Al salir del trabajo
CHARLINES
Mar había tenido una tarde dura y estaba cansada. Solo tenía ganas de ir a su casa y meterse en una bañera caliente.
Mar es una chica de veintisiete años, de uno setenta de estatura y con unos bonitos pechos. Su vestimenta es más bien recatada, para nada llama la atención.
Salió de su oficina y saludó al guardia de seguridad al bajar hacia el garaje. Se dirigió hacia su flamante Mercedes C 220 coupé de ultimísima generación. Subió en él y apretó el botón de contacto. Miró por el retrovisor, ya que le había parecido ver algo, pero no era nada. Guiada por la cámara del auto dio marcha atrás y salió del aparcamiento. Una vez pasada la barrera, algo frío se ajustó a su cuello.
- Como chilles o hagas algo raro te rajo zorra.
Mar no miró hacia atrás simplemente condujo manteniendo un ritmo fijo.
- Dirígete hacia Marbella.
- Peroooooo
- Calla zorra, conduce y calla o te rajo.
- Vale, vale, tranquilo.
Mar conducía cómo y por donde el hombre le iba diciendo. El tráfico no era muy fluido a esas horas, ya era tarde. Así que nadie repararía en ella.
- En la siguiente salida, te sales y coges la tercera salida.
Mar hizo todo lo que el hombre le iba diciendo. Se salió en esa rotonda y tomó un camino que se dirigía hacia el interior de un bosque.
- Sigue hasta el final del camino y entra en la casa.
Cuando llegaron al final del camino unas puertas de hierro se abrieron y el coche entró a un oscuro garaje.
- Bien, sal del coche despacio.
Mar salió del coche y se encontró con una especie de plaza de toros. Era un pequeño coliseo romano, empezó a temblar, ¿sería ella quién tendría que pelear??? Su cabeza daba una y mil vueltas. Dos hombres la sujetaron por los brazos y la fueron llevando hasta traspasar una puerta. Una vez traspasada, cerraron la puerta. Mar estaba sola en ese ruedo y solo escuchaba el murmullo de las voces. Unas risas delataron la presencia del primer contrincante. Este era un pequeño hombre de no más de uno diez que llevaba un látigo en su mano. A Mar le lanzaron un escudo y una porra de la policía.
El hombre era certero con el látigo. Primero rasgó su blusa, para al tercer latigazo destrozar esa prenda. Mar se quedó solo con su sujetador. El hombre seguía con el látigo, aunque Mar ya había aprendido a usar el escudo y ahora le era mucho más difícil actuar. Aún así, había conseguido hacer girones el pantalón de Mar e intentaba destrozarlo entero.
Un ohhhh, sonó en la grada. Un gran hombre de más de dos metros salió a la arena. Pilló desprevenida a Mar y consiguió arrancarle el pantalón que se sujetaba de dos finas presillas. Mar quedó así en tanga y sujetador. El gigantón tenía una buena polla, pues se había quitado sus calzones y Lucía un buen instrumento. El enano también se había quitado la ropa y Lucía una gruesa polla ya erecta. De un certero golpe, cortó la espalda y la tira del sujetador de Mar. Este se abrió mostrando unos bonitos pechos. Mar se dio la vuelta para atacar al pequeño, lo que aprovechó el gigante para sujetar su barriga con fuerza. Mar se retorcía y pataleaba, pero poco podía hacer. El gigantón la sujetaba con mucha fuerza por su barriga mientras apretaba sus pezones.
- Ya verás zorrita, que bien lo vas a pasar.
La levantó con una mano y con la otra le arrancó su tanga.
- Déjame, te lo suplico, déjame.
Mar estaba indefensa, pero esos apretones en su tripa la estaban poniendo a mil. Por sus piernas empezaban a correr unos hilillos de sus jugos. El enano se acercó y empezó a chupar el coñito de Mar. A la vez que el gigantón acercaba la boca de esta a su polla. Mar apenas podía con el capullo que a duras penas entraba en su boca. El pequeño estaba haciendo maravillas con su lengua, por lo que Mar hacía maravillas con la suya en la polla del gigantón.
El gigantón apretaba con fuerza la cabeza de Mar contra su polla y esta difícilmente podía respirar. El pequeño empezó a comerse el culito de Mar a la vez que metía dos dedos en él. Mar se retorcía de placer y cada vez abría un poco más la boca. Así que el gigantón aprovechaba para meter un poco más su polla en la boca de Mar. A la vez que le comía el culito y le metía tres dedos, atizaba con fuerza el culo de Mar que, al chillar, engullía más polla.
La boca le empezaba a doler y su coño era una auténtica fuente, entre la excitación y el placer se estaba volviendo loca. El gigantón cogió a Mar por la cintura, la levantó en vuelo y empezó a comerse su coñito.
Era un lindo coñito, rosadito y totalmente depilado. Pronto Mar empezó a temblar en los brazos del moreno que cada vez le daba más ritmo a su lengua, chupaba y sorbía su clítoris como si fuese a llegar el fin del mundo. Mar agarrada a su cabeza empujaba con su coño en la boca del moreno. Se estremeció y temblando empezó una brutal corrida que le duró casi cinco minutos. El moreno se tumbó en el suelo y meneó el cuerpo inerte de Mar poniéndola encima de su preciosa polla negra. Colocó a Mar sobre su bonita polla, totalmente erecta poniendo su capullo en el coñito de Mar. La dejó caer. Mar se sujetó al cuello del gigantón y un grito salió de su boca.
- Siiiiiii, siiiiiii, siiiii
Mar sentía como esa preciosa polla le iba llenando por dentro, como poco a poco, se iba haciendo con los favores de esa polla, casi monstruosa. El hombretón empezó a bombear con fuerza y a Mar se le caía la baba. En su vida le habían dado con tanto ímpetu y con tanta fuerza. El enano empujó a Mar hacia adelante y apuntó su polla al culo de esta. Un fuerte azote y la polla entró hasta el fondo. Mar ahogó un grito entre dolor y placer y empezó a cabalgar esas dos pollas. El enano a la vez que entraba y salía le daba con fuerza en sus nalgas. Estas ya estaban de un color violáceo.
- Vamos, darme con más ganas, más fueeeerte mucho más, vamos que quiero correrme vamoooos
Los dos hombres aumentaron el ritmo hasta ver qué Mar les dejaba la polla bien bañadita en sus jugos.
- Asiiiii, siiiii hummmmm, que gustoooo, no pareis, no pareis hummmm, más, maaaaass
Los dos hombres aceleraron el ritmo, el pequeño, se corrió en el culito de Mar.
- Toma zorra, tomaaaaa, el culo bien lleno, tomaaaaaaaa
Mientras el hombretón se salía del coño de Mar, para meterle la polla en la boca.
- Toma zorra, tomaaa, tragaaa, tragaaaa.
Sujetando con fuerza la cabeza de la chica, la apretó hacia él, con fuerza, no dejando que escapase ni una sola gota.
Se sacudió la polla golpeando en las mejillas de Mar, con fuerza.
- Pues por nosotros ya está terminado el número, ¿Quieres más?
- Joder, casi me matáis.
Mar se quedó tumbada en la hierba y De repente se encendieron las luces de tres coches que estaban haciendo un corro
- Joder niña me has puesto la polla como la tapia.
Quietecita,¿ dónde vas?
Mar intentó echar a correr y fue sujetada de su pelo con fuerza por este animal que acababa de salir de su coche, con la polla en la mano.
- Niña, tú has provocado esto y tú lo vas a bajar.
Sujetando a Mar con fuerza la bajó hasta su polla y ahí le puso a comer.
- Vamos maricones, ¿a qué esperáis? Esta zorra quiere polla.
De los otros dos coches, bajaron otros dos elementos. Uno muy delgado y el otro normal, sobre el uno setenta y cinco los dos.
- Vamos coño darla lo suyo.
El más flaco se puso detrás de Mar y con una fusta, la fue azotando, mientras el animal del primer coche, la fue metiendo la polla hasta llegar a su garganta. Mar empujaba con fuerza sobre las piernas del animal, para poder respirar un poco. Este aflojaba un poco, la dejaba respirar y después le metía la polla hasta la garganta. Mientras el flacucho seguía con la fusta, azotando el ya amoratado culo de Mar.
Mar estaba como en una nube, primero por qué la primera follada la había dejado exhausta y segundo por qué esos azotes la estaban volviendo loca. Le gustaba que la humillaran y que usasen su cuerpo como si fuese una muñeca hinchable. El hombre más normal, se sentó en el suelo e introdujo su polla en el coñito de Mar. Era una polla gorda, pero no muy grande y le llenaba el coño completamente. La polla que estaba chupando era grande y gorda, muy grande de más de veinticinco centímetros. Por suerte el flaquito tenía una polla larga y nada gruesa.
El flaquito la escupió en el culo e introdujo el mango de la fusta en él.
- Joder que rico, que bien me aprieta ahora la polla. Creo que deberías meter la tuya.
- No me lo digas dos veces, voy.
Sin apenas dificultad el flaquito consiguió meter toda la polla dentro del culito de Mar.
- Jodeeer que bien que la chupa ahora. Jodeeeeer siiiii, huuuummmm te llenare esa boquita hummmmm siiiii, tomaaaaa, hummm tomaaaaa.
El primero ya se había corrido y Mar tragó todo sin rechistar. Este la cogía del pelo y tiraba de sus pezones hacia arriba. El flaquito le daba con fuerza, con mucha fuerza y mar gritaba de gozo.
- Dame fuerte flaquito hummmm dame fuerte. ¿Y tú, ya te has cansado? Trae esa polla que te la dejo bien limpia.
El hombre acercó su polla a la boca de Mar y esta se la chupó, con gran delicadeza. Al poco, ya la tenía bien dura, dando dos tortacitos en la mejilla de Mar, le dijo.
- Muy bien putita, me la has vuelto a poner bien dura.
Tu flacucho, déjame sitio.
El hombre se acercó a Mar y apuntó su polla a su culito, donde ya estaba el flacucho. Puso el capullo en la entrada y apretó.
- Jodeeeer me vas a partir en dos, saca eso, saca eso.
Pero el hombre no hizo caso y siguió apretando poco a poco.
- Joder cabrones, qué gusto, como se le cierra el coñito con vuestras pollas.
- Por favor, dejarme, por favor, me va a dar algo.
Mar era un mar de orgasmos, encadenaba uno con otro.
El hombre que llenaba su coño, próximo a correrse, aceleró el ritmo todo lo que pudo.
- Toma zorra tomaaaaa, jodeeer, qué apretadita estaaas. Tomaaaaa, huuuuummm tomaaaaa.
Azotando con fuerza el culo de Mar se vació en su coño. El hombretón aceleró el ritmo y se salió del culo de Mar, para entrar en su coño.
- Hummm qué coño más rico tienes, putita hummmm.
El hombretón aceleró el ritmo hasta correrse dentro de Mar apretando muy fuerte sus caderas.
- Joder, que bien me aprieta este coño, hummmm siiiii, tomaaaaa, hummmmm que ricoooo. Siiii, hummm siiiiiii, toma la lecheeee, tomaaaaaa
Mar cayó desmayada al suelo, por sus orificios salía gran cantidad de semen.
El frío de la madrugada la despertó, le dolía todo el cuerpo entero y estaba muy, muy sucia. Se levantó, se acercó a su coche, se puso su vestido que estaba tirado en la parte de atrás, y mirando hacia el volante, vio que las llaves estaban puestas. Condujo hasta su casa y se metió en la bañera. Llamó a su trabajo y dijo que no podría ir, que estaba indispuesta.
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