Estás más cachondo que un perro en celo. Venga, lame todo, perrito." Y se rió sonoramente a la vez que me propinaba una buena patada en el culo. Cuando le pareció oportuno me retiró cogiéndome de los pelos de nuevo y me condujo hasta el lateral de la cama y me dijo que me quedara ahí abajo a cuatro patas.
Así estuve meneando y refregando mi pene hasta que exploté y mi semen cayó manchando el espejo, había salpicado todo el espejo del baño con mi corrida. Ya me estaba relajando de tremenda jalada cuando para mi sorpresa oigo abrir la puerta del cuarto. Yo asustado que trato de vestirme pero ya era demasiado tarde, mi prima Soco entra y pega un grito.
Entonces me dijo que hiciéramos abdominales, que empezaba él. Se estiró en el suelo y yo me agaché para sujetarle los pies. Al tener las piernas dobladas y mover su cuerpo el pantalón se le fue deslizando poco a poco hacia abajo y pude ver que no llevaba calzoncillos.
Grito y gimoteo como loca poseída, también mi hijo gime y me aprieta contra su cuerpo, las olas de esperma rocían mis paredes vaginales, nuestras respiraciones se hacen frenéticas, nuestros espasmos también, extasiada me levanto y veo su polla lustrosa ...
Me giré a la vez que me erguía, contestándole que sí, que solo era que había devuelto. Al vernos a la cara, reconocí a aquel hombre, era Jaime, el maduro que me había citado en su casa, después de sodomizarme en los aseos públicos de la calle Fernández Latorre, hacía ya unos meses.
Hola soy Nekitha, le traigo mi primera vez. Un relato de amor filial gay. Les aviso por si no es de su tipo. Si se quedaron bienvenido a mis aventuras.
Las ocupaciones me han alejado de mi mayor placer, el sexo. Pero hoy es mi última reunión con mi asesor de tesis y tendré tiempo para vivir lo que mi vagina me pide y mi mente ha maquinado.
Llevábamos tres años de casados mi marido (Eduardo) y yo (Emma), nuestra vida sexual funcionaba de maravillas, tanto él como yo éramos creativos al momento de encontrarnos carnalmente, él quería hacerme de todo y yo no rehusaba nada, todo lo que se le ocurría me hacía gozar como poseída, quizás era una pervertida innata tanto como él, en pocas palabras éramos una pareja perfecta y estábamos siempre juntos, siempre calientes.
Era Mercedita que pellizcaba los pezones de la Juani y se alternaba a acariciar su clítoris, la tía se puso detrás de ella y poco a poco la empujo sobre mi verga, la Juani no ofreció ninguna resistencia, ella después de haber chillado cuando mi glande atravesó su himen, se puso a gemir y a sollozar, la Mercedes le restregaba su clítoris con todos sus deditos como si fuera una guitarra, la tía había encontrado uno de sus juguetes
No se veía un alma en la plaza, por lo que seguí el camino hacia los aseos públicos. Nada más girar para seguir la acera que llevaba a los aseos, vi bajar a un chaval joven hacia ellos. El corazón se me aceleró al verlo bajar. Sabía que, en ocasiones, iban jovencitos después de salir de los Pub que hay en la zona del Orzán, buscando un polvo rápido. Como solía hacer yo en múltiples ocasiones.