Sonia, aquella noche, obtuvo ocho orgasmos; estaba desatada y pedía esperma, entre espasmos. Los chicos deciden darle lo que pide: mucha lechita condensada; Sonia se coloca de rodillas ante sus machos. ¡Qué hermosa está mi amada!
Que te vieron con dos chicos musculados del gym, a la par, dándote el lote; que incluso con una pelirroja te pillaron en el metro, ¡menudo despelote!
Que te escita descarriar a seminaristas y novicias de su destino sagrado; que el párroco sospechaba, y tuvo algún tiempo a un detective contratado.
A sus 18 años recién cumplidos aún es imberbe; parece una chica de anime o manga, la polla me hierve. Jandra, junto a mi hija y esposa son mis tres mejores furcias; para escalar en el podio ellas utilizan sus mejores astucias.
Cuando mea sobre mi cara no necesita usar un Kleenex para secarse el chocho; yo se lo chupeteo hasta dejárselo más seco que un bizcocho. En alguna ocasión tuvo un microorgasmo mientras me orinaba estando de pie; es la postura que más le pone, conmigo bajo palio. La sujeto para que no tambalee.
Sonia estaba empeñada en follarse a un buen mozalbete cubano; colgarme unos hermosos cuernos en mi presencia, algo muy mundano. El chico era un poco reacio a las frivolidades europeas; Sonia lo convenció de que prestar a tu pareja disminuye las cefaleas.
Si saca un bien en Teoría del Estado Constitucional; se mete mi rabo en la boca y me lo mastica de forma excepcional. Pero si me viene con un suficiente en Derecho Civil (Familia); eso no se lo perdono, pues es catedrática enseñando esta parafilia.
Ella, bajando la cremallera sacó del interior mi rabo a tomar el fresco, comenzó a machacarlo, con garra, hasta ponérmelo bien enhiesto. Cubrió mi entrepierna con su abrigo por si alguien asomaba por el pasillo, y sin perder el ritmo del machaque me iba lamiendo el cuello, sacando brillo.
Sonia le trabaja orejas, cuello, pezones y ombligo, yo me centro en pantorrillas, muslos, ojete y almeja; sus caldos mendigo. Ya le llega la flojera, el cuerpo se le estremece, le tiembla, apoya sus cachas sobre mi cara y de caldos viscosos la siembra.
Dejar que te rompiera el culo sería el Quinto, mi mujer disfruta viendo cuán te la hinco. Luego ella con un dildo haría el gesto, de ser un macho cabrío y te endiña el Sexto.
Te ponen los machos bien musculados; con pollas acordes al resto del cuerpo; fibrosas y largas. Bribona, ¡qué almuerzo!; les lames los huevos, también sus muslazos.
Si quieres que el fulano de turno se corra enseguida; céntrate en el glande. Mama y succiona, ¡qué tu boca le preste una buena acogida! Para que sus descargas no te pillen desprevenida y te manchen el rostro; mientras le zurras la sardina métele un dedo meñique en la uretra, frenarás al calostro.
“¿Me la está comiendo un maricón?”, “¡Joder, qué vicio tenéis algunos!”, exclama el mocetón. Nerea le explica que el chico tiene espinillas, y que el esperma se lo esparce por frente y mejillas.
De Sol a Callao por la calle Preciados dan varias vueltas, se cruzan con mascaritas de zombis, políticos y algunas más cruentas. Anouk, su chucho, de vez en cuando le lame las botas, la gente de a pie se ríe y piensa “¡Están como chotas!”.
Pero tu mano derecha sigue impertérrita, agarrada a mi mástil como si de un naufragio se tratara. Siente que mis palpitaciones suben en intensidad,
que están a punto de llegar los siete u ocho disparos de esperma y no quiere perder el control de la polla, para saber a dónde dirigirlos.
Sigo bajando por tu cuerpo de escándalo. ¡Esos hombros! Más abajo me encuentro con tus turgentes pechos. Unas deliciosas peras con sus delicados pezones. La Ley de la Gravedad no impera en estas majestuosas tetas. Las masajeo, beso y chupeteo.