Travesuras con Mariana

Llevaba rato mirándola. Bailaba sola en medio de la pista de manera sensual, contorneando su cuerpo al ritmo del tecno merengue o la salsa que iban sonando.

Tenía puesto un vestido amarillo que destacaba sus formas: insinuaba sus senos y era marcado por sus pezones, su precioso y paradito trasero. También caía el vestido que dejaba cubierta su espalda con corte en v que culminaba peligrosamente por sus vértebras lumbares. Llevaba puestas unas sandalias romanas, de esas que se trenzan a lo largo de su pierna, que dejaba ver sus hermosos y cuidados dedos.

Empecé a creer que ella había empezado a bailar para mí que esa hermosa hembra morena, de un exuberante cabello rizado de color azabache, se me estaba insinuando. Una sonrisa y el brillo de sus ojos negros parecían afirmármelo. Pero ella no se acercaba. Sólo bailaba. Y yo la miraba. Terminó una canción y ella se sentó al lado mío de manera casual. Al tenerla así tan cerca, no pude evitar voltearme hacia ella para disfrutar de cada parte del cuerpo de esa mujer. Ante mi insistente mirada Ella voltea y me pregunta : «qué miras». «Te miro a ti, disfruto viendo tu cuerpo», le digo. Sonríe y me dice : te gustaría hacer algo más además de mirar». Acerco mi silla a la de ella mirándola firmemente a los ojos y pongo una de mis manos en su rodilla y le digo: «lo deseo con ansía». Sonríe nuevamente y dice: no tan rápido, lo bueno se hace esperar. ¿Cómo te llamas? Pregunta. Le digo mi nombre y ella me dice el suyo: Mariana. Me dice que desde que me vio entrar yo le había llamado a atención y que poco después decidió que quería que yo me la cogiera. Luego de decirme eso se levantó , empezó a caminar y me dijo ¿qué esperas? Sígueme. La seguí era evidente que ella tenía el control. Se montó en un carro, un Mitsubishi rojo que ya habría querido para mí. Al entrar me dijo que el carro era de sus padres, que aunque ella vivía sola a veces lo usaba. Íbamos, según me dijo, a su casa. Le puse la mano en su muslo y la empecé a acariciar, estaba demasiado caliente y algo tenía que hacer. Pero ella me paró en seco diciéndome, que tendría que aguantar las ganas. Me pareció eterno el tiempo que tardamos en llegar a su apartamento.

Pero cuando finalmente lo hicimos, luego que nos bajamos del carro y llegamos a su piso, cuando abría la puerta de su casa, me le pegué a sus espaldas haciéndole sentir la erección que llevaba dentro de mi pantalón. Al entrar ella se volteó y me puso contra la puerta. Mientras con una mano me desabrochaba el pantalón con la otra me acariciaba mis nalgas y me besaba apasionadamente por primera vez.

Empezó a agarrar mi erecto palo y lo acariciaba con la palma de su mano, me agarraba las bolas y las apretaba suavemente. Aquello me gustaba. Agarré sus nalgas las apreté y la volteé a ella que ahora estaba contra la puerta. Le quité el vestido y le empecé a besar su cuello mientras que con una de mis manos le acariciaba sus tetas. Ella ya me había quitado los pantalones y los interiores .

Juego con mi lengua en su sexo caliente. La chupo y la lamo alternativamente. Paro un momento para que lo desee aún más y continuo con más deseo y pasión. Sorbo la humedad de su sexo que mi lengua continúa recorriendo de arriba hacia abajo. Paro nuevamente para acariciarla suavemente con la yema de los dedos, en pequeños círculos. Acerco mi cara nuevamente a su dulce cueva pero esta vez para olerla, para sentir su olor de mujer cada vez más caliente.

Subo más allá de su sexo y empiezo a besarle el vientre. Pequeños besos, cortos que alterno en diversas partes. Comienzo a acariciar su ombligo con mi lengua y bajo nuevamente hacia su monte de venus trazando una línea con la saliva de mi lengua. Quiero sus nalgas. Se lo hago saber y se voltea. Las agarro con mis manos y se las sobo. Las junto y las separo. Introduzco mi dedo índice entre ellas para recorrerla. Acerco mi cara, le doy suaves mordiscos, arrastro mis dientes por ellas como si tratara de comer cada pedazo. De abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Mi lengua se cuela entre sus nalgas y termina nuevamente en su sexo. Vuelvo a bajar y subir varias veces más. Su sexo ya no está húmedo, sino mojado. Se voltea nuevamente y empiezo a besar y lamer sus muslos que agarro con mis dos manos como una pieza que voy a empezar a saborear… Y saboreo con gusto, sorbiendo su piel dándole pequeños mordiscos que la hacen gemir. Desciendo de sus sabrosos muslos hacia sus piernas y sus pies donde le dedico tiempo a cada uno de sus dedos que chupo y beso alternativamente. Le dedico un tiempo más a su empeine y su talón de Aquiles. Cambio a su otra pierna pero voy más rápido… me pide entre gemidos que quiere que le mame nuevamente su concha que la haga acabar con mis labios. No me hago rogar . Ella separa sus labios mayores y yo empiezo a jugar con su sobresaliente clítoris. Arquea su cuerpo. Y mientras le chupo introduzco dos dedos en su ya mojada cueva . Los muevo a su ritmo, la masajeo por dentro. Estoy a mil, mi erección duele de lo dura y grande que la tengo. Ella me presiona con sus manos, para que no pare. Mi le lengua está ahora hurgando la entrada de su concha. No aguanta más y se produce el estallido de sus jugos en mi boca, pero yo no paro, decido prolongarle el placer un rato más. Miro con gusto su cara de satisfacción. La empiezo a besar por todo su vientre, subo hasta sus pechos y le dedico otro rato a sus pezones. Pero ella quiere más. Agarra con fuerza mi pene y lo hala hacia ella. Hacia su concha. Me dice que me quiere dentro de ella. Le digo que todavía no, que la quiero hacer sufrir un ratito más. Me dice que soy malo y me voltea, poniéndome contra las sabanas. Mantiene agarrado mi palo y me besa y lame el pecho. Chupa y mordisquea mis tetillas. Eso me excita y lubrica un poco más mi pene. Respiro profundo, quiero evitar acabar pronto. Mariana lleva su boca a mis bolas y empieza a jugar con ellas con su lengua. Le digo que pare. Que no quiero acabar fuera de ella. Sonríe maliciosamente y con su mano dirige mi pene hacia su deseada entrada. Pero no se lo mete dentro aún. Prefiere torturarme . Lo mueve de arriba abajo a través de los húmedos labios de su cuchara y cuando menos me lo espero, se lo introduce y se deja caer. Empieza a moverse con fuerza con energía como si quisiera que mi miembro le llegara hasta la garganta. Mis manos sostienen sus nalgas. Que no paro de acariciar. Parece poseída por el placer. Me está cogiendo. Gozando y haciéndome gozar .Uno de mis dedos, se lo estoy metiendo por su culo. Pero quiero estar más activo. La volteo y ahora soy yo el que está encima de Mariana. Quiere que vaya más rápido. Que la reviente, me dice, metiendo un dedo en mi culo. Mi cuerpo está sudado y gozado. No da más y estallo en sus entrañas llenándola toda de semen . Acaba ella inmediatamente y mi pene sigue gozándola unos instantes más, por inercia, acompañándola en su placer. Me quedo sobre ella unos minutos y nos damos un prolongado y largo beso en el que se entrecruzan nuestras lenguas y nuestra saliva.

Dormitamos un rato abrazados mientras ella duerme sobre mi pecho. Pero me despierta su boca, su lengua que juegan con mi pene que Mariana ha empezado a chupar, a lamer, a mamar con dedicación. Juega nuevamente con mis bolas, mordisqueando con suavidad la escasa piel que las rodea. Lame todo mi palo y posa sus labios sobre la punta a la que castiga con su lengua. Mi pene está duro nuevamente. Listo para otro reunid . Mariana deja de chuparme y me dice que me quiere nuevamente dentro de ella . Se baja de la cama. Se arrodilla y se pone en cuatro. Alza su culo, sus nalgas mostrándomela con lascivia, dejando ver también su hinchada vulva. Penetro su cueva nuevamente y empiezo a cabalgarla pero me dice que me quiere en su culo. Le saco mi palo. Me agacho y empiezo con mi lengua a acariciarle su ano. Se lo beso y le introduzco la lengua ligeramente.. Con mi dedo índice le empiezo a acariciar su entrada. Le introduzco un dedo. Acariciándola hacia adentro y circularmente. Luego dos y hasta tres dedos. Me dice que me quiere dentro ya. Que es una orden. La obedezco sacando mis dedos e introduciendo un par de veces más mi palo en su cuchara para lubricarlo. Acerco la punta de mi pene a la entrada de su ano y lentamente se lo empiezo a introducir. Ella dice que quiere más, todo mi penen dentro de sí. Y se lo meto hasta el fondo. Ella grita y me dice que no pare. Empiezo a cabalgarla con mayor rapidez :mientras siento mi pene arder por el calor de la fricción con su culo. No aguanto más y se lo digo. Me dice que quiere toda mi leche dentro de si. Que quiere sentirla estallar nuevamente.

Estallo, con menos profusión que antes y sólo me salgo de su cuerpo cuando ya ha avanzado mi flacidez y mi leche empieza a caer por entre sus nalgas.

Mariana insaciable, me dice que me quiere agradecer la enculada que le acabo de hacer. Yo le digo que soy yo el que tiene que agradecer por gozar tanto con ella. Responde que el agradecimiento es mutuo y empieza a chupar mi pene nuevamente pero poniendo esta vez en mi cara su concha para ser saboreada y degustada nuevamente por mi. Así estamos por varios minutos mamándonos en un indescriptible 69 .Acabo en su boca, ella chupa y lame con fruición tragándose mi semen. Ella acaba en mi boca en un poderoso orgasmo y siento poco después otro liquido más caliente y amarillo entrar en mi boca. Es su orina que provoca en mi una orinada en su cara que ella también traga- Exhaustos nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente cuando despierto Mariana no está, sólo hay una nota con su teléfono que dice «llámame… tengo una hermana, estaría deseosa de coger contigo».

Pero esa es una historia que debe ser contada en otra ocasión.