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Los gamberros hacen realidad su fantasía

Esta historia la protagonizamos mi novio Mario y yo. 

Yo me llamo Mónica, tengo 22 Abriles, e intento que mi cuerpo sea perfecto, pues desde siempre sin tener que esforzarme mucho, he tenido una silueta, que junto con mi pelo rubio, recortado a media melena y mi cara bonita, hacen que sea de las chicas a las que los obreros y demás le dicen burradas por la calle. 

Tengo novio desde hace tres años y desde hace un año y medio, más o menos, que mantenemos relaciones sexuales, y aunque tomo pastillas jamás he dejado que se corra dentro de mí, por miedo a un embarazo, por tanto cada vez que follábamos lo hacíamos con preservativo. 

Soy un poco tímida en cuanto al sexo, y tengo mis fantasías, como todo el mundo, pero a raíz de lo que voy a contar, estas son mucho más fuertes y con ganas de hacerlas realidad. Junto con esa timidez, que es superior a mis fuerzas, ( incluso me daba tanta vergüenza que no dejaba que me chupara mi sexo), se une el hecho de que era muy escrupulosa, lo que al final desembocaba en que nunca quería hacer el amor,( aunque en mi fuero interno tuviese muchas ganas de ser follada hasta reventar), nunca he consentido ni tan siquiera darle un besito en su pene y menos aún que me lo hiciera por el culo, pues por un lado me daba mucho asco y por el otro tenia pánico al dolor, ya que la primera vez que hicimos el amor, fue muy dolorosa y desagradable. 

Por esa época mi novio iba con unas ganas locas de que le hiciese una mamada, pues era una gran fantasía suya, pero llegado el momento yo siempre me rajaba y no era capaz de hacerlo, quedando siempre la cosa en una paja, y que yo intentaba que al correrse no me cayese mucha leche en mis manos, limpiándome estas de inmediato.

Pues bien mi terapia sexual de choque, comenzó un Sábado por la tarde, cuando mi novio y yo, le pedimos el 4×4 prestado al su padre y nos fuimos a una localidad cercana a dar una vuelta, vimos una zona de juegos recreativos, aparcamos cerca de la entrada y nos disponíamos a entrar, cuando, justo detrás del coche, aparcaron tres motos y se bajaron tres chavales de entre 17 a 20 años, con muy mala pinta y se me quedaron mirando de arriba a abajo y dado que nosotros entramos primero, podía notar las miradas de los tres fijas en mi culo, el cual iba perfectamente visible, gracias a mis ajustados vaqueros que son tan ceñidos, hacen que se me note toda la raja de mi vagina a través de estos, y es algo que no soporto, pero como a mi novio le encanta, casi siempre que salimos los llevo puestos.

Comenzamos a pasear y a ver jugar a la gente. Pasado un rato comprobé, que donde íbamos nosotros, los tres pintas, iban detrás. Le dije a mi novio de irnos del lugar, pero este dijo que esperase un momento, pues quería jugar con la máquina recreativa que teníamos delante, que en ese momento estaba ocupada. De reojo me di cuenta que los tres chicos, se colocaron junto a mí y que entre ellos se reían y se decían cosas al oído. Le llegó el turno de juego a mi novio, y este se puso a jugar con la dichosa pistolita, matando zombies virtuales, mientras yo trataba de conservar un poco la calma, ya que se habían colocado justo detrás de mí y podía notar el aliento de uno de ellos en mi cuello. De repente quedé petrificada, cuando el que parecía el más gallito, me susurró al oído:

– Nena, ¿sabes que tienes el culo más bonito que he visto en mi vida?, me has puesto como una moto.

Y diciéndome esto, noté como algo muy duro se apretaba contra mi trasero, y como una mano me sobaba todo el cachete del culo.

Un escalofrío me subió por la espalda y reaccionando de golpe, me revolví, y le di un empujón, diciéndole que era un gilipollas. En esto que mi novio se percató de que había movida y se volvió para preguntarme qué pasaba.

– Tu a lo tuyo, nene de papa, le espetó el gilipollas.

Mi novio le dio otro empujón y este salió despedido hacia atrás, los otros dos chicos se abalanzaron sobre mi novio, yo me interpuse entre ellos para evitar la pelea y rápidamente llegó un guarda de seguridad, que tras contarle lo ocurrido, nos indicó que nos marchásemos mientras él retenía a los tres gamberros. 

Salimos del lugar, yo muy nerviosa y mi movió con un fenomenal cabreo. Nos montamos en el coche y me extrañó el ver que mi novio se le escapaba una carcajada, cuando iba a preguntar, me di cuenta con horror, que metía marcha atrás y golpeaba a las motos de los chavales ,que se encontraban detrás, aplastando parte de las mismas. Salimos chirriando rueda y nos alejamos, dirigiéndonos hacia la playa del pueblo, comentando lo ocurrido y que menos más que la cosa no fue a mayores y eso. 

Mientras escuchaba hablar a mi novio, yo reflexionaba sobre mis sentimientos y sin querer recordaba con excitación, el sentir el paquete del chico en mi culo. Estuvimos dando vueltas y charlando hasta que se hizo de noche, entonces mi novio me dijo que si me apetecía buscar un sitio apartado para estar solos. Le dije que no teníamos condones, a lo que él me contesto que solo jugaríamos, acepté. Estaba claro que tanto él como yo, nos habíamos excitado con la descarga de adrenalina de la tarde. 

Paramos junto a un paraje solitario y comenzamos a besarnos y a tocarnos por todos lados. Cuando había pasado más de una hora, estábamos los dos totalmente desnudos dentro del coche, y mi novio se entretenía en masturbarme con un dedo mi clítoris, mientras me chupaba un pezón, me encontraba en el séptimo cielo, a punto de llegar al orgasmo.

Lo que tenía que ocurrir, ocurrió. Se abrió de golpe la puerta del conductor y allí estaban los tres gamberros. Se me heló la sangre y solo atiné a articular un grito de terror, mientras cogían a mi novio. 

– Mira, si están aquí los tortolitos. ¡Qué bonito…!, ¡ven aquí guaperas, dijeron

Lo sacaron del coche entre los tres y mientras dos lo agarraban por detrás, el que parecía el jefe se dedicó a propinarle golpes en el estómago.

Comencé a gritar como una posesa, mientras trataba de taparme con mi ropa.

Uno se quedó sujetando en el suelo a mi novio y los otros se vinieron hacia mí. Intenté subir las ventanillas y echar el cierre, pero estaba tan presa del pánico que no atinaba a hacer nada.

– Quieta, nenita, me dijeron cuando me abrieron la puerta y me sujetaron.

– No la toquéis, oí decir a mi novio, pero tuvo que callarse, porque el que lo agarraba, le puso una navaja en la garganta. 

– ¡Vaya con la nena!, ¡qué buena está! Déjanos que te veamos bien. Dame eso.

Y de un tirón se deshizo de la ropa que apretaba contra mi cuerpo, quedando desnuda por completo ante unos ojos que no eran los de mi novio. Maldije el momento que decidimos quedarnos por la zona.

Escuché silbidos y palabras soeces al quedarme desnuda por completo.

– Por favor, por favor, nos hagáis daño, suplicaba yo, entre lágrimas.

– Mira, bonita, estamos muy, pero que, muy cabreados con vosotros, porque tu novio nos ha destrozado las motos, y porque tú estás muy buena y nos has puesto cachondos del todo, o sea que a tu novio le vamos a cortar las pelotas y a ti,…ya veremos.

En esto que comenzaron a tocarme por el culo, las tetas y el chichi. Yo decía que no, que me dejaran y me resistía apartándoles las manos como podía. Mi novio les gritó que se estuviesen quietos y el de la navaja se la colocó, debajo de los huevos y apretó un poco. Este se calló de inmediato. El que parecía el jefe, que era seguramente el mayor, se quitó el cinturón, les dijo a los otros que también se los quitaran, y les dijo:

– Metedlo en el coche, y atadlo con los cinturones, que nos vamos a divertir con esta golfa, y si el capullo ese habla, le cortáis los huevos.

Yo no paraba de suplicar, de llorar y de patalear, presa del pánico y de los nervios.

– Que dejes de gimotear, ¡zorra! me dijo el gallito, mientras me arreaba una soberana guantada en mi cara.

De pronto recobré la calma, y comprendí lo que iba a pasar, no tenía remedio y estábamos en sus manos, nuestra única esperanza era que pasara alguien por allí y nos ayudara, pero por el momento lo mejor era no cabrearlos más.

Metieron a mi novio en el coche, en el asiento del conductor y le ataron los pies a los pedales y las manos al asiento, pero por detrás de este. Encendieron las luces del coche y me llevaron delante de este.

– ¡Eh!, guaperas, mira esto, que comienza el espectáculo, le gritaron a mi novio riéndose a carcajadas.

– Guapa, tu turno, ponte de rodillas que vas a empezar a trabajar.

Me negué en rotundo, les dije que por favor no lo hicieran, que no los denunciaríamos y cosas así, en un vano y desesperado intento de convencerlos. 

– Pues si no nos las quieres chupar, creo que me voy a divertir cortándole los huevos a tu novio, dijo, mientras se sacaba una navaja del pantalón y se dirigía al coche.

– ¡No!, ¡No!, grité, por favor no.

– ¿Entonces?

Entonces me puse de rodillas, el que había estado sujetando a mi novio, que era con diferencia el más joven, se colocó junto a mi cara, se bajó los pantalones y calzoncillos y una pequeña polla en estado de flacidez, apareció ante mi asustada vista. Me la pegó a los labios y cerrando los ojos y con el mayor asco del mundo abrí la boca. Me la metió hasta que su pelo púbico chocó con mi nariz y aunque yo no hacía por mamársela, noté como crecía en mi boca.

– Chupa, chupa, so guarra, me dijo.

Chupé un poco, sentía mucho asco, no sabía bien, y cuando se le puso totalmente dura comenzó a follarme por la boca, me la metía hasta el fondo y la sacaba, lo que a mí me empezaron venir arcadas, y no pudiendo aguantar más, me la saqué de la boca y comencé a vomitar todo lo que tenía en el estómago.

Los tres cerdos se reían a carcajadas y me hacían burla.

– ¡Oh!, pobrecita, decía, ¿a la señora le ha dado asco mi polla?, pues nada, nada, hay que acostumbrarse a los manjares y cogiéndome del pelo me la volvió a meter en la boca.

Me encontraba mejor, pues parecía que parte de los nervios y el asco se me había ido con el vómito. Cuando nuevamente me la metió en la boca, comencé a chupar sin que me lo tuviesen que repetir. 

El otro chaval se me acercó y comenzó a sobarme las tetas, el culo y a pasarme los dedos por la raja. Intente controlar la situación, no dejándome llevar, pensando en otras cosas. Imagine que la polla que estaba chupando, era la de mi novio, y no la del asqueroso ese, me acostumbré a chuparla y a contener las arcadas que me seguía provocando, pues el tío, me la metía hasta el fondo de la garganta. 

Volví a la realidad de repente, cuando sentí un chorrito caliente de semen salir de la punta, anunciando la inminente corrida del chaval, que chocaba contra el cielo de mi boca, me la saque de la boca los más rápido que pude, echándome hacia atrás, cerré la boca y apreté los labios para que no volviese a entrar. 

El chico se dio cuenta y me pegó la polla a la boca, pero ya era tarde para él, pues no pudo aguantarse y vi y sentí con gran repulsa, como salían borbotones de espesa y caliente leche de su polla, que tras estrellarse contra mis labios, iban resbalando por mi barbilla y cayendo sobre mis tetas. 

Cuando terminó de correrse me limpié la cara con el dorso de la mano, sacudiendo este, en un intento de que mi mano quedara limpia de semen, bajé la vista y vi mi teta derecha cubierta de gotas de blanco y espeso semen, y aunque tuve el instinto de limpiarme, me dí por vencida y los deje correr por entre mis pechos.

Ya solo, quedan dos, pensé, podré hacerlo, tengo que hacerlo, para que se vayan, y nos quedemos tranquilos.

– ¡Oye!, ¡esta puta no se ha querido tragar mi leche!, dijo el cabrón que acababa de correrse en mi cara.

– Bueno, es que, a lo mejor le gusta más por otro sitio, dijo el jefecillo, que se había mantenido apartado de la escena.

Se acercó a mí, me cogió de un brazo, me hizo ponerme de pie, me giró y me puso mirando al coche, poniendo mis manos sobre el capó, se colocó justo a mi espalda y oí como se bajaba los pantalones. 

Supe que me iba a penetrar desde atrás. Suplique que no lo hiciera, pero no me hizo ni caso, me puso una mano en la nuca empujando hacia abajo, lo que hizo que mi culo quedara más expuesto, con los nervios a flor de piel, esperé el momento, totalmente entregada a mi suerte. 

Sentí que ayudado de su mano, buscaba la abertura de mi raja, al encontrarla, de inmediato y de un solo golpe me la clavó hasta el fondo, recuerdo como sentí, sus cojones al chocar contra mi culo.

De mi garganta surgió un grito de dolor, pues el tamaño de la carne que se había alojado en mis entrañas era con mucha diferencia, mayor que la de mi novio. Menos mal que todavía estaba algo mojada, por el toqueteo previo que me había hecho mi novio, porque si no me hubiese rajado por dentro.

Por primera vez en mi vida tenía una polla sin preservativo en mi vagina y para colmo, esta no era la de mi novio, y este estaba observando la escena a escasos 2 metros de mí.

Cuando mi coño se adaptó a su tamaño, comenzó a moverse lentamente, iniciando un movimiento de dentro-fuera, para comenzar a realizarlo en círculos, y luego otra vez dentro fuera, pero cada vez más rápido. 

Sus manos iban de mis caderas a mis tetas, que me las apretaba y me las masajeaba. Sin poder creérmelo comenzaba a sentir un leve placer, que hizo que abriese la boca para obtener una bocanada de aire, de lo sofocada que me estaba poniendo.

– Creo que a esta zorra le está comenzando a gustar, jadeó el jefe de la banda.

Miré a mi novio a los ojos y en ellos vi un sentimiento entre angustia y rabia. Agaché la cabeza y me entregué a la violación, suplicando mentalmente que acabase pronto.

– Tía, tía, dijo el que me follaba, te lo voy a llenar, ahoraaaa…

Me hizo daño cuando me apretó fuertemente un pecho, me dio un fuerte empujón de riñones y se quedó totalmente quieto, supe que se estaba corriendo dentro de mi vagina, pues pude notar como esta se llenaba con una cascada de líquido caliente, además los gemidos que emitía, así lo delataban. 

Continuó un poco moviéndose despacio dentro de mí, y yo oía el chapoteo que producía su polla al entrar y salir de mí inundada vagina. 

Se salió de mí y por primera vez, sentí lo que era que el semen te resbalara por los muslos. Me giré y al mirarlo, lo vi con una cara de grandísima satisfacción, supongo que porque no tendría muchas oportunidades de follarse a alguna chica con mi tipo, y al mirar a su aparato, vi lo grande que era, aun así, en estado de reposo.

– ¿Te ha gustado, verdad?, no te preocupes que luego quizás habrá más, me dijo mientras se cogía el flácido pene.

– Me toca a mí, putilla, venga date la vuelta.

Me había olvidado por completo del tercero, un chico rubio, que estaba junto a mí, con los pantalones bajados y meneándosela como un mono, tenía una polla no muy grande de longitud, pero sí gruesa. Me di la vuelta, colocándome en la posición anterior, agaché la cabeza y esperé. 

Con resignación sentí como me sobaba el culo con una mano, y después como se agarraba a mis caderas y la cabeza de su polla de alojaba sin problemas en mi interior, entrando el resto tras ella. Me follaba rápidamente, de muy distinta manera a como lo había hecho su jefecillo, no me proporcionaba placer alguno.

– Joder, tío, has dejado esto empapado, coño, aquí no hay quien se corra, si casi no siento nada, hostias, dijo el que me follaba.

– Pues dale por culo, capullo, dijo el jefe.

Grite y me revolví cuando lo me di cuenta al sacarla que lo iba a hacer de verdad, les dije que nunca lo había hecho por ahí, y eso fue mi perdición. Me agarraron entre los otros dos y noté la punta de su polla empujar mi ano.

– No, por favor, dejadlo, os haré lo que queráis, pero eso no, sollozaba yo.

Casi me desmayé cuando noté, como todo el capullo se abría paso a empujones por mi culo. Un fortísimo dolor hizo que me quedara sin fuerzas, agarrándome en peso los gamberros, me daban lametones en mi cara, mientras el tercero me sodomizaba a placer. Se ve que el chico iba muy caliente pues gritó que se iba, aceleró el ritmo, y comenzó a descargar su semen en mi recto. Se quedó dentro de mi culo un rato, jugando con mis tetas, hasta que su polla salió de mí, por sí sola.

El dolor había sido tan fuerte, que las piernas me temblaban y no me tenían en pie, me encontraba como si estuviese ausente y oía todo como de lejos, las escenas se presentaban ante mí, como a cámara lenta.

– Metedla en el coche y apagad las luces, dijo el jefe.

Me pusieron junto a mi novio en el asiento contiguo, reclinaron el respaldo y quedé tumbada boca arriba. Oí como mi novio mascullaba algo, pero no lo entendí. Desde los asientos de atrás, el que llevaba la voz cantante y el chico que se había corrido en mi culo, me sujetaron las manos.

El chico que primero se había corrido en mi cara, se colocó entre mis piernas, busco con la cabeza de su polla mi vagina y me penetró. Poco a poco fui recobrando el control sobre mí y la consciencia. El chaval entraba y salía lentamente, al tiempo que me follaba me pasaba la lengua por la oreja, cuello y pechos, mientras, en el asiento trasero, el rubio sé hacia una fenomenal paja a una mano, contemplando la escena.

Algo comenzó a derrumbarse dentro de mi mente cuando con el mayor de los asombros, al estar con la cabeza girada hacia mi novio, vi como la picha de este, la tenía morcillona y creciéndole. Este fue el golpe más fuerte de la noche. Volví la cabeza hacia el otro lado, para no verlo y en ese momento me di cuenta de lo que estaba pasando, me estaban violando tres desalmados, y mi novio se estaba excitando al verlo. Era increíble. Decidí que estaba harta de ser tonta, y que si eso era lo que quería, lo tendría, sería una puta.

Comencé a sentir placer, pensando en el chaval que me follaba, incluso, se me escapó algún que otro gemido. Ahora tomé cuenta del esperma que me resbalaba por entre mis muslos, depositándose en el asiento del coche. Moví mis caderas buscando mi placer, Al darse cuenta, el chaval, me puso las manos por debajo de mi culo, me agarró los cachetes, metió su lengua en mi boca y aceleró las embestidas, a lo largo de mi vientre me recorrió una corriente, que desembocó en el orgasmo más fuerte de mi vida, con una polla desconocida. El chaval dio tres o cuatro golpes fuertes y a fondo, de golpe la sacó, la puso en mi bello púbico y mientras le comía la boca, sentí como fuertes chorros de caliente semen se iba depositando sobre mi vientre y ombligo.

Se separó, se colocó a mi lado, me cogió el dedo corazón de mi mano derecha y lo llevó hacia los restos de su reciente corrida, mojándolo allí y comenzó a pasarlo por mis pezones. Estos se pusieron de inmediato muy duros, continuando con este masaje por el resto de mis tetas. Notaba un cierto estremecimiento por todo mi cuerpo, pero lo mejor fue cuando mojó mi dedo en mi ombligo, que al estar repleto de semen, fue como mojar la pluma de un escribiente en tinta, sentí como mi dedo se pringaba de una sustancia pegajosa, y ahora fría, y la llevaba hasta mi clítoris, iniciando una suave masturbación, a través de mi mismo dedo, pero guiado con su mano. 

De vez en cuando volvía a llevar mi dedo al ombligo para mojarlo, y vuelta a mí raja. Yo mantenía los ojos cerrados y me entregaba, por primera vez en la noche al placer, sin pensar en nada más. Poco a poco aumento el ritmo de los movimientos en el clítoris, abrí los ojos para contemplar como desde atrás el rubio casi se corría con la paja que se estaba haciendo y como mi novio ya tenía una erección completa, esto fue el detonante que hizo que me corriera agitándome al compás de la masturbación y gimiendo como una puta. Cuando me corrí me quede muy cansada y sentí cierta vergüenza y repugnancia, pero intenté apartar ese sentimiento de mi cabeza. 

El chico después de darme un beso en los labios se bajó del coche para darle paso al rubio, que se presentó con una erección tremenda, pues estaba a punto de correrse, me cogió, me hizo dar rápidamente la vuelta, me puso con las rodillas en el suelo, de culo, y con el vientre apoyado sobre el asiento, y sin mediar palabra, me la puso en la entrada del culo y me la metió, esta vez sin dificultades hasta el fondo. 

No sentí nada en absoluto, ni dolor ni placer, pues había sido tan grande el daño anterior, que tenía la zona totalmente insensible. Dio cuatro culadas, me agarró fuerte por las caderas y rugiendo como un león, se quedó totalmente quieto dentro de mí, notando yo perfectamente la salida de su esperma y como este me llenaba de nuevo mi culo. Se salió de mí, sin que yo dijese ni pío.

– Bueno, me parece que la potrilla ya está domada, dijo el muy cerdo, dirigiéndose a mi novio.

– Sois una pandilla de violadores, y esto lo vais a pagar, dijo mi novio, que por primera vez desde que empezó todo, hablaba.

Entonces el cabecilla, que se había mantenido en el asiento de atrás, le dijo:

– Pues no sé qué dirá la policía de esto, pero me parece que tu novia ya se ha corrido varias veces y tú, estas más empalmado que un burro, osea que no me jodas, y si no mira esto, se recostó, me acerco la polla a la boca, y yo simplemente la abrí, sin oponer resistencia, y este la alojó en mi interior, comenzando a darle chupadas.

– ¿Que?, ¿Crees que esto es una violación?

– Iros a la mierda, le contesto mi novio.

– ¿Sabes?, se me está ocurriendo una idea, para que tengas tú también la boquita cerrada.

Entonces cuando la tenía bien dura, se salió del coche, hizo apartar al otro chaval, entró junto a mí, me subió al asiento, me puso de costado mirando a mi novio, se colocó el también tumbado a mi espalda y comenzó a acariciarme la espalda, el pecho y el culo.

– Joder tía, eres un queso, me decía.

Comenzó a restregarme la polla desde atrás por toda la longitud de mi raja, y cuando lo creyó conveniente buscó el orificio de mi cueva vaginal, apretó con su polla y me introdujo solamente la cabeza, quedándose de esta manera. Era extraño para mí, deseaba que me la metiese a fondo, pero metió su mano entre mis piernas, buscó mi clítoris y comenzó a masturbarme enérgicamente, comenzando yo a gemir y a mover mis caderas buscando su polla, pero este mantenía la distancia, quedando solo su capullo en mi coño.

– Chúpasela a tu novio, me dijo al oído.

Al principio dudé, pero me moví un poco ayudado por él, me acomodé entre los muslos de mi novio, y me la metí en la boca, la tenía dura como el acero, y comencé a pasarle la lengua arriba y abajo por toda su caña. 

Como el chico, seguía con la masturbación, lo cual me daba cada vez más gusto, yo chupaba con más fuerza la polla de mi novio, subiendo y bajando la boca por su polla, cuando supe que me iba sin remedio, noté unos fuertes chorros de semen que mi novio me lanzaba dentro de mi boca al correrse conmigo. Dado que no paré de chupar, me tragué la mayor parte de la corrida, escapándose por entre la comisura de mis labios y su polla, un hilo de leche. 

No me supo mal, todo lo contrario, fue como si me comiese un gran trozo de merengue. Tampoco tuve tiempo de pensar, pues justo en mi orgasmo y en el de mi novio, el chico, me metió la polla hasta el fondo, comenzando a follarme como un animal. A cada envite que me daba, me tragaba la polla, ahora flácida, de mi novio en lo más profundo de mi garganta. Me atragantaba y daba arcadas, pero el placer que sentía era tan fuerte, sintiendo como esa gran polla entraba y salía de mí, que yo seguía con las chupadas a mi novio sin importarme que su polla estuviese llena de leche. 

Poco a poco su polla fue creciendo en mi boca de nuevo, y cuando la tuvo erecta totalmente de nuevo, se la agarré con una mano, comenzando a masturbarlo y chuparla al ritmo de la follada. A los pocos minutos comencé a correrme de nuevo, pero como el chico no paraba con su mete y saca, no me dio tiempo a descansar, nuevamente seguía sintiendo placer, enlazando nuevamente a los pocos minutos otro orgasmo. 

Nunca me había pasado antes, creí que no iba a parar de correrme. Estaba tan absorta en mi disfrute sexual que casi no me daba cuenta con la rapidez con la que agitaba mi mano en torno a la polla de mi novio, mantenía su polla en mi boca, aunque no me quedaban casi fuerzas para mamar. Nuevamente noté como el pene de mi novio se tensaba unos segundos en mi boca, y de golpe surgió una pequeña catarata de esperma, no tan fuerte como la primera y mucho menos espesa, que me tragué con avidez. 

De inmediato el chico comenzó a resoplar, aumentó la velocidad, y sentí como daba dos o tres respingos agarrado a mis caderas, señal de que estaba eyaculando en mi vagina, y a la vez apretando mis labios en torno a la polla de mi novio, me corrí por última vez.

Se fueron como vinieron, rápidamente y en silencio, y antes de irse nos recordaron que nadie se creería lo de la violación, y que si se nos ocurría contarlo volverían, pero que esta vez se encargarían de mi novio.

Al quedarnos solos casi no nos dirigimos la palabra, me vestí como pude, me sentía sucia, como una furcia barata, que se había entregado al placer de tres machos desconocidos. Me dejo en casa y el día siguiente ya más tranquilos, nos echamos muchas cosas en cara, sobre todo a él le molestaba que yo me hubiese entregado al final, y a yo le increpaba que hubiese disfrutado viéndolo. No nos vimos en una semana, notando yo que por teléfono estaba frío y distante, así que decidí quedar con él para el siguiente fin de semana en mi casa, ya que mis padres se habían ido de fin de semana.

Allí, aproveché un momento que fue al cuarto de baño, para desnudarme y esperarlo en el sofá del salón. Cuando me vio así se quedó con la boca abierta, pero noté, como le crecía el paquete a través del pantalón.

Durante las 5 siguientes horas, le chupé la polla hasta que se corrió en mi boca, me folló corriéndose dentro de mí y por ultimo le dejé que me diera por el culo, descargando allí las pocas reservas de esperma que le quedaban.

Desde ese día follamos casi a diario por el agujero que le plazca a él o a mí, aunque lo que él no sabe es que muchas veces que lo hacemos, me excito al recordar lo de aquella noche, y no puedo remediar tener fantasías de sexo en grupo o de cosas similares.

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