Excitados por la conversación que llevábamos nos fuimos a casa. Por el camino comencé a besarla con cualquier pretexto rozando levemente sus pezones que estaban duros y sonrosados por lo que se imaginaba por la transparencia de la blusa.
Nuestras respiraciones eran mas fuertes, Laura me besaba el cuello y me comenzó a subir la camiseta hasta quitármela. Me acarició la espalda y nos volvimos a besar, esta vez nuestras lenguas se enlazaban más profundamente en la boca del otro, mi cabeza estaba como embotada, sólo seguíamos lo que nuestros cuerpos nos iban pidiendo. Le desabroché la camisa y me fijé fugazmente es sus pequeños y redondos pechos, sus pezones estaba duros.
El jueves comimos en un restaurante por la avenida Revolución, ahí me dijo que no entendía muy bien como era posible que Alberto me compartiera y también me preguntó que si él sabía que nos habíamos citado. Yo le dije que me compartía por que era suya, porque los dos lo disfrutábamos y porque nos queríamos mucho.
Como todos los sábados mi mujer y yo nos reunimos con su hermana gemela y su marido. Estas reuniones eran muy agradables, pues por fortuna mi concuño y yo tenemos mucho en común. Entre otras aficiones, ambos jugamos ajedrez con un nivel parecido, así que teníamos mas o menos la misma cantidad de triunfos y derrotas.
Pues si allí estaba Carmen su mujer con su mejor amigo Ricardo fallando como posesos en el sofá de su propia casa y aun teniendo tantas soluciones pensadas no le vino ninguna a la mente, solo se quedo perplejo, agacho la cabeza y se marcho llorando, ninguno de los dos le siguió para darle alguna explicación, todos se quedaron mucho y Fernando salió por la puerta tal y como había venido.
Salir de un bar es mas complicado de lo que parece.
Nuestra relación era esporádica, así que el decidió cambiar de trabajo y mudarse a mi ciudad; el sexo era de lo mejor y ahora que tenia ración de polla por semana yo estaba de lo mas alegre; Javier que es de lo mas atrevido, se hizo amigo de mi esposo y de toda mi familia, decía que era lo mejor para guardar las apariencias, mi hermano Mario con su misma edad, era su acompañante en las incontables fiestas a las que el acudía.
Y después de un gemido prolongado sentí en mi garganta el liquido viscoso que el palo de mi abuela soltaba, fueron como 4 chorros de caliente esperma, sentí un poco de ahogo al tratar de comerla toda, tanto que se me escurrieron hilos de semen por los costados de los labios, mi abuelo se dejo caer de lado
—¡Ay! papito … ¿cómo lo haces? … mis piernas me tiemblan con escalofríos y mi chochito no deja de palpitar … quisiera que nunca se acabaran estas sensaciones … me acostumbras mal … no hago más que pensar en ti y a como me haces sentir, papito rico … me haces feliz …
Puse una enorme cantidad de velas que serían nuestra única iluminación, además de eso, saqué todos los instrumentos con que iba a darle placer, pero no les diré de que se trata hasta que vayan descubriéndolo en la lectura.