborrachó tanto que no le dio tiempo a quitarse la ropa, ni siquiera llegó a acostarse en su cama, estaba a pocos metros de ella, boca-abajo en el suelo y completamente dormida.

Me tomé el tiempo de apreciarla. Ella es morena, de contextura muy delgada y no debe pasar del 1,50 de altura. Vestía de negro en su totalidad; un top, un short de cuero y unas botas.

Tengo que admitir que aún me llenaba de dudas, porque yo nunca había tenido la oportunidad de hacer algo semejante, y yo sabía que aún tenía la oportunidad de echarme para atrás, pero tampoco podía sacarme de la cabeza la idea de que nunca habíamos tenido sexo. Yo soy mucho más alto que ella y ver cómo relucía su figura en el suelo, transportaba a mi imaginación hacia escenarios en los que yo hacía uso total de su cuerpo para satisfacerme, algo que habré fantaseado millones de veces cuando me masturbaba en mi casa.

Independientemente de lo que pase, tenía que asegurarme de que esté dormida. Aún con mi rostro cubierto por la capucha y preparado para huir si era necesario, le di unos suaves toques en su pierna con mi pie y no hubo respuesta alguna. Si bien era muy pronto, ya el estar casi seguro de que estaba inconsciente me comenzaba a excitar, pero sabía que no tenía que precipitarme. Fui un poco más allá y me agaché a un lado de ella, moví su hombro suavemente para luego subir la intensidad, la sacudí un poco y no hubo respuesta. Rápidamente la voltee, fue fácil al tratarse de una persona muy delgada y pequeña, así que por fin podía observarla más a detalle; Ella es muy linda de cara, con los ojos ligeramente rasgados, una nariz pequeña y curvada, además de unos labios algo voluptuosos. Mi última prueba, ya casi invadido por la emoción, fue darle una cachetada con bastante fuerza, la nula respuesta fue la última señal que necesitaba…

La excitación hizo que me invada el calor, así que me saqué el abrigo y lo tiré al suelo. Después de esto, cargué a mi ex para ponerla sobre su cama boca arriba. Comencé a acariciar su abdomen con una mano, viendo sus costillas ligeramente marcadas y recordando las pocas veces que pude ver sus tetas, que si bien son pequeñas, tienen una forma perfecta.

Seguí acariciando su cuerpo, acumulando las ganas para hacerlo más placentero; acaricié sus muslos, su abdomen y su rostro. Comencé a besarla en su cuello suavemente, subí hasta su rostro e hice lo mismo con sus mejillas; mientras con una mano la tomaba de la cintura, con la otra usaba mi pulgar para recorrer sus labios.

A estas alturas, mi pene ya estaba duro, sentía una ligera incomodidad al sentirlo palpitar con fuerza debajo de mis jeans, así que sabía que debía avanzar; me quité la camiseta, los jeans y mi calzado, únicamente quedándome en ropa interior.

Me puse sobre ella y le empecé a subir el top, dejando que sea detenido un poco por el roce con sus tetas, que finalmente quedaron al descubierto tras un desliz con la tela, haciendo que tengan un pequeño rebote. No pude aguantar al ver esa forma tan circular y sus pezones morenos, así que con una mano apreté con fuerza una de sus tetas y, con la otra, pellizqué su otro pezón para que tenga un ligero relieve, para rápidamente atraparlo con mi boca y succionarlo, soltándolo de a momentos para ver como el pezón endurecido tenía un mejor agarre en mi boca.

Me entretuve bastante tiempo con sus tetas; la noche era joven, nadie nos iba a molestar y ella iba a permanecer inconsciente por muchas horas más.

Tras un rato sus pezones habían quedado bastante húmedos por mi saliva, yo comencé a bajar hacia su abdomen mientras besaba el recorrido, cuando llegué hasta debajo de su ombligo sabía que era momento de quitarle el short. Otra vez me emocioné, porque nunca había llegado hasta ahí. Desabroché el botón de su short y bajé su cierre, me levanté de la cama para quitárselo completamente y dejarla finalmente al descubierto con una tanga rosada que hacía resaltar aún más su figura por su piel morena. Tras eso, le quité las botas y sus medias, dejándola únicamente con su tanga.

La acerqué a un costado de la cama, puse una almohada debajo de su cintura para que gane altura y finalmente me puse de rodillas fuera de la cama, quedando frente a su entrepierna. Me acerqué para pegar mi nariz contra la tela de su tanga y recorrer la zona con besos, dejándole la tela un poco húmeda por mi saliva. Después me volví a levantar, recorrí su cintura con mis manos y bajé hasta su ropa interior, para quitársela y dejarla al desnudo.

Era la primera vez que veía su vagina, separé un poco sus piernas y aún se veía muy cerrada, lo que era de esperar por lo pequeño que era su cuerpo. Mi pene mide unos 18cm aproximadamente y tiene un buen ancho, lo que me llevó a imaginarme las sensaciones que tendría al estar dentro de ella, pero mis fantasías se interrumpieron por un dilema… ¿Realmente debería penetrarla? Obviamente no fui preparado para una ocasión que surgió de un momento a otro, y penetrarla conllevaría un embarazo casi seguro, así que únicamente podría aferrarme a la esperanza de acabar afuera y, si tengo suerte, ella no quedaría embarazada, pero no era seguro…

Parte 3

Si bien el tiempo sobraba, no quería perderlo, mis bóxers ya estaban mojados por el líquido preseminal que empapó mi glande casi por completo y las constantes palpitaciones de mi pene empeoraban el asunto, pero yo aún me resignaba a quitarme la ropa interior. Volví a ponerme de cuclillas delante de la entrepierna de mi ex, para luego sostener sus piernas y separarlas, dejando su vagina completamente al descubierto. Casi que saqué la lengua en su totalidad y con firmeza para probarla, estaba casi desesperado en ese punto. Recorrí de arriba a abajo su vagina, centrándome más que nada en su clítoris, escupiendo para que todo quede bien lubricado. Separé sus labios vaginales para ver su interior y, al ver lo estrecho que era, empapé aún más mis boxers con líquido preseminal, lo que me dio a entender que, independientemente de lo que pase, ya debería quitármelos.

Una vez desnudo, comencé a frotar mi pene ya muy lubricado contra su vagina que aún seguía brillando por toda la saliva que le había dejado. Con mi pulgar presionaba el tronco de mi pene para poder deslizarlo casi a la altura de su clítoris, privándome aún de una penetración de verdad. Definitivamente, no era una opción irme de ahí sin estar, al menos por un rato, dentro de mi ex novia.

Seguí haciendo lo mismo por un rato, aprovechando para recargar saliva, escupí sobre mis dedos e introduje uno dentro de ella, lubriqué el interior y luego acompañé con otro dedo. Todo se sentía bastante estrecho, pero cedía. Mi último escupitajo fue sobre mi pene, lubricándolo por completo y quitando el exceso para frotarlo sobre toda su entrepierna. Terminé agarrándola de una de sus piernas y dejándole un pie al aire, con mi otra mano agarre mi pene y rocé el glande por sus labios vaginales hasta encontrar la abertura de su vagina; la sensación de calor fue incrementando al introducir suavemente mi glande en su vagina, para finalmente llegar hasta su límite, introduciendo mi tronco entero.

El interior de su vagina era tibio y el sonido que se escuchaba al penetrarla daba a entender que estaba bien lubricada. No tardé en dejarme llevar, sosteniéndola de ambas piernas y llevando cada penetración al límite, haciendo chocar mis genitales contra su culo. El hecho de que estuviera dormida me daba la libertad de usarla como yo quiera, así que pude tirar sus piernas un poco hacia atrás para tener un mejor ángulo, cosa de la que seguramente se hubiera quejado si pudiera. Cada tanto debía detenerme, porque cada roce con las paredes carnosas y apretadas de su vagina me acercaban cada vez más a la sensación de eyaculación, cosa que aún no quería, pero la excitación era inmensa, yo mordía mis labios y no paraba de penetrarla, porque la presión que ejercía su vagina sobre mi pene facilitaba la salida de líquido preseminal, lo que la lubricaba en cada movimiento y me permitía seguir.

Estaba con la cabeza completamente nublada, ya a esas alturas me había olvidado del riesgo de embarazo. Una sensación extraña me recorrió en la parte baja del abdomen, algo que en pocas ocasiones de mucha excitación ya había sentido, pero nunca con tanta intensidad. Terminé abalanzándome sobre ella y sus piernas casi que hicieron palanca al sostener gran parte del peso de mi cuerpo, cosa que probablemente la hubiera hecho gritar si estuviera despierta, pero no me importó. La sensación en mi abdomen se intensificaba y yo me sentía un animal llegando hasta el límite de su vagina violentamente. Me detuve en seco y, estando completamente dentro de ella, mi pene comenzó a palpitar frenéticamente, expulsando chorros de semen como si éstos tuvieran la urgencia de salir hace semanas.

Estuve sosteniendo sus piernas y me quedé en la misma posición por unos segundos hasta sentirme completamente vacío. Deslicé ligeramente mi pene en su interior, ahora lubricado por mi semen, así sacando hasta el último rastro que me quedaba. Tiré mi cuerpo hacia adelante, mi glande recorrió la pared trasera de su vagina y salió con algo de presión, produciendo un sonido similar al que se escucha cuando algo se destapa, esto debido a la lubricación y el estrecho de su vagina junto al grosor de mi pene.

Incluso teniendo las ideas claras me había olvidado del hecho de que probablemente acababa de embarazar a mi ex novia, esa idea no me iba a detener. Ni siquiera sentí arrepentimiento, lo primero que hice fue revisar mi celular, el cual había dejado en el piso, y me llevé una sorpresa al percatarme de que no había pasado ni una hora desde que entré, lo que restauró mi energía casi de inmediato.

Fijé mi mirada en ella y vi como la posición en la que estaba facilitaba que brote hacia afuera el semen que eyaculé dentro de ella. Obviamente no era impedimento para nada, pero teniendo su cuerpo completo a mi disposición, podría probar otras cosas.

Continuará