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Una temporada en el campo

Una temporada en el campo

Me tocó salir a trabajar desde joven dedicándome a la maquinaria agrícola y ya a los 23 años era propietario de un tractor con su equipamiento.

Cierta vez me contrataron para construir un gran terraplén donde se colocaría un tanque de reserva de agua para ganado en un campo alejado unos 25 km. de toda población.

Nos pusimos de acuerdo sobre lo que me pagarían y a los dos días viajé hacia el campo. Llegué casi de noche y me entrevisté con el encargado, un hombre a quien no conocía, el cual me invitó a dejar mis pertenencias en una habitación cercana, y que luego de instalarme fuera para su casa a cenar.

Después de bañarme aparecí y vi que estaba acompañado de su hija llamada Noelia. Ésta era una muchacha de unos 18 años morocha, alta, con unos ojos negros grandísimos y un cuerpo fantástico por lo que se apreciaba debajo del vestido que llevaba.

Cenamos y don Néstor en la sobremesa me contó que por las tardes atendía otro campo a pocos kilómetros del que estábamos, que su esposa estaba en otra ciudad cuidando a la madre y que su hija lo acompañaba.

Que ésta había tenido que dejar la escuela media en razón de ello y en fin las cosas que la gente simple de campo habla, de caballos, vacas, perros etc. Noelia (que así se llamaba) no me quitaba los ojos de encima pero ahí quedó todo.

Al día siguiente me puse a trabajar calculando que tendría para unos cuarenta días de trabajo. Noelia hacía la comida, atendía la casa y por las tardes me llevaba algo así como una merienda hasta el lugar donde trabajaba a unos 2,5 km. de la casa.

Desde la primera vez que la vi sentí que le atraía y me puse a tratar de llevarla a algo que tuviera relación con el sexo y observar su reacción. Era verano, hacía calor, yo andaba de pantalonetas y un simple calzado. Ella iba con vestidos de algodón que caían sobre su cuerpo sin hacer notar sus atributos que a mí me interesaba ver. A la semana, poco más o menos ya habíamos entrado en confianza, me pregunta si siempre andaba así en pantalonetas y sin camisa, a lo que contesté que era mejor puesto que además de no ensuciar la ropa tomaba sol.

Y tú ¿por qué no tomas sol? Es que no tengo traje de baño. Pues qué bien puedes hacerlo en bombacha y soutien, que total, quién te va a ver. Nadie, pero me da vergüenza. Pero, ¿te vieron desnuda alguna vez? No, jamás. Mañana trataremos que sea la primera vez le solté y tomando las cosas de la merienda se las alcancé mientras le daba un suave beso en la mejilla dando las gracias.

Me puse a trabajar y ella se quedó largo rato mirando mi trabajo a la sombra del monte contiguo.

Al día siguiente volvió con la merienda. Nuevamente volví al tema preguntando.

Y dime: ¿Nadie te ha besado? No. ¿Y dado una buena sobada? ¿Qué es eso? Besarse, abrazarse, que te acaricien. No. Ven, acércate.

Se paró frente a mí y tomándola por la cintura la acerqué a mí dándole su primer beso. La besé por todos lados, la acaricié, y la hice volver loca de deseo. Bajé luego a su sexo, le quité la bombachita y le di una sesión de dedos que la hacían estremecer y su cuerpo se convulsionaba, me agaché lentamente mientras ella se apoyaba contra una planta y hundí mi lengua en su sexo que chorreaba el elíxir del deseo, pasaba mi lengua por toda su rajadura y cuando puse su clítoris entre mis labios sentí que se estremecía al tiempo que daba hondos suspiros y así la tuve un buen rato, mas razonando que podría acarrearme un problema me puse de pié y luego de besarla apasionadamente le dije que si le había gustado al otro día continuaríamos.

Esto lo hice para no tener inconvenientes pues prefería que viniera por su gusto y no que se arrepintiera y contara lo sucedido que además del mal rato me dejaría sin trabajo.

A la noche luego de la cena salí a fumar un cigarrillo y aparece Noelia. Me contó que le había encantado lo que hicimos y que ya estaba esperando que llegara el día siguiente.

Pues mañana será mejor, ya verás. Siempre y cuando te calles la boca y no cuentes a nadie, lo que me juró que no haría.

La tarde siguiente vi venir el carro con el caballo por el campo, así que detuve el tractor y me di una lavada en el molino para quitarme la tierra. Me instalé en la sombra del monte, puse una especie de cubreasiento del tractor en el suelo cuando llegó con la merienda, la cual ni probé para dedicarme a ella. Ni bien la tuve en mis brazos quise saber si estaba excitada y de inmediato pasé mi mano por debajo de su tanga, e introduciéndole delicadamente el dedo medio noté su sexo lubricado y sus labios dilatados. ¡Se venía excitando de solo pensarlo…!

Le hice el trabajo previo hasta que, quitándome la pantaloneta y el slip quedé con mi aparato al aire. No quise perder tiempo, la acosté, me puse sobre ella y guiando mi instrumento hacia su rajita la penetré muy lentamente. Su virginidad causó apenas una molestia mientras depositaba todo mi tamaño en su cuerpo. Continué con movimientos de entrada y salida haciendo rozar mi verga en su clítoris y era fantástico escuchar los suspiros que daba a medida que mi verga iba estrenando esa vagina núbil.

Me percaté de sus sensaciones de placer que luego me contó que le gustaron pero no un verdadero orgasmo hasta que sentí mi leche, la saqué y le llené su ombligo de semen.

Después de un rato de estar abrazados juntos me levanté, lavé mi instrumento y luego de secarme reiniciamos el juego erótico aprovechando para mostrarle mi picha y dársela a chupar.

La pobre no sabía qué hacer con eso en la boca, de manera que tomé su dedo índice a modo de ejemplo, le mostré cómo debía hacer y cómo se lamía la cabeza. Debo ser un buen maestro porque lo hizo muy bien mientras le pasaba los dedos por su conchita haciéndola enloquecer hasta que pidió que se la meta.

Volví a ponerla y esta vez explotó en una serie de orgasmos que fueron fantásticos para los dos, sintiéndonos plenamente felices. Cuando la saqué estaba por la mitad de su tamaño normal, nuevamente me lavé y cuando regresé a su lado me dijo que quería chuparla otra vez ya que le había gustado sentirla en su boca.

Se la di a chupar y se entretuvo como quince minutos hasta sacarme nuevamente la leche, pero esta vez la recibió en su boca ya que le tomé la cabeza y se la introduje bien adentro de su boca lo que hizo también que casi se ahogara porque había llegado contra su garganta y porque el líquido que salía la hacía tragar y chupar al mismo tiempo.

Seguimos haciéndolo los días subsiguientes hasta que una tarde me dijo que con lo de la tarde no le alcanzaba y que quería hacerlo de noche, ya que cuando se acostaba se ponía a pensar en lo que hacíamos y sentía deseos pero no se animaba por el padre pese a que este se acostaba y dormía sin levantarse en toda la noche y aun cuando poníamos la tv a alto volumen no despertaba.

El padre tomaba al mediodía y por las noches una serie de pastillas que le recetara el homeópata, por lo que el fin de semana fui al pueblo y consulté a un amigo que trabajaba en la botica y me vendió unas pastillas para dormir diciendo que con media el que no estaba acostumbrado dormía 8 horas de un tirón.

El lunes regresé por la tarde y le comenté a Noelia lo que había traído quedando ella encargada de darle la media dosis. Por supuesto que don Néstor se tragó las tres pastillas incluyendo la media dosis y tal como era su costumbre se fue a acostar durmiéndose profundamente.

Le dije a Noelia que mejor era que fuese ella a mi habitación ya que estaba alejada de la casa y no se oiría ruido alguno. Nos quedamos en la cocina mirando TV abrazados y dándonos mutuamente, le quité la tanguita teniendo su conchita a disposición de mis dedos por lo que su deseo (y el mío) estaban al máximo. Noelia fue a la habitación de don Néstor y viendo que dormía profundamente salimos hacia la mía. Mientras estábamos mirando TV le quité la bombachita por lo que debajo del vestido no llevaba nada así que ni bien entramos la apoyé contra la pared y se la puse hasta el fondo estando parados, luego la tiré en la cama y así estuvimos desde las 10 de la noche a las 2 de la mañana.

Todas las tardes al llevarme la merienda la ensartaba y a la noche lo mismo hasta que decidí que era hora de probar su culito. Le hice el comentario y aceptó inocentemente de manera que el fin de semana cuando fui al pueblo compré un frasco de vaselina para lubricarla bien y que fuera lo menos doloroso posible.

Salí el sábado por la tarde y el domingo al caer la noche estaba de vuelta. Esa misma noche después que don Néstor se acostó con la consabida dosis nos quedamos mirando TV, le quité la bombachita y después de un rato de darle a los dedos sentí que estaba supercaliente.

La hice sentar en un banco y me puse detrás en una silla, le hice sacar su cola hacia afuera quedando la conchita y el culo a disposición de mis dedos. Le pasaba sus jugos de la concha al culo hasta que le introduje el dedo índice, unté mi dedo medio con vaselina y le introduje primero el índice y luego el medio en su colita.

Sintiendo que lo aguantaba los fui introduciendo, poniendo y sacando hasta que noté que su ano se había dilatado lo suficiente. Arrancamos para mi habitación, donde la puse sobre la cama con las piernas colgando, pasé vaselina en el ano, sobre mi aparato y arrodillándome la hice descender hasta la punta.

Lentamente hice pasar la cabeza y la dejé unos minutos. Luego siempre lentamente comencé a mandar un poco y me detenía luego otro poco más hasta llegar a la mitad. Cuando sentía que provocaba dolores me detenía y luego continuaba empujando hasta que tragó los 17 centímetros comencé con movimientos de entra y sale al tiempo que masajeaba suavemente su clítoris.

Gozamos en forma y tuvimos una acabada genial que nos dejó exhaustos. Mi aparato había quedado caído, pero inmediatamente que me lavé y regresé a la cama se puso a sobármelo con sus manos y después se puso a chuparlo deliciosamente.

Mientras yo le metía dos dedos en su conchita y le pasaba el pulgar por el clítoris haciéndola tener orgasmos múltiples. Me senté en la cama al tiempo que ella chupaba y cuando me venía el gusto la tomé de los pelos suavemente y se la hice llegar nuevamente hasta la garganta y al tiempo que salía la leche ella lo tragaba.

Así me retrasé casi dos meses en mi trabajo teniendo una experiencia sensacional con su prima Camilla de lo cual ya les contaré, pero como lo bueno dura poco al final me tuve que ir con la música a otra parte.

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