Me gustaría ir a tu casa y cumplir alguna fantasía: ropa especial, aceite en todo el cuerpo, juguetes, crema dulce sobre nuestros mas íntimos rincones, y mientras disfrutamos juntas creyendo estar solas, que tu esposo se haya escondido a mirarnos a espiarnos, sentir como se masturba
Estaba en la gloria, saltando sobre las olitas, y sintiendo la brisa en la cara. Papa me cogía de la cintura para que no me cayera y se reía mucho de mis grititos cuando saltaba y giraba con la barca.
Las enormes ojeras que lucía a la mañana siguiente me permitieron comprender que se había pasado bastantes horas pensando en lo que debía hacer; y su forzada sonrisa, la primera que le veía en muchos años, me declaraba vencedor absoluto del primer asalto.
Tenía las piernas bastante separadas para no molestarle cada vez que tenía que coger una herramienta de la caja, por lo que me extraño muchísimo notar el intenso roce de su ruda mano en mis sensibles labios menores, mientras sacaba una gran llave inglesa; cuyo áspero mango, al salir, aun rozo más a fondo mi intimidad, deslizándose insidiosamente por la rosada abertura.
Esas tardes en que yo se los entregaba en cada momento, en cada rincón, cuando aprendió a mamarlos con delicadeza, a veces, y con furia otras, en que me sentí amamantando a un animal joven, hambriento y mío y en que los dos nos dejábamos llevar por este juego diabólico que nos llenaba cada día de un deseo creciente.
Esta historia comienza con mi mujer en la cama y jugando a invitar a otra persona a hacerlo con ella, cosa que al principio era muy excitante hasta que tuvimos la necesidad al poco tiempo de llevarlo a cabo.
La deliciosa sensación de su saliva inundando mis rincones más profundos la excitación era tremenda, este cincuentón me estaba haciendo volar, sentía como su bigote rozaba mis paredes interiores provocándome un enorme placer, estaba enculado y yo mismo trataba de pegar más mi cola contra su cara, sentí su respiración en mi culo, ese aire caliente que se daba paso en mis entrañas, sus manos acariciando con fuerza mis nalgas, estuve a punto de correrme de no ser por que el me detuvo, dejó de mamarme el culo
Aprovechando la confusión y la cortina de humo subí rápidamente al vehículo y me introduje en él por la escotilla, dentro se encontraban tres soldados de artillería, me informaron de que la ciudad estaba prácticamente asegurada y que los núcleos de resistencia habían sido asfixiados, la victoria estaba solo a unos pocos minutos de distancia.
En ese instante su cara estaba llena de sudor, con los ojos hinchados como los de un polluelo que acaba de romper el cascarón, todo mojado, acalorado, con el cabello en el rostro como si hubiese sido depositada en la axila de un gigante; sus mejillas blancas estaban por lo tanto algo manchadas del maquillaje que no soportaba tanta humedad; su respiración tensa, difícil, caliente y teledirigida a mis fosas nasales y a los sensores que tengo en la lengua.
La mañana siguiente llegó con el despertador y a continuación con una mirada intensa entre los dos. Le recordé mis palabras de la noche anterior y le insistí en que no me mintiera. Le insistí en que hiciera lo que realmente deseaba.