Capítulo 10

Ángel aparcó cerca de su bar favorito y entró en él para tomarse un whisky, bebida a la que María le había aficionado, y aunque él seguía siendo fiel a su brandi, de vez en cuando se tomaba un whisky. Se sentó cerca del escenario, donde esa noche una joven interpretaba temas de los años noventa. Absorto en sí mismo, recordaba la tarde anterior y como esa chiquilla le había hecho vibrar. Sonreía levemente para sí mismo. Sobre las dos de la madrugada decidió retirarse a su casa. Se tumbó y se quedó dormido hasta las siete en punto que sonó su alarma. Se levantó como siempre, se duchó y se sentó a desayunar. Sobre las siete y media sonó el teléfono.

Buenos días, ¿dígame?

Buenos días, soy Madame de Montparnasse, amiga de madame de la Fonten. Mire, le cuento rápidamente. Antes tenía un jardinero que era poco eficiente y necesito con urgencia alguien que me arregle el jardín, pues daré una fiesta a fin de mes y quería tenerlo perfecto.

Pues como se imagina ahora estoy a tope de trabajo, pero podría pasarme sobre las dos, verlo y decirle algo al respecto.

Por mi perfecto, le paso la dirección y le espero a esa hora.

Ángel tenía trabajo, pero ese seguramente le proporcionaría clientes de un mejor nivel, por lo que tendría que hacer lo posible para no perderlo. Miró su agenda, observando que podría acelerar trabajo, imaginaba que, si el otro jardinero no se había esmerado mucho, seguramente tendría trabajo para más de un día. Podía relajar su agenda si era preciso, pues con arreglar el jardín la última semana antes del evento sería suficiente.

Esa mañana por si acaso Ángel adelantó una mansión y a la tarde casi seguro podría adelantar otra. Sobre las dos menos cuarto y sudando como un pollo, Ángel terminó su trabajo. Le daba vergüenza aparecer así ante su nueva clienta, pero no tenía tiempo de ducharse. A las dos en punto, tocaba el timbre de la mansión.

Ante él apareció una espectacular mujer con un top ajustado a sus bien formados pechos y un culote que marcaba perfectamente su bien torneado culo. Su larga melena rubia, tapaba sus pechos, dándole un aire místico y sensual.

Buenos días, ¿Ángel supongo?

Sí señora, perdone que me presente así, pero acabo de terminar una casa y no quería llegar tarde.

No se preocupe, le enseñó la casa y si quiere puede darse un baño en la piscina, o una ducha, como usted quiera.

Madame de Montparnasse le acompañó por el gran jardín que partía detrás de la casa, extendiéndose en algo más de una hectárea. Los setos estaban sin cortar y las flores sin arreglar, algunas malas hierbas se habían apoderado de algunos parterres y habría que plantar algún tipo de flor para que luciesen con encanto y glamour.

Ángel no podía apartar la vista de ese divino culo donde el culote se metía entre las nalgas, marcando a la perfección sus formas.

Por su parte Madame de Montparnasse pensaba para sí. Menudo ejemplar de macho, hace mucho que no me como nada así y la verdad, está, para no dejar nada sin comer. Además, la Fonten dice que folla como un jabalí y eso, eso sí que está en mis carencias desde que me divorcié de Armand. Madame de Montparnasse, se relamía y se excitaba pensando tener ese macho entre sus piernas.

Ángel iba haciendo un cálculo de horas de lo que le supondría ese jardín, necesitaría como cuatro días si todo iba bien.

Cuando volvieron a la mansión, Ángel le dijo a Madame de Montparnasse.

Madame de Montparnasse, me temo que este arreglo me llevará cuatro días mínimo, tendré que ir sacando tiempo para poder estar aquí todos los días seguidos.

Llámame Verónica, que es más corto y más familiar. Por mi perfecto, si quiere esos días se pude quedar aquí, así tendrá todo más a mano.

Muy bien, voy a ajustar mi agenda y le digo que días puedo venir. así trabajaré con más eficiencia, iré preparándolo todo.

Perfecto, esperare su llamada

Ángel se despidió de Verónica con un fuerte apretón de manos.

Verónica sintió toda su fuerza y determinación en ese apretón de manos y sus pezones se marcaron majestuosos sobre la tela del top. Esto no pasó desapercibido para Ángel, que, al verlo, sonrió.

Bueno Verónica, un placer, con lo que sea luego te llamo.

Igualmente, esperare su llamada

Ángel tendría que hacer un esfuerzo reorganizando su agenda y llamando por teléfono para adelantar y retrasar algunos trabajos y así cuadrar la agenda.

Ya en su casa, consiguió tras un arduo trabajo organizar la agenda. Había puesto todas las piscinas seguidas y las piscinas y los jardines los había retrasado, para tener esos cinco días libres. Había decidido que fueran cinco, por si había algún problema de última hora.

La casa de Gabriela la había dejado para última hora de la mañana del viernes. Esa semana fue una semana muy dura y llegó casi extenuado a su última casa, de ese viernes. Menos mal que la visión de las tres hermanas le reconfortaría. Ese día le abrió la madre, que, si bien vestida no parecía gran cosa, con el bañador era otra mujer totalmente diferente. La siguió hasta la piscina admirando ese terso culo que se había comido la tela del bañador.

Ángel fue a su caseta y sacó las cosas.

¿Me llamarás luego? Preguntó Gabriela

Seguro.

Ángel sacó los aparatos para limpiar la piscina y procedió a su limpieza, sabía que esa piscina siempre le llevaba más tiempo. Las dos hermanas y la madre estaban boca abajo sobre las hamacas. La mayor ese día llevaba un bikini blanco y tenía las piernas abiertas. Seguramente hacía poco que había salido del agua, pues se pegaba a su cuerpo como una segunda piel dejando bien visibles los labios de su coño. La pequeña tenía las piernas cerradas por lo que no dejaba nada a la vista. Pero el bañador de la madre se había metido entre sus labios dejando estos a la vista de Ángel que ya tenía la polla bien dura. Gabriela lo miraba mientras se mordía el labio y abría sus piernas con la braguita del bikini echada a un lado. Ángel podía apreciar con toda nitidez ese coñito. Veía como la cabrona metía sus dedos los embarraba bien en sus líquidos y luego los llevaba a su boca para chuparlos como una verdadera zorra. Los lamía y los metía hasta el final de su garganta provocando alguna arcada. Ángel sentía palpitar su polla, pidiéndole entrar en ese coñito y reventarlo ahí mismo, delante de su madre. Se contuvo y terminó su trabajo totalmente erecto. Cuando terminó, se despidió.

La madre amablemente se levantó para acompañarlo a la puerta, al levantarse se dio cuenta de que su bañador estaba indecentemente entre sus labios. Ruborizada como una adolescente con disimulo lo situó en su lugar y acompañó a Ángel a la puerta, observando que su polla también se marcaba dentro del pantalón. Esto excitó a la mujer que creía haber sido la causante de tan potente erección. Con los pezones duros como no recordaba, se despidió de Ángel que la sonrió y se mordió el labio. Al ver esto la mujer se mojó entera y tembló.

Ángel sonriendo se subió a su furgoneta, tenía muchas cosas que hacer, si no, no sabía que hubiese pasado. Después de comer consiguió cuadrar la agenda. Fue hacia su teléfono, lo descolgó y llamó a Verónica.

Buenas tardes, Verónica, he conseguido los días veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro y veinticinco para poder arreglar su jardín y su piscina.

Pues perfecto, aquí le espero y ya me dirá si he de comprar algo.

No se preocupe, yo me encargo de todo, gracias.

Gracias a usted, hasta el día veinte entonces.

Tras colgar, Ángel se dirigió a la primera casa de esa tarde. Sobre las siete y media terminó sus labores y procedió a llamar a Gabriela.

Mañana a las cinco en mi casa y ven con la misma ropa del otro día. Por cierto, me pareció que tu madre tiene ganas de una buena polla, vete tanteándola.

Eres un hijo de puta.

Tu haz lo que te digo si quieres polla.

Tras colgar se sentó en una taberna del puerto y se fumó su purito y se tomó un buen coñac, disfrutando de esa maravillosa noche.

Al día siguiente a las cinco en punto llamaron a la puerta. Gabriela al igual que la vez anterior, se había desnudado y se había puesto el antifaz.

Quieta ahí. ¿hablaste con tu madre?

Si, hablé con ella.

¿y qué?

Se puso muy nerviosa cuando le dije que te miraba mucho y me dijo que veía visiones. Pero yo le dije que le había visto cómo miraba tu polla y la mancha que tenía en el bañador. Al final me reconoció que se había excitado contigo y que tenías una buena polla.

Bien, da tres pasos hacia delante y deja la ropa ahí.

Ángel mientras pensaba que después del bomboncito podría tener también a la madre, empezó a maquinar un plan para tenerlas a las dos a la vez.

Hoy te daré los azotes que no te di el otro día.

Joder, por favor, no, no

Ángel con autoridad la tumbó sobre los brazos del sofá.

Si hablas a partir de ahora, cada vez serán diez azotes más, los gritos no cuentan, pero si dices, no, serán diez azotes más. ¿has entendido?

La muchacha asintió con la cabeza. Ángel procedió a azotar ese pétreo culo. Le dio con fuerza notando como el culo se iba poniendo de un color rojo oscuro. Al quinto azote, le metió dos dedos en el coñito, notando que estaba totalmente encharcado.

¿Te gusta eheh puta?, mira como tienes el coño.

Gabriela excitada sin saber muy bien porque, gemía mientras los dedos de Ángel se frotaban contra su punto G. Cuando estaba a punto de correrse Ángel paró, le dio cinco azotes más, que se le hicieron eternos y siguió con sus dedos. Gabriela esta vez no quería quedarse con las ganas y aceleró su propio orgasmo, orgasmo que sintió mucho más intenso que otros que había tenido con anterioridad. Ahora Ángel se tumbó, la colocó encima de él, la penetró y procedió a azotar sus pechos.

Gabriela lubricaba como nunca, esa agresividad le ponía muy cachonda y ahora botando sobre la polla de Ángel, pedía más y más. Ángel agarrando con fuerza sus pezones, hacía que fuera ella quien se follara con fuerza. Gabriela gritaba y se movía con todas sus ganas cabalgando la polla que Ángel le ofrecía tiesa y dura.

La cara de Gabriela expresaba todo el placer y la excitación que estaba sintiendo, mientras Ángel aguantaba sus ganas de correrse, para dar la mayor satisfacción a la muchacha, ya que ella lo estaba exprimiendo literalmente.

Gabriela gemía y bramaba sujeta al pecho de Ángel que ahora, metiendo sus manos entre sus nalgas, le daba con todas sus fuerzas. Ángel no aguantó más y clavando con ganas su polla en lo más hondo de Gabriela, le llenó el coño de semen. A la vez que Gabriela, abrió las espitas de sus jugos y bañó la polla de Ángel con ellos. Gabriela se tumbó jadeante sobre el pecho de Ángel y lo besó con pasión.

GABRIELA

Ese hombre que me había subyugado desde el primer día que lo vi. Ese hombre con el que jugaba en mi piscina. Ese hombre, ahora me tenía para él, era su juguete, yo que pensé que el juguete era él. Me había puesto en sus rodillas, me había azotado y me había dado uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Sentir como mi cuerpo se calentaba a la vez que mi culo se amorataba, me volvió loca. Esos dedos en mi coño me hicieron deshacerme en flujo y su intensidad terminó con mis defensas y busqué con todas mis fuerzas llegar a ese orgasmo. Cuando me sentó sobre su polla y azotó mis pechos, creí morir y me corrí como una perra bañando esa polla divina con mis flujos.

Ahora estaba a mi lado, acariciando mis pechos con dulzura, pellizcando mis pezones y haciendo que por mi cuerpo discurran mil calambres. Se mueve para besar mi cuello a la vez que sus dedos hacen pinza en mi pezón, lo aprieta fuerte, tan fuerte que me duele y llevo mi mano para separar la suya, pero me la sujeta con su otra mano y sigue apretando. Yo gimo y me retuerzo, el dolor aumenta y mis lágrimas saltan. Baja su boca a mi pezón y lo chupa con cariño. La humedad y la dulzura de su boca me producen tanto placer que olvidó el dolor. Dolor que vuelve desde el otro pezón donde vuelve a apretar con fuerza a la vez que lame mi otro pezón. Esa mezcla de placer y dolor me tienen muy excitada. Al posar su boca en mi pezón dolorido un gemido traspasa mi boca y siento como mi sexo se encharca. El, sigue bajando por mi cuerpo, mordiendo mi piel, lamiéndome, transmitiendome mil sensaciones.

Ya llega a su destino, me lame la raja de mi sexo desde el ano al clítoris. Me abre las piernas y me manda sostenerlas abiertas. Yo lo hago mientras noto cómo mi cuerpo se va deshaciendo y como lentamente fluye entre mis piernas, donde el ávido de mí, no deja ni gota. Los labios de mi sexo se abren para él, mi clítoris aparece entre ellos majestuoso y lo tienta. Él acerca la punta de su lengua y apenas lo roza, yo tiemblo y gimo quedamente. Sigue lamiendo y se concentra en mi ano, lo lame, e introduce saliva dentro de él. La punta de su lengua gana centímetros, apenas unos pocos, pero yo siento como si fueran miles. Sujetó con fuerza mis piernas exponiéndome a él, ofreciéndole mi sexo. Vuelve a mi clítoris y ahora, lo chupa y lo chupa sin descanso, noto fluir mis líquidos entre mis piernas y como él, los devora. Su lengua lame mi clítoris en un dulce y lento meneo que me vuelve loca.

Cuando su dedo traspasa el anillo de mi ano, grito, grito de placer y empujo mi culo para clavarme ese apéndice entero. Él sigue lamiendo sin descanso y sin prisa, a la vez que su dedo entra en mí de igual forma. Noto hervir mi cuerpo y como un remolino se forma dentro de mí, estallando en mil fragmentos llegando a cada rincón de mi cuerpo.

Siii, jodeeer, siiii

Suelto mis piernas rodeo su cabeza y la aprieto contra mi sexo. El sigue lamiendo impasible. Ahora su lengua se vuelve más rápida, más ávida de mí. Va de lado a lado y de arriba abajo, a la vez que ahora su dedo entra y sale con más rapidez de mi culo. No aguanto más, no puedo más, mi cuerpo convulsiona, mis caderas se elevan y empiezo a temblar, a la vez que expulso mis líquidos sobre su cara. Me vuelvo loca danzando sobre su dedo y su lengua, pero me tengo que salir, no aguanto más, el placer me desborda y me tumbo tranquila y temblando a su lado. Me agarró con fuerza y besó mi cuello. El sopor se apodera de mí y me quedo dormida.