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Mi primo me convirtió en un adicto al sexo

Mi primo me convirtió en un adicto al sexo

Leer primer relato “Mi experiencia incestuosa real

Después de mi primer encuentro con mi primo no es de sorprenderse que otros encuentros vendrían.

De hecho fueron tantos que el yo relatarles con detalles estos encuentros sería ir en contra de la sinceridad que pretendo en cada uno de mis relatos.

Sin embargo hay ciertos encuentros que se grabaron en mi mente y esos son los que compartiré con ustedes.

Mi primo y yo teníamos sexo cada vez que nos quedábamos solos en la casa.

Hacíamos de todo, nos mamábamos, nos penetrábamos e incluso a veces era cuestión de mastúrbarnos mientras veíamos películas porno.

Tal vez se pregunten si alguna vez nos pescaron… pues sí, nos pescaron pero solo masturbándonos. Imagínense si nos atrapaban chichando (como llamamos follar en Puerto Rico) creo que nos mataban, pero nunca nos atraparon.

No pasó mucho tiempo cuando ya estaba adicto al sexo. Espiaba a mis padres mientras tenían intimidad.

Esto me excitaba enormemente. Mis padres en sus treintas años eran salvajes en la cama.

Mi madre una mujer seria y recatada, perdía todo eso a la hora de chichar con mi papá.

Escondido en el closet veía como mi madre le mamaba la verga y el se la clavaba por la chocha y culo. Eran días que hoy los recuerdo y no puedo evitar excitarme.

También comencé a tener sexo con otro primo el cual se llamaba Javier y con sus hermanas Ana y Brenda.

Javier tenía mi misma edad, Ana era menor que yo por un año y Brenda mayor que yo por dos. Mis encuentros con ellos se los relataré otro día.

Un día llegué temprano de la escuela y fuí directo a la habitación de mi primo Alberto.

No había nadie en la casa así que comencé a ver películas porno. Este día está grabado en mi mente acto por acto por lo que más tarde les contaré.

La película se llamaba “lipps” y en ella había un tipo que podía mamársela él mismo. Aquello me pareció buena idea y era precisamente lo que me disponía hacer.

Obviamente para mamártela tú mismo tienes que tener la verga de un animal, pero eso yo no lo entendía en aquel momento.

De momento Alberto entró en la habitación. El vio mis libros en mi habitación y dedujo que yo estaba en su habitación.

Yo me asusté pero no pude hacer nada para ocultar lo que trataba de hacer.

Tenía mis pantalones a las rodillas y mi verga encendida, goteando presemen. ¿Qué tratas de hacer? me preguntó Alberto.

Le respondí ¿Vistes lo que ese tipo puede hacer? “Eso estoy tratando de hacer” Alberto me dijo “Déjame ayudarte”.

Hasta esta fecha mi primo no había podido penetrarme completo. Era demasiado doloroso para mi.

A la hora de penetrarme ponía su mano entre su verga y mis nalgas evitando así penetrarme completo.

El estaba contento pero yo sabía que podía darle más. Sin embargo la manera que el me trató ese día me hizo querer complacerlo.

Con una mano me empujó suavemente para que me acostara y comenzó a mamarme la verga.

Lo hacía con ternura y a diferencia de las otras veces, ésta vez acariciaba con su mano libre mi pelvis y pecho. Sus mamadas eran profundas y era obvio que lo estaba disfrutando…de veras quería dejarme satisfecho.

Yo había cultivado la habilidad de prolongar mi eyaculación, lo que significa que estuvo un buen rato mamándome la verga.

Este hecho excitó más a mi primo por eso comenzó a mamarme más rápido a la vez que me masturbaba.

Alberto quería que me viniera (eyaculara) en su boca pero mis planes eran otros. En cierto momento Alberto miró hacía arriba y vio mi expresiones de placer…me preguntó ¿Te está gustando? Lo cual respondí afirmativamente.

¿Quieres metérmelo? Preguntó Alberto. Era obvio su deseo de satisfacerme. Le dije que se pusiera en cuatro piernas (doggie style) y lo penetré completamente.

Comencé a metérselo suavemente. Podía ver cómo el arrugaba con sus manos las sabanas, así que empecé a moverme más rápido y rápido.

Sus gemidos eran más altos. Esta vez era yo quien tenía control. Por lo general era mi primo quien tenía control de la situación. El me decía que hacer, cómo y cuándo. Yo era su mujercita, pero ésta vez era diferente.

Continué clavándome a Alberto por un buen rato. Apretando su cintura lo penetraba con fuerza, lo que nos ocasionaba un placer indescriptible a ambos. Llegó el momento de venirme y mi primo me escuchó decir “Me vengo, me vengo”.

Alberto se volteó y sentado en la cama y yo de pie volvió a mamarme la verga hasta lograr mi eyaculación.

No vi gota alguna de mi semen. Luego se acostó en la cama talvez cansado. Le dije esto no se a acabado. Me arrodillé en el suelo y comencé a mamárselo.

A mi primo le gustaba que se lo mamara con rudeza así que así lo hacía.

Al principio su pene estaba algo flácido pero no tardó mucho en ponerse como piedra. Yo quería complacerlo como el me estaba complaciendo así que me puse de pie sobre y comencé a sentarme en su verga.

Recuerden que mi primo hasta este día no me había penetrado completamente.

Yo quería que lo hiciera por eso escogí ésta posición. Mirándolo a los ojos empecé a bajar en su verga y sentía ésta entrar en mi más y más. El no me miraba a la cara solo miraba su verga como entraba.

Yo me deslizaba poco a poco hasta el punto que no resistía más. Y luego lo sacaba pero no completo. Mi meta era que Alberto me penetrara completo.

El ponía sus manos bajo mis nalgas para evitar que yo cayera y me causara daño. Luego de seguir en esta situación por un rato dejé de sentir el dolor y realmente empecé a disfrutarlo.

Me armé de valor y me deslicé había bajo hasta que su verga quedó completa dentro de mi. Me movía hacia el frente y hacia atrás buscando dilatar más mi ano.

Alberto parecía no creer lo que estaba pasando, por primera vez me estaba penetrando completamente. Para mi la sensación también era increíble.

Luego el me acostó a su lado y levantó mis piernas. Me lamió el roto del ano y me penetró. Fué delicado pero sus movimientos comenzaron a cambiar.

Empezó a metérmelo más rápido y fuerte. Mi ano estaba completamente dilatado y ya no dolía como antes.

Yo le pedía que fuera más rápido y más fuerte. Luego me pidió que me pusiera en cuatro piernas. Me tomó por la cintura y su penetración era fuerte.

Me encantaba. Sumergí mi cara el las almohadas para que no se oyera mi gemir.

Este gemir no era de dolor sino de placer.

Estuve en esta posición un buen rato donde mi primo me penetraba entre lento, sintiendo su penetración profunda y cada pulgada de verga dentro de mi y luego más rápido sintiendo su bello púbico en mis nalgas y sus bolas golpear mi parte baja de las nalgas.

Estaba en la gloria.

Era la mejor cogida que había tenido hasta entonces.

Alberto se vino en mi ano. Sentí mi ano ponerse húmedo a la vez que tenía una sensación de ardor.

Nos quedamos ambos acostados en la cama rendidos por el cansancio y placer.

Sabíamos no desde ahora en adelante disfrutaríamos aún más nuestros encuentros.

Recordando aquellos días no puedo evitar excitarme.

Disfruté mucho con mi primo.

El me volvió un adicto al sexo. Ahora espiaba a mis padres.

Comencé a cogerme a mi primo, a mis dos primas y a mi hermano.

Estos relatos se los narraré luego.

¿Qué te ha parecido el relato?


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