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Mara y su novio III – Final

Mara y su novio III – Final

La idea me la dio Mara la primera vez cuando cumplimos su fantasía.

Ella cabalgaba sobre mí arañando mi cuerpo cuando me dijo:

Te voy a hacer todo lo que quiera.

Su amenaza no se cumplió porque su deseo era con dos y no conmigo solo. Pero a mí me dejó la idea en mi cabeza…

Los convoqué a las nueve como era nuestra costumbre, primero llegó Luciano y Mara se hizo esperar…

Me ayudó a terminar de preparar una picada bien completa para que no haya que perder un segundo de deseo.

Yo había preparado unos tragos ya que parecía que Mara no iba a ser puntual… pero cuando estaba por servirlos sonó el timbre y ella entró… pidió disculpas y comentó que para cumplir con mis exigencias había tenido que ir a la casa de una amiga para completar el equipaje.

El bolso que traía no era muy grande pero si parecía pesado.

– ¿Bueno como es esto? – Preguntó Luciano que no entendía nada.

– Yo no te pude avisar porque no tengo tu teléfono y… se ve que Mara se hizo cargo por los dos.

– Los hombres no tienen imaginación por eso yo me ocupé de todo.

– ¿Alguien me va a explicar?

– Hoy el juego es al revés. Yo que soy el que deseo… los dejaré que ustedes me hagan lo que quieran… y para eso le pedí a Mara que traiga los implementos necesarios.

– Así que manos a la obra… Un brindis por mi fantasía. – las copas chocaron y Luciano protestó.

– No es justo ustedes dos ya lo habían pensado y yo me desayuno en este momento.

– No te hagas problema, mi amor, Yo empiezo y vos te tomas unos minutos para pensar… Con vos burlona y mirada sabia Mara agregó: ¿Te parece?

Mara se le acercó se colgó de su cuello y lo besó, sin dejarlo pensar…

Tomó su bolso y se dirigió hacia la puerta de mi dormitorio.

Vamos, Gustavo, no perdamos más tiempo. Yo fui hasta la pieza y me acerqué a ella para besarla pero ella me rechazó.

Me dijo que me desvistiera, lo hice y me pidió que me acueste en la cama boca abajo. Siento que abre el bolso y hurga en su interior… escucho ruidos como de herramientas mientras ella se acerca hacia mí.

Me toma la mano y me Pone unas esposas que a su vez sujeta a la cama,, quedando por suerte boca arriba.

Repite la acción y yo quedo mas que sorprendido…

Luciano pone música en el living. Sabe que no es su tiempo todavía.

Mara sigue con sus preparativos… se saca la ropa y me vuelve a sorprender… llevaba puesto un corsé de cuero, super sado y super sexy.

Sus pezones y su rayita quedaban expuestos, y sus hombros parecían haber crecido de la semana pasada

– Castigos corporales, no

– Quedate tranquilo, vos coperas y no te va a pasar nada…

Me vendó los ojos con una bincha de látex que me impedían ver nada… sin embargo no apretaba.

Sentía como la faja se adaptaba a los contornos de mi rostro.

Rozó mis pies, con algo, ¿Un frasco? Y luego me entró a untar una jalea por todo el cuerpo, hasta me hizo, levantar para llegar a mi espalda y muslos, no era pringosa… me hizo limpiarle las manos con mi lengua… casi no hablaba… solo gemía y se movía al ritmo de la música que se colaba desde el living.

Sus tetas empezaron a resbalar por mi cuerpo.

Y su boca mordía mis pezones, mi verga empezó a sentirse. Ella lo advirtió y fue en su busca.

Primero la soplaba, luego la tomaba con sus manos y la agitaba, corriendo la piel, descubriendo mi glande. La besó, la mordió y la chupó, jugueteando con su lengua hasta que fue un hierro caliente…

– Ahora si que me gusta

Cruzó una rodilla por encima de mi cuerpo y se fue acomodando para que mi verga se vaya perdiendo dentro de su cajita del placer.

Cabalgaba sobre mí, usando mis pezones como riendas, los pellizcaba, los sacudía, causándome dolor y goce…

Ella acabó y gimió apoyando su cabeza en mi abdomen. Dejó caer mi pija, ya muerta y fue arrastrándose hasta por mis costados, dejándome todo el contenido de leche de su interior en mi pecho.

Tomó un poco con su mano y me la dio a probar… estaba muy rica, muy sabrosa… pensé que mi leche y su flujo eran la bebida más exquisita que un ser humano podía beber.

No tuve mucho tiempo para pensar ya que ella se montaba en mi boca para que le limpie, bien su concha, decía guarradas pero no las podía entender ya que sus piernas tapaban mis oídos en cada vaivén de mi lengua en su interior…

Yo sentía que esto era una misión imposible ya que su vagina no dejaba de invadir mi boca con flujo y cada vez con mayor intensidad… Volvió a correrse dos veces más…

Todo muy lindo pero salvo lo de las esposas, y su linda lencería, no había ocurrido nada sorprendente…

Para que hablé. Volvió a su bolsa de sorpresas y refunfuñaba cosas extrañas… Cruzó las esposas obligándome a ponerme de espaldas…

Me preguntó por un espejo y yo le dije que si abría la puerta del ropero iba a encontrar uno en la contracara de la puerta… pero era fijo y grande…

Mejor dijo ella lo abrió y lo apuntó hacia nosotros.

Me corrió la bincha y pude verme atado a la cama… ella salía del campo de visión… me levantó las nalgas quedando yo con la cara en la almohada y de rodillas como orando por un dios en un altar sacrílego.

Ella pegó un par de bofetadas en mis nalgas y luego me empezó a lamer mi orificio… Introdujo de a uno sus dedos y mi ano prontamente se humedeció… sentía como un flujo tibio bajaba desde mi interior hacia el orificio, mojando sus dedos y haciendo la labor de ellos más fácil y placentera.

Fue dulcemente sacando sus dedos de mí adentro y sentí una presión más grande y más dura coronar mi agujero… era un consolador que atado a su cintura introducía sin prisa y sin pausa…

Mara me estaba penetrando. Lugo vi que una de las cintas se introducía en su concha y con una pequeña protuberancia, la llenaba de goce al juguetear con su clítoris. Ella avanzaba y me iba partiendo en dos…

No era muy gruesa pero era larga… Cuando sus bellos chocaron con mis nalgas los dos sentimos placer…

Ella se movía su clítoris la hacía gozar y yo me fui acostumbrando hasta que por fin el dolor se escondió detrás de lo sublime.

Y volvimos a gozar los dos… Mara estiró su mano derecha y tomó mi polla, y eso solo fue suficiente para que mi leche estrellara contra las sábanas…

Luciano que esperaba en paz en la otra habitación fue tentado por Mara para ver este espectáculo…

Al entrar y ver esa maravilla, besó a Mara y se acercó a mí para besarme… y lo hizo.

Esto y todo lo que pasaba en el cuarto lo entusiasmó y pensó en cómo participar, se bajó los pantalones y sacó su excitaba poronga, para que yo se la mamara.

Mara no se cansaba de entrar y salir de mi culo y la verga de Luciano se hacía más fuerte en mi boca, llegándome a la campanilla y haciéndome sentir arcadas.

Mara gemía y Luciano se preparaba para eyacularme en la boca… tan obvio era esto que ella le pidió que no acabe y que lo venga a hacer en mi orto.

Él obedeció, se acomodó, me introdujo su pene un poco y fue suficiente para que un torrente de leche bañe mi interior… Intenté acomodarme pero Mara, gozosa como era, limpió la verga de Luciano mientras esperaba que de mi culo emanaran las primeras gotas de leche de su amado. Juntos se encomendaron a la tarea de limpiarme.

Al levantarse notaron que el consolador llevaba restos de mi esfínter… y no dudaron en probarlo y darme a mí una miseria de ese fruto.

Luciano me quito las esposas de las muñecas y nos fuimos los tres a arrasar con lo que quedaba de la comida…

Comimos y bebimos bastantes y nos quedamos los tres mirando una película que daban por el cable.

A mí me dolía todo el cuerpo… no sabía cómo iba a afrontar el segundo instante de la noche…

Todos no quejábamos del cansancio pero nadie aflojó.

Lo único que se aflojo fue el corsé de Mara que ya la tenía cansada. Todas las marcas de los cordones le quedaron en la piel. Si hubiera podido acercarme a ella se las hubiera lamido una y mil veces… (Será en otra oportunidad)

Al terminar la película, Luciano, se acercó hasta mí y empezó a acariciarme la pierna. Mi pene se emociona ante cualquier cosa y eso lo estaba comprobando. Con una seña me informó que estaba listo y que fuéramos al cuarto.

Lo seguí más resignado que excitado… nos acostamos y él me empezó a besar el cuello, morderme la oreja, jugar con su lengua en mis axilas…

El olor a sudor que llevaban mis sobacos era mortal y Luciano se embadurnaba del.

Buscó compartirlo con mi boca y me besó largamente, su lengua recorrió toda mi boca y sentí el gusto rancio de mi transpiración..

Mi polla ya estaba dando el presente y él se fue a jugar con ella. Luciano se comportaba como una mujer que buscaba el goce y lo disfrutaba. Ni Mara hubiera actuado así.

Después de haber hecho todo lo imaginable con mi pene, y con unas gotas de semen en su lengua, volvió a besarme dejando su contenido en mi boca. Esto me calentó muchísimo y sus palabras susurradas en mi oído hicieron el resto: Penetrame…

Se puso, quebrado al borde de la cama y fue Fácil encontrar su agujero.

Lamí su bello culo he introduje mi lengua en él. Luciano se conmovía y nunca use mejor esta palabra. Luego de aflojarle la resistencia se encolumné detrás de él.

Me pidió prudencia y yo le di dulzura. Fui rasgando su interior y gozando de su estrechez.

Cuando la cabeza estuvo dentro, le pasó lo mismo que a mi unas semanas antes… Creyó que ya estaba dentro… y no era así. Traje su mano para que sintiese todo lo que faltaba por venir…

Se puso tenso y suspiró… para luego dejarse penetrar como una carta en un buzón… Yo seguía entrando y él sufría… y cuanto más lo sentía gemir, mas de pasión me coronaban…

Llegue hasta el fin y descansamos unos segundos… luego entré y salí hasta que mi sabia corriera por sus tripas… Luciano comenzó a gozar y su s nalgas chocaban con mis piernas… ya no tuve que mover para acabar…

Antes de sacarla la llamé a Mara, que me parece que estaba espiando ya que la puerta se abrió al segundo de convocarla.

Este joven quedó insatisfecho… ¿vos podrías ayudarlo?

Rauda fue a su verga y lo hizo acabar…

No necesito mucho para que su néctar se corriera por la comisura de sus labios… Se volvió hacia mí y me limpió el pedazo…

Se levantó y fue corriendo al living…

Volvió toda enredada con las tiras de su fálico consolador.

Estaba dispuesta a utilizarlo en él como antes lo había hecho en mi.

Sin darle respiro al pobre Luci…

Lo ensartó usando mi leche como lubricante… cuando lo tubo todo dentro me pidió que yo hiciese lo mismo con ella.

No fue tarea fácil pero lo logré… un trencito armonioso se armó y cada vagón se fue acoplando al mismo vaivén…

Todos acabamos y nos sentimos felices…

Hicimos una limpieza general y dormimos hasta bien entrado el día…

Así acabó la historia que empezó por un simple email que yo le escribí a Mara…

Una niña de 17 años que era virgen

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