Jamás imaginé que en mi casa, tenía al mejor amante que pude haber tenido en toda mi vida, y que su coraje en contra mía, se transformó, por obra de la excitación y el deseo, en amor salvaje, puro, tierno y a la vez desenfrenado.
Este es el cuento número 1 de 12 cuentos eróticos. En él se relata un encuentro entre dos amigos de bandos opuestos en una guerra cruel, llevándolos a cuestionar su relación y su identidad a través de sus cuerpos, en un encuentro erótico lleno de emociones y ricas pasiones.
Tras la campana, él me pinza contra la pizarra: embiste, dicta, borra mi nombre con cada golpe. El orgasmo estalla incompleto; mi “MARY” queda roto, su promesa de terminarlo en el escritorio ya me arde entre piernas.
Con apenas unos meses de casada, nos mudamos a un nuevo barrio, donde uno de los vecinos, no solo entraría en nuestras vidas de manera amable, entraría en mi de manera apasionada y traeria bastante emoción.
Una mano la metí debajo del top para poder apretar las tetas, la otra la empleé para meterle un dedo mientras con mi boca succionaba su clítoris. Como si fuera un sueño, escuché la mejor frase que he escuchado en mi vida “tío por favor penétrame”,
En el relato anterior les había contado que había follado a la sobrina de mi esposa , una linda joven que me excitaba y provocaba desde el dia en que la conocí y pude follarla como quería, hoy les traiga la segunda parte de esta historia de sexo y pasión, la primera vez fue cuando fui con mi esposa
Jamás me llegué a imaginar, que esa adolescente, de pecas y coletas, con apariencia tierna, iba a ser un volcán de sensualidad y pasión a flor de piel...
Ser hermanos mellizos con una preciosa princesa, pero separados por circunstancias del destino, nos hizo entender que somos unidos desde el vientre de nuestra madre y seguiremos unidos por el inmenso amor que nos tenemos, y que traspasa las fronteras de los parámetros de un sociedad retrógrada.
No me dio tiempo a responder: se acercó y me besó con una intensidad que me encendió de golpe. La pegué contra la nevera, mis manos recorriendo cada curva, y sus gemidos se mezclaban con mis besos desesperados.