Marina I

Marina es una chica que trabaja en una oficina.

Su vida transcurre de forma rutinaria hasta que conoce a Álvaro.

Todo fue muy confuso, se conocieron una noche en que Marina había salido a cenar con sus compañeros de trabajo.

Marina ha cumplido 33 años, ha tenido un par de relaciones estables que terminaron y ahora no tiene pareja, está algo aburrida de su vida y quiere cambiar muchas cosas, pero es muy complicado.

Aquella noche se había vestido de forma bastante normal, llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta negra muy escotada con unos botines de cordones de color negro.

La cena fue muy típica, todo muy convencional, un grupo de 9, mayoría de 6 chicas, de edad parecida a la suya, después de cenar fueron a tomar unas copas y bailar.

Marina llevaba el dinero de todos y era quien pedía en los bares.

A las 5 de la mañana alguien comentó que había oído hablar de un local nuevo, de ambiente siniestro, no sabía muy bien cómo era, pero podían ir a conocerlo, ¿por qué no?

Entraron todos juntos, era un sitio extraño, un bar de copas muy iluminado, había mucha luz, tenía una gran pista central donde había una gran multitud bailando desenfrenadamente.

Marina se dirigió a la barra y pidió las consumiciones para todos.

Allí estaba Álvaro, sentado en un rincón, vestía un traje negro con una camisa blanca, llevaba el pelo echado hacia atrás, engominado, brillante.

Él se fijó en ella, la veía por detrás, su culo, ceñido por el pantalón le atrajo, se acercó a ella y cuando Marina se daba la vuelta le dijo:

– Quiero hablar contigo, ¿por qué no vienes después de llevar las bebidas a tus amigos? –

Se lo dijo de una forma fría y misteriosa que le llamó la atención. Marina había bebido un poco de más y no se acababa de enterar.

Fue al grupo y permaneció unos instantes confusa, sin saber qué hacer.

Se dio la vuelta y allí estaba él, le pareció un hombre atractivo, sobre todo muy elegante, con mucha clase, no era joven, por lo menos 40 años, se conservaba bien, delgado y fibroso, se notaba en sus manos, surcadas de venas, con dedos largos, acabados en uñas grandes, bien formadas y bien recortadas, perfectamente limpias, fue lo primero que le atrajo de él, sus manos.

Sostenía en la derecha un cigarrillo que chupaba calmadamente, aspirando el humo de forma profunda y larga.

Cuando ella llegó él sonrió y le dijo de forma amable:

– Me alegro de que hayas venido, soy Álvaro y quiero hablarte sin rodeos, de forma clara de lo que quiero decirte.

– Yo me llamo Marina y no sé muy bien ni qué quieres ni porqué estoy aquí hablando contigo.

– Yo sí lo sé Marina, estás hablando conmigo porque te ha intrigado mi propuesta y yo me he dirigido hacia ti porque me has resultado muy atractiva.

– ¿Qué te ha llamado la atención para que me abordaras?

– La verdad es que ha sido tu culo, contarte otra cosa sería mentirte y no tendría sentido, pero en realidad lo que quiero es que alcancemos mucho placer juntos. Tú estás ahora acompañada y no es el mejor momento ni la mejor situación, para que te lo explique todo con detalle, así que piensa una cosa, si quieres probar a buscar placer, sentirte invadida de sensaciones carnales maravillosas, llámame mañana – Dijo Álvaro mientras escribía un número y se lo tendía en un trozo de papel.

Ella estaba sorprendida, no sabía qué hacer e iba a hablar cuando él levantándose le dijo:

Ya sé que todo esto es muy extraño, pero mañana o el día que quieras, cuando lo hayas pensado, si quieres conocer algo nuevo me llamas.

No tienes nada que perder y puedes pasarlo muy bien- Y entonces se marchó dejándola allí con el número apuntado

Cuando se despertó, Marina estaba confusa, no sabía si todo lo había soñado o había ocurrido realmente. Pero allí estaba el número de teléfono en su cartera.

No pudo dejar de pensar en ello y por la tarde decidió llamar al teléfono. Álvaro descolgó el auricular y tras presentarse le dijo:

– Me darás tu dirección de correo electrónico y recibirás un mensaje con las instrucciones.

Así ocurrió.

Marina se encontraba camino de la dirección que le habían dado entre las instrucciones: Iba vestida según el mensaje le indicaba.

Botas de tacón alto, de cuero, altas y negras.

Un vestido rojo, ajustado, no debía llevar ropa interior y el sexo y todo su cuerpo perfectamente depilado.

Como maquillaje, únicamente una ligera base, los ojos una sombra verde y los labios y las uñas pintadas de rojo.

Llegó a la dirección, era una bonita casa independiente a las afueras de la ciudad.

Cruzó la verja y llamó al timbre.

Un chico joven, con el pelo muy corto y vestido con un albornoz salió a recibirla:

– Soy Marina – Dijo.

– Mi nombre es Marcos, pasa.

Entraron en la casa y él la sentó en un banco, mientras le colocaba un antifaz y le decía:

– Tranquila, no tengas miedo, ya has dado el paso más importante.

No podía ver nada y notó cómo unas manos que le parecían femeninas le agarraban del brazo y una voz le decía con calidez, con dulzura:

Soy Marta, relájate y déjate llevar por el placer, no te preocupes.

Se encontró a sí misma tumbada, en lo que parecía una mesa, y notó como algo suave se asía a sus tobillos y sus muñecas, suave, pero firmemente.

Estaba nerviosa, pero a la vez excitada, podía notar que su entrepierna se humedecía y los pezones comenzaban a marcar el ajustado vestido.

Marina sintió entonces cómo se retiraba su antifaz y la mesa giraba hasta ponerse vertical, con ella atada y bien sujeta.

En frente vio a Álvaro, sólo llevaba una bata de raso brillante negra.

A los lados estaban Marta una chica muy sexy y dulce, con facciones muy suaves, era alta y delgada con los pechos pequeños y muy firmes, los pezones puntiagudos.

Parecía excitada y debía estarlo, su entrepierna, depilada brillaba, sin duda por el flujo de su sexo.

Tenía el pelo rizado, de color rubio, muy claro.

Al otro lado se encontraba Marcos, también completamente desnudo.

Tenía unos labios carnosos y sensuales y un pecho fuerte, brazos largos y fibrosos, igual que las piernas y también estaba perfectamente depilado, sin un solo pelo.

Entre la desnudez de su pubis, Marina se fijó en su pene.

Estaba totalmente erecto, era gordo, venoso, un magnífico pene y sobre todo llamaba la atención por su dureza aparente, la erección tan impresionante que presentaba.

Álvaro se sentó en un sillón y dijo:

-Podéis empezar – Seguía con la bata puesta.

Llegó entonces Marta con un consolador que dejó a los pies de Marina.

Se agachó y comenzó a besar sus pies, pasaba la lengua por ellos, todavía envueltos en las botas.

Marina no podía sentir su lengua de forma directa, pero le parecía tener la sensación de ser lamida.

Marta bajó la cremallera de una de sus botas y la sacó, entonces quedó el pie desnudo de Marina, con las uñas perfectamente cuidadas y pintadas según las instrucciones.

Marta se concentró en ese pie, lo recorría de arriba abajo, lo besaba, chupaba y lamía, metiéndose en la boca alguno de sus dedos.

Mientras Marcos había empezado con la otra pierna y hacía lo mismo con la bota que restaba puesta.

Marina se estaba volviendo loca, dos hermosos amantes lamiendo sus pies y sus piernas, no creía que pudiera ser tan placentero.

Su sexo estaba chorreante, manaba un flujo que imaginaba se le escurría por su entrepierna.

Al unísono, conjuntados, Marta y Marcos fueron subiendo por las piernas de Marina, hasta que sus dos lenguas se encontraron en su rajita.

Era maravilloso, notaba las dos lenguas que la lamían a la vez, mientras Marta y Marcos se besaban, saboreando los flujos de Marina.

La chupaban todo su coño, sentir una lengua en su clítoris y otra que bajaba por la raja de su sexo y llegaba hasta el agujero anal, era algo sensacional.

Marcos siguió subiendo y ahora sacó sus tetas del vestido y las besó, lamió pellizcó, subió aún más y empezó a besar a Marina. No podía más.

Mientras, Marta seguía comiéndose su sexo, besándolo y a la vez penetrando su coño y su culo alternativamente con los dedos.

Marina notó que se corría, sus espasmos lo anunciaban y empezó a jadear a la vez que Marcos la besaba y amasaba las tetas.

Se corrió, se corrió de gusto en un orgasmo largo y profundo, prolongado como creía no haberlo tenido jamás, tras lo que Marcos y Marina se apartaron.

Álvaro hizo un gesto a la pareja y les dijo:

– Continuad según lo previsto – Álvaro había contemplado la escena impasible, sin moverse apenas.

Seguía vestido con la bata. Entonces Marina notó el consolador en su coño.

Le hizo daño al ser penetrada.

Estaba muy mojada, pero su coño se había relajado en exceso tras el orgasmo y además no se lo esperaba, se había quedado como traspuesta tras aquella sensación tan maravillosa.

Era marta quien se lo había metido, de un solo golpe, sin contemplaciones y hasta dentro, para luego conectarlo a la máxima vibración.

Después se colocó a gatas, frente a Marina, dando la espalda a Álvaro.

Marcos se acercó por detrás penetrándola con su polla hasta los huevos.

Comenzaron a cabalgar, eran una pareja muy experimentada, muy bien conjuntados, los dos se movían en una balanceo que los acolaba perfectamente, la polla de Marcos entraba y salía de aquel excitado coño armónicamente y ambos movían sus caderas en perfecta compenetración.

Era excitante verlos. La cara de Marcos reflejaba placer. Agarraba la cintura de Marta y se podía oír el sonido de su polla entrando y saliendo en aquel sexo empapado. Las tetas de Marta se balanceaban suavemente de un lado a otro.

Marina estaba totalmente excitada, se estaba poniendo enferma de placer, y pidió:

– Por favor, Álvaro, ven a follarme, méteme tu polla – Él contestó:

– Siente el vibrador, siéntelo como si fuera mi polla, nota cómo vibra y te posee.

De nuevo era demasiado, más de lo que podía pedir, se volvió a correr, no podía más y se corrió como una perra en celo.

Marcos y Marta se acercaron más a ella, para que Marta tras retirarla el vibrador pudiera alcanzar sus ligaduras y cortarlas con una afilada navaja de afeitar, mientras seguían jodiendo con maestría, con la intención de seguir excitando a Marina.

Entonces, Álvaro dijo a Marina:

– Acércate a mí- Y mientras ella llegaba se despojó de la bata señalándole su pene increíblemente fláccido.

– Ahora gozaréis los tres de mí, tú debes prepararme – Y agarró su nuca dirigiéndola a su entrepierna.

Marina estaba fuera de sí, aunque pareciera imposible, deseaba más.

Se metió aquella polla en la boca arrodillándose frente a Álvaro.

Por fin aquel hombre parecía reaccionar, la notaba crecer, la chupaba en toda su extensión.

Con una mano la recorría en toda su longitud y con la otra apretaba la bolsa de sus huevos.

Era indudable que lo estaba haciendo estupendamente, aquello había crecido demasiado y pasó de tragarla entera a sólo poder introducirse el enorme capullo de Álvaro.

Este había empezado a jadear y gemir notando que estaba a punto por lo que retiró la cabeza de Marina.

Álvaro fue directo hacia Marcos y sorprendiendo a Marina, mientras Marcos y Marta seguían follando, penetró a Marcos mientras se dirigía a Marta:

– Prepara a Marcos para su final – Marta sabía dominar su coño, era capaz de contraerlo a voluntad, apretando el pene de Marcos, era un coño maravilloso que sabía usar a la perfección.

Marcos se había parado, hipnotizado, notaba una polla perforarle el culo y un coño succionando su polla en un movimiento maravilloso por detrás y por delante.

De pronto dio un cachete en el culo de Marta, era la señal.

Ésta salió y se giró, agarrando a Marina y las dos comenzaron a chupar la polla de Marcos que no tardó mucho en correrse sobre las dos bocas que tenía delante notando el falo que le taladraba por detrás.

Salió su semen, a borbotones, caliente y abundante, un líquido espeso que las dos mujeres lamían golosas, se estrellaba en sus caras y bajaba por sus tetas. Marcos había tenido su ración de placer maravilloso.

Álvaro salió de Marcos, era el turno de Marta.

Marcos se puso de rodillas frente a ella y comenzó a besarla, le ofrecía todo su cuerpo, para que ella dispusiera de él como más le apeteciera. Álvaro indicó a Marina:

– Túmbate en el suelo, bajo ella y chupa su sexo. Marina nunca había probado ningún coño y en una situación normal no lo habría hecho, pero la excitación le dominaba completamente y no se lo pensó.

Tumbada empezó a lamer el empapado sexo de Marta, muy cerca del orgasmo. Álvaro ocupó la posición de Marcos y penetró a Marta.

Así estaba ella, siendo penetrada de nuevo a la vez que notaba una lengua jugosa lamer su clítoris y los labios de vagina abierta por la explosiva polla que tenía en su interior.

Ante su cara se encontraban tanto el coñito de Marina como la polla de Marcos, dos estupendo juguetes.

Marta les tocaba a los dos, chupaba la polla de Marcos golosamente y frotaba la pipa del coño de Marina muy suavemente, le excitaba mucho todo el conjunto de sensaciones que estaba experimentando, tanto que notó que su orgasmo estaba llegando.

Álvaro se dio cuenta y sabía que ese era el momento preciso para empujar con más fuerza, asió las nalgas de Marta y la penetró salvajemente, sin dejarla moverse apenas.

No pudo más y los gemidos de Marta se tornaron en gritos que daban muestra del enorme placer que la invadía.

Tras quedarse satisfechos, Marta, Marina y Marcos, Álvaro salió de aquel sexo feliz y volvió a sentarse en la silla con la polla enhiesta, erguida, muy dura.

Las dos mujeres se acercaron junto con Marcos y los tres se pusieron a lamer aquel rabo cuyo dueño había hecho que tuvieran tanto placer.

Era un conjunto de manos y bocas que hacían perder el sentido a Álvaro, focalizando su placer en su sexo.

Era una sensación única dejarse lamer y tocar por los tres a la vez.

Notaba una boca succionando su capullo y otra que lamía sus huevos, no podía distinguirlos.

Tres pares de manos le acariciaban todo su cuerpo, las piernas, su pecho, los brazos, la zona accesible de las nalgas…

Notó que se corría, el semen avanzaba por su falo y salió un chorro que dirigió sobre sus tres amantes, cayendo por sus caras y sus torsos, quedando todos sumidos en una placentera sensación.

Marina supo que había conocido una nueva dimensión de placer.

Continuará…