No husmearás en casas ajenas I: Presentación

Este relato surgió de la idea de varios de ustedes, tenía relatos muy similares, me decidí a borrar los anteriores y realizar uno nuevo en donde pueda continuarlo y dejar en cada breve capítulo todo tipo de diferentes técnicas de castigo, humillación.. El relato es ficticio fruto de mis fantasías .

Me llamo Javier, por aquel entonces tendría 29 años y llevabas 2 años trabajando en la empresa de mi padre, una empresa exportadora de maquinaria industrial. Los negocios iban bastante bien, tan bien que había podido comprarme mi primera vivienda. Una casa situada a las afueras de la ciudad, ubicada en una zona aparentemente tranquila llena de chalet individuales amplios con un coqueto jardín. Trabajaba todo el día, muchas horas, como suele decirse de sol a sol. Tras llegar de noche a mi nueva casa, lo primero que hacía era salir al magnifico porche que tenia la casa para tomar tranquilamente una cerveza fresca, mientras me relajaba escuchando la tranquilidad que ofrecía aquella tranquila urbanización.

Esta aparente tranquilidad fue perturbada en varios días y distintos días de la semana. No había un patrón aparente, pero al menos una vez a la semana escuchaba unos ruidos extraños provenientes del chalet situado frente a mi casa. Al principio creía que eran los maullidos de los gatos, más adelante pensé que podría ser un lobo y poco a poco comprendí que eras gritos de dolor. A estos gritos le seguían sonidos extraños, chasquidos, ruidos metálicos…. No sabría describirlo con exactitud, eran muy extraños. Ya que los ruidos y gritos no cesaban, decidí averiguar de qué se trataban para mi tranquilidad. La primera toma de contacto sería acercarme hasta la casa donde provenían los gritos y ruidos para ver quién vivía allí y que aspecto tenían, quizás se tratase de una peligrosa banda.

Una mañana de descanso me acerqué hasta la casa de enfrente. Me asomé por la valla metálica que delimitaba la propiedad y observé curiosamente sin saber qué buscaba. Mis ojos observaron un bonito jardín, muy cuidado, lleno de plantas y diversas flores de muchos colores. El desconcierto o quizás la decepción fue cuando me encontré en el jardín a una señora, algo mayor, de unos 60 años o quizás más, de aspecto grande y robusto o quizás mas bien rechoncho, arrodilladla sobre la tierra del jardín ataviada con unas botas de piel marrones hasta las rodillas y unos guantes de goma amarillos en sus manos podando delicadamente un rosal. Algo no encajaba en aquella situación, era lo último que esperaba encontrarme, de esperar encontrarme a una peligrosa banda me encontré una señora mayor.

Me quedé pensativo apoyado sobre la valla metálica a la vez que observaba a la señora. Esta, se dio cuenta de mi presencia y desvió su mirada hacia mí.

– ¿Puedo ayudarte en algo, joven? – Me pregunto con un tono serio.

– Eh…. ehhh.. no, nooo, yo… soy su vecino de enfrente y….. bueno…… eh…. – No sabía que contestar. No podía contarla que había acudido a su casa a averiguar qué eran aquellos misteriosos gritos y ruidos que se escuchaban de noche.

– Bien, pues márchate de aquí de inmediato y mete tus narices en otra parte estúpido – Me dijo de una forma desagradable y maleducada.

– ¿Eh…, esto … eh ? – Me quedé sin palabras tartamudeando ante la reacción borde y arisca de la señora.

– ¿Estás sordo o tienes problemas de entendimiento? – Me preguntó de nuevo la señora de forma antipática.

Me marché pensativo hacia mi casa, ¡¡ qué extraña era aquella señora ¡¡. Aquel encuentro había despertado aún mas mi interés, en aquella casa sucedía algo. Se escuchaban gritos y ruidos y además vivía una mujer muy desagradable y arisca en su interior. Mi primera conclusión irracional habría sido pensar que era una bruja de las de los cuentos de terror. Mis estudios profesionales y creencias me hacían descartar aquella estúpida hipótesis pero sabía que algo extraño ocultaba aquella señora. Mi primera toma de contacto había sido muy útil, ahora debería dar otro paso, creo que tendría que visitar la casa de aquella señora en su interior, sería la única forma de descubrir que ocurría en aquella casa. Me colaría en su casa de forma rápida y fugaz sin que nadie me viese y mucho menos la vieja señora propietaria de la casa.

Planeé todo de forma improvisada, colarme en la casa de la señora de enfrente era relativamente fácil. Debido a mi formación de ingeniería podía abrir una puerta, una ventana, desconectar una alarma…. pero no sería necesario, sabía que en la parte de atrás del chalet había una pequeña ventana situada a ras de suelo que comunicaba con el sótano de la vivienda. Una ventana estrecha pero suficiente para mi cuerpo delgado, tan solo tendría que colarme por aquella ventana y descubrir que ocultaba en el interior de su casa. Además estaba seguro que los gritos provenían de la parte trasera de la vivienda, quizás en aquel sótano encontraba respuestas a mis preguntas.

Me vestí de negro completamente para pasar desapercibido entre la oscuridad de la noche y salté la valla de la propiedad de la señora. Me dirigí lentamente hacia la parte trasera, y tal como había previsto, había una ventana, no podía observar nada ya que había una cortina negra interior que tapaba el pequeño ventanuco. Utilicé un destornillador y abrí la ventana. Metí mi cuerpo por la ventana despacio hasta quedar dentro y de un salto me dejé caer en el interior del sótano. Estaba completamente a oscuras, encendí la linterna de alta potencia que llevaba conmigo y quedé impresionado al observar aquel sótano, mis ojos no daban crédito.

Su sótano, era igual que el mío, ya que eran viviendas del mismo modelo, se trataba de una habitación situada en una planta inferior de la vivienda , un cubículo espacioso donde se podían guardar todo tipo de enseres e incluso hacer un pequeño gimnasio como yo lo tenía decorado. La principal diferencia erradicaba en que sus paredes blancas estaban decoradas por todo tipo de instrumentos y enseres muy extraños. Había gruesas cadenas metálicas colgadas de las paredes, látigos, cepos, correas de cuero, collares de varios diámetros y otros muchos instrumentos que desconocía que eran. ¡¡ Era una autentica habitación de tortura ¡¡¡.

Comencé rápidamente a fotografiar todo como mi móvil, hice un sin fin de fotos para tener pruebas de lo que mis ojos habían observado. En un lado de la habitación había varios armarios cerrados y estanterías, me acerqué a comprobar que había en su interior y también fotografiarlo. Abrí un armario y me encontré con otro sin fin de materiales de tortura, cadenas, correas de cuero, esposas, materiales de anclaje, tubos de goma alargados muy extraños como si fuera una manguera…. Fotografie todo exhaustivamente y me dispuse a abrir otro armario, cuando en ese momento escuché como se abría la puerta principal del sótano.

Quedé paralizado y al instante la luz se hizo en la habitación. Alguien había entrado en el sótano y había dado la luz, una vieja bombilla que colgaba del techo. Giré la cabeza hacia la puerta y comprobé como la vieja señora que había conocido hace unos días, es decir, la propietaria de la vivienda estaba parada en la puerta de la entrada mirándome fijamente. «Tierra trágame » es lo primero que pensé, había sido descubierto. La señora actuando con naturalidad sin observar nerviosismo ni estado de alarma cerró la puerta del sótano, Giró la llave dentro de la cerradura quedando ambos encerrados dentro del sótano, con la gran diferencia de que ella custodiaba la llave de salida y yo no.

En ese momento tenía dos opciones: La primera era enfrentarme a ella, usar la violencia y quitarla las llaves para salir de allí por la puerta. La segunda era salir por el mismo sitio que había entrado, es decir por la ventana. Opté por salir por la ventana, alejándome del enfrentamiento con la señora. Reaccione rápido y me dirigí hacia el ventanuco sin mediar palabra. Intenté saltar hacia el ventanal situado en la parte superior del sótano, pero no era tarea fácil, ya que no tenía puntos de apoyo. Intenté por segunda vez saltar y engancharme al ventanal, pero la señora también reaccionó de forma rápida, se apresuró hacia mí, me enganchó por detrás sin decir palabra y sin tiempo para reaccionar noté un pinchazo en mi yugular.

La vieja señora agarraba en su mano derecha una inyección que me había inyectado. En pocos segundos comencé a ver todo borroso, sentir un cansancio muy especial y notar cómo me faltaban las fuerzas para mantenerme en pie. En apenas un minuto caí al suelo desplomado inconsciente o dormido. No recuerdo nada más, hay un intervalo de tiempo que no era consciente hasta que desperté de nuevo. Desconozco cuánto tiempo había pasado, si minutos u horas. Abrí los ojos tras mi profundo sueño y averigüé que me encontraba completamente desnudo, sin nada de ropa, tal como vine al mundo tumbado bocabajo en el suelo con mi cara y nariz pegada al suelo. Observé a la vieja señora de pie frente a mí, mis ojos veían sus botas marrones de piel hasta las rodillas a escasos pasos de donde me encontraba. Rápidamente traté de incorporarme y hacerla frente, pero no pude. Comprobé como mis manos estaban atadas a mi espalda, más concretamente estaban sujetas por una esposas metálicas. Estaban terriblemente apretadas porque notaba como el metal mordía la piel de mis muñecas, más bien, estaban excesivamente apretadas, el dolor que me producían las esposas comenzaba a ser bastante fuerte. Mis pies corrían la misma suerte, estaban sujetos por unas tobilleras de piel gruesa. ¡¡No podía moverme¡¡ estaba atado fuertemente de pies y manos.

– Por fin despertaste estúpido – Me recriminó la señora.

– ¿Qué está pasando, qué estás haciendo? – La grité apresuradamente.

– ssssshhhhh, aquí solamente hablo yo, tu calladito – Me dijo con un dedo en sus labios mandándome silencio.

– Permíteme presentarme: Soy la Doctora Elizabeth Pain. Como ya has podido observar, esta es mi clínica o sótano de tortura como lo quieras llamar. Disfruto secuestrando y torturando a hombres que se lo merecen, ya sea por algún delito sexual u otro en particular. Por un lado aprenden la lección y por otro yo disfruto, todos contentos. – . La señora a la vez que hablaba, se dirigió hacia un armario que había en un lado del sótano, lo abrió y sacó una bata blanca de doctora o enfermera. Comenzó a colocarse la bata blanca sobre su ropa. Iba ataviada con una falda negra hasta las rodillas, sus botas marrones y una blusa. Se abrocho los botones de la bata blanca que cubría su cuerpo hasta las rodillas.

– ¿Pero, qué coño… como que doctora? Se te ha acabado tu jueguecito, hace días que se que algo extraño ocurría aquí. Se va a enterar todo el mundo de lo que haces, tengo fotos que lo demuestran. ¡¡ Se ha terminado tu juego de doctora ¡¡¡ – La dije de forma agresiva y amenazante.

La señora sacó del interior de uno de sus bolsillos de su bata blanca un par de guantes de goma, de los de fregar, de color amarillo claros . Más bien diría marrones, estaban muy usados y sucios, predominaba más el color marrón que amarillo. Comenzó a enfundarse sus manos dentro de los guantes de goma sucios.

– ¿Pero qué coño haces? – La dije nervioso observando cómo se enfundaba esos apestosos guantes de caucho o goma en sus manos.

– Nunca tocó a los cerdos como tú con mis propias manos, nunca sentirán ese privilegio y no quiero ensuciarme las manos con ellos – Me dijo de forma intimidadora, mientras continuaba ajustándose los guantes a sus manos, el chirrido de la goma ajustada al penetrar en sus manos me producía temor. Si pretendía atemorizarme, lo había conseguido con creces.

– Suéltame ahora mismo maldita zorra, vas a lamentarlo maldita puta – La dije furioso y enrabietado cansado de su juego de doctora.

Se terminó de ajustar los guantes, tirando del extremo de la goma a la vez que forzaba sus dedos dentro del guante hasta el fondo , quedando sus guantes muy ajustados a su mano y antebrazo por encima de la bata blanca, parecía que sus guantes pudiesen estallar en cualquier momento de lo ajustado que los llevaba. Se dirigió hacia mi muy enfadada.

– No pienso aguantar más tus quejidos, llantos, insultos. Voy a cerrarte esa apestosa bocaza – . Me dijo furiosa.

Agarró de un estante un rollo de cinta americana de color gris y se acercó hasta mí. Se inclinó sobre mí y se sentó a horcajadas sobre mi espalda, estando yo bocabajo con la nariz pegada al suelo. Metió su mano por debajo de su bata blanca y de su falda y se bajó sus bragas por sus muslos, piernas, hasta sacarlas por sus botas marrones. Me rodeó con su brazo izquierdo mi cuello para sujetarme y su mano derecha enguantada acercó sus bragas a mi rostro. Quedé atemorizado al comprobar cómo sus bragas blancas estaban completamente sucias con restos marrones y amarillos. Apretó fuertemente su antebrazo izquierdo contra mi garganta y a la vez atenazó mi nariz con su mano derecha que sujetaba sus bragas. No podía respirar, su antebrazo me apretaba fuertemente y a la vez me tapaba las fosas nasales. Abrí la boca cuanto pude para poder respirar y fue el momento en que me encontré su mano enguantada empujando con sus dedos sus sucias bragas al interior de mi boca. Empujó fuertemente con la yema de sus dedos enguantados e introdujo por completo sus bragas al interior de mi boca, noté sus bragas en mi garganta. Comencé a sentir náuseas, ya que tocaban mi paladar y a la vez desprendían un fuerte y repugnante sabor rancio a suciedad. La vieja señora pegó el extremo de la cinta en la comisura de mis labios y comenzó a dar vueltas sobre mi boca y cabeza con la cinta americana, dio una vuelta, otra vuelta, una más y así sucesivamente gastando medio rollo de cinta asegurándose que no pudiese escupir su mordaza y quedase bien apretada a mi boca.

Una vez quedé fuertemente amordazado, se levanto sobre mi espalda la señora y se puso de pie a mi lado. Traté de gritar y escupir su detestable mordaza pero lo único que conseguí es saborear más el repugnante sabor de sus bragas, el sabor rancio se apoderó de mi boca, me daban nauseas y las tenía ajustadas hasta el fondo de mi boca . Escupirlas fue imposible, no podía mover la lengua ni escupirlas con tanta cinta. Tratar de gritar fue absurdo, no podía emitir sonido de mi boca, ni el más leve gemido o queja ya que su mordaza inflaba mi boca . Me había silenciado por completo sin posibilidad de poder escupir su mordaza o quitármela ya que mis manos estaban fuertemente esposadas a mi espalda.

– ¡¡ Así que vas a decir a todo el mundo lo que hago¡¡ .Eso solo sería posible si te dejo salir de aquí. Olvídate de salir de mi casa, puedo tenerte mucho tiempo encerrado y amordazado ¿alguien sabe que estas aquí?, verdad que no. Solo saldrás de aquí cuando esté segura que no dirás nada y dejaras de husmear en casas ajenas. Puede ser un día, una semana, meses…. eso depende de ti. – La señora me atemorizó con sus duras palabras, era un monólogo de la señora mientras yo escuchaba.

La señora agarró un grueso collar de perro de una pared y se acercó hasta mí, lo colocó alrededor de mi cuello y lo cerró fuertemente con la hebilla ajustándolo a mi cuello. Agarró una gruesa cadena de metal, de unos dos metros y pasó un extremo por el aro de la hebilla y posteriormente lo cerró con un candado con llave para que no se soltara la cadena de mi collar, con el otro extremo de la cadena rodeó una columna que había en el medio del sótano y la cerró igualmente con otro candado con llave. Mi situación empeoró mucho más de lo que ya estaba. Hice un repaso mental sobre mi situación. Me encontraba esposado fuertemente con las manos a la espalda, me dolían mucho las muñecas de lo apretadas que estaban, era imposible poder quitármelas. Mis pies juntos sujetos por unas cintas de cuero impedían pudiese moverlos. Mi boca no dejaba de degustar un fuerte sabor rancio de su mordaza que me provocaba nauseas y ahora estaba sujeto a una columna por una gruesa cadena de metal a mi collar.

La señora se inclinó hacia mí, noté como su mano enguantada apretujaba mi cabello, lo atenazó fuertemente entre sus dedos y tiró con fuerza de mi pelo. No se reprimió y tiró con mucha fuerza de mi pelo levantando mi cara y dejándola suspendida sobre el aire entre sus manos. Utilizó su fuerza bruta sin el más mínimo remordimiento, una lágrima de mis ojos se deslizó debido al fuerte dolor que me produjo con su tirón de mi cabello. No reprimió su fuerza bruta, me sujetó mi cabello entre su mano de goma con una fuerza excepcional provocándome un gran dolor.

Mientras sujetaba mi cara por el pelo dirigió su voz hacia mí:

– A los cerdos como tú los castigo duramente. Los azoto hasta romperlos el culo con mi látigo o correa, los abofeteó cientos de veces con mis guantes, los piso y estrujo los testículos, los colocó pinzas metálicas hasta dejar morados su pezones, puedo introducir dolorosos enemas, penetrarlos con mi arnés una y otra vez….. y por supuesto no dejaré que pases hambre, 3 veces al día te daré de comer , enormes cantidades de papilla o comida de perro que yo misma me encargaré que tragues toda…. o quizás algo mucho peor… ahhhh y ¿ sabes una cosa ? … te has colado en mi casa, amenazado, insultado…. Nunca antes nadie lo había hecho, Voy a ser más dura de lo habitual, te voy a hacer pasar un verdadero infierno sin descanso, dolor y más dolor JAJAJAJAJAJA – Comenzó a reírse a carcajadas mientras continuaba sujetando mi pelo bruscamente, podía escuchar la goma de su guante retorciendo mi cabello y tirando fuertemente produciéndome un verdadero dolor.

Continuará…